Las fechas navideñas me han llenado un poco la agenda personal y me ha sido difícil escribir por aquí. Ahora bien, que no se diga que he estado todo el tiempo holgando, la verdad es que he tenido que trabajar. Aunque trabajo para una gran empresa, esta no ha dado ni los días más señalados libres, aunque nuestra tarea no es vital e imprescindible por un día, ni las jornadas reducidas, ni cesta de Navidad, ni paga de Navidad, pues entiende que esta está prorrateada todo el año, lo que hace que muchas compañeras se hayan dado cuenta de algo que llevo tiempo diciendo: nuestro sueldo es más bajo de lo que aparenta, y ya de por sí es bajo, por lo que en realidad, aún siendo contratados por nuestros títulos universitarios y formativos y por los conocimientos y experiencia, nos están pagando apenas por unos veinte o treinta euros más por encima del sueldo mínimo interprofesional. En todo caso sí que han sorteado una (una) entrada para un parque de atracciones determinado para aquellos empleados que tengan hijos. En fin, creo que todos los enormes avances y esfuerzos del actual gobierno en materia de trabajo, y son muchos, sigue fallando algo básico que algunos sindicatos y partidos ya le dijeron a Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo, esto es: falta en exceso grande un mayor control sobre lo que las empresas hacen con los contratos, con las condiciones de trabajo y con que se atengan y contraten con los convenios realmente correspondientes y los cumplan tal cual son, por ende: con lo que hacen con sus trabajadores, con las personas. Hay que pensar también que si determinados trabajos que requieren de estudios superiores apenas son pagados por encima del mínimo, las personas van a llegar a la conclusión de que renta más irse a trabajos que no requieran ni esos estudios ni esas responsabilidades. ¿Quiere España y su sociedad que se vacíe de personas que ocupen los puestos de trabajo que requieren estudios? Lo mismo es un problema gigante a punto de venir y la culpa, no nos engañemos, va a estar en el empresariado, pues por muchos medios y leyes que haga el gobierno del color que sea, si el empresario ratonea, es el empresario el responsable. Lo dijo Zapatero en su día, hay que cambiar la forma de pensar del empresariado español y hacerle comprender que hay cuestiones buenas no sólo para unos, sino para beneficiarnos todos.
Sea como sea, nos acercarnos al final del año y siguiendo mi costumbre de elegir una foto que me parezca representativa o significativa (que no es lo mismo) creo que este año nos ha venido forzosamente marcado queramos o no. La Real Academia Española eligió de palabra del año 2025 "arancel". A pesar de que en Cadena SER sus locutores dijeron estar de acuerdo en que les parecía un desacierto, pienso que es Cadena SER la que desacierta. Si uno coge los resúmenes del año que se van publicando en prensa, y me da igual que sea prensa española o extranjera, verá que todos coinciden en algo que se repite a lo largo de todo el año: aranceles. Así que sí, arancel es la palabra del año, aunque para los británicos, que hacen lo mismo, la palabra ha sido algo intraducible al español pero que sería el equivalente a "hacedores de odio". Según quien maneja el idioma inglés en Reino Unido el año ha sido marcado no por los aranceles, que ha sido el arma de Donald Trump para imponer su idea neoimperial de Estados Unidos en el mundo, si no por noticiarios, políticos y gente de las redes sociales que se han especializado en hablar, actuar, manipular, alterar y mentir con el objetivo de crear una sociedad de extremos que beneficie principalmente a las ideas de ultraderecha y ultraliberales. Y ciertamente algo de eso tiene el año.
