jueves, diciembre 03, 2020

NOTICIA 2008ª DESDE EL BAR: VEINTISÉIS MILLONES DE ESPAÑOLES

A 1 de enero de 2020 había censados en España 47.329.981personas (cifra del Instituto Nacional de Estadísticas), si le sumamos población flotante no censada (inmigrantes no censados, turistas, estudiantes y trabajadores extranjeros, militares de países aliados destinados en España, diplomáticos extranjeros, gente de negocios con estancias variables en el país, etcétera) podríamos hablar de unos 48.000.000 o algo o poco más, tal vez. A fecha de 3 de diciembre de 2020 sabemos que un grupo de ex-militares, policías y otras personas retiradas de las fuerzas del orden españolas escribieron una serie de lindezas, poniéndose a disposición del rey Felipe VI, donde dijeron, entre otras cosas, que había que fusilar a 26.000.000 millones de españoles. Este grupo era un grupo abiertamente de extrema derecha, hasta el punto que alguna voz del partido Vox ha hecho alguna declaración aparentemente de comprensión ante las cosas que se dijeron por parte de esta gente. Esos 26.000.000 millones de españoles a fusilar por parte de gente que se declara patriota y amante España, serían más o menos la suma de aquellas personas que votamos o nos declaramos de izquierdas (en sus diferentes opciones) y de partidos nacionalistas. Si nos ceñimos al censo del 1 de enero de este año, para esos "patriotas" España, lo que ellos entienden como España, solo pertenece a 21.329.981 personas, los más o menos compatibles o totalmente afines a ellos, que en estos momentos según estadísticas son las personas que han votado u optan por opciones de derechas en sus diferentes modalidades. El Ministerio de Defensa hoy mismo ha decidido tomar medidas y poner en manos de la Justicia todo este asunto, sobre todo para demostrar su compromiso con la democracia y su neutralidad política como fuerzas armadas de todos los españoles y no solo de los de las opciones políticas de sus mandos. 

Dado el caldeado ambiente político de este 2020 podríamos considerar que algo grave está ocurriendo de fondo, pero en realidad no es cosa de hoy, no es cosa solo del 2020. No me voy a remontar a los años de la Transición, ni siquiera a los supuestos complots para dar golpes de Estado que hubo tras la Operación Galaxia y el 23 de febrero de 1981, de los cuales el último desmontado ocurrió en 1985. Aquello eran rémoras del franquismo en un  ejército con muchos oficiales ejerciendo provenientes y deudores aún de la extinta dictadura de Franco. Precisamente desde 1976 y tras 1981 hubo un gran ejercicio de regeneración democrática de las fuerzas del orden, pero a nadie se le escapa que algún sustrato quedó.  En pleno 2020 esto debería estar superado, pero la cosa es que la extrema derecha, con o sin nostalgia idealizada del franquismo, siempre estuvo ahí. Me remontaré, eso sí, a la Pascua Militar de enero de 2006, con esta bitácora estrenada pocas semanas antes en el final de 2005. Entonces me hacía eco de unas palabras de un general en activo que de inmediato pasó a la reserva, el general Mena, cuyo trasfondo era golpista (Noticia 12ª). No fue la única vez de declaraciones parecidas, aunque no me hiciera eco de otras declaraciones similares a lo largo de estos años, