El 1 de abril de 1939 se produjo el parte de guerra radiofónico más famoso de la Historia contemporánea de España. Lo leyó Fernando Fernández de Córdoba. El propio general Franco lo había firmado y revisado minuciosamente. Decía: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado
las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha
terminado. El Generalísimo Franco. Burgos, 1° de abril de 1939". Desde ese momento han pasado ya ochenta años. Dentro de esos ochenta años hubo treinta y seis años de dictadura (treinta y nueve si se cuenta los años de la guerra civil en las zonas que fue controlando el ejército y gobierno de Franco desde julio de 1936, y unos cuarenta o cuarenta uno si se desea sumarle el periodo predemocrático y preconstitucional de la actual monarquía entre finales de 1975 y hasta las elecciones constituyentes de 1977 o la Constitución de 1978). Con la monarquía parlamentaria, con elecciones democráticas, han pasado cuarenta y cuatro años si se cuenta desde la muerte de Franco en noviembre de 1975, cuarenta y dos si se cuenta desde las elecciones de julio de 1977 o cuarenta y uno si se cuenta desde la Constitución de 1978. Como sea, ya hay más años acumulados de monarquía parlamentaria que de dictadura, y sin embargo, el periodo de la guerra civil y la dictadura de Franco sigue sin ser un periodo cerrado y curado del todo, por mucho que la amnistía y la desmemoria y el silencio de los años de la Transición parecía que pudiera haber una especie de reconciliación o al menos de convivencia entre las que el poeta Antonio Machado llamó dos Españas. Pero eso lo traté más ampliamente en la "Noticia 1815ª: Franco saldrá de la tumba".
La Historia Contemporánea tiene un periodo de subdivisión que se le otorga a la Historia Actual. La Historia Actual es la Historia que da las explicaciones del funcionamiento del mundo que más directamente nos atañe. Normalmente para la Historia Universal se le suele adjudicar a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, pero en España se le solía adjudicar su inicio simbólico a partir del final de la guerra civil en abril de 1939. Algunas Universidades e historiadores comienzan a repensar si se debe desplazar esa fecha y hacen saltar el comienzo simbólico de la Historia Actual Universal a partir de la caída del Muro de Berlín en 1989, lo que lleva a mover la de España tal vez a los años de la Transición entre la muerte del general Franco en 1975 y la Constitución de 1978, tal vez hasta el golpe de Estado fallido de 1981. Sea como sea, 1939 es una fecha sumamente importante y transcendente para la Historia reciente.
Es el 80º aniversario del final de la guerra civil española, en el mundo lo será del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, por ello es también el 80º aniversario de unos acontecimientos que por muchas décadas marcaron el comienzo simbólico del cambio de rumbo de la Historia de la Humanidad dentro de la Historia Contemporánea.
La dictadura puso la fecha del 1 de abril como fecha oficial del final del conflicto bélico, tras tomar el último punto de España que permaneció dentro de la Segunda República, el puerto de Alicante, donde se vivieron episodios dramáticos y trágicos. Sin embargo, ese final de la guerra oficial no sólo significó una salida masiva de exiliados, una represión brutal y una instauración de un nuevo gobierno para todo el territorio, también hubo muchos excombatientes de la guerra y también nuevos jóvenes en los partidos y sindicatos ahora clandestinos que se retiraron a los montes para continuar una guerra de guerrillas a las que se les apodó "maquis", por un tipo de vegetación de las zonas donde se encontraban. El maquis duró bastante tiempo, aunque la ofensiva más definitiva contra ellos la realizó el general Moscardó, glorificado por el franquismo por ser quien protagonizó la resistencia en el alcázar de Toledo durante la guerra civil. El último maqui fue el anarcosindicalista de la CNT Quico Sabaté, abatido por la guardia civil en enero de 1960. Otros otorgan este hecho a José Castro Veiga, del PCE, abatido en 1964, cuando decidió reaparecer tras un periodo de inactividad. Para entonces los partidos políticos y sindicatos contrarios a la dictadura habían cambiado sus estrategias por otras del tipo sindicatos, huelgas, manifestaciones, emisión de prensa y pasquines clandestinos, pintadas en las paredes, presión en los organismos internacionales, especialmente europeos, etcétera, aunque nunca dejó de existir personas concretas o pequeños grupúsculos que ejercieron el atentado como medio de lucha. En todo caso, la existencia del maquis hasta 1960 nos hace reflexionar que si bien oficialmente la guerra terminó el 1 de abril, para una parte importante de excombatientes republicanos no dieron por bueno el final de la lucha. Los casos que tuvieron más relevancia fue la invasión del Valle de Arán por el PCE en octubre de 1944, con escasa munición y mal organizados. Fue un fracaso.
