En este contexto de después de 1842, el del periodo postbélico de la Primera Guerra del Opio y las condiciones de paz del Tratado de Nankín que atacaba la soberanía del Imperio Chino en favor del imperialismo occidental, los
chinos abordaron un barco de bandera británica en Cantón. Contenía opio. Esto
ocurría en 1856 y daba paso a la Segunda Guerra del Opio, con el mismo trasfondo
económico, de degradación social y de resistencia china a influencias externas que
en la ocasión anterior. En 1858 el Tratado de Tientsin obligaba a China a pagar
más indemnizaciones, a abrir más puertos comerciales, a reconocer más naciones
favorecidas, a permitir la navegación por el río Yangtse, a permitir las
misiones religiosas cristianas de protestantes y católicos y a permitir el establecimiento de
comerciantes occidentales, todo esto entendido en beneficios a ingleses
y franceses, ya que eran los que intervinieron militarmente. Pero en poco
tiempo Estados Unidos de América y Rusia se sumaron a todas aquellas ventajas, lo que ocasionó que
en 1860 se asaltase el Palacio de Verano de Pekín, logrando las potencias
extranjeras el cobro de más indemnizaciones, ciertas áreas de influencia, la
navegación libre por aguas chinas, la apertura del puerto de Tientsin, la
supresión de las tasas de aduanas por el interior de China y la legalización
definitiva del opio.
Las dos guerras del
opio habían abierto un proceso por el cual las naciones mencionadas (Gran
Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos de América), más Italia y Japón, iniciarían desde esa fecha
de 1860 una carrera por repartirse áreas de influencia en China, o por crecer
territorialmente a costa de China. Este imperio había demostrado ser débil ante
los peligros externos y con muy poca cohesión interna, ya que se debatían entre
ser fieles a sus tradiciones y sociedad, renovarse socialmente y económicamente
como Japón, o imitar a los occidentales sin renunciar a sus tradiciones y modos
sociales. Numerosas sectas y un alto grado de xenofobia crecieron en China
desde entonces. Muchas de esas sectas llegaron a conspirar contra el gobierno
chino. Japón había logrado secesionar Corea y quedarse con importantes
territorios chinos. Rusia había tomado Manchuria como una región propia y había
iniciado una serie de conflictos con Japón a causa de la posesión de Port
Arthur. Las actuaciones de estas potencias, las cuales llegaron a establecer
bancos conjuntos con China para desarrollar industrias y ferrocarriles,
hicieron que Gran Bretaña y Francia actuaran de igual modo para no quedarse
atrás. El reparto de China en áreas de influencia occidentales durante el
último cuarto del siglo XIX era un hecho que avanzaba peligrosamente amenazando
con desintegrar el Imperio en favor de la política colonial desatada con fervor
por Occidente desde 1885. Por ese motivo el emperador de China optó,
deficientemente, reformar China en todos los sentidos al modo de la revolución
Meiji japonesa. Pero esto fue mal visto por los tradicionalistas chinos, los cuales
ocuparon el poder mediante un golpe de Estado. En 1898 las actuaciones
japonesas y rusas en suelo chino como si fuera ya propio, hicieron que Gran
Bretaña y Francia iniciaran una política nueva orientada en ese sentido. Estados Unidos de América,
por ello, forzó en 1899 a que en las áreas de influencia de cualquier país en
suelo chino pudiera comerciar cualquier país que lo desease (siempre mirando
por sus propios intereses en realidad). Estos sucesos llevaron al levantamiento
de una sociedad secreta china cuyos seguidores fueron llamados los bóxer.
Aspiraban a expulsar del país a todos los extranjeros (tenían connotaciones
xenófobas), a restaurar la tradición china y a volver al gobierno y los modos
propiamente chinos. El gobierno tradicional que dio el golpe de Estado los
apoyó creyéndoles lo suficientemente fuertes como para iniciar una guerra de
liberación con ellos. Todo esto ocurría en 1900, pero una vez más China se vio
derrotada. Los países occidentales actuaron conjuntamente, en esta ocasión estaban todos los países ya citados más un pequeño destacamento español.
Los problemas coloniales en suelo chino arriba expuestos, llevaron a la proclamación de la República China en 1911, lograda por el movimiento Kuomintang. Se creyó en la República como en un primer paso para modernizar China y librarla de sus problemas. Sin embargo estos persistieron, sobre todo ante el avance japonés en suelo chino. Este ocasionó una guerra entre ambos países que encadenó con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y con una segunda revolución china que crearía la República Popular China en 1949, de carácter socialista comunista y que aún perdura en nuestros días, aunque con pequeñas variaciones de origen capitalista. De la Primera Guerra del Opio iniciada en 1840 a la China comunista de 1949 había pasado unos cien años aproximados donde todo el proceso para llegar a ello es el expuesto. El Imperio había sido casi finiquitado en 1911 con la República del Kuomintang, el emperador se retiró a Manchuria, donde los japoneses le hicieron proclamarse emperador de allí como si desde ese territorio aún fuera un legítimo emperador de China, o que aspiraba a volver a gobernarla entera. Era un títere. Mientras, el Kuomintang hubo de retirarse en 1949 a la isla de Formosa, el lugar donde las compañías británicas tuvieron las plantaciones de opio cien años antes, y fundaron la República de Taiwan, que aspira a ser la heredera de la futura China democrática, mientras esta es en realidad una República Popular de corte comunista.
