viernes, septiembre 20, 2024

NOTICIA 2343ª DESDE EL BAR: LA CONQUISTA DEL RÍO DE LA PLATA (parte 3 de 7)

Pedro de Mendoza.

En 1524 se había formado en España el Consejo de Indias a causa de los grandes beneficios que estaba reportando Centroamérica y de cierta preocupación por los súbditos y el control sobre ellos en esa distancia. En 1530, el año el regreso, Carlos I es Emperador y se encuentra convocando la Dieta de Augsburgo y las campañas contra el turco. Había renunciado a Las Molucas a favor de Portugal (aunque tomaría Filipinas de manos de Legazpi), pero en ese 1530 se había iniciado la conquista del Imperio Inca (en Perú), lo que volvía a dar grandes riquezas y revivir montones de mitos, más a añadir otros. Carlos I necesitaba del oro y la plata para su política europea. Por lo que las historias que Caboto había traído del Río de la Plata hizo suculento de nuevo este territorio.  En 1533 se hicieron tres gobernaciones en el cono sur, la comprendida entre los paralelos 25 y 36 se llamaría Nueva Andalucía, y se le iba a entregar en 1534 a Pedro de Mendoza. Anteriormente a eso había ocurrido otra cosa que azuzó a Carlos I, aparte de lo mencionado y de los progresos en la conquista del Imperio Inca. Martín Alfonso de Souza (o Martín Affonso Sousa, el fundador portugués de San Vicente en 1506) estuvo en el Río de la Plata, en Guazú y en el río Bravo en 1531, tal vez a causa de la estancia de Caboto y Moguer en San Vicente los dos años anteriores. Las expediciones clandestinas portuguesas se habían multiplicado y se creó un temor a perder aquellas tierras a manos de Portugal. Y no hay que olvidar que eran estratégicas para el paso al Mar del Sur, y que ahora prometían grandes riquezas como el Imperio Azteca o el Imperio Inca. La Sierra de la Plata y otros relatos avalaban la idea de que ahora no se debía simplemente explorar sino que se debían asentar los españoles allí. Los náufragos de Solís, Ramírez y Montes, volvían a avalar las historias fantásticas en España. Tenían prestigio, por haber vivido tanto tiempo allí con los indios. Se debía ir y colonizar lo conocido para ir al interior en busca de la Sierra de la Plata. En esta empresa hubo varios interesados, en vista de las ingentes riquezas que en tan poco tiempo habían deparado Centroamérica y Perú. Diego García de Moguer volvió a ofrecerse para ir al lugar, también el comendador Miguel de Herrera y el adelantado de Canarias Pedro Fernández Luque.

Finalmente la capitulación le fue concedida a Don Pedro de Mendoza, un viejo caballero de Guadix al que Carlos I le concedió el título de adelantado del Río de la Plata, título que le envaneció. Pedro de Mendoza se había destacado militarmente en el saqueo de Roma que los tercios de Carlos I protagonizaron en las campañas de Italia (primeras acciones militares del Emperador). Tenía un carácter plenamente renacentista, aparte de que era un ferviente lector de Erasmo de Rotterdam. Su elección y los preparativos de la expedición se apresuraron al llegar a España las primeras riquezas obtenidas de Perú (500.000 pesos de oro, aparte del quinto real y el arte inca traído). Quizá fue esto mismo lo que ánimo a Mendoza a aventurarse en América. Con él se decidieron a ir otros nobles importantes, siendo esto una excepción en la conquista de América. Estuvieron en la expedición Ponce de León (que había estado en Florida y que quizá le habló a Mendoza del mito de la Fuente de la Juventud), Fernández de Córdoba, Manrique, Salazar, Luxán (Luján) y Pérez de Ahumada (hermano de Santa Teresa de Jesús). Todo esto propició que se le concediesen capitales extras para el viaje. La capitulación se le daría el 21 de Marzo de 1534 junto a la que se le dio a Almagro y a Alcazaba para ir a Chile. Se le concedía el título de adelantado y se le comprometía a levantar tres fortalezas de piedra. Además, tenía permiso para buscar la Sierra de la Plata hacia el norte, por lo menos hasta Guayanas y Venezuela. El 19 de Julio Carlos I les comenzó a dar muchas instrucciones en forma de Cédulas Reales, no quería improvisaciones en este viaje, por lo que trató de regular todo lo que pudo. Eximió a los pobladores del gravamen del almojarifazgo por seis años, igual medida de exención otorgó a lo que sacasen de las minas de oro que encontraran. Debían nombrar a un administrador para que administrase justicia. Tendría libertad de introducir doscientos esclavos en el Río de la Plata. Por una providencia el cargo de adelantado de Mendoza tendría carácter hereditario (lo que tendrá repercusiones a posteriori). También se le nombraba Capitán General, Gobernador y Alguacil Mayor del Río de la Plata. Debía llevar a mil hombres en dos viajes, con caballos, yeguas y mantenimiento para dos años. En principio debían llevar a ocho religiosos para evangelizar el lugar, número que quedó reducido a cuatro el 27 de Junio. Debían llevar un médico, un cirujano y un boticario. Mendoza logró que se le concediese un molino de hierro para fabricar pólvora, el cual lo sacaron de Cádiz. El Rey le dio la posibilidad de encomendar a los indios, aparte del permiso de introducir esclavos (que, por cierto, debían ser de Portugal, Cabo Verde o Guinea). De hecho, con él viajó Gonzalo de Acosta, el cual era un tratante de "esclavos de la tierra"  afincado en Brasil. Este conocía varias lenguas indígenas y europeas. Por todo ello se le hizo capitán. Su disciplina hacía matar a palos tanto a indios como a españoles que no querían trabajar en momentos de hambre. Los banqueros Welsser y Neithart apoyaron a Mendoza. Los Fugger se interesaron por lo mismo desde el año 1530. Por último debían partir en diez meses, contando desde el 19 de Julio de 1534.

En realidad la expedición tardó dieciocho meses en prepararse, ya que Mendoza sufría el mal gálico (que algunos reconocen como sífilis). Su flota fue la mejor equipada de todas las que salieron a América hasta entonces. La flota estaba compuesta por doce naves, de las que en el primer viaje saldrían unas ocho. Sin embargo, una de ellas se perdió o desertó (no está claro) y otra se hundió. En Canarias se les unió tres naves más y una urca alemana con mercaderías de Flandes y Alemania, en la cual viajaba el cronista Schmidl. Las primeras personas que reclutó fueron los religiosos, a los cuales excedió en número de los que se le pedían, llevó a dieciséis religiosos. También reclutó entre los primeros hombres a su médico personal, Hernando de Zamora. Por este exceso de religiosos Mendoza recibió una retribución anual de 50.000 maravedíes. Teóricamente en el primer viaje debían viajar quinientos hombres y cien caballos y yeguas. Sin embargo se calcula que en realidad montó a cincuenta caballos (que se multiplicaron en América libres y salvajes) de origen andaluz y canario (algunos nobles llevaron dos caballos para redoblar su porcentaje de beneficios), y excedió a los hombres en mil cincuenta, pese a que Fitte hable de tripulaciones de dos mil doscientos hombres, ochocientos o de mil seiscientos cincuenta. Lo que sí parece ser es que con ellos viajaron unos ciento cincuenta flamencos y alemanes . Toda esta gente iría hacinada en proa junto al matalotaje del Capitán General. En popa iban los nobles y eclesiásticos cómodamente instalados con sus sirvientes, y con provisiones privadas que nunca les faltaron. Lo que lleva a hablar de la falta de previsión a la hora de cargar el alimento. Ya en el viaje se pasó hambre y sed.

