Andrinete ya tenía una andada larga cuando nos conocimos, igual que yo y mis amigos más antiguos. No éramos ninguno nuevos en la noche. Cuando nos conocimos lo hicimos en un bar mítico de la conocida La Zona, en unas épocas y formas que, salvando las distancias, si esto hubiera sido Madrid capital, habría ahora gente rodando historias y escribiendo como si hubiera sido La Movida de Madrid de los primeros años de la década de 1980. ¿Hubo una Movida alcalaína? Sí. Yo no la conocí. Nací en 1979. Pero hablando y conociendo gente, sé que sí, y podría señalar lugares, sitios, situaciones y personas, algunas de ellas a las que conocí, eran ellos aquellos "viejos" cuando los "jóvenes" salíamos. De algunos supe de su pasado tiempo después. Se hecha de menos a Julio, a Pepe y a otros. Pero es evidente que en la evolución lógica de una Movida menor en Alcalá de Henares respecto a la de Madrid se fuera a otra tipo de contracultura y subcultura, siempre maltratada por los ayuntamientos complutenses, salvo por la etapa que, mal que nos pese a uno o les guste a otros, Bartolomé González (PP) la dejó hacer en la década de 1990 y primeros 2000, a excepción de la etapa PSOE-IU de 1999-2003. Aunque alguien dijera que en la etapa PSOE-Somos Alcalá y PSOE-Ciudadanos (2015-2023) no se les trató mal a los bares de rock y música en general... lo cierto es que sí, porque quisieron canalizar todo en una agenda tan institucionalizada y domesticada que de algún bar y dueño de bar podría contar historias que al montar conciertos fuera de agenda le mandaron policías con multas hasta que, por acuse de ruina, cerraron uno tras otro. Lamentablemente, siendo yo de izquierdas, hay que reconocerlo. Y si no lo mandó el ayuntamiento, habría que decirles a los de entonces que esto ocurrió. Bien es cierto que el proceso empezó un poco antes, pero en esa etapa se potenció. Una prueba de que esto empezó antes, con el citado PP de Bartolomé González, fue cuando en marzo de 2011, antes del 15 de Mayo (15M), agobiado por la falta de clientes y multas constantes de la policía, sumados a un alquilador del local que les cobraba en exceso en alquiler, el bar La Luna de la calle Ecce Homo, en "La Zona", cerraba y en su fiesta de clausura, donde lo habitual es que la policía haga puente de plata a enemigo que huye, en dicho castellano, vino a cerrar la fiesta con un sinfín y sin sabor de multas, regalo del ayuntamiento, por lo que la fiesta de cierre definitivo creían que suponía a los vecinos. En realidad todos nos quedamos siempre con el sabor de boca de que aquello era el regocijo sádico del cazador sobre la presa (lo conté en la Noticia 918ª). Eran por entonces dos dueños de ese mítico local, que si hubiera sido Madrid, insisto, ahora tendría hasta serie de televisión siendo protagonistas sus locos y bebidos como el que esto escribe. De uno de ellos no diré el nombre. Es un entrañable amigo con el que sigo teniendo relación y no quiero ocasionarle problemas, que leer sabe leer mucha gente, no toda de buena fe. El otro, hoy le menciono, era Daniel Andrinete, mi tocayo... cuando aún Canichu no había cuajado del todo. él mismo me dijo al día siguiente que no elevara mucho el tono de mis quejas, porque aunque las compartía no quería empeorar su situación, y es que, no, la justicia no es la ceguera de Temis.
