lunes, julio 09, 2018

NOTICIA 1804ª DESDE EL BAR: CHECOSLOVAQUIA (1968-1991). DESDE LA PRIMAVERA DE PRAGA A LA SALIDA DE LAS TROPAS SOVIÉTICAS

Fotografía realizada por Vladimír Lammer durante la Primavera de Praga de 1968. Entrada de las tropas soviéticas en Praga, Plaza Wenceslas, 21 de agosto.

El pasado 13 de junio se inauguró una nueva exposición en la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital Santa María la Rica de Alcalá de Henares. La exposición, de la mano de Photo España, el Centro Checo de Madrid y el ayuntamiento de Alcalá de Henares, y con  Dana Kindrová de comisaria, está dedicada a Checoslovaquia (1968-1991) Desde la Primavera de Praga a la salida de las tropas Soviéticas, siendo así un acto en el cincuenta aniversario de este importante episodio del siglo XX y de la Guerra Fría. La exposición es gratuita y durará hasta el 2 de septiembre. Antes de ponerme a hacer las suplencias y vender libros en Domiduca fui a hacer algunas cosas que tenía pendientes y, sobrándome tiempo, decidí pasar a verla. Hacía mucho que no podía ir a este tipo de cosas. Vi que también hay una exposición dedicada al escritor y filósofo José Luis Sampedro, en torno a su forma de producción a la hora de escribir. No visité esa otra exposición, aunque puede ser curiosa.

La exposición la compone una gran cantidad de fotografías de varios fotógrafos, principalmente checos y eslovacos. Llama la atención la mayoritaria ausencia de las fotografías más famosas y repetidas en los libros de Historia, donde la población civil checoslovaca se subía a los tanques soviéticos, se ponían frente a ellos o repartían flores o hablaban con los soldados, en un acto de rebelión pacífica donde no faltaron conatos de violencia. Aunque hay alguna fotografía de ciudadanos hablando con soldados soviéticos, priman las fotografías que nos muestran el ambiente de violencia. Aunque la Primavera de Praga fue fundamentalmente de carácter pacífico, en términos generales, hubo muertos y momentos de tensión y disturbio, son esas imágenes las que centran el interés de la comisaria a la hora de mostrarnos este episodio histórico. Descubrimos así un carácter de la Primavera de Praga que si bien no estaba oculto, no es el más mostrado, y cambia el discurso de ocupados y ocupantes desde una perspectiva de connivencia como para permitir que se suban a los tanques, a otra perspectiva de amenaza y violencia. No es reinventar la Historia, pero sí es mostrar el lado que menos se nos había mostrado en las últimas décadas, a costa de escaquearnos el otro aspecto más pacífico. Para los que conocemos el asunto nos completa la visión, para los jóvenes que no conozcan bien el asunto o directamente no lo conozcan, se pierde parte de la información visual de lo sucedido. En los tiempos actuales donde las protestas pacíficas se pueden revestir fraudulentamente con facilidad en los medios de comunicación como actos de violencia, no sé muy bien qué pensar de esta selección, aunque en general creo que quien seleccionó las fotos quiso mostrar este aspecto casi olvidado en Europa Occidental. No sé si había de fondo otro tipo de mensaje más político, menos histórico o documental.

Las fotografías se centran en los sucesos de 1968 a 1970, dando un salto enorme hasta el periodo 1989 a 1991, por lo que se echa de menos el periodo intermedio.

