El Museo Arqueológico Regional de Madrid (MAR) ha inaugurado ayer, 28 de marzo, una nueva exposición temporal que durará hasta el 24 de septiembre. Se trata de la exposición "Los últimos días de Tarteso", que parafrasea al famoso libro Los últimos días de Pompeya, que escribió Edward Bulwer-Lytton en 1834, del cual se han hecho varias series de televisión y varias películas de cine. En realidad la exposición no trata de los últimos tiempos de la civilización de Tarteso, trata de todas las posibles épocas de Tarteso a lo largo de sus siglos antiguos, así como de todas las épocas arqueológicas y sus teorías desde que se establecieron teorías sobre que Tarteso estaba en la península Ibérica. A finales del siglo XIX y comienzos del XX se asociaba Tarteso con una ciudad-Estado y su entorno, influenciada por la cultura fenicia. A partir de ahí la arqueología fue evolucionando en los tiempos sucesivos hasta llegar a lugares descontextualizados entre sí con restos que pudieran tener un punto común cultural, hasta llegar al consenso actual en la arqueología española y parte de la internacional sobre que Tarteso tenía un territorio y una organización estatal o cultural más o menos definida e influida por los fenicios en el sur español, en torno a territorios amplios con el Guadalquivir de eje central, el cual duraría dos siglos o siglo y medio, entre el VI y el V a.C.
En realidad no se sabe mucho de Tarteso, ni el consenso es absoluto, como afirma el museo y la exposición. Hay teorías que ubican este territorio en otros lugares del Mediterráneo. De hecho Tarteso en la península Ibérica tendría su núcleo principal en torno a la costa atlántica de Andalucía. si que es cierto que Tarteso aparece en varios textos de cronistas antiguos, así como en historias mitológicas de varias civilizaciones, como la griega, que situaban este lugar como un lugar con metales apreciados (el bronce, la plata, oro...), seres fantásticos que impedían la civilización de los humanos de allí y que habitaban ambos grupos en el confín del mundo, donde los territorios de los humanos cohabitaban con los de los seres divinos y protodivinos. Entre ellos estaría el gigante Gerión, al que derrotó Hércules. Esto aparece en la exposición, incluso con copas y otros elementos de origen griego, que también tuvieron ciudades en la península. Algunas historias fenicias también recogen historias de Tarteso, e incluso aparece en los textos religiosos de la Biblia, en el Antiguo Testamento, pero esto si que no aparece en la exposición, a pesar de que esos textos son los que hacen que algunos investigadores duden entre la teoría ibérica y otras.
Poco sabemos de Tarteso, y esto sí que se afirma en la exposición. Textos, protohistoria y arqueología apenas nos dan datos suficientes. No sabemos sus fechas exactas de aparición, no sabemos su organización, no sabemos su Historia concreta, ni los nombres de sus personas destacadas, no sabemos sus fronteras, es en buena parte una de las civilizaciones antiguas que nos lanza más misterios y preguntas que certezas totales. Sabemos que probablemente se desarrolló por aculturación de los pueblos ibéricos del sur de la Andalucía oriental por contacto comercial con los fenicios, cuando estos buscaban bronce en plena Edad del Bronce. Sabemos que pudo expandirse tal vez a modo de ciudades-Estado relacionadas entre sí, como los griegos, o imitando ciudades fenicias, pero no sabemos si tenían un Estado centralizado, descentralizado, sus gobernantes o sus formas de gobierno, si su expansión fue bélica o fue por pactos o por extensión de ventajas culturales y civilizadoras que llegaran a comprender los íberos de allá, lo que sea. Más o menos encontramos su rastro ocupacional en Andalucía, sur de Extremadura, sur de Portugal, y llega a expandirse tardíamente hasta Murcia, hay quien ha creído ver restos en el centro peninsular, pero estos pudieran ser aculturaciones por comercio con pueblos a su norte, o bien restos por comercio. En otras teorías, que no aparecen en la exposición, hay quien considera que la aculturación fenicia de los tartesios ayudaría a una fácil llegada y expansión de los cartagineses posteriormente en el territorio central de aquel reino o Estado, o sea: en el Guadalquivir, Doñana, Cádiz, en el interior hacia Sevilla...