El bar de Andrinete y su socio cuando nos conocimos era La Luna, como he dicho, en la calle Ecce Homo, al lado del primer Flamingo, en "La Zona", propiedad de una misma familia que se creyó que podían abusar económicamente de sus alquilados sin hacerse cargos de sus responsabilidades como dueños de reparar cosas, pero que creían que podían exigir todo tipo de cosas peregrinas, incluso el comportamiento de los clientes, nada más lejos. Yo fui testigo. Al final la avaricia rompió el saco, se le fueron los dueños de bar y ahí tienen los locales cerrados, salvo una breve etapa donde uno de ellos fue un local de fumar pipas de agua. Es otra historia más avanzada en el tiempo. Cuando yo llegué a La Luna no era La Luna, era El Minipimer, en homenaje a una marca de electrodomésticos del hogar. El dueño era un chico de cabeza totalmente calva, muy callado, que ponía la música del momento, no la obvia, si no la que apuntaba maneras que a él le gustaba pero no era la de los grandes éxitos... todavía. Fue en 1994, yo con 15 años, que en una de mis primeras y muy escasas salidas, llegué allí con unos amigos la noche que ese hombre, que tenía inexplicablemente hoy, lógico entonces, la radio en la trastienda, se enteró del suicidio de Kurt Cobain en tiempo real y nos invitó a todos los chupitos de su carta... que llegaban, literalmente, del techo a más allá del techo anotados en una columna y el techo. Menuda noche. Así que empecé a salir con un Nirvana en activo, pero justo cuando acabó con la muerte de Cobain. Luego vinieron muchas noches de grunge, de punk, de rock, de brit pop, de chandal metal, de hip hop vía Cypress Hill, del choque neuronal de un Rage Against the Machine y de un Beck... de la reaparición de toda la música de los 1960-1970... Y de Heavy Metal
El Minipimer era ese nexo de la música a caballo entre Nirvana, Pearl Jam y REM o Radiohead. Era ya un clásico de La Zona, cuyos momentos mejores siempre narran que fue tras acabar la Movida de Madrid, en la segunda mitad de los 1980. Yo llegué en 1994, y era algo genial, aunque La Zona era por entonces un territorio entre música comercial y bakalao (que sonaba más en el antiguo cine Benidorm, en el llamado Siroco, o en el Radical de avenida de Madrid, que después fue un prostíbulo). En esos momentos lo "molón" era el Internacional, el Giardino, La Corte, el Cinema, el RPM, el Akelarre, de calle Vaqueras, que ponían mucho más de bakalao que de rock y que si entrabas corrías el riesgo de que un skin head de extrema derecha te escupiera literalmente. La zona grunge, rock, heavy... a los que yo iba más, en esos momentos era el Boisán, Nueva Alcalá, una isla en Barrio Venecia, ese espacio aislado de Calle Moreras llamado Tic-Toc, mucho más lejos El Val... y dentro de La Zona estaba el Kobacho, La Panadería, La Gatera y La Ruina de calle Victoria que era puro rock de la época... pero el espacio alternativo, lo que se llamaría después grunge e indie, era el Minipimer. Aquel dueño calvo joven se fue relativamente pronto a cuando yo llegué y les traspasó el local a las dos camareras, de las que podría citar nombre pero lo voy a reservar, y que por mucho tiempo dieron muy buenos momentos, aunque le cambiaron el nombre a La Luna. Tenían una pizarra en una de las paredes y te dejaban escribir lo que quisieras, luego lo borraban al día siguiente y vuelta a empezar... menudas borracheras y juergas y risas. Era el espacio alternativo, con permiso de los intelectualizados El Rincón, que tenía un punto trasgresor, La Oveja Negra, de jazz, o el que era el actual Winchester, que por lapsus se me ha olvidado el nombre (Naif, me dicen, y enfrente El Barullo), y que tenían agua de Valencia y periódicos extranjeros. Por supuesto estaba La Vaca Flaca, del que yo llegué a ser camarero y encargado ocasional, que era el de la bohemia, el de los raros y la locura... pero eso es otra historia.
Las dos nuevas dueñas de La Luna contrataron dos camareros que cuando ellas decidieron irse se hicieron los dueños de La Luna. Y a estos, al lado, les pusieron el Flamingo, el primer Flamingo. Mientras Flamingo daba rock psicodélico y música garage y música glam y locuras varias con las que nos reímos mucho en la década de 2000, La Luna con sus nuevos dueños dejaron la música al cargo de uno de ellos, Dani Andrinete, que apostó por una música indie, por el brit-pop, pero también por las rarezas de sutilezas británicas de lo más interesantes... pero que no atraían a más gente que a los que nos habíamos criado a las tetas del bar y a los que en rebote entablaron mucha amistad entre el Flamingo y ellos. De aquellas épocas estaba también Sergio "el Grulla", amigo que me sigue marcando la vida. Con el que compartí un inefable trabajo por tiempo breve y que allí dábamos rienda suelta al humor más surrealista, él desde el garage y yo desde la psicodelia, que lamentablemente murió hace años también, de una inexplicable muerte súbita por un error orgánico que no se pudo explicar médicamente según los médicos. Aún hoy pienso en él y le formulo preguntas. Éramos jóvenes.
