miércoles, agosto 28, 2013

NOTICIA 1240ª DESDE EL BAR: MARTIN LUTHER KING, 50 AÑOS DE SU LEGADO (3 de 3)

"(...) Su causa debe ser la nuestra, porque no sólo son los negros, sino todos nosotros quienes debemos superar el abrumador legado de la intolerancia y la injusticia. (...)"

(Lyndon B. Johnson, presidente de los Estados Unidos de América, discurso de la promulgación de la Ley de Derechos Civiles, 2 de julio de 1964.)

Es hoy, 28 de agosto de 2013, que se cumplen los cincuenta años exactos de aquel 28 de agosto de 1963 en el que el reverendo baptista Martin Luther King dio su famoso discurso "Tengo un sueño", que se considera momento clave en el camino de la igualdad racial en Estados Unidos de América. En las dos entregas anteriores hemos contextualizado a grandes rasgos tanto sus épocas previas como su momento coetáneo (Noticia 1238ª y Noticia 1239ª). El asesinato de Malcom X el 21 de febrero de 1965 provocó en parte los mayores disturbios raciales vividos en Estados Unidos, dentro del guetto para negros de Watts, un barrio de Los Angeles, en California. Los disturbios de Watts llevaron a otros disturbios que en 1967 en Newark y Detroit fueron aún mayores. En esos tres disturbios hubo un total de ciento tres muertos, numerosos heridos, aún más detenidos y todo solucionado con el envío necesario de la Guardia Nacional para poner orden. En ese 1967 otras setenta y cuatro ciudades sufrieron disturbios, que numeroso porcentaje de la población y parte de los políticos de la época achacaron al comunismo internacional infiltrado entre los negros. Otto Kerner, gobernador republicano del Estado de Illinois, donde se produjeron la mayor parte de los disturbios (son famosos también los disturbios raciales de Chicago de 1968), puso el dedo en la llaga: analizó la sociedad de su propio gobierno y reconoció que los disturbios eran espontáneos, sin organización exterior, y sus causas eran las altas tasas de pobreza, analfabetismo, falta de oportunidades y una injusta y descompensada actuación policial contra los negros. Pero el 4 de abril de 1968 el asesinato de Martin Luther King iba a superar estos hechos. Los disturbios se produjeron en la capital norteamericana, en Washington D. C., y se transformaron literalmente en un levantamiento popular que tuvo que ser aplacado.

Ya vimos los intentos reformistas de John Fitzgerald Kennedy, que se truncaron con su asesinato el 22 de noviembre de 1963. Su sucesor, Lyndon B. Johnson comenzó entonces un proceso legislativo donde aprobó una gran cantidad de leyes integracionistas, como ya se analizó. No las dejó desamparadas. Hizo invertir en ellas grandes cantidades de dinero público, sobre todo en la Salud Pública y Asistencia Social, para que pudieran salir adelante. Entre 1964, que Johnson aprobó la Ley de Derechos Civiles, y 1974 (gobernaba ya el republicano Richard Nixon desde 1968) las leyes y las grandes inversiones iniciadas por Johnson habían logrado reducir el umbral de la pobreza en Estados Unidos en un 42%. Sin embargo los asesinatos de líderes y gente anónima negra y determinadas actitudes policiales, judiciales y sociales en general en algunos lugares, hicieron que la población negra más activista o concienciada del Black Power criticaran esas reformas vendiendo la idea de que eran un engaño para negros y clases bajas. El heredero político de Malcom X a partir de su asesinato en 1965, Stokely Carmichael, reorientó los ideales no hacia la integración racial, sino hacia la separación racial, dándose el paradójico caso de que, llevadas esas ideas al extremo, se producía racismo negro contra los blancos. En 1966 le restaba seguidores al pacifismo de Luther King. Precisamente ese año fue el de la fundación del partido político de los Black Panther (Panteras Negras). Iban uniformados y muchos portaban armas. Sus ideales se trabajaban con las bases y tenían fuertes ideas socialistas. A menudo protagonizaron actos violentos con armamento de fuego por lo que fueron considerados terroristas. El partido político fue neutralizado entre 1969 y 1970, durante el gobierno del republicano Richard Nixon, pero eso sólo provocó el refuerzo en personas del ala terrorista de aquel movimiento. Por si fuera poco, desde las prisiones de San Quintín y Soledad, en California, algunos presos comenzaron a escribir libros, cartas y periódicos muy populares entre los ideales revolucionarios más radicales de negros y clases bajas blancas. Destacó George Jackson, que murió misteriosamente en su prisión en 1971. Montones de prisiones americanas, con poblaciones de presos mayoritariamente negras, tuvieron motines, el más grave fue el de Attica.