En el actual periodo preelectoral actual, pero también desde el anuncio de la futura salida de Franco del Valle de los Caídos, sorprende la gran cantidad de políticos y personas comunes que se han puesto a hablar de Historia, especialmente del franquismo, más con opinión y política partidista y partidaria que con conocimiento y análisis de Historia. Los historiadores somos los últimos consultados, y en todo caso se consulta a personas que sin ser historiadores con método científico han publicado libros de Historia muy faltos de mucha deontología profesional y mecanismos de procedimiento investigador. Sin embargo, son mediáticos y su versión de los hechos tiene más seguidores que lo que los historiadores de carrera y profesión investigamos y decimos. No es un fenómeno sólo con el periodo de la guerra civil y la dictadura, últimamente hemos atendido a todo tipo de visiones históricas demagógicas, desinformadas, partidistas, de media verdad, sin análisis o creadas para crear pasiones, pero no conocimiento, para manipular. Las pinturas rupestres, los neanderthales, la Guerra de Sucesión española, la conquista de México, el gobierno de los Borbones, la República, los Reyes Católicos, Tartessos, el franquismo, la guerra civil... Es el periodo preelectoral de los que yo he vivido que más anda preocupado por la Historia de España sin que nadie quiera que hable un historiador de verdad.
Quizá uno de los problemas para que no se hayan cerrado todas las heridas de la guerra civil sea que aunque la guerra acabó en 1939, la dictadura que venció se prolongó hasta mediada la década de 1970. Los agravios, represión, prohibiciones e imposiciones a la sociedad española demócrata no acabaron en 1939, sino que tuvieron su prolongación hasta la Transición, y no hubo garantías democráticas establecidas por ley hasta finales de 1978, si bien entre 1976 y 1977 se anticiparon varias previamente a la Constitución. El fallido golpe de Estado de febrero de 1981 trajo de nuevo una serie de miedos a la involución, y aunque hubo muchos avances, estos no fueron todos los que pudieron haber sido. Aún hoy día se ha hecho patente que algunos mecanismos del franquismo, y la mentalidad de aquellas épocas, seguían en activo. Socialmente, en los años 1980 y 1990, a pesar de que hablaron muchas voces, es bastante conocido el hecho de aquellos ancianos que en sus últimos años aún preferían no hablar del pasado, de su pasado personal. La cuestión este 2019 de no haber cerrado todo este periodo para entregarlo a la Historia de manera plena y no a la actualidad social y política, puede que tenga su contestación precisamente en el hecho de que aunque la guerra acabó en 1939, el sentir poder hablar de ella libremente ha sido para mucha gente un hecho imposible hasta bien entrada la segunda mitad de los años 1990. Esa transición había quedado postergada y pendiente en 1978. La culpa no fue de las libertades políticas, que otorgaban el derecho a poder hacerlo, si no de las ataduras morales de cuarenta años de dictadura y su reflejo de perpetuidad posteriormente a través de las personas comunes y la mentalidad generada en las mismas, mentalidad generada de diferente modo según se fuese simpatizante de la derecha o de la izquierda política.
A comienzos del siglo XXI se quiso dar un paso más intentado recuperar la memoria histórica, lo que generó el conocimiento de un mayor número de testimonios, sobre todo cuando muchas personas ya al lado de su propia muerte no tuvieron reparos en contar lo que habían vivido. Sin embargo, las leyes e iniciativas para la recuperación de la memoria histórica revolvió a una parte de la sociedad que se sentía heredera (por sus familiares ascendentes) de unos valores y unos hechos del franquismo. Sobre todo cuando se habló de abrir las fosas comunes de los ejecutados por el franquismo y poder identificar cadáveres para darles sepultura debidamente. Ahí siguen, metidos en las cunetas mientras hay personas que creen extrañamente que encontrarles y sacarles es un ataque a sus propias ideas y a sus familiares de derechas. En esto andamos metidos aún hoy, ochenta años después del final de la guerra civil. No es la versión de los vencedores la que se pone en la picota, la cual ha sido expuesta desde prácticamente julio de 1936, si no que la versión de los vencidos (me refiero a la de la gente anónima) que hasta ahora aún no había dado señales de existencia, a pesar de que desde el exilio de la dictadura siempre se habló de estos temas, es cuestionada por aquellos que creen que se les afrenta por ser su versión de los hechos diferente a la versión que hasta ahora ellos han venido defendiendo.
O en otras palabras. Las versiones oficiales de los vencedores y la de los perdedores, sus reflexiones, sus memorias y demás, habían podido ser conocidas y contrastadas en España desde 1976, y muy especialmente desde 1977. Los archivos, tanto públicos como privados, y los documentos personales no tenían por entonces tanta apertura como hasta ahora, que además han ido ganando en aportes. Al ir conociendo datos nuevos en ellos, no es que se reescriba la Historia para cambiarla, es que la Historia cambia a veces al conocerse datos de la misma que previamente no conocíamos. Según nos alejemos de los tiempos de la dictadura esto se irá completando, porque si bien desde 1939 han pasado ochenta años, desde 1975 han pasado apenas cuarenta y cuatro, la cercanía es mayor y muchas personas están vivas y algunas relativamente jóvenes. Están desapareciendo las generaciones de la gente joven de la guerra civil, incluidas las generaciones que eran niños de la guerra, pero ahí están aún aquellos que vivieron la dictadura, más que la guerra, o que ni siquiera conocieron la guerra pero sí esos años de autoritarismo. Ahí está el asunto, si bien las versiones oficiales y sus documentos se habían podido contrastar desde 1976 y especialmente desde 1978, las versiones de la gente común quedan pendientes en muchos casos de darse a la luz y aportar a la memoria de la Historia su luz particular. Aquí es donde se genera el problema, porque no es lo mismo que hablemos de los nombres famosos como si fueran personajes inalcanzables, que Juan hable de Jorge y Jorge hable de Juan. Pero sobre todo porque falta algo básico: que mucha gente no entiende que la Historia es sólo una herramienta para conocernos, no para enfrentarnos. Hablar de Historia no es acusar, no debería serlo, sino comprender, explicar y aprender.
Es innegable, por otra parte, que tampoco deberíamos sacrificar los valores de la democracia y la libertad a la hora de comprender la Historia. Si a nadie nos gustaría regresar a los tiempos del esclavismo, si este nos produce rechazo, hemos de entender que hablar de Historia o no hablar de ella no puede implicar permisividad con la violencia y la imposición. La Historia no está exenta de una comprensión reflexiva, también filosófica.
A ochenta años de 1939 el único discurso que deberíamos tener por esta fecha es un discurso de Historia, no un discurso de enfrentamiento. Lamentablemente algunos partidos políticos no lo han terminado de entender y eso tiene su reflejo en sectores sociales que se ven amparados para reproducir el mismo discurso, quién sabe si de manera que roce lo peligroso. Pero tal vez, por mucho ruido que haya estos días, todo sea simplemente sonido de cohetes de artificio.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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