jueves, mayo 18, 2017

NOTICIA 1703ª DESDE EL BAR: LA INDECISIÓN ESTÁ TOMADA

La indecisión está tomada, ciertamente. Son tiempos de incertidumbres y eso crea indecisiones que han de desembocar en algún tipo de decisión. Buenas, malas, acertadas, desacertadas, dolorosas o no, hay indecisión pero la obra apremia a decidirse o el tiempo decidirá por ti. 

Un día antes de la muerte de mi madre, el martes 9, tuve un día muy repleto de actividades desde el mediodía hasta entrada la noche. Una de aquellas actividades era la asistencia a la inauguración de la nueva exposición de la Sala de Exposiciones Santa María la Rica, en la calle Santa María la Rica de aquí, de Alcalá de Henares. Allí hay otras exposiciones curiosas, como por ejemplo la recreación de la vida del cardenal Cisneros con muñecos de Playmobil, pero esta exposición en concreto se muestra en la Sala Kioto 1998, y se podrá ver de forma gratuita hasta el 4 de junio. En la inauguración estuvieron una parte de los artistas participantes, algunos de Madrid capital y otros de Alcalá de Henares. Gente joven del Arte actual que en parte habían coincidido como grupo en su formación en el pasado y en parte eran, otros, gente de la escenografía teatral. Cada uno había evolucionado en su camino con sus estilos, técnicas y temáticas, pero a todos les reunía, aparte del pasado común y la amistad, ese hecho de todo creador: la indecisión a la hora de tomar decisiones que den forma a lo que estás creando. La búsqueda de un sentido, o de una dirección. Por ello el cartel sacado de la ilustración de María González es bastante sugerente como concepto ilustrado de esta exposición colectiva: dos lapiceros hechos un nudo entre sí. Algo similar se me ocurrió de pequeño con un bolígrafo, pero aquí está mejor representado a grafito y lápices de colores. 

El martes 9 sólo pudieron acudir una parte de los creadores, estuvieron presentados y acompañados de María Aranguren (PSOE), Concejala de Cultura. En todo caso, menos oficial pero no menos importante, todos los artistas estuvieron presentes en la sala el sábado 13 para presentar en persona sus obras a los asistentes y celebrar tanto la exposición como su reencuentro. Yo estuve invitado, pero la muerte de mi madre me tenía absorbido, aunque para ese día ya estaba en su columbario. Todos los autores son: Ana Alonso, Zaida Escobar (que tenía un peso importante en la consecución de este espacio), Rocío Fenoy, Nuria Henríquez (que le dio un gran esfuerzo y dedicación para lograr tal evento y reunión de creadores en un proyecto común como era este), Celia Millán, Rocío Peirano, Paula Zequeira, Miguel Ruz, Miguel Zamorano, Ángela H. Haller, Marcos Carazo, Mario Jiménez y María González.

La indecisión puede llegar a ser tal que a veces nos puede provocar no llegar ni a poder decidirnos a poner nombre a nuestra obra. Algo nos atasca y hace que la dejemos tan libre a interpretación que pueda ser todo válido a ojos del creador y del espectador. Es el caso por ejemplo de la obra de Rocío Fenoy, realizada con gofrado, pegado y collage. Mi mente tendía a completar una forma, quería ver muebles de papel en esta obra que transciende las tres dimensiones, pero en realidad eran cubos incompletos y tiras de papel que no se sabe muy bien a dónde llevan. Lo curioso es que pese a lo indeterminado de la obra, lo incompleto, la autora estuvo retocando las tiras de papel incluso en la inauguración ante mí mismo. La indecisión era, pues, total. Y eso es parte obvia del proceso creativo. es algo necesario. La inconformidad, la indecisión, siempre el retoque, pero al final la necesidad de darlo al público de algún modo. En este caso le da al público la generosidad total de la libertad interpretativa a costa de la decisión de dotarle de falta de decisiones, o quizá de decisión precisa de indecisión. 

La indecisión es como un laberinto, y así lo ha visto también en Décalo Paula Zequeira con una técnica mixta. A mí me interesó esta ilustración porque me recordaba algunas de las obras de la psicodelia de los años 1960. Laberintos procelosos de formas y vegetaciones en este caso, con trazos limpios pero a la vez enrevesados. Blancos sobre negros manchados de formas de colores, y las personas que se desdoblan o que en sus movimientos ellas mismas crean sus laberintos. Y es eso la indecisión, el laberinto que uno mismo se crea y por el que se mueve tratando de encontrar la puerta, a veces cerrada, a veces abierta, a veces oculta, a veces clara.