El 3 de abril de 1968, un día antes del asesinato de Luther King, Luther King había pronunciado otro de sus discursos más famosos, "He estado en la cima de la montaña", en el Templo Mason, en la iglesia de Dios en Cristo, que es el discurso al que hizo referencia Obama en su primer discurso como presidente de Estados Unidos en 2008. El último discurso de Luther King pronunciado decía: "(...) No es verdaderamente importante lo que ahora ocurre... Algunos han comenzado a (…) hablar de amenazas que se perfilan. ¿Qué es lo que me podría ocurrir por parte de uno de nuestros malvados hermanos blancos?... Como todo el mundo, a mí me gustaría vivir mucho tiempo. La longevidad es importante, pero eso es algo que ahora no me preocupa. Yo solo quiero cumplir la voluntad de Dios. ¡Y él me ha autorizado a subir a la montaña! Y he mirado en torno a mí y he visto la tierra prometida. Puede que yo no vaya allí con vosotros. Pero quiero que sepáis esta noche que nosotros llegaremos como pueblo a la tierra prometida. Y estoy muy feliz esta noche. No tengo ningún temor. No tengo miedo de ningún hombre. ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del señor! (...)". En la mañana del día siguiente, cuando preparaba su nuevo sermón de ese día, Luther King salió a la puerta del balcón de su habitación en el motel Lorraine, en Memphis, Tennesse, cuando recibió un disparo mortal desde el ventanuco del servicio de otro edificio. El asesino fue James Earl Ray, un blanco sudista y racista que se dedicaba a robos de poca monta. El proceso judicial posterior fue largo. Se destapó que no actuó sólo y al menos estaban implicadas algunas personas de aquella ciudad y sobre todo del complejo donde se alojaba el reverendo. Las balas usadas no correspondían con el arma de Ray, y había testigos que decían que el disparo vino de unos matorrales. En 1971 los jueces permitieron iniciar investigaciones sobre la posibilidad de la connivencia de la mafia en el asesinato, así como la posibilidad de que el Estado hubiera intervenido, o, más bien, algunos sectores reaccionarios del FBI. En 2002 el hijo de Henry Clay Wilson declaró que fue su padre el asesino, y que no lo hizo por racismo, sino por política. Eso reavivó las hipótesis sobre que el FBI hubiera estado detrás de una conspiración contra Luther King. El siguiente líder negro más popular en Norteamérica pasó a ser un pastor cristiano bautista y activista por los derechos civiles, también de raza negra, Jesse Jackson, aún vivo en nuestros días y en activo. Él estaba ese día con Luther King cuando le mataron. En 2004 dijo una declaración más reveladora sobre ese momento, en el que estaban organizando una nueva marcha por los derechos de la población negra: "(...) El hecho es que había saboteadores para impedir la marcha. En el interior de nuestra propia organización, se descubrió que una persona muy importante estaba pagada por el gobierno. Así, pues, había infiltraciones en el interior, saboteadores en el exterior y ataques de la prensa. (…) Yo nunca creeré que James Earl Ray tenía el motivo, el dinero y la movilidad para haberlo hecho él mismo. Nuestro gobierno estuvo muy implicado en preparar el terreno y pienso que también el camino para la huida de James Earl Ray. (...)". Estas mismas sospechas, al igual que cuando las hubo en el asesinato de John F. Kennedy en noviembre de 1963, volvieron a airearse con el asesinato de Robert F. Kennedy el 6 de junio, cuando todo apuntaba a que ganaría las elecciones de ese mismo 1968, tenía en su programa una ambiciosa intención reformista hacia la integración racial.