Estuve en la exposición esta mañana, coincidiendo por casualidad con la visita de un instituto y una entrevista al director del museo, Baquedano, que le estaba realizando gente de Extremadura con una video cámara. En alguna exposición anterior yo ya dije que en este museo hay un problema que es el de excesivas personas dando voces a veces. No ocurre siempre, pero me ha ocurrido con cierta frecuencia. Hoy también. La entrevista de Baquedano fue discreta, pero el alumnado del instituto tuvo momentos de hablar en tumulto, sin que los guardas de sala dijeran nada, dándose el caso de que la profesora les pidió silencio... a gritos. En fin, suele ser habitual que colegios e institutos tengan a veces estas indisciplinas, es algo normal, lo peor no fue esto, puesto que el alumnado más o menos obedeció. Lo peor fue hablar a voz muy alta, que parecía tener altavoz, a gente de la recepción del museo que entraron al inicio de la sala para comentarle a alguien si tal o cual luz debía o no estar encendida, más alta o más baja, pero a un tono que ni yo a voz en grito en mis recitales de poesía en los bares mientras la gente bebe. En fin, el menos la situación no duró mucho, y yo no soy especialmente una persona que se queje. Entiendo las situaciones humanas.
No es una exposición con demasiadas piezas en comparación con otras que se han realizado, pienso por ejemplo en la que se hizo sobre los íberos o la que se hizo sobre los carpetanos y los romanos, pero es la primera exposición temporal netamente dedicada sólo a Tarteso que se realiza en un museo, aunque parezca mentira tras más de un siglo. Da el espaldarazo además a la teoría cada vez más asentada de que estaba en Iberia. Reúne además piezas de varios museos que no habían sacado esas piezas nunca de sus exposiciones permanentes, como puedan ser varios museos andaluces como el de Huelva, Cádiz o Sevilla, el Museo Arqueológico Nacional, algún museo extremeño e incluso uno de Portugal.
Cobra relevancia los mapas y las cartelas explicativas, aunque prescinden de cualquier explicación sobre iconografía posible de seres mitológicos en algunos elementos donde aparecen posibles representaciones. Hay una muestra de inscripciones en letra íbera, que aquí han querido asociar a Tarteso, eso es más discutible porque aparece en otros lugares de la península también. Es una forma de escritura con posibles influencias del Mediterráneo oriental, pero que nunca se ha descifrado porque la llegada de los cartagineses y de los romanos después acabó con toda esa forma que estaba siendo inicial. También podemos ver preciosos jarros de bronce decorados, los restos metálicos de un carro de caballos, espadas, lo que fue un caldero (casi entero, pero abollado), figurillas donde aparece la divinidad Melqart, brazaletes de oro, platos de arcilla, vasos, lápidas y una reproducción tal como se encontró arqueológicamente la Casa del Turuñuelo, donde se halló los restos de varios caballos sacrificados.
Personalmente creo que lo mejor que contiene es una vitrina donde aparecen colgantes de oro y otros objetos suntuarios que se han conservado a la perfección con todos lujo de sus detalles más pequeños como si no hubieran pasado por ellos dos mil cuatrocientos años, así como un colgante de cuentas de colores con los colores totalmente vivos, con sus azules tan de culturas costeras del Mediterráneo. Así también un huevo de avestruz labrado. Muy recomendable ver esas piezas, que además son prestadas por museos que no se ubican en Madrid, por lo que verlas se hace un poco más complejo a los que somos de la Comunidad.
Y sí, si te ha estado sonando raro y te choca, normalmente, durante siglos, se ha escrito Tartessos, o en su defecto: Tartesos, pero tal como anota el comisario de exposición en el tríptico de exposición, en 2011 la Real Academia de la Lengua apuntó a que se escribiera Tarteso... pocos lo hacían, pero ellos son así, a pesar de que dicen que ellos solo normalizan las formas generalizadas de hablar y escribir. Personalmente, al igual que con la tilde en "sólo", diría que se siguiera con lo de Tartesos, sobre todo porque en la filología clásica también se hayan a veces pistas cuando un historiador encuentra en algún momento alguna clave que cuadre. También es cierto que en esto, como en todas las cosas, especialmente en Historia, siempre hay iluminados, y también hay quien dice Tartesia. Mientras no digan Tartalia y aparezca un repartidor de la empresa con una tarta, todo va bien.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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