 Los papeles recortados formando formas y dimensiones  de Miguel Zamorano, como por ejemplo en Donde me lleve el viento, tambien me recordaba a creaciones de los años 1970 y 1980. Lástima que a la pureza de su blanco se le haya colado el reflejo de la sala en el cristal que lo cubría. Como sea, en esta obra me parecía curioso como una persona que abulta apenas es una línea en su sombra, como un trapo de bandera ondeada, y un  pequeño árbol simula en su sombra un gran árbol. Reflexiones. 


Zamorano explicó un poco su obra, aunque sin duda de él, algo que me gustó mucho, fue su poema en el catálogo de la exposición. Resume bien esos cuadros de blancos impolutos con formas recortadas en dos dimensiones. Pero ese poema, muy sencillo en su composición y aparentemente ceñido a la temática expositiva, me hace pensar en un transfondo más profundo y transcendente, esa lucha casi metafísica de las vidas cotidianas contra esos grandes espacios desconocidos que día a día hay que atravesar con decisiones que a veces son no tomadas, aunque deseadas, e ahí el mundo total del último verso, que con cierta gracia esconde una transcendencia severa y profunda de un conflicto interior de la persona, de toda persona. La decisión por tomar y no tomada, pero no por desconocida, si no por otras causas. Los temores, la indecisión. Lo desconocido y el viaje en ello.

Como una Alicia ante el espejo,
observo el mundo del lado inverso,
trazo, tacho, borro y empiezo,
no doy con el fin de este verso.

Tropieza mi pensamiento,
palabra que fluye muda,
no sé si afirmo o disiento,
lo que tengo es una duda.

Tal vez me atreva atravesarlo,
daré ese paso de brontosaurio,
olvidaré toda flaqueza,
¿veré a mi trazo ser certeza?

Por Miguel Zamorano


En otro cuadro a lapicero de María González, La indecisión está tomada, aparece una especie de fantasmita que es en realidad una persona repetida diversas veces sobre sí, en sí, y dentro de sí, colocada a la altura del corazón, de los pulmones, de la cabeza, del estómago. Las indecisiones a veces no son algo racional, aunque lo racional intervenga. Lo visceral es algo consciente y está presente como un espectro. No es algo ageno a uno mismo. Y en paradoja y en error, también en este cristal se coló mi reflejo, y he ahí que yo me declaro en indecisión. También pueden transformarnos las indecisiones en búhos, sin dejarnos dormir. Algo de búho tiene la figura que nos muestra María.






Zaida Escobar en una especie de autorretrato tríptico evoluciona de un lío de lineas embrollado a otros dos cada vez menos embrollados, pero a la vez embrollados aunque dando forma a su cara. Principio, nudo y desenlace en lápices de colores. Eso somos en buena parte todos, ¿no? Y si no fuéramos así no seríamos todo lo humanos que somos. El ser humano está ahí, en su capacidad de manejar su intelecto, y ese intelecto se ve forzado a tomar decisiones, a menudo son sencillas, pero a menudo también son de una complejidad que nos embrollan casi como a nube de tormenta.  Somos indecisión y decisión, y eso nos crea un diálogo interno y una discusión con nosotros mismos. Eso nos forma como personas. Vidas intensas o no intensas, todos pasamos por ahí.

Procrastinar, postergar en el tiempo algo que podríamos hacer ya. Lo ha sabido ver Nuria Henríquez a tinta e hilo. La mesa de trabajo, la de tomar decisiones, abandonada mientras miles de tareas que distraen son efectuadas por uno mismo alrededor de la mesa. Esa es una parte importante de la indecisión. Lo que sabemos que pudiera ser determinante suele provocar que tendamos a la procrastinación. Miedo a lo desconocido, o miedo a perder lo conocido, miedo al resultado, o deseo de mantenerse en la creación. No se conocen las respuestas de los resultados, o quizá se sabe bien cuál será la respuesta. Este cuadro es la paradoja a reflexionar sobre nosotros y algunas de las indecisiones. 

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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