El reverendo Jesse Jackson es la voz más visible desde entonces hasta la actualidad, incluso ha intervenido en los problemas raciales más allá de su país, por ejemplo en República Sudafricana, que sufría un régimen de segregación racial total. Y es que toda esta acción integradora no es exclusiva de Estados Unidos de América. En 1900 había nacido en África la idea del panafricanismo de mano del doctor negro W. E. Burghardt Du Bois y Marcus Garvey.  Du Bois fundó en 1908 la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color. Y Garvey fundó en 1917 la Asociación Universal Negra Para el Progreso. El fenomeno colonial en África había raptado numerosa población negra para transformar a esas personas en esclavos en otros continentes desde el siglo XV de modo global, aunque en siglos anteriores esta Historia es más compleja y rica de lo que se cree, no exenta de esclavismo entre los propios africanos, aunque hoy día no sea políticamente correcto decirlo. La Conferencia de Berlín de 1885 procedió a un reparto sistemático de todo el continente africano entre países europeos. Por ello, cuando algunos negros recibieron educación en estudios superiores y libertades, en torno a 1900 comenzó a actuar una serie de elites intelectuales blancas y negras en Europa a favor del final del colonialismo y a favor de la integración racial. Esta corriente intelectual saltó a la propia África de mano de los negros sobre todo, a pesar de que en el sur de África los holandeses estaban formando las bases de un nuevo Estado, la futura República Sudafricana, donde una minoría blanca tenía el control político, económico y social de todo el territorio y se creían superiores y amos de la población negra, a la que trataban poco menos que como si fueran animales o personas no ya de segunda clase sino de clases altamente ínfimas. La Primera Guerra Mundial, el periodo de entreguerras y la Segunda Guerra Mundial, alimentaron una conciencia social amplia, incluso en la inmensa población analfabeta africana, en la que se creía que se alcanzaría la independencia de las naciones africanas por el mero hecho de una promesa inglesa y francesa de dar la libertad a cambio de la ayuda en el esfuerzo bélico contra Alemania e Italia. Muchos africanos no confiaron en ello, pero aún así combatieron. La Historia africana se merecería de por sí una serie nueva de análisis aparte de esta, ya que es muy rica y compleja. Aquí, muy escuéta y meramente comentaré que el panafricanismo dado entre 1917 y 1945 hablaba de una igualdad social, política y económica entre blancos y negros. Aquel discurso fue derivando poco a poco en nacionalismos africanos basados en los controles regionales de diversas tribus anterior a la llegada de los europeos, lo que sin duda era algo tan difuso que era fuente de futuras guerras, como hoy día es palpable todavía, por desgracia. Dentro del panafricanismo de esa época destaca también N'krumah, que no sólo hablaba de una África independiente y gobernada por africanos, sino que llevaba su discurso más allá, consideraba que todo el continente africano debía ser sólo y exclusivamente para los negros. George Padmore, su asesor intelectual, introdujo en su discurso el respeto a las minorías religiosas y de otras razas que quieran vivir en esa África gobernada por negros africanos tan sólo. Hablaban de una convivencia dentro de un nacionalismo africano negro que hablaba de lo racial con coherencia, pero con tanto peligro como lo hacían algunas dictaduras de extrema derecha en Europa en esos momentos.

Los años 1930 vieron como Etiopía, último país independiente de África, era invadida por los fascistas de Italia. Aquello fue motivo para uno de los capítulos de la posterior II Guerra Mundial más decisivos para la descolonización africana de después de la guerra. El emperador etíope Haile Selassie fue el epicentro de una serie de intrigas de espionaje, guerrillas africanas y movimientos de tropas inglesas y francesas que no sólo lograron expulsar a los italianos sino que allanaron el camino hacia la victoria sobre los alemanes en el Norte de África. Todo ello logrado gracias a alimentar las ideas, precisamente, del panafricanismo en la población autóctona de Etiopía y del desierto. Pero todo eso va a ser durante la guerra, en los años 1940. En la década de 1930 lo que hubo en África fue una introducción de las ideas socialistas de la III Internacional que tuvo un gran éxito, aunque mezcladas con el islamismo. Todo ello es la base de la siguiente corriente de pensamiento sobre la igualdad racial en África: la negritud.

La negritud fue una ideología cuyas bases las crearon y asentaron Price Mars, Aimé Cesaire y Senghor entre 1933 y 1935. Eran intelectuales, una minoría negra en la gran mayoria negra africana de aquellos años. Escribieron sus ideas en  una revista, "L'Etudiant Noir", que apareció en París por primera vez en 1934 y que la distribuyó y sostuvo la Prensa Africana desde 1947. Ellos consideraron que había que construir una personalidad africana. En realidad creían que esta ya existía, pues se hablaba de ella en los círculos intelectuales negros y blancos de forma académica formal desde 1908. Simplemente se trataba ahora de dotar a esa personalidad de autoconocimiento. Era algo difícil en una sociedad continental que en general recibía estos sentimientos por vías que no tenían tanto que ver con los ámbitos intelectuales. Asíque su labor era dar a ver y a entender la orientación de una serie de percepciones, creencias, costumbres, etcétera, acerca de que todo unido daba por resultado lo que ellos llamaron la negritud, o lo que es lo mismo: que la raza negra estaba en igualdad de condiciones que cualquier otra raza, con sus peculiaridades propias, y que sólo había que despertar conciencias. Lo que ocurrió después de 1945, con todas las independencias africanas, es, como he dicho, algo que se merece mayor extensión y análisis al margen de este recuerdo al avance social en Norteamérica al que ayudó Luther King.  Y sin olvidar el caso de Liberia, un Estado africano cuyas tierras compró Estados Unidos de América en el siglo XIX para trasladar allí a todos los negros liberados que lo desearan tras la Guerra de Secesión de 1861-1865, y regalarles el terreno como Estado propio.