Cuando el Imperio Austrohúngaro fue derrotado en la Primera Guerra Mundial, este fue dividido con la creación de diversos Estados que presuntamente respondía a las reivindicaciones de diversas nacionalidades fuertes que lo habían compuesto. En 1918 se creó Checoslovaquia, la cual tenía en sí dos nacionalidades y dos regiones claramente fuertes y diferenciados. Parecía claro que en principio esta era una creación artificial que no respondía exactamente a un Estado-nación. La unión de checos y eslovacos más o menos funcionó hasta que los checos facilitaron y apoyaron en su mayoría un partido político ultraconservador y católico que prohibió al partido comunista, persiguió a otros grupos de izquierdas y terminó dando entrada a la Alemania nazi para que invadieran los Sudetes e hiciera de Chequia un protectorado alemán en 1938. Con la Segunda Guerra Mundial la República de Eslovaquia fue anexionada a Alemania. Aunque hubo resistentes y exiliados que combatieron al nazismo, no fueron liberados del todo hasta que en mayo de 1945 las tropas de la Unión Soviética entraron en Praga. Los rusos restituyeron la República de Checoslovaquia, a excepción de la región de Rutenia, que fue cedida a Ucrania, por entonces de la URSS. Numerosos alemanes y húngaros fueron expulsados del país, por colaboracionistas con los alemanes, y en 1946 se restituyó el Partido Comunista de Checoslovaquia para celebrar elecciones. Los Pactos de Munich, celebrado por los aliados, habían acordado que los Sudetes permanecieran en Alemania, sin contar con la opinión de los checoslovacos, lo que hizo que se sumara a la percepción de libertadores que tenían hacia los soviéticos, así como a que la mayor parte de la población veía con buenos ojos la expulsión y persecución que se hizo contra los colaboracionistas, por ello las elecciones fueron ganadas por los comunistas de manera absoluta de manera muy evidente. A pesar de que en 1946 este era el panorama exacerbado de la sociedad checosolovaca, la Guerra Fría iba tomando posiciones cada vez más en Europa, por ello este estado de percepción amistosa hacia los rusos cambió cuando en 1948 los partidos políticos eslovacos conspiraron para que los soviéticos se hicieran con el gobierno y lo entregaran de manera permanente a los comunistas.

Stalin estaba en plena fiebre paranoica donde veía enemigos por todas partes, por lo que realizaba crueles y sanguinolentas purgas que también afectaron a Checoslovaquia. Checoslovaquia era uno de los países del Pacto de Varsovia que contenía en su esencia social unos valores y una concienciación democrática muy destacada en la Europa Oriental. Por ello ya en 1956 intentaron un proceso de intento de reformas políticas. Este proceso estaba muy avanzado cuando en 1968 ocurrió el mayo francés, que traía una oleada de ideas democratizadoras que en Europa Oriental tuvo su principal voz en la Primavera de Praga. Los checoslovacos iban más allá en sus reformas tratando de introducir una mayor calidad democrática. La URSS, inmersa en la Guerra Fría, lo vio como una amenaza y haciendo uso de los acuerdos del Pacto de Varsovia, el equivalente comunista al pacto de la OTAN en Occidente, a petición de diversos partidos políticos checoslovacos mandó tanques a Praga con un ejército de ocupación que garantizara el gobierno comunista en Checoslovaquia. El ambiente intelectual quebrado de los checoslovacos queda bien reflejado en la novela La insoportable levedad del ser (1984), de Milan Kundera.