La Luna cesó en 2011, como he dicho, antes del 15M, pero buena parte de los que realizamos el 15M en Alcalá de Henares, la segunda ciudad de España en movilizarse literalmente, la segunda después de Madrid, éramos amigos de todos estos bares, y fundamentalmente del Flamingo y de La Luna. Quizá la policía no actuaba tan casualmente, hay que pensar que La Bodeguita, foco reconocido de la ultraderecha que salía a dar palizas a la gente desde la calle Cid Campeador, no era molestada nunca, entre otros bares de reconocida adscripción de ultraderecha en la ciudad, incluido uno del que se decía que el dueño fue uno de los que le pusieron la bomba en el coche al alcalde alcalaíno Lope Huerta en la Transición en esta ciudad.
Dani Andrinete pasó a ser camarero y pincha discos ocasional donde le dejaban, como El Flamingo, igual que yo, aunque yo pasé a La Vaca Flaca como he dicho. Saltándome muchas cosas y lugares y años, mencionando la Sala Ego, de conciertos, volvió a poner un bar como socio de otro mítico, tanto de un grupo de punk a nivel local y nacional, A Palo Seko, con Moncho. Se llamó Por un Puñado de Dólares, en homenaje a la película, pero la gente se empeñó en joderle el nombre y popularmente se llamó Purumpum. Moncho había tenido el bar punk La Charcutería, curiosamente, tras el Purumpum se hizo socio de El Flamingo. Estamos hablando de mediados los 2010. Purumpum no salió bien. Y Andrinete pasó a hacer lo que más le gustaba: poner música... lo combinó con ser camarero en el mismo lugar, pero fundamentalmente él ponía la música, fue en uno de los bares originales de La Zona, que estaba en horas bajas, El Migas, en calle Cardenal Cisneros. Allí íbamos muchas noches a verle, a escucharle, a bailar... adaptaba la música más comercial y bailable con la que realmente le gustaba a él, siempre atento a la gente que había y si había conciertos. Pero El Migas, aunque duró un tiempo aún, estaba en horas bajas y cerró. Así que Andrinete trabajó de lo que pudo, entre ello camarero ocasional del Winchester, hasta que el cuerpo le dijo que ya no estaba para más bailes que el de cuidarse. Nos veíamos y reíamos ocasionalmente como clientes que saben que llevan muchos años de viaje juntos, cuando coincidíamos en ese mismo bar. Pero en la década de 2020 su vida era cuidarse e ir de médicos.
Se dedicó a lo que más amaba: los cómic de superhéroes. Yo investigaba y leía sobre la censura en esto y alguna vez hablábamos sin coincidir. En estos 2020 estuvimos en contacto privado por Internet, siempre le dije que a ver si se recuperaba y nos veíamos, que no hacía falta beber nada. Él ya no bebía, creo, pero me sentía obligado a decirlo, porque yo he bebido y bebo mucho. La última vez que hablé con él fue para decirle que me habían entrevistado en Radio Creactividad por mi libro sobre la censura en el cómic, en Ola de Entretiempo, y le había mencionado como referencia de persona que era muy sabia en cómic. Me lo agradeció, pero no fue posible vernos. Hace dos o tres semanas su mejor amigo me dijo en el Winchester que estaba tirando la toalla, que no quería comer... pero unos días después me decían que había mejorado... y hoy algo antes de las 9:00 de la mañana me anunciaban su muerte mientras yo miraba en mi trabajo documentos de la PIDE portuguesa de los años 1970.
Por accidentes, enfermedades y otras causas tengo muchos compañeros de diferentes ámbitos de viaje ya muertos. Esto empieza a ser una carrera por quedar, siendo relativamente jóvenes.
Sé que su pasión eran los cómic de superhéroes, lo que le ha mantenido más vivo y activo en redes sociales hasta el último momento. Su contacto con todos, su pasión, en las horas que menos capacidad de movimiento tenía. Por ello, con cariño, y sé que le gustaría, lo sé con seguridad, le dedico las viñetas de Superman donde en un futuro la hija de Clark Kent y Louis Lane, que ha heredado la visión de rayos X de su padre, va a visitar sus tumbas y las mira usando esa visión, siendo algo entre macabro, dramático y bello.
Que la tierra te sea leve, Andrinete. Y sí, tal como tú decías, que incluso te hicieron camiseta: liarse es opcional.
Y qué coño, que vivan las noches, que es lo que queda.
4 comentarios:
Joer, que gran homenaje, yo no era amigo directo de Adri, pero las noches con Ricky y con él en el Ego eran mucho más divertidas.
Un gran tío, que en paz descanse.
Gracias por cada noche de La Luna y todos los buenos momentos que compartimos juntos.
Cierto las noches ahora serán un poco menos divertidas
Que triste no haber podido decirte adiós amigo mío ❤️
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