Partieron de San Lucas de Barrameda el 24 de Agosto de 1535, excepto la nave Santiago, que se retrasó. Estaba al mando de Cristóbal de Frías Marañón, como capitán, y de Gonzalo Yañiz de Oporto, como piloto. Esta nave zarpó el 11 de Septiembre. Fue esperada por Mendoza en Canarias, pero su retraso llevó a Mendoza a marcharse sin ella. La Santiago buscó a la flota en Cabo Verde, llevándose de allí veinticuatro vacas sin pagar. Llegaron al norte de Brasil, tal vez por coger vientos equivocados. Al estar las provisiones muy gastadas para llegar al Río de la Plata, Marañón decidió irse a Santo Domingo donde fue apresado el 7 de Julio de 1536 bajo el cargo de deserción y robo de vacas a Portugal. Allí se anotó toda la carga, de la que se deduce cómo pudo ser la de la flota de Mendoza, les faltaba agua y habían cargado agua impura en Brasil. Los marineros habían optado por beber vino puro y hasta el agua de la lluvia que caía por los cabos y jarcias. Se sospecha que algunos tripulantes murieron de sed durante el viaje. Había cincuenta soldados pagados y equipados directamente por Mendoza. Había caballos y yeguas. Se supo en los juicios que no tenían órdenes de distribución de alimentos, por lo que estos se acabaron en los primeros días del viaje. Todo esto se reproducía en los barcos del resto de la flota, por lo que en 1545 Pedro Hernández acusó a Mendoza de mal abastecer a su escuadra.

La flota dirigida por Mendoza llevaba mujeres, estaba clara la idea de asentarse colonialmente en el lugar y formar un núcleo español y cristiano. Aunque la moral cristiana se pasó por alto y hubo relaciones sexuales libres, en el regreso se habló de mancebía y fornicación. En Canarias una tormenta les dispersó, por lo que fueron a Cabo Verde. De allí dieron el salto a América, Pedro de Mendoza tenía cuatro naves con las que llegó a Río de Janeiro. El resto las dirigió su hermano Diego de Mendoza directamente a Río de la Plata. Una de las naves se había hundido al chocar en una tormenta contra la costa de Brasil. Las naves que quedaron en Río de Janeiro con Pedro de Mendoza fueron: Magdalena, Santantón y Anunciada, más la urca alemana. Diego esperó a Pedro en la isla de San Gabriel, en el río del Plata mencionado antes de igual nombre. Pedro había aprovechado en Río de Janeiro para eliminar a Juan de Osorio, un noble joven y emprendedor al que tenía envidia. Bajo la acusación de traidor le hizo acuchillar sin juicio. Sólo provocó con su acto la superstición entre los suyos, que se creyeron destinados a un final trágico desde aquel momento. Por ello Pedro de Mendoza al llegar a San Gabriel reunió a todos sus hombres y les tomó juramento de fidelidad. El 22 de Enero de 1536, Martín de Haro, escribano, le tomó juramento a él como gobernador del Plata. En aquel pequeño río fundó un fuerte llamado Santa María, con tapias pequeñas y cuadrado. Dio descanso para el pasaje, aunque los seis primeros hombres que salieron a cazar fueron comidos por las bestias. De hecho las tapias no defendían de los grandes felinos, que las saltaban y de vez en cuando se comían a alguno de los pobladores. Los indios les socorrieron con alimentos los catorce primeros días, pero los rescates que obtuvieron eran tan pocos que los abandonaron. Además, Mendoza era soberbio con ellos.  Las reservas de los barcos se agotaban. El hambre comenzaba a ser importante. Por ello mandó un barco a Brasil a cargo de su otro hermano Gonzalo de Mendoza a por alimento, aunque este también aprovechó para comprar esclavos. Igualmente mandó cuatro bergantines y tres bateles a las diversas islas del Paraná, dirigidos por Jergen Lichtensteinen Luján. Fueron estos entre doscientos y trescientos hombres, pero más de la mitad murió de hambre, no habían logrado nada. Se dedicaron a comerse las sementeras de los indios que encontraban. Entre los animales que habían llevado figuraban ochenta caballos (entre los cincuenta embarcados por orden real, y los treinta embarcados por nobles). De estos se escaparían algunos que se reproducirían libremente y con el tiempo formarían manadas gigantes de caballos. En sesenta años habría unos ochenta mil caballos. Sin embargo no se comieron a ninguno de los ochenta que tenían, ya que les servían como máquinas de guerra. A algunos indios de la región no les asustaban los caballos, a los cuales hacían frente con fosas, estacas y boleadoras, pero esto no era lo general. Años más tarde a Cabeza de Vaca una delegación de indios le pedirían que pidiese a sus caballos que no se les comiese. También habían llevado consigo ganado vacuno, ovino y caprino, pero tampoco se lo comieron ya que sabían que lo necesitarían más adelante para asentarse y usar de sus productos lácteos, de su reproducción como ganado del que sacar carne y cuero, o de su estiércol para las sementeras.

