domingo, enero 28, 2018

NOTICIA 1768ª DESDE EL BAR: MUSEO DE ARTE IBEROAMERICANO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES


Entre los meses de noviembre y diciembre de 2016 se inauguró en Alcalá de Henares un nuevo museo, que no una sala de exposiciones temporales, sino un museo con su colección permanente propia y sus actividades temporales. Se trata del Museo de Arte Iberoamericano de la Universidad de Alcalá de Henares. Tal museo es gratuito y está abierto por las mañanas y las tardes de los días laborales y por las mañanas de los días festivos y fines de semana. Se ubica en el ala izquierda del edificio Cisneros de la Plaza de San Diego, anterior cuartel de Lepanto, compartiendo edificio con la Biblioteca Central de la Universidad. Ha sido posible gracias a la Universidad, a la Fundación José Félix Llopis (que fue un importante coleccionista de Arte) y al Museo Luis González Robles (que fue uno de los comisarios de exposiciones de arte hispanoamericano más activos del siglo XX).

Ha pasado un año y tres meses desde que abriera sus puertas por primera vez y yo aún no lo había visitado. He aprovechado esta mañana para poder verlo. La exposiciones de arte contemporáneo tenían antes una gran cabida, hace bastantes años, en la Capilla del Oidor, e incluso en la Casa de la Entrevista. No se puede decir que no existan espacios en la ciudad para este tipo de arte. Los sigue habiendo, como por ejemplo ocasionalmente La Casa de la Entrevista o la Sala de Exposiciones del Antiguo Hospital de Santa María la Rica, pero un museo permanente de arte contemporáneo, no había. No hasta ahora. Y la cosa es que al llamarse Museo de Arte Iberoamericano yo suponía que podría albergar arte producido en Hispanoamérica en cualquiera de sus épocas, pero lo cierto es que prima el arte citado, más vanguardista, propio del siglo XX y parte del XXI. Sin embargo, la enorme sala que recibe al visitante, no contiene precisamente ese tipo de arte, sino cuadros religiosos del siglo XVII que estuvieron en iglesias de Cuzco, en la América española antes de la independencia.

En esos primeros cuadros del siglo XVII se nota una mezcla del arte con tendencias tanto europeas del Barroco, como estilos propios de una América criolla, tal vez india. Predominan los anónimos y los cuadros que no terminan de parecer totalmente acabados. Hay riqueza en los trajes y gusto por lo recargado y lo lujoso, propio de un barroco que en aquella América, sólo permitiría tales riquezas a las clases más pudientes y que aquí se ceden a figuras de santos, arcángeles y vírgenes. Los cuadros de esta sala necesitan una restauración urgente. Todos necesitan una limpieza, alguno que se le reponga fragmentos de pintura que saltó del lienzo, y en algún caso se debería cuidar de la lona del lienzo, pus algún cuadro hay que la lona tiene depresiones que marcan el bastidor de madera que la sujetan, lo que podría implicar su rotura futura. Como sea, en estos cuadros se puede apreciar una comparativa con el barroco europeo y como la suntuosidad americana choca con los personajes más humildes de los grandes cuadros que se generaban en Europa. Quizá ahí se muestra una diferencia de concepción del mundo. El predominio de anónimos pueden ser indicativo también de una función del arte diferente en aquella parte del mundo, y por tanto, otro sentido de la sociedad, por más que no se distancien mucho las aspiraciones de las clases más altas de ambos lados del océano. Me resulta interesante que en esos cuadros casi se puede adivinar un preludio o una fuente de estilo de lo que serán luego los murales mexicanos del siglo XX o los personajes de los cuadros de Botero, también en el siglo XX.

El suelo de esta sala contiene además una cata arqueológica donde se puede observar la estructura original del siglo XVI universitario bajo el edificio que en el siglo XIX-XX pasó a ser cuartel y en el XXI, edificio multiusos de la universidad, principalmente biblioteca y museo.

La otra sala grande contiene ya los cuadros y esculturas de tendencias vanguardistas del siglo XX, y alguno pintado en los primeros años del siglo XXI, como un retrato de Cisneros verde que retrata el alma que le intuye el artista. Me sorprende encontrar un Tápies en la colección, por más que Tápies era español y no iberoamericano, pero su explicación tendrá para estar allí. Allí se puede ver una selección variada de diversos vanguardismos del siglo XX. Mayoritariamente, sino todos, son cuadros de la segunda mitad del siglo XX en adelante.

Hay algunos cuadros que, sinceramente, no capté, pero también es verdad que fui con una amiga artista para conocer el museo por primera vez más que para hacer el necesario ejercicio de meditación y abstracción en uno mismo para poder tratar de absorber e interpretar desde tu propio interior lo que ves. Necesita de nueva visita. Hay algunos cuadros, eso sí, que si tenían cierta potencia para mí, como por ejemplo uno de Feito en rojo y negro, u otro que retrataba Navas en blanco y negro, a rasgos muy llamativos, que a mí me inspiraban a algo místico y natural. Una escultura llamada "Las infantas", nos retrotrae a Velázquez, pero también a un cierto mundo entre Dalí y el Equipo Crónica. Es un museo curioso, y para los amantes de las vanguardias que vivan en Alcalá debería ser un lugar de obligada visita. Ahora bien, si no te gustan las vanguardias, y tampoco te gusta el arte religioso generado en la América española, quizá debes pensarte hacer o no hacer la visita. Yo la hago, porque me gusta ver estas cosas y pensarlas o ver qué me aportan. Y no es que sea un gran entendido. No hay porqué serlo. Sólo hay que ir a ver qué recibes de lo que ves.

Por otro lado, el pasado viernes empecé un nuevo trabajo, en el Archivo de la Vivienda Social de la Comunidad de Madrid. Se trata de un proyecto de cinco meses. Mi nueva empresa me dio alguna indicaciones este viernes pasado, y mañana lunes comienzo ya más a fondo. Mientras tanto, por la tarde, realicé mi segundo examen de ayudante de archivos.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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