Son las 18:16 h. del día después del recital de poemas y relatos que di con Alberto Cordero en La Vaca Flaca. Exactamente unos cinco minutos antes lo acabo de dejar en la parada de autobús con rumbo a la estación de tren. Veinticuatro horas antes, exactamente, le recogí de la estación de tren para traerle a mi casa y enseñarle cómo quedó el nuevo número de la revista fanzine La Botella Vacía (que presentaríamos durante el recital).
Cerveza y ginebra previa y ni un puñetero esquema ni idea de lo que íbamos a leer, salvo un poema que Alberto quería que lo leyeramos conjunto. Así es siempre esto. Demasiado relax etílico. De mi casa al cesped más infectado de mosquitos que podía haber y con niños con pistolas de juguete jugando a leerse los derechos para arrestarse entre sí (sí, ese era su juego). De repente se nos acerca el Chico Gris con dos litros de cerveza y Alberto saca un gigantesco bocadillo de morcilla y un pan que ya era pura goma. Llegamos tarde al bar, pero mucho más tarde llegó el público. Nosotros entretanto nos subimos a la mesa del billar y nos pusimos sendos cascos del ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial, los cuales el dueño del bar tiene de pura decoración hippie (nada que ver en absoluto con ninguna ideología). Y más tarde, durante la lectura Acolade me lanzaría una sudadera de cremallera de telepizza, la cual me pondría sin camiseta y enseñando mi infame pecho lobo.
Yo leo a gritos, Alberto lee bajo. Decimos tonterías e incluso se nos va la cabeza y Alberto repite uno de su escritos... Yo pierdo la mitad de uno de los relatos e improviso pero no lo acabo. Fue divertido. La gente se divertía... creo. La verdad es que hubo dos partes. Una primera mucho más ágil y una segunda donde ya era difícil mantener silencio entre los espectadores. Aún con todo yo creo que la gente salió satisfecha y que demostramos que asistir a una lectura no tiene porqué ser algo aburrido o para intelectuales de gafas de pasta. Leímos y bebimos a la vez. Al final Alberto ligó con una chica del público y luego conocimos a una pareja que se presentó solita.
Acabamos yendo al bar donde trabaja ahora la Psicóloga del Bar, me apetecía verla. Pero no fue muy animado. Cerraba aunque nos puso algo para tomar. Luego a mi casa con Alberto y amaneció allí... comió allí, y vio el partido de España contra Arabia Saudí allí... Yo creo que se fue porque tenía que trabajar, pero creo que estaba pensando en cambiar la decoración a su gusto y quedarse allí...
Estuvo bien, fue divertido. Lo que me gustó es que vinieron personas desconocidas que se quedó a escucharnos. De entre mis amigos me hubiera gustado que vinieran más... pero alguno vino. Y me hubiera gustado que estuviera la Psicóloga del Bar, pero tenía que trabajar en otro sitio.
Fue una noche etílico literaria... no la he contado de un modo muy gráfico ni muy divertido... pero es que habría que haber estado allí. Que la cerveza os acompañe.
Cerveza y ginebra previa y ni un puñetero esquema ni idea de lo que íbamos a leer, salvo un poema que Alberto quería que lo leyeramos conjunto. Así es siempre esto. Demasiado relax etílico. De mi casa al cesped más infectado de mosquitos que podía haber y con niños con pistolas de juguete jugando a leerse los derechos para arrestarse entre sí (sí, ese era su juego). De repente se nos acerca el Chico Gris con dos litros de cerveza y Alberto saca un gigantesco bocadillo de morcilla y un pan que ya era pura goma. Llegamos tarde al bar, pero mucho más tarde llegó el público. Nosotros entretanto nos subimos a la mesa del billar y nos pusimos sendos cascos del ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial, los cuales el dueño del bar tiene de pura decoración hippie (nada que ver en absoluto con ninguna ideología). Y más tarde, durante la lectura Acolade me lanzaría una sudadera de cremallera de telepizza, la cual me pondría sin camiseta y enseñando mi infame pecho lobo.
Yo leo a gritos, Alberto lee bajo. Decimos tonterías e incluso se nos va la cabeza y Alberto repite uno de su escritos... Yo pierdo la mitad de uno de los relatos e improviso pero no lo acabo. Fue divertido. La gente se divertía... creo. La verdad es que hubo dos partes. Una primera mucho más ágil y una segunda donde ya era difícil mantener silencio entre los espectadores. Aún con todo yo creo que la gente salió satisfecha y que demostramos que asistir a una lectura no tiene porqué ser algo aburrido o para intelectuales de gafas de pasta. Leímos y bebimos a la vez. Al final Alberto ligó con una chica del público y luego conocimos a una pareja que se presentó solita.
Acabamos yendo al bar donde trabaja ahora la Psicóloga del Bar, me apetecía verla. Pero no fue muy animado. Cerraba aunque nos puso algo para tomar. Luego a mi casa con Alberto y amaneció allí... comió allí, y vio el partido de España contra Arabia Saudí allí... Yo creo que se fue porque tenía que trabajar, pero creo que estaba pensando en cambiar la decoración a su gusto y quedarse allí...
Estuvo bien, fue divertido. Lo que me gustó es que vinieron personas desconocidas que se quedó a escucharnos. De entre mis amigos me hubiera gustado que vinieran más... pero alguno vino. Y me hubiera gustado que estuviera la Psicóloga del Bar, pero tenía que trabajar en otro sitio.
Fue una noche etílico literaria... no la he contado de un modo muy gráfico ni muy divertido... pero es que habría que haber estado allí. Que la cerveza os acompañe.
3 comentarios:
No hay fotos? No pude ir por la distancia, pero quisiera ver imágenes que complementen tu narración.
Me alegro que haya sido divertido y que hayas sacado buen balance.
La Psicóloga tendría que haber ido.
Creo que hay fotos y hasta pequeños videos... pero por parte de unas chicas italianas que conozco y que vuelven en su país en breve. No sé si podría hacerme con alguna de las imágenes. Yo ni siquiera las he visto.
Ella no pudo ir porque trabajaba en otro sitio a esa hora.
Saludos Liliana, ya sé que hubieras ido, pero nos separa un océano, me hago cargo de que estuviste en intención al menos.
Lo importante no es como lo cuenta si no cómo lo viviste.
Seguro que fue una noche genial, a ver si para la próxima te puedo ver.
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