Mendoza fundó alrededor del mes de Febrero una de las ciudades fortificadas que le pedía la capitulación. Lo hizo en el San Gabriel (actualmente llamado Riachuelo). La ciudad fue llamada Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire (antecedente en el nombre de Buenos Aires). En realidad la ciudad se ubicaba alrededor del fuerte de Santa María. La devoción a la Virgen de los Buenos Aires era muy popular en los marineros andaluces del primer cuarto del siglo XVI (sobre todo en los sevillanos). El culto tenía un origen sardo. La misma Casa de Contratación de Sevilla albergaba una pintura de esta Virgen. La mejor choza fue para el adelantado. Se trataba de un cuadrilatero de 120 varas por lado. La vegetación y la fauna de alrededor no la habían visto nunca. Les llamó la atención los flamencos en lo que era el principio de La Pampa. Tenían poco trigo. El comienzo de esta ciudad fue heroico al tener que resistir a los indios pampas confederados con los guaraníes. Juan Pabón fue nombrado alcalde y su primera función fue informarse de los propios indios del porqué habían dejado de suministrarles alimentos. Su acción fue soberbia y nada diplomática por lo que desembocó en una pelea abierta. Mendoza lo usó como excusa para iniciar la dominación sobre los indios. Los indios de este lugar eran nómadas, cazaban y pescaban. Se calcula que habría unos dos mil alrededor de la ciudad. Vivían en chozas y tolderías, cosa que les copiaron algunos habitantes de la ciudad. Los indios usaban canoas, cosa que también copiaron algunos de los españoles. Las relaciones con los indios se rompieron a causa de la escasez de los rescates ofrecidos, más los abusos de poder y sexuales sufridos. Las afrentas a los indios parecían provenir de un grupo revoltoso de pilotos y contramaestres vascos, así como de parte de un grupo de alemanes.

Mendoza, viejo y enfermo, comisionó al Teniente de Gobernador Juan de Ayolas, que también era su mayordomo, para que subiese por el río Paraná hasta las ruinas de Sancti Spiritu y el Caracarañá. A Ayolas se le relacionó en un juego de intereses de poder en torno a la muerte de Osorio. Su misión era recoger alimentos de las tribus que fueron amigas de Caboto, aparte de cuidar línea divisoria de Tordesillas para evitar intrusiones portuguesas. Llevó consigo a doscientos setenta hombres y tres navíos. En el viaje murieron cien hombres de hambre. Se sabe que comieron culebras, lagartos y ratones.