La Guerra de Ucrania que comenzó aparentemente estancada este año en una interminable guerra de desgaste con posibilidades para Ucrania, rápidamente torció su rumbo en cuanto Donald Trump empezó a interactuar con Putin en un intento de acuerdo de paz a favor de los intereses de Rusia principalmente y con vistas a debilitar a la Unión Europea, a la que a la vez amenazó con aranceles en el campo económico y amagó con la retirada estadounidense de la OTAN. Casi pareciera que Trump y Putin hubieran hablado del reparto de Europa así como Hitler y Stalin acordaron en secreto el reparto de Polonia. En este final de año Zelenski parece estar inclinado a alcanzar esa paz y anuncia reunirse en breve con Trump otra vez para hacer cesiones. A la vez Putin se mantiene firme en no renunciar a nada de lo que pide y no sólo está desde hace meses ganando terreno y posiciones en Ucrania, si no que además parece estar testando el espacio aéreo y marítimo de la Unión Europea, mientras advierte de que si la Unión Europea usa el dinero ruso congelado en reconstruir Ucrania, él se encargará de que Europa le devuelva todo ese dinero de un modo u otro. Y quizá sea esa advertencia la más seria a tener en cuenta. Ya se sabe, incluso en las vidas comunes, que con el dinero no se juega, se suele decir. Pero es cierto que Ucrania lleva ya muchos años de guerra y hay un desgaste claro y evidente en su gente, quienes, como todos, sólo quieren vivir en paz.
Pero es verdad que la guerra que más ha resonado este 2025 es "la otra guerra" (como si en el mundo sólo hubieran dos). Se trata de la que comenzó Israel en Gaza y que tiene extensiones en Cisjordania y en países vecinos, entre los cuales este año se rozó peligrosamente la generalización global de la guerra cuando Israel atacó Irán e Irán contestó con otros ataques. Ataques que, no lo olvidemos, aún a pesar de los pesares de que Irán es lo que es hoy día, cesaron más por la voluntad iraní que por la israelí. Todo ello con intervención de Estados Unidos, una vez más: Trump.
Así pues, forzado por las circunstancias impuestas, me temo que la foto del año es de Gaza. Fue este año donde los bombardeos y muertes ya por ataques, ya por hambre, enfermedad o frío, se han desbordado de tal manera que si el año pasado ya se hablaba de genocidio, ha sido este año en el que muchos gobiernos dicen la palabra abiertamente, así como organismos internacionales. Los planes de Estados Unidos (otra vez) e Israel para el futuro de Gaza hace de todo esto algo aún más injusto, aún cuando el inicio de todo fue una salvaje y deplorable matanza realizada por un grupo terrorista palestino. Las protestas en eventos deportivos y culturales, en redes sociales y en las calles de todo el planeta se hicieron elevadamente enormes y potentes. Quizá por todo ello, y porque casi no queda piedra sobre piedra, Israel se abrió a empezar una especie de fin del conflicto negociado con Estados Unidos, aunque, la verdad, la destrucción y muerte no ha cesado, sólo ha disminuido. Hay fotos de las protestas, de los éxodos masivos, de las conversaciones, de los muertos... pero quizá la foto que más se repite este 2025, desde diferentes ángulos, diferentes fotógrafos, diferentes perspectivas y lugares, es la foto de plano general y panorámico de las ruinas de Gaza. Elijo como foto representativa del año la realizada por Basar Taleb/AFP que se distribuyó a través de Getty Images y que Amnistía Internacional ha estado usando en su portada de pagina. Recordemos que hoy por hoy dentro de Gaza sólo actúan periodistas de allí, pues Israel impide entrar a periodistas. De hecho se ha transformado en el conflicto donde más periodistas han muerto.
No obstante, me he visto muy tentado de fijarme en otras fotos muy llamativas, como las de españolas comprando en un ultramarino regentado por chinos iluminadas por la luz de un teléfono móvil. Foto publicada en El País. Fue durante el apagón eléctrico que afectó a toda España, menos Canarias. Una especie de maravilla que por un día nos devolvió a esa España social que no necesitaba de tantas pantallas y que lejanamente a algo se parecía a la de mi niñez en la década de 1980. Junto al confinamiento por la pandemia de 2020 parece que nuestra vida sale de un libro del realismo mágico que nos ha brindado, dentro de lo malo, momentos extraños y de cierta magia que nos han regalado, insisto, dentro de lo malo, una especie de oasis para parar y oler las rosas, como dice un dicho inglés.
Y no lo olvidemos, cuando ocurrió el apagón y nadie sabía qué ocurría, cuando con el run-run de la Guerra de Ucrania se especuló con un posible ataque ruso, lo primero que hicimos los españoles fue ir a los bares a bebernos juntos las cervezas antes de que se calienten. Un hecho real que sirve de gran metáfora.
Saludos y que la cerveza os acompañe.

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