Enredaste con tu pelo mi pelo,
y mis mejillas, mi cuello y mis hombros,
y mis manos, mis deseos y mi pecho,
mi vientre, mis caderas, todo mi arrojo,
y arrojado a ti,
caí, y caí, caí,
y al despertar sin ti,
sin ti, sólo yo solo.
[Por Daniel L.-Serrano, "Canichu el espía del bar", Lisboa, 4 de agosto de 2010 (2).]
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