 Entre tanto, en el Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, Pedro Mendoza realizaba el sometimiento de los indios. Pero fue más complicado de lo que creía y hubo de recurrir a partidas de escarmiento ante el hecho de que los naturales del lugar les hacían frente. El día de Corpus Christi (15 de Julio de 1536) mandó a su hermano Diego Mendoza con trescientos hombres, de los que treinta eran soldados, para atacar a los indios en el río Luján (como se le llamó a uno de los ríos por los que fue Luján). Al intentar vadearlo los indios les atacaron en masa. Los caballos no podían moverse bien en las tierras pantanosas, aparte de las boleadoras. Diego Mendoza perdió la vida, pero hubo una victoria pírrica. Perdieron seis caballos y treinta y ocho hombres , los indios no fueron atrapados pero sí sus redes de pescar, objeto que hasta entonces no tenían los españoles y que les serían útiles. Con ellas pescaron dos meses, como alivio pasajero a su situación. Pero debían desplazarse a dos leguas del real para poder hacerlo y eso exponía a los que iban a posibles emboscadas o ataques de indios ocultos. El 24 de Julio los indios atacaron en masa la ciudad. Eran miles que cercaron el fuerte. Era una confederación de tribus de indios querandíes. Los sitiados se vieron en la situación de morir de hambre, al igual que sus caballos, que tampoco les servían para nada dentro de los muros. Por hambre y sitio no podían ni trabajar ni comer. Algunos recurrieron a comer cuero. Tres fueron ahorcados por comerse un caballo, y estos fueron comidos parcialmente por otras gentes del real a escondidas. Los muertos se guardaban en el lugar para recibir su oración y estos se descomponían provocando enfermedades, sobre todo porque se producían casos de canibalismo con sus carnes putrefactas. Se dio el caso de un hermano que se comió a otro, estos habían intentado fugarse a Brasil y en el camino el hambre propició el fratricidio. El caníbal en cuestión era un hombre llamado Baitos, el cual fue encontrado tiempo después por Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Este hombre había participado en cacerías secretas de codornices, venados y perdices para Mendoza y otros capitanes, como declararía más tarde. Los capitanes y nobles no pasaron hambre extrema, cosa que creó malestar por no compartir sus alimentos. Otros fugados eran muertos por los indios, si bien algunos se pasaron al bando de los indios. Al hambre y la enfermedad se le unía el maltrato que les aplicaban los capitanes, ya mencionado mucho más arriba. Carlos I, cuando supo todos estos hechos, perdonó a los españoles que practicaron canibalismo por haber actuado en necesidad extrema. A los desertores que estaban con los indios los absolvió para que regresasen con los españoles. Los hombres estaban tan débiles que las mujeres hubieron de encargarse de los trabajos, los enfermos, las guardias, los combates... resultando que con el tiempo estaban tan débiles como los hombres.

Una mañana, sin explicación aparente, la ciudad amaneció sin cerco alguno. Los indios se habían ido. Tal vez aguzados por el hambre. Tan sólo entre los de la ciudad varios testigos afirmaron por escrito que de pura hambre murieron cerca de mil hombres. Domingo Martínez de Irala (hoy día se nombra en vasco: Iraola) comenzó a fabricar anzuelos y pequeños objetos sin tener ninguna experiencia en el oficio, pues era estudiante, pero pronto destacaría por otros motivos en el Río de Plata. La idea era abastecer a los de la ciudad e intentar intercambiarlos con los indios que pudieran. La iniciativa tuvo éxito y más tarde, en Asunción, llegó a fabricar peines, cuchillos de rescate, dagas, tijeras, agujas y una rueda de molino para moler cañas.

En el interim de todos estos sucesos, Ayolas había llegado al lugar de Sancti Spiritu. En un lugar apropiado, cerca de la laguna actual de Coronda, estableció un poblado llamado Corpus Christi. Los indios de aquel lugar les habían recibido bien, cuidándoles de su hambre y enfermedad. El cacique Tamatia, de la tribu de los payagúas, que era temido y respetado en la comarca, le dio a Ayolas a su hija por esposa. Este era un símbolo indio de amistad, paz y alianza. Ayolas la aceptó. Era el comienzo institucional, por así decirlo del mestizaje en la zona. También recibía comida y ayuda de los timbúes y de los chanas. El nombre del poblado se debía a que fue en esa fecha, la misma en la que moría Diego Mendoza, en la que lo fundó. El lugar era fértil y salubre, lo que hizo que sus hombres se recuperaran rápido. Ayolas dejó una guarnición  en Corpus Christi y bajó el río para llevar la noticia de tal lugar a Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire. Cuando llegó a la ciudad, Pedro de Mendoza había armado la Santa Catalina con la excusa de que se iba a por alimentos, aunque en realidad quería abandonar el lugar a causa de su mal gálico y el mal comienzo de su expedición.

