Evidentemente compré el libro y lo tengo pendiente de lectura. Cuando esta ocurra ya hablaré de él en concreto en Las notas de los cíclopes libreros.
Comentaré por aquí que el acto, habiendo sido publicitado apenas un día antes en la prensa local, y con una tarde que amenazaba tormenta, tormenta que ocurrió, contó con un público más abundante de lo que hubiera podido ocurrir dado lo dicho, lo que demuestra el arraigo y aprecio que se tiene a Matías Escalera como escritor en Alcalá. No obstante, entre el público, hubo otras personas escritoras, como Cristina Penalva, y jóvenes universitarios. Más aún, una parte del público se animó a entablar debate con los interlocutores. Un debate de carácter literario, pero también social, y siempre muy en torno tanto a los antecedentes literatos de la obra de Matías Escalera, como de su actividad social comprometida con diversas causas.
Y la cosa es que algo de eso hay, pues el nuevo libro, de poesía experimental, gira en torno a los actuales problemas de la clase trabajadora, en un mundo que gira entre los parámetros de los antiguos problemas que vivieron las generaciones más adultas y mayores, y los de las generaciones más jóvenes, que a menudo caen entre lo precario y lo abusivo, siendo su futuro menos claro y algo más oscuro que el que tuvieron sus padres en plena Transición y décadas posteriores.
Por ello, el libro contó para su autoría con conversaciones y textos de personas del mundo laboral y sus problemas de las décadas de 1970-1980, quizá 1990, y personas jóvenes posteriores a la Gran Recesión de 2008. Por ello Matías Escalera habló sobre este libro como un poemario intergeneracional que aunaba dos generaciones de trabajadores con dos mundos de conflictos laborales diferentes, pero a la vez similares. Un mundo que no acaba de morir y otro que no acaba de nacer, como dijo Gramsci y cita Matías Escalera. Nuestro poeta habla de cuatro voces. Una, la de los abuelos (para él, la generación de sus padres), con sus propios problemas de suma pobreza y una evidente conflictividad ya por la guerra, ya por la opresión de la dictadura. La de los padres (que sería la suya), con la Transición y los problemas económicos de esta, una época donde conquistar derechos. La de los hijos (sería más o menos la mía), que se supone que tendríamos un mundo mejorado y que, pese al comienzo del trabajo precario y la burbuja inmobiliaria, habríamos terminado construyendo un hogar de alguna manera. Y la de los nietos, con fuertes transformaciones sociales a través de las nuevas tecnologías, con recesiones sociales y con una globalización que puede prescindir de las personas, cuyo futuro se vislumbra oscuro si no hay reacción, y si la reacción no abraza las ideas de solidaridad antiguas, pues a menudo hay más postura de cara a crear una imagen en red social, que conciencia real de lo que se podría conseguir juntos.
Yo le pondría un pero. Le fatal una quina voz. Una quinta voz que estaría situada justo en la generación de los hijos. Y en esa voz estaría yo y muchos más. Esos mismos hijos a los que se nos "prometió" una vida mejor que padres e hijos, pero que a costa de la burbuja inmobiliaria, los trabajos precarios que ya estaban presentes de manera fuerte desde la llegada de las Empresas de Trabajo Temporal de final de los 1990, la crisis que provocó primero el 11-S de 2001 y después la Gran Recesión de 2008, jamás pudimos realmente tener estabilidad, ni esa "buena vida", que algunas encuestas insinúan en datos que tenemos. Personas que no han visto estabilidad laboral nunca, quizá alguno ahora con la reforma laboral de Yolanda Díaz (Sumar), cuyos sueldos han sido ínfimos, que algunos aún no tienen casa, que no han podido formar familia, que han sobrevivido en los peores años gracias a sus padres, y que cuando éramos jóvenes, por ser jóvenes, y que ahora, cuando somos adultos cuarentones, por ser cuarentones y decirse que ya lo tenemos todo... cuando en realidad no tenemos nada, o tenemos lo justito para sobrevivir, que no para vivir. Nosotros somos la generación de los olvidados. Nosotros fuimos en buena parte los del 15M de 2011.
Por lo demás, del libro, ya hablaré cuando lo lea y escriba sobre él.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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