Si cabe destacar al menos que la política y las convicciones sociales blancas en República Sudafricana recibieron el nombre de Apartheid. Este sistema político y social tan altamente racista tuvo sus momentos de máximo racismo entre las décadas de 1970 y 1980. Destaca aquí la labor de otro líder negro, aún vivo, aunque muy anciano, Nelson Mandela, descendiente de un antiguo rey africano. Había estudiado en la propia Sudáfrica y en Europa. De adolescente participó en huelgas estudiantiles que de por sí le dieron problemas. Al igual que el hindú Gandhi estudió Derecho, efectivamente se conocieron y se influyeron. Mandela era ya licenciado en Derecho en 1942. El Apartheid comenzó a funcionar en 1948. Mandela entonces participó del Congreso Nacional Africano, y tomó parte de la campaña de desobediencia civil de 1952 y del Congreso del Pueblo de 1955. Escribieron una carta por la cual se dotaron de ideología y respuestas en contra del racismo y del Apartheid. Como se puede ver, su actividad corre paralela a la de Luther King y Malcom X. Nelson Mandela sufrió penas de cárcel numerosas veces a lo largo de su vida, el periodo más largo fue el que transcurrió entre 1962 y 1990. Había participado también del Congreso Panafricano. Participó de marchas y actividades pacíficas, de resistencias pasivas, etcétera, y tuvo que ver masacres de negros, por ejemplo en 1960, donde murieron muchos de sus compañeros en el Congreso Nacional Africano. Se le atribuyó injustamente actuaciones de violencia que no existían, eso le llevó a la cárcel. Pero su popularidad mundial evitó que le mataran judicial o extrajudicialmente. Se transformó en un símbolo de libertad mundial. Por eso Jesse Jackson viajó a aquel país para ver qué podía hacer él. Mandela fue liberado en 1990, y en 1992 sus conversaciones con el presidente blanco De Klerk para lograr una República Sudafricana multirracial en su constitución legal, tolerante y abierta, que en 1993 ambos recibieron el Premio Nobel de la Paz. El Apartheid acabó su legalidad precisamente en 1992. En 1994 Mandela fue elegido presidente de su país, y ejerció hasta 1999. Hoy día Nelson Mandela sigue siendo un símbolo vivo de lucha por la igualdad de derechos interracial, aunque tiene una salud débil.


Fijémonos ahora en esta fotografía. No es tan lejana a nosotros mismos, españoles, y menos a muchos de los lectores que son de mi misma ciudad. Es Alcalá de Henares, probablemente en algún momento de la década de 1960, a juzgar por los peinados de ellas y sus vestidos. El fotógrafo fue Cerezo, uno de los fotógrafos complutenses que probablemente más memoria visual conserve en su archivo personal, tan difícil de acceder. Esta fotografía nos la ha dejado ver su hijo, el artista plástico Alberto Cerezo. Se trata de cuatro jóvenes negras que pasean por la calle Libreros ante la curiosa mirada de los alcalaínos blancos, tanta curiosidad que hasta Cerezo quiso inmortalizarlas en un tramo que creo que está cercano a donde se ubicaba su negocio fotográfico (local hoy cerrado, pero conservado). No eran miradas de racismo, sino de curiosidad. Estas mujeres probablemente eran novias o familiares de militares negros estadounidenses destinados en la base aérea norteamericana en la cercana localidad de Torrejón de Ardoz. Vendrían a Alcalá de Henares de visita turística. Una de ellas tiene una postura corporal (cruce de brazos) que denota cierta molestia por la atención que levantan. Pero el caso es que en España había más curiosidad que racismo en esas épocas hacia la raza negra. En 1968 España había dado la independencia a su colonia africana de Guinea Ecuatorial, los habitantes de allí que quisieran seguir siendo españoles tuvieron la opción de venir a la península, y algunos lo hicieron. Pudieran ser españolas de origen guineano, pero sus trajes y peinados las delatan norteamericanas, y a la moda de las cantantes de soul y rock de las compañías Motown y Stax de aquellos años 1960 que tanto éxito tuvieron en el Norte de Estados Unidos. Como sea, también aquellos españoles de origen guineano llamaron la atención cuando llegaron a la península. 