Las guerras del opio del siglo XIX han supuesto para China el final de su cierre al mundo exterior, por mucho que durante bastante tiempo del periodo de la actual República Popular China se haya vuelto a ese mismo cierre (que por otra parte vuelve a abrirse en estas dos primeras décadas del siglo XXI). El comercio con Asia era visto por Occidente como un comercio rico y provechoso. El enfrentamiento con las potencias cerradas de China y Japón iba a ser algo inevitable. Japón supo abrirse de modo ventajoso para sí mismo, logrando no ser un títere de algún país occidental. Pero la sujeción de China a sus costumbres, tradiciones y sociedad antiguas llevó al país a una etapa de conflictos trágicos, así como al aletargamiento del país con respecto a otros Estados. Fue el comercio con Asia el que llevó a Gran Bretaña, por ejemplo, a expandirse también por África. El canal de Suez en realidad era el paso más directo a India y a China. Controlar las costas del Mar Rojo suponía asegurar las rutas a Asia. China escondía muchos artículos de lujo y muchas especias y plantas, así como ciertos conocimientos, deseables para Occidente. El opio era objeto de contrabando como droga. Pero esta droga también era objeto de adicción más allá de Asia, en la misma Europa o en Norteamérica. El opio, además, sirvió de fármaco. El opio había movido todo un conjunto de hechos que iba a cambiar la realidad de Asia y con ella la de las potencias occidentales en sus relaciones entre sí.
Los problemas coloniales en suelo chino arriba expuestos, llevaron a la proclamación de la República China en 1911, lograda por el movimiento Kuomintang. Se creyó en la República como en un primer paso para modernizar China y librarla de sus problemas. Sin embargo estos persistieron, sobre todo ante el avance japonés en suelo chino. Este ocasionó una guerra entre ambos países que encadenó con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y con una segunda revolución china que crearía la República Popular China en 1949, de carácter socialista comunista y que aún perdura en nuestros días, aunque con pequeñas variaciones de origen capitalista. De la Primera Guerra del Opio iniciada en 1840 a la China comunista de 1949 había pasado unos cien años aproximados donde todo el proceso para llegar a ello es el expuesto. El Imperio había sido casi finiquitado en 1911 con la República del Kuomintang, el emperador se retiró a Manchuria, donde los japoneses le hicieron proclamarse emperador de allí como si desde ese territorio aún fuera un legítimo emperador de China, o que aspiraba a volver a gobernarla entera. Era un títere. Mientras, el Kuomintang hubo de retirarse en 1949 a la isla de Formosa, el lugar donde las compañías británicas tuvieron las plantaciones de opio cien años antes, y fundaron la República de Taiwan, que aspira a ser la heredera de la futura China democrática, mientras esta es en realidad una República Popular de corte comunista.
Las guerras del opio del siglo XIX han supuesto para China el final de su cierre al mundo exterior, por mucho que durante bastante tiempo del periodo de la actual República Popular China se haya vuelto a ese mismo cierre (que por otra parte vuelve a abrirse en estas dos primeras décadas del siglo XXI). El comercio con Asia era visto por Occidente como un comercio rico y provechoso. El enfrentamiento con las potencias cerradas de China y Japón iba a ser algo inevitable. Japón supo abrirse de modo ventajoso para sí mismo, logrando no ser un títere de algún país occidental. Pero la sujeción de China a sus costumbres, tradiciones y sociedad antiguas llevó al país a una etapa de conflictos trágicos, así como al aletargamiento del país con respecto a otros Estados. Fue el comercio con Asia el que llevó a Gran Bretaña, por ejemplo, a expandirse también por África. El canal de Suez en realidad era el paso más directo a India y a China. Controlar las costas del Mar Rojo suponía asegurar las rutas a Asia. China escondía muchos artículos de lujo y muchas especias y plantas, así como ciertos conocimientos, deseables para Occidente. El opio era objeto de contrabando como droga. Pero esta droga también era objeto de adicción más allá de Asia, en la misma Europa o en Norteamérica. El opio, además, sirvió de fármaco. El opio había movido todo un conjunto de hechos que iba a cambiar la realidad de Asia y con ella la de las potencias occidentales en sus relaciones entre sí.
Bandera de la República China del Movimiento Kuomintang, 1911 - 1949.
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