Hace tiempo que no comento sobre películas no obvias que he visto últimamente. Ahora que el verano va camino de su desembocadura en otoño, comentaré unas pocas que vi en verano, sin contar las que ya comenté que vi en cine entradas atrás Superman (James Gunn, 2025) [Noticia 2402ª] y Los 4 Fantásticos (Matt Shakman, 2025) [Noticia 2404ª].
Ashanti (ébano) (Richard Fleischer, 1979): La vi a comienzos de verano, en junio o comienzos de julio, después del trabajo, en la televisión, en Telemadrid. No la conocía, o no lo tengo claro, porque aunque no recuerdo haberla visto, es el tipo de cine que sí recuerdo que se veía los fines de semana cuando yo era niño y sólo había dos canales de televisión, por lo que pudo ser en aquella época. Como sea, no la recuerdo. Me llamó la atención dos cosas, que era una película de Richard Fleischer, un clásico de las películas de acción, y que el protagonista era un muy joven Michael Caine y yo no tenía en la cabeza que hubiera hecho semejante metraje. Luego, cuando comencé a verla me recordó un poco los argumentos y estéticas de las novelas de Alberto Vázquez-Figueroa, así que me enganchó. Está basada en una historia real. Un matrimonio interracial de médicos voluntarios en África se encuentran ayudando a las gentes de un poblado selvático cuando él debe abandonar momentáneamente la aldea. En el tiempo en el que se encuentra fuera aparecen con gran violencia una banda de esclavistas árabes que asesinan a los hombres y raptan a mujeres y niños. Entre las personas que raptan se encuentra la doctora, que es de raza negra, pues no la reconocen como trabajadora de las Naciones Unidas, lo que les puede dar problemas internacionales graves y dar publicidad a una realidad callada: la existencia actual de esclavos y esclavistas. Cuando el médico regresa al poblado los supervivientes le narran lo ocurrido y, son pérdida de tiempo, inicia la persecución de los esclavistas y búsqueda de su mujer. Para ello tendrá que atravesar la selva y parte del Sahara, realizar sobornos y contratar a un tuareg acostumbrado a la violencia y que busca vengar la muerte de su familia a manos de los mismos esclavistas. Me resultó muy entretenida, quizá también porque es un tipo de ritmo y estética de cine de aventuras que vi en mi infancia en la televisión, tanto en casa de mis padres como en la de mis abuelos maternos. Aunque no recuerdo haberla visto previamente ni me sonaba su existencia, tuvo algo de nostálgico. Hoy día pasaría por una película de sobremesa, aunque contó con un director de los importantes en su día y un actor incipiente destacado. Es también un poco testimonio del exotismo aventurero de las ficciones de los años 1970, que se mezclaba a veces, como es el caso, con temas sociales y su denuncia, como el esclavismo oculto moderno y, de paso, una crítica de los abusos de poder secretos de los más ricos.
Siete hermanas (Tommy Wirkola, 2017): Todo un descubrimiento para mí en una noche de entresemana en un canal de la televisión digital terrestre, el cual no recuerdo cuál fue, tal vez Squirrel u otro. No sabía tampoco de su existencia. Era una noche de soledad en casa, teniendo que trabajar al día siguiente. Me acordé de cuando veía películas con mi gata y cambiando canales en la tele me encontré empezando este largometraje. Era de ciencia ficción y como el género me gusta lo dejé puesto. Poco a poco me enganchó, aunque no es el peliculón de mi vida. Una ciencia ficción con sabor europeo, es inglesa, donde en un futuro distópico en el que la superpoblación es un grave problema, el gobierno ha tomado la decisión de que las parejas sólo puedan tener un solo descendiente, so pena de congelar para el futuro a los otros posibles hijos e hijas. En esto apareció en pantalla William Dafoe y me quedé pensando que era otra película de otro buen actor que no tenía en conocimiento. A sí que divagué un poco sobre algunas cuantas cosas que me he perdido en los últimos años, máxime aquel 2017 concreto. Cosas de la vida más materialmente real y la de vida más del entretenimiento. Dafoe es el padre de una mujer que muere en el parto al tener septillizas, las cuales quedan totalmente huérfanas. Dafoe se niega a entregar a seis de ellas y decide ocultarlas. Desde su nacimiento la educa para que entre todas finjan ser una sola persona. Se visten igual, se peinan igual, se comportan igual, comparten su día a día cuando salen... pues cada día de la semana sale una diferente, para ello han sido llamadas por el nombre del día de la semana, así Lunes sale los lunes, Martes los martes y sucesivo. Ahora bien, dentro de casa tienen temperamentos muy diferentes. Al ser adultas comienza un deseo de rebeldía ante esa vida. Sea como sea, el problema les llega cuando Lunes no regresa por la noche a casa y al día siguiente Martes es detenida. a partir de aquí comienza una película de acción con violencia muy explícita pero a la vez, paradójicamente políticamente correcta según parámetros europeos. De fondo hay una crítica a la corrupción política y reflexiona sobre la libertad individual frente a los derechos comunes reglados. No deja de ser una película de acción, aunque intenta entrar en el debate de si todo lo que hace una democracia es parte de un Estado de libertades y derechos reales. No es tampoco el peliculón de mi vida, pero está entretenida.