No es que en España no conociéramos a la gente de raza negra. Desde la Edad Antigua habían llegado a la península de parte de fenicios, de cartagineses, o de romanos y otras civilizaciones. Durante la Edad Media fueron abundantes, ya que muchos vinieron con las diferentes oleadas invasivas musulmanas que vivimos, sobre todo con las almohades y las almorávides. Y con la Edad Moderna algunos esclavos africanos fueron habituales como elementos exóticos en algunas casas nobiliarias. Pero para esa altura eran mínimos. En España se prohibió la esclavitud, o mejor dicho: hacer esclavos. Todos los esclavos que España manejó dentro de la legalidad (otra cosa son los ilegales) debían ser hijos de esclavos o bien esclavos que lo fueran ya antes de su momento de adquisición, o bien presos de guerra o reos comunes de crímenes importantes. El esclavismo entendido como la captura de esclavos realmente fue practicado por Portugal, y sus leyes fueron respetadas durante las décadas que fue anexionada a España entre el siglo XVI y XVII. España reconoció la humanidad de los indios americanos y los aceptó como súbditos de la Corona, asíque no podían ser esclavizados a partir de la mitad del siglo XVI. Pero sí pagaban sus impuestos prestando mano de obra, normalmente en minas, lo que se llamó el impuesto de la mita. Ese trabajo era forzado de realizar, ya que era el pago de impuestos que no se pagaban en moneda ni especia, y en la práctica fue tan perjudicial como la esclavitud. La cuestión es que España no basó su economía americana en grandes latifundios, aunque hubo agricultura, sino en la minería y esta era atendida por la mita. Por ello España no necesitó de masas de esclavos como Norteamérica. Sin embargo, los portugueses llenaron Brasil de enormes masas esclavas africanas, en la creencia de que al haber allí una selva como las había en África, los negros podían trabajar más productivamente. La huida de esclavos negros al interior de la selva Amazonas provocó la aparición de palenques (pueblos empalizados) e incluso de una república negra no reconocida oficialmente pero que de hecho existió, donde los negros mataban a todos los blancos que veían. La cuestión es que España sólo necesitó de esclavos en Las Antillas, donde sí se explotó la agricultura, sobre todo del algodón, el tabaco y el azúcar. Y por extensión en algunas costas continentales del Caribe, sobre todo por el prestigio social de las clases altas de poseer un negro o negra en el servicio doméstico, que era algo que denotaba una elevada posición económica. Pero para el siglo XVII no era aún excesivamente elevada la población negra en estas regiones. El final de la dinastía de los Augsburgo y el comienzo del gobierno de los Borbón en el siglo XVIII trajo a España y a América unas formas de gobernar que no eran propios. Felipe V comenzó una nueva política económica en América donde ahora sí primaban las grandes explotaciones agrarias. El Caribe español se llenó, ahora sí, de plantaciones azucareras con mucha mano de obra esclava africana. Unas guerras con Portugal en las que venció España hicieron que en 1778 los portugueses nos dieran Guinea Ecuatorial y sus islas vecinas. Carlos III planeaba abaratar los costes de obtención de negros usando este territorio para capturar directamente los españoles negreros a los negros en África. Es una atrocidad anómala en la Historia española hasta ese momento, pero se dio el caso. No duró mucho. Las guerras napoleónicas del comienzo del siglo XIX y las Guerras de Independencia de los territorios españoles americanos que culminaron en la década de 1820, hicieron que perdiéramos todos aquellos territorios americanos salvo Cuba y Puerto Rico. El trasiego de esclavos para las plantaciones de cañas de azúcar perduró entre los territorios africanos y americanos españoles, incluso con un percance legal con Estados Unidos recogido en el cine por Steven Spielberg en el metraje "Amistad" (1997), que no fue muy imparcial ni tampoco realmente crítico desde lo justo con la historia que contó. 