Ayolas habló de la salubridad y la fertilidad de Corpus Christi, así como de sospechar que estaba cerca de la Sierra de la Plata, aparte de hablarle de lo pacíficos que eran allí los indios. Mendoza decidió entonces dejar la ciudad a cargo de Gonzalo de Alvarado e irse a Corpus Christi con Ayolas y cuatrocientos hombres, más caballos. Por el camino, debido a la debilidad que ya tenían y a lo largo del trayecto fluvial, murieron la mitad. La otra mitad fue desembarcada por los indios y cuidada, de nuevo por estos. Sin saberse muy bien por qué, tal vez por cumplir con las capitulaciones que le dieron, fundó un segundo fuerte cerca de Corpus Christi, se trataba de Buena Esperanza. Otra posibilidad de su fundación pudo ser el querer asegurarse la tenencia del lugar para buscar oro y plata, desconfiando un poco de los indios del lugar. Aunque tuvieron la mala logística de fundarlo en un lugar pantanoso, lo que hacía de Buena Esperanza un fracaso. Con esa intención de buscar la Sierra de la Plata volvió a mandar en expedición a Ayolas río arriba, remontando el Paraguay. Este salió de Corpus Christi el 14 de octubre. Se llevaba consigo a ciento sesenta hombres y tres bergantines. Al mando del poblado dejaba a su lugarteniente Domingo Martínez de Irala, con la instrucción de que mandase a los indios payagúas plantar maíz en su ausencia a cambio de rescates, para luego recogerlo. Exactamente le dejó con ese mando en un puerto del Paraguay que llamó Candelaria. Le dejó, además, los bergantines y una pequeña fuerza de treinta hombres. Ayolas se adentró en el Chaco llegando a los contrafuertes andinos, tierra propia de los indios charcas, que le mostraron oro que le convenció de la existencia de la Sierra de la Plata. Hizo un gran botín que llevó a Candelaria, donde ya no estaba Irala. Irala no cumplió las órdenes y cuando Ayolas regresó en Febrero de 1537 a aquel puerto, se fue a los indios payagúas para pedirles el maíz. La desobediencia de Irala ocasionó un malentendido que acabó en una comida trampa en la que los payagúas mataron al completo a la expedición de Ayolas. Este hecho fue ignorado por los españoles por mucho tiempo. Se creyó que Ayolas se había perdido o que había llegado a la Sierra de la Plata. Se produjeron muchas expediciones en su busca.

Entretanto Pedro de Mendoza bajó a Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, donde encontró de vuelta de Brasil a su hermano Gonzalo Mendoza. La ciudad tenía tres iglesias, una huerta, sementeras, mejores condiciones de vida y cierto orden, aunque aún faltaban alimentos para todos. El 15 de Enero de 1537 mandó a Juan Salazar Espinosa en busca de Ayolas. Salazar encontró a Irala y con él buscó sin resultado a Ayolas. Por lo que retrocedió el camino de la búsqueda por el Paraguay (recorrieron treinta leguas al norte de Candelaria) y fundó Asunción el 15 de Agosto a orillas del mismo Paraguay. Era un fuerte que se hizo ciudad. Estaba junto a una población de indios carios. Ayolas fue dado por desaparecido hasta que los indios informaron de su muerte. Irala se retiró a su gobernación de Corpus Christi.

Pedro de Mendoza hizo su testamento el 22 de Abril, con su enfermedad muy avanzada. Embarcándose en el Magdalena con su médico personal decidió regresar a España, confiando en sanar allí con el clima, o bien a morir allí. Dejó Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire a cargo del capitán Francisco Ruíz Galán. Con Pedro de Mendoza regresaban entre ciento cincuenta y doscientas cincuenta personas del dicho puerto. Entre estas estaban todos los jóvenes de la Corte y los nobles. Estaban cansados de no tener nada, habían esperado obtener algo de modo triunfal y consideraban indigno morir por hambre o por indios . El 23 de Junio 1537 Pedro de Mendoza moría en el mar de regreso a España, corroído por las llagas que le proporcionó su enfermedad. Su estado de rápida putrefacción forzó a que fuese enterrado a la marinera arrojándolo al mar.

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