El próximo 11 de febrero será la gala de los Premios Goya del cine en España. Todos los años hago un juego de quiniela a ver quién acierta más ganadores. No es la primera vez que he visto una gran cantidad de las películas, pero este año he visto la mayoría, en parte por el festival de cine Alcine, del que como cada año fui jurado del público. Para los interesados, en la Noticia 2176ª, comenté ya mi opinión y análisis de Suro (Mikel Gurrea, 2022), Cerdita (Carlota Pereda, 2022), El agua (Elena López Riera, 2022), Unicorn wars (Alberto Vázquez, 2022), La casa entre los cactus (Carlota González-Adrio, 2022) y Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022); comentarios con la advertencia previa: Aviso, para hacer comentarios a las películas digo cosas que podrían darte referencias del argumento o del final que quizás no quieras saber antes de ver cada largometraje, en tu elección dejo cuándo quieras leerlo. Hoy, con el mismo aviso voy a hablar de otras tres películas que vi en salas comerciales que están nominadas. Vamos allá.
Belfast (Kenneth Branagh, 2021): Fui a verla a principios de enero del año pasado, había poca gente, pero para la fecha que era había más de lo que se podía uno imaginar. La película es de 2021, pero en España llegó a enero de 2022, no entró en el periodo de nominadas de 2021, pero sí lo hace en el de 2022 para la película europea. Su mayor rival sería la argentina Argentina, 1985 (Santiago Mitre, 2022), que en medios de comunicación ha tenido muy buena crítica y que incluso está nominada a los premios Oscars de marzo; ahora bien, la película argentina se presenta por película hispanoamericana, no europea. Las dos tratan de problemas políticos con alta repercusión social en las vidas particulares. En el caso de la película argentina se centra en algo que está muy cercano a España, el final de la dictadura y el repaso de los desaparecidos que defendieron la democracia. En el caso de Belfast el asunto se centra en los conflictos independentistas de Irlanda del Norte respecto a Reino Unido, en concreto de los disturbios violentos de la ciudad de Belfast en la década de 1960, los cuáles llevaron al levantamiento de barricadas entre los barrios católicos y los protestantes y a controles policiales en busca de los violentos y de los componentes de la banda terrorista IRA. La película narra esta historia desde los recuerdos de infancia del propio actor y director Kenneth Branagh. Su nombre no aparece en la película, pero el niño y la familia están basados en sus propias vivencias, si bien introduce algunas licencias ficticias para mantener el ritmo argumental. En cierto modo este 2023 tiene un equivalente en los Oscars, Los Fabelman (Steven Spielberg, 2022), en donde Spielberg ha hecho una película autobiográfica de su infancia. Como sea, Belfast es una película con una impecable fotografía en blanco y negro y una banda sonora a base de canciones de rock y pop de la década de 1960 de Irlanda, lo que nos da nuevos sonidos (sonidos no tan conocidos en España), de esa época tan próspera en lo musical. Desde un drama familiar se nos muestra delante nuestra la problemática del nacionalismo en familias y vecinos, no solo por presiones del IRA, sino también desde los partidos políticos, la religión, los vecindarios, los comercios, los medios de comunicación y el acoso escolar o infantil, incluidas las bandas juveniles. Aún con todo, al ser un recuerdo familiar e infantil, hay una visión hasta cierto punto entrañable y familiar que nos puede recordar a la serie de televisión Cuéntame cómo pasó (2001 hasta la actualidad). se transforma así también en un largometraje que, si bien en su aspecto político lo entenderán los adultos, es un producto apto para todas las edades, narrado desde el punto de vista del niño, que es testigo de los sucesos más gruesos, pero los analiza desde los desconocimientos de la infancia sobre el mundo de los adultos. No faltan los guiños a la atracción infantil de Branagh por el cine, lo que provoca también un conflicto con el padre, que lo toma por poco varonil en aquel mundo. Una película correcta, bien montada, que si hay que ponerle un pero es que su producción artística comete el error de crear escenarios de exteriores que parecen salidos del interior de un estudio cerrado de rodaje.