La esclavitud en la España peninsular había sido abolida en 1837, con Isabel II, en Puerto Rico la prohibió la I República Española en 1873, y en Cuba en 1880, con Alfonso XII. Había en España una influyente sociedad abolicionista compuesta por blancos desde 1865. La independencia de Cuba y Puerto Rico se produjo en 1898. Por todo ello se puede comprender que en la península Ibérica la presencia de población negra apenas era anecdótica, y siempre era llamativa incluso cuando vinieron negros norteamericanos como voluntarios para luchar en la guerra civil (1936-1939) a favor de la II República. Sirva de ejemplo que una de las cosas que más le llamó la atención a Federico García Lorca en su viaje a Norteamérica fueron precisamene los negros. Lo reflejó en su libro de poesías "Poeta en New York" (1930). El propio poeta dejó su testimonio acerca de que le recordaban a los gitanos de España.

Cuando yo era niño en la década de 1980 recuerdo en las vacaciones familiares en la playa de Cullera la aparición cada verano de inmigrantes africanos negros cargados de numerosas alfombras, relojes, cómics, rascadores, juguetes y demás objetos de venta ambulante bajo el sol caliente, entre la brisa y el mar. Eran pocos, y llamaban la atención por curiosidad, no por racismo. Una curiosidad por el contraste y las dudas más propias de un niño que de un adulto. Esto era algo generalizado en la sociedad. Durante la dictadura de Franco de 1939 a 1975 los negros conocidos podían ser algunos de la guardia mora de los primeros años del gobierno de Franco, y si acaso aquellos citados de la Guinea Española, a los que se les trataba ahora como unos españoles más tanto en África como en España, así como a una serie de famosos del fútbol, el boxeo, o el cine o la música. Se hablaba bien de los negros más famosos de otros países, y como mucho se hacían chistes que hoy día pasarían por racistas y en aquella época su intencionalidad no era otra que la gracieta del desconocimiento que aspira a conocer. No quita para que no hubiera racistas, pero primaba más bien la curiosidad ante lo desconocido. 

Los negros venidos a España en los 1980 llevan ya entre nosotros unos veinte a treinta años, los de la Guinea Española llevan cuarenta y cinco años en la península como españoles de pleno derecho. Tienen descendencia y son unos más de nosotros. A partir de la década de 1990 llegaron grandes masas de inmigrantes a España, entre estas: grandes masas de poblaciones negras africanas y sudamericanas, sólo desde la crisis económica de 2008 comenzaron algunos de estos emigrantes a regresar a su países. En principio buscaban o buscan prosperar. Algunos tienen la idea de regresar a sus países con su familia. Otros aspiran a quedarse a vivir en España, de entre estos algunos han solicitado la nacionalidad española, siendo así españoles de pleno derecho, otros no. Pero el asunto es más complejo, y no es el momento de analizarlo. Sino simplemente indicar que de aquella curiosidad habida aún en la década de 1980 se fue pasando progresivamente en la década de 1990 a la normalidad total sin curiosidad alguna ante su presencia, nos son indiferentes como lo es nuestro vecino blanco de la puerta de enfrente de nuestra casa, pero también se fue una parte de la sociedad al racismo y a la xenofobia pura y dura a veces propiamente dichas (por color, olor, choque de creencias o idiomas, o costumbres y gustos diferentes) , y otras veces llevados por tópicos y demagogias por los cuáles hay quien se cree amenazado en su economía, trabajo, derechos de prestaciones sociales y en la propia cultura. El mundo español de 2013 no es tan "idílico" como el de la foto de Cerezo en cuanto a este tema, pero no es un mundo racista en general. Las leyes españoles no practican la segregación ni la distinción racial, afortunadamente, y en general la sociedad española no se fija tanto en el color de la piel sino en las actitudes de las personas, y estas no dependen de raza alguna. 

Obama, de raza negra, es hoy presidente de Estados Unidos, ¿podrá haber un líder español negro en el gobierno algún día? Mejor expresado: ¿tenemos nosotros esa capacidad de distinguir que la raza no es impedimento para realizar cualquier actividad, la de gobierno en este caso? Ese es un caso que de momento la casualidad no nos ha brindado comprobar, aunque durante la guerra civil de 1936 a 1939 los anarcosindicalistas de la CNT tuvieron por secretario general a Mariano Rodríguez Vázquez, de raza gitana.

Vivimos un mundo complejo, pero todo apunta que avanzamos hacia un mundo cada vez más integrador y justo, a pesar del camino duro. El discurso de Martin Luther King fue uno de los pasos decisivos para la igualdad racial, no sólo en Estados Unidos, sus palabras, actos y final son tan conocidos mundialmente que son un paso para toda la Humanidad.

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