...Y si no, nos enfadamos (Marcello Fondato, 1974): En mi soledad particular me bajé al bar La Mezquita para ver y hablar por lo menos con algún vecino. Sería sábado o domingo y era la hora del café. Apenas seríamos cuatro de los habituales. Uno de ellos pidió el mando a distancia al camarero, aunque no había ningún deporte que ver, que es lo que les gusta. Sería agosto. Entre los canales encontró el inicio de esta película de humor italiana de Bud Spencer y Terence Hill. Probablemente yo la vi de niño, pero no la había vuelto a ver, así que aunque es un clásico la tenía totalmente olvidada... y parece ser que ellos también. Como éramos los únicos que estábamos nos dejaron ponerla y verla y ahí nos echamos una hora y media viendo y riendo, comentando tonterías entre nosotros, aunque algunos de los presentes ya tenían una edad. Fue un buen momento, me hizo recordar cuando quedaba con mis amigos más antiguos para ver una película en la casa de alguno de nosotros. Ahora tienen familias y parejas y esas cosas, y todo esto creo que ya no les atrae, o que ahora prefieren otro tipo de diversiones o de películas. La verdad es que nos echamos un rato divertido. La película es muy tontorrona, muy socarrona, sigue el esquema de estos dos actores como dos personajes que se llevan mal entre ellos, pero se necesitan y en el fondo son amigos. Sin quererlo se ven envueltos en una serie de problemas con una banda mafiosa, en este caso mafiosa, y sólo lo pueden solucionar a base de mamporros. Uno de los vecinos disfrutaba ver escenarios ubicados en el antiguo Madrid de los años 1970. Para mí una de las mejores escenas es cuando se meten en un coro y a ritmo de cantos se van persiguiendo dentro del coro para huir de un asesino a sueldo. Impagable esa escena.
La trampa (Sidney Hayers, 1966): Para mí esta fue una de las mejores películas que vi en televisión este verano y tampoco la conocía previamente. Una vez más me llamó la atención dos cosas: la estética, que era una película del Oeste que parecía propia de los años 1970 por fotografía y por forma de narrar, pero era de 1966, y porque contaba con un casi irreconocible Oliver Reed de actor... Y con una actriz que me gustó mucho en todo, Rita Tushimgham, que luego descubrí que su película anterior era Doctor Zhivago (David Lean, 1965). Sin duda era una película por todo lo alto en su día, aunque su origen británico en una época donde las películas del Oeste mejores estaban siendo o bien estadounidenses o bien con presencia italiana, probablemente la diluyó. Creo que es una película del género avanzada para su momento, adelantada. Bebía del tipo de antihéroe forjado por Clint Eastwood en esa misma década y claro, competir con Sergio Leone era difícil, pero bien vista hoy, esta película tiene notables cualidades. En cierto modo es una vuelta de tuerca a la historia de la bella y la bestia. Una joven chica muda es raptada por unos indios de los estados norteños de Estados Unidos o bien ya Canadá o la frontera. Al hacerse mayor, al no encontrarla útil para nada que les interese, ni siquiera como esposa con la que tener hijos, se la venden a un hombre que ya no es joven que vive solo en las montañas como trampero y buscador de oro al que apodan el oso o la bestia, por su brutalidad y su afición a pasar el día matando en sus cazas, o bien borracho, o bien con numerosas peleas cada vez que encuentra otras personas. El trampero se siente solo y quiere formar una familia, sin tener ninguna cualidad social. Por eso baja en barca al poblado donde están los indios y les compra a esta joven, que lo que desea es ser libre, pero no lo es. Incluso se la lleva atada como un animal. En cierto modo este argumento precede a Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sidney Pollack, 1972), pero es más salvaje, más brutal. Evidentemente es una historia de fuerza y la violentación de las personas, pero también es una película de amor y de relaciones no convencionales, de formación de familias no formales. Hay en medio diversos peligros de las montañas heladas del norte. Es una buena película. La vi una tarde después de trabajar, tal vez en Paramount u otro canal similar.
Metrópolis (Fritz Lang, 1927): Había visto los fragmentos más famosos desde niño en televisión y en reportajes y la vi fragmentariamente, incluso la analicé, durante la carrera universitaria, e incluso como archivero tengo algo que ver con esta película. Hace unos años encontré de segunda mano un DVD con edición especial que compré para verla en casa con una amiga con la que me gustaba mucho ver películas, pero la amiga dejó de venir a ver películas y fui dejando el DVD en casa sin verlo, tal vez a la espera de que algún día la podría compartir con alguna amistad. Pero eso nunca ocurrió y, en mi soledad de verano teniendo que trabajar, decidí verla entera una noche. Mal cené de bocadillo y me puse el DVD, ya que es un metraje muy largo. Un clásico de la historia del cine, pero también de la ciencia ficción, de la distopía, del periodo de entreguerras. Una historia en cine mudo que, fui descubriendo algo que ya sabía, tiene numerosas escenas, escenarios y relatos que posteriormente han sido homenajeados en innumerables películas incluso hoy día mismo. Quizá fue un acierto verlo solo la primera vez para saborearlo intelectualmente en mi propio regocijo y referencias previas. Estupendo baile el del robot. Básicamente hay una sociedad futura donde los ricos viven acomodadamente en las zonas superiores del planeta, casi como paraíso, a costa del trabajo alienante y esclavizante de los trabajadores, que viven en el subsuelo, donde no hay coches voladores ni jardines, los cuales se consuelan con una especie de religión mesiánica con tintes casi de sindicato de los obreros (el opio del pueblo mezclado con el socialismo). Todo esto se rompe cuando el hijo del empresario que dirige todo aquello baja al subsuelo en busca de una mujer de la que se enamora y descubre la triste realidad de la gente que vive allí. A todo esto un inventor subversivo introduce un robot para abortar su posible rebelión, pero los problemas sentimentales hacen que todo se transforme en una auténtica lucha de clases, con revuelta incluida. Una denuncia del capitalismo, pero también de los sectarismos, que de paso habla de problemas de las sociedades tecnológicas que en pleno 2025 están tan vigentes como en 1927. Imprescindible.
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