La nueva cumbre sobre el cambio climático organizada por la Organización de las Naciones Unidas acaba de terminar este 2023. Es conocida como COP28. Se supone que debía superar la anterior habida más importante, la cumbre de París celebrada en 2015 y puestos sus acuerdos a funcionar en 2016, donde se pretendía no rebasar el aumento de temperatura mundial en 1'5ºC, cosa que se ha incumplido estos años por parte de las grandes empresas multinacionales y por parte de grandes superpotencias que no llegaron a firmar los acuerdos, como la República Popular China, Estados Unidos de América o la Federación Rusa. Peor ha sido que con motivo de la Guerra de Ucrania en 2022 parte de Europa volvió a generar energía costa del uso del carbón, o que este 2023 el gobierno de Reino Unido haya declarado como principal interés el uso de energía e industrias contaminantes por cuestiones de economía interna por encima de la ecología.
Aún con todo, es relevante que las dos regiones del mundo que sí han logrado disminuir sus emisiones contaminantes gracias a sus políticas y a una mayor concienciación de sus gentes son la Unión Europea y Estados Unidos de América (este incluso sin que su gobierno esté adherido a los acuerdos, ahí se ve el poder que van sumando las grandes empresas por encima de los Estados). También es cierto que algunas asociaciones ecologistas llevan varios años dirigiéndose directamente a las grandes multinacionales empresariales porque creen que sus decisiones son a efectos prácticos y pragmáticos más útiles que los acuerdos políticos en estas cumbres. Sea como sea, lo ganado por la Unión Europea y Estados Unidos se ha perdido por el aumento desmesurado de emisiones contaminantes por parte de China y de La India, según el informe que abrió las sesiones. De hecho, en esta nueva cumbre son las grandes naciones, a excepción de la Unión Europea, quienes siguen sin estar presentes a la hora de firmar acuerdos. Claro que si se firman pero luego no se cumplen como hasta ahora, poco se hace.
La COP28 se celebró en los Emiratos Árabes Unidos, en la ciudad de Dubái. A nadie se le escapa que es un país productor de petróleo cuya principal fuente de ingresos es el petróleo mismo. Por ello, otros países árabes han acudido este año en gran cantidad, todos ellos productores de petróleo. Como dijo una periodista de Cadena SER la semana pasada: poco se esperaba de la cumbre.
De todas las empresas multinacionales patrocinadoras ninguna, salvo una, firmó este año el acuerdo para comprometerse a cero emisiones contaminantes para una determinada fecha futura. La única que se comprometió con un sí a intentarlo renovando su forma de producir es la empresa española de energía eléctrica Iberdrola. El resto de empresas que dijeron no fueron: Amazon, Microsoft, IBM, Siemens, Barclays Bank, el Banco de América, el gobierno de Emiratos Árabes Unidos, el Ministerio de Industria y Tecnología Avanzada de Emiratos Árabes Unidos, Baker Hugues, Ernst & Young, Abu Dhabi Global Market, DEWA, Dubai Holding, DP World, Masdar, M42, RTA, Emirates NBD, FAB, Octopus Energy, HSBC, Mashreq, Korea Hydro & Nuclear Parver, Invescorp, Abu Dhabi Islamic Bank Goldwind y Dubhai Islamic Bank.
Lo más llamativo de la cumbre desde su inicio es que precisamente tanto el anfitrión como los países árabes hermanados con él y todas estas empresas citadas, más las superpotencias de China, Estados Unidos, Rusia, La India y otras, se negaron a alcanzar esas cero emisiones de CO2, la cumbre parecía ir a un fracaso total, con el único compromiso de la Unión Europea y de Iberdrola en avanzar en aquello que se acordó en París en 2015. En el último momento y como acuerdo de mínimos, al menos se acordó disminuir las emisiones contaminantes, no seguir con este ritmo actual de contaminantes, pero como ese ritmo lo ha acelerado China y La India y estos no estaban, pues de poco vale, por no hablar de que los principales productores de petróleo se negaron a reconvertirse.
Llegados a este punto, queda claro que es más efectivo hablar de tú a tú con las grandes empresas productoras, y que esa conversación lo mismo no tiene ni porqué ser convencional, con cambiar cada uno de nosotros de manera consciente nuestra manera de consumir y de vivir, ellas, por amor al dinero, se volverán los más ecologistas del mundo. Lo que no puede ser es querer que pare el cambio climático y coger el avión cada cual porque tienes en la cabeza que tienes que conocer tal o cual país, tal ciudad, o que tienes que ir sí o sí. Lo que no puede ser es que todo aparato de la vida diaria sea eléctrico, que los comercios tengan luces toda la noche y festivos, que todo ocio pase por el consumo, que no se pare de comprar ropa, que se denigre a los que usan objetos antiguos como muebles, ropa y otros, que no se reparen los objetos que se pueden reparar, que no se reutilice, que no se recicle, que haya montañas de ropa casi sin usar en África y Asia como producto de los deshechos de Europa y América, que no se disminuya la cultura de la gula y con ella el consumo de la carne, no es razonable que todo en hostelería tenga que ver con comilonas, especialmente de carne, como no es comprensible esos bares, por ejemplo, de Galicia, que rebosan de mariscos todos los días como si hubieran vaciado el mar, no es viable fomentar que los puestos de trabajo impliquen que todos los días tengas que ir y venir en vehículo a otra ciudad, no es viable la producción desaforada de plásticos, a menudo con un solo uso o bien para usos absurdos e innecesarios, no es viable, en definitiva muchas cosas de la vida diaria más común.
Mucha gente es incapaz de renunciar a las más mínimas cosas, como por ejemplo ir a comprar en coche, por poner un ejemplo, o no comprarse una camiseta, teniendo ya en casa camisetas útiles y más o menos nuevas, o no ir a comer una hamburguesa todos los fines de semana mientras siguen metiendo carne todos los días de su semana. Muchas de estas personas ponen el grito en el cielo cuando alguien, por ecología, les pide que no hagan tal o cual o que lo disminuya. Parece que se les pide un gran sacrificio... Un gran sacrificio por la humanidad fue el de la muerte de los griegos que murieron en las Termópilas sabiendo que morirían, el de los soldados que murieron en Normandía, los que murieron como consecuencia de ser voluntarios para limpiar y sellar la central nuclear de Chernóbil tras el accidente... a nuestras generaciones sólo nos están pidiendo que por favor no viajes en avión para ir a otro sitio cada vez que tienes vacaciones, o que no te compres tanta ropa o no comas tanta carne, o que no cojas el coche cada vez que sales de casa, o que compres en comercios de barrio (de proximidad)... Menudo drama, ¿no?
En fin, saludos y que la cerveza os acompañe.
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