As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022): Fui a verla a mediados de noviembre, nada más quedarme en el desempleo, en un día del espectador, con una sala a bastante menos de medio llenar. Para muchos medios de comunicación y para mucha gente es la favorita, en franca competencia con Alcarrás (Carla Simón, 2022), que fue la seleccionada por España para competir para los Oscars, que los Oscars rechazaron su selección. A mí As bestas se me hizo larga en un determinado momento a mitad de largometraje. Coincido en el análisis que hicieron varios críticos de cine a final del año pasado mediante el cual la gran mayoría de las películas seleccionadas y que más público han tenido en 2022 son de directores y directoras jóvenes casi todos, pero todas ambientadas en el mundo e historias rurales; aparte de estas dos, también las ya citadas y comentadas en la referencia ya citada también: Suro, Cerdita, El agua, La casa entre los cactus y Cinco lobitos, esta última más bien de una pequeña población costera de País Vasco. As bestas como Alcarrás se han considerado ambas como películas del género del Oeste (Western) pero ambientadas en la España rural actual del siglo XXI. Alcarrás trata sobre una familia que tiene un terreno del que viven produciendo melocotones. Pero tras ochenta años la familia se ve abocada a recoger su última cosecha ante el avance del mundo moderno y los problemas económicos e intereses familiares. Evidentemente trata también de un choque de mundos entre el avance del mundo industrializado y falto de valores y el mundo más apegado a valores sociales y a lo natural. El choque entre lo rural y lo urbano, el tiempo pasado y el futuro, y la añoranza del regreso o conservación de lo pasado. As bestas tiene algo de esto también. Está basada en un hecho real en el cual una pareja adulta inglesa se fue a vivir a un pequeño pueblo o aldea de Galicia con la idea de crear un entorno de vida ecológica que pudiera atraer a otras personas, con la idea de poder conservar la naturaleza y los valores ecologistas. Este interés particular de un extranjero que llega a un pequeño pueblo y se asienta con ánimo de prosperar choca con los intereses particulares de los habitantes del pueblo, que desean vender sus tierras a una compañía de producción eléctrica eólica, pero no pueden venderlas si los nuevos vecinos no venden también las suyas. En medio, las autoridades no hacen valer la ley como debieran y actúan de manera favorable a los autóctonos. El enfrentamiento está servido. Con el conocimiento del hecho real, sabemos que el hombre de la pareja inglesa desaparecerá. Esto es recogido por la película, que después se permite la licencia de imaginar una teoría de lo que pudo ocurrir y desarrollar la historia más allá. Es, como se puede ver, una historia clásica del Oeste, donde se habla de cultivos y ecología frente a molinos de viento para producir electricidad, pongamos conflictos entre agricultores y ganaderos o entre ganaderos y el avance del ferrocarril, matones incluidos en todas estas historias. Nuestro particular duelo se va a producir en un enfrentamiento directo en el bar del pueblo, que es a mi juicio el punto álgido de esta película y lo mejor que ofrece de sí, exponiendo además el conflicto multicausal entre rurales y urbanos, xenofobia, tradición frente a progreso, gente con pocos estudios frente a gente con muchos conocimientos, etcétera. Es lo mejor de la película, junto a la fotografía, la ambientación, la interpretación especialmente de los dos hermanos antagonistas de la pareja británica, o sea de los actores secundarios, y el montaje y música que está al servicio ambiental. Sin embargo, ya dije que a mí se me hizo larga en determinado momento porque cambia su ritmo de narración e incluso su perspectiva. Lo que es una película de un enfrentamiento creciente al modo de los Western, acaba siendo una película de mensaje social y no me queda claro donde quería asentarla Sorogoyen exactamente. Aunque la película acumula aplausos y admiración, personalmente le saco ese cambio de ritmo como algo que despista, aunque en conjunto la narración queda clara y hace reflexionar de los intereses claramente diferentes entre las necesidades de la gente del mundo rural y la gente del mundo urbano.
Modelo 77 (Alberto Rodríguez, 2022): Hice un amago de ver esta película en octubre del año pasado, pero justo en las puertas del cine me llamaron unos viejos amigos para vernos y como es muy difícil que uno de ellos quede, decidí volver sobre mis pasos para verme con ellos. La pude ver hace una semana gracias al Cineclub Nebrija del Teatro Salón Cervantes. Ha sido para mí un acierto total. Se trata de una película histórica que se centra en un tema nada obvio e incluso incómodo para todas aquellas personas que acostumbran a creer, y no a reflexionar, que la Transición de la dictadura de Franco a la actual monarquía parlamentaria fue modélica, ejemplar, pacífica y con un solo ritmo donde todos los ámbitos políticos, económicos y sociales evolucionaron a la vez, cuando no fue así, aunque algunos aspectos puedan valorarse modélicos. La sala estaba a rebosar de gente. Su relato se extiende de febrero de 1976 a bien entrado 1978, siendo su parte principal el año 1977. En ese periodo, con la muerte reciente de Franco en noviembre de 1975, se produce el gobierno de Juan Carlos I que primero encarga gobierno a Arias Navarro y luego a Adolfo Suárez, donde se suceden las legalizaciones de partidos políticos, sindicatos, las elecciones y el periodo constituyente. Para todos estos sucesos se producen reformas y también amnistías políticas. Estas amnistías políticas no se produjeron sin que previamente en la calle y en las cárceles se hubieran producido diversas reivindicaciones, protestas y manifestaciones a favor de la amnistía y la libertad. La amnistía llegaría según avance 1976 y 1977, aunque llegaría a presos políticos. Fueron estos los que se organizaron dentro de los presidios con las duras medidas represivas aún de los funcionarios con ideología franquista y leyes franquistas. Dentro de los organizadores tuvieron peso los presos anarcosindicalistas de la CNT, que colaboraron con otros presos políticos, aunque dentro cada uno tenía sus círculos. Junto a presos comunes fundarán una asociación de reivindicación de amnistía que se formó en el primer sindicato de presos cuyas siglas tomaron el nombre de un preso asesinado por las autoridades carcelarias por un maltrato de tortura, COPEL, que se organizaba en comité. Su nacimiento se produjo en la cárcel Modelo de Barcelona y se extendió a todas las prisiones españolas, especialmente cuando llegó el desencanto de la amnistía a presos netamente políticos, pero no a presos comunes, muchos de ellos presos por leyes franquistas excesivas o injustas, como pueda ser contra los homosexuales o por actos que se consideraban delitos cuando en realidad eran actos de protesta o lo serían hoy día. Reivindicaban además un trato humano en las cárceles en cuanto al fin de torturas, de castigos excesivos, de comidas y celdas dignas, etcétera. El gobierno Suárez ya elegido en las elecciones de 1977, con las amnistías previamente dadas, negoció con COPEL la mejora de las condiciones de los presos y de derechos a los presos, pero no la amnistía a los presos comunes. Todo ello mientras a la vez se producía un juego sucio por parte de las autoridades carcelarias. La desilusión de parte de estos sucesos, y los abusos de poder a menudo venidos en violencia, hizo que entre 1978 y 1979 se produjera el mayor número de fugas de presos que ha habido hasta la fecha en España, que se tenga registro. La película tiene una dirección artística impecable que incluso nos vuelve a traer detalles como los asientos de madera de los autobuses, que yo en mi infancia de los años 1980 recuerdo y me hicieron recordar. Peinados, ropas, el edificio y objetos tan cuidados en su exactitud que al final de la película, en los créditos, se puede comparar todo lo visto con las fotografías de los presos auténticos de la Modelo y COPEL, son idénticos, iguales incluso la caracterización de las caras de los actores. Destacan mucho las interpretaciones de los actores secundarios Javier Gutiérrez y Fernando Tejero, que hace un papel de personaje serio que contrasta brutalmente con su trayectoria de actor de humor, pero igual ocurre con Alfonso Lara, que actúa de funcionario de prisiones y también viene de una trayectoria de actor de humor. La película muestra también sutilmente la progresiva acomodación de los abogados progresistas y de los políticos, insinuando lo que vendría después: una "traición" social a sus valores, la cual no sale en la narración, por ser esta más cosa de los años 1980. La insinuación viene perfecta como análisis que hace el largometraje de la Historia reciente y como crítica al poder como Leviatán que devora a la gente, como defendía Hobbes en el siglo XVII. Una película necesaria y que mantiene en la atención plena, a la vez que mueve a pasiones.
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