La exposición fotográfica comienza justo en esa ocupación de 1968 y nos muestra a la población que yendo a trabajar en un día normal, se agolpa en sus plazas y calles perplejos al ver su ciudad tomada por los soldados rusos. Algunos se atrevieron a compararles públicamente con la ocupación alemana de la guerra mundial. Aunque varios ciudadanos trataron de hablar y razonar con los soldados, tratando de hacerles ver que no había ninguna contrarrevolución en marcha, y algunos se atrevieron a ponerse delante de los tanques, subirse a ellos o a entregar flores, ante la pasividad o la connivencia con las tropas rusas, se produjeron momentos violentos y tensos que fueron los más sonados en esas fechas, tales como un tanque que se estrelló contra los soportales de un edificio antiguo, o el incendio y destrucción de varios vehículos, lo que llevó a un enfrentamiento con muertos. Se ve aquí fotografías como las de la bandera checoslovaca con un charco de sangre, honrada por varios ciudadanos. Es de destacar la mucha presencia de mujeres y de gente de todas las edades. En 1969 hubo otro acto de resistencia al inmolarse un estudiante universitario, creyendo que con su muerte se iniciaría un gran movimiento contrario a los soviéticos en las calles. Los checoslovacos se movilizaron masivamente para su entierro, pero la URSS había aprendido en 1968 de las lecciones de la repercusión internacional de responder con una reacción y les dejó hacer. Uno de los últimos actos de protesta se producirá en torno a 1970, cuando una competición deportiva dejó una final a disputar entre soviéticos y checoslovacos, la victoria deportiva de los checoslovacos logró una gran cantidad de actos de alegría y conmemoración que no ocultaba sus tintes disimulados de revancha política que, siendo sinceros, sólo animaba a los checoslovacos de manera espiritual, pero no tenía efectos prácticos en cuanto a la deriva de sus libertades negadas. Hay que pensar que cuando los Beach Boys fueron a dar un concierto a Checoslovaquia por primera vez, en los años 1980, les sorprendió que la canción más coreada y famosa allí era una cara B con temática de amor y letra tontorrona, su estribillo, eso no lo sabían los Beach Boys, coincidía fonéticamente en checoslovaco con algunos de los lemas tarareados en las revueltas contra los soviéticos. Eran pequeños espacios de libertad de una reivindicación de una realidad imposible de alcanzar en esas fechas. Un modo de rebeldía dentro de la conformidad.

Los acontecimientos europeos siguieron adelante cuando en 1989 cayó el muro de Berlín y eso provocó una reacción en todo el bloque del Pacto de Varsovia, también en Checoslovaquia. Se recoge en fotografías también las numerosas manifestaciones de la época pidiendo libertad y democracia reales. Y así continuó el panorama hasta la caída definitiva de la URSS en 1991, momento en el que las tropas soviéticas salieron en dirección a la URSS, donde se enfrentarían a sus propios problemas internos que darían por resultado el fin de la URSS y de la Guerra Fría y el nacimiento de la Federación Rusa actual y de las múltiples repúblicas surgidas de la disolución de la URSS. Llama la atención de este periodo las fotografías en color que muestran a los soldados en imágenes casi cotidianas, para nada reverenciales, mostrándoles como soldados que eran jóvenes como cualquier otro, con sus carencias materiales en el ejército y sus caras de preocupación. Se ve igualmente el abandono irreverente de los símbolos soviéticos en Praga en 1992. Un final de exposición muy digno, que nos indica un camino de paz y de comprensión hacia las personas que les había tocado forzosamente ocuparles. Una visión de libertad y orgullo de los checoslovacos a la vez que de comprensión hacia los soldados rasos ocupantes y la caída de un a URSS que si bien un día les liberó, al siguiente les sometió.

Checoslovaquia dejaría de existir en 1992. Sus líderes políticos acordaron un referéndum pacífico donde la gente votó la disolución del Estado. Se formó entonces la República de Chequia y la República de Eslovaquia. Fue un proceso ejemplar y admirado, por cuanto desde el final de la URSS otro Estado en disolución, Yugoslavia, había conllevado su proceso en una serie de cruentas guerras. Ambas repúblicas nacidas de la antigua Checoslovaquia se integraron en la Unión Europea en 2004.

La exposición es una buena exposición de fotografía de reportaje. Se descubren detalles de la época y ambientes muy interesantes y caídos en el olvido, como por ejemplo se puede intuir en la forma de vestir de las mujeres o en las actitudes gestuales de los hombres. No dejan de ser los años 1960, y es una buena ventana a la Europa del Este, donde no se vivían las mismas cosas que en Occidente, pero que en aquel 1968 se asentó uno de los hitos que revolucionarían y cambiarían la sociedad y la conciencia que esta adquiere de sí frente al Estado. El individuo como protagonista social de sus destinos, y de eso hay una gran cantidad de imágenes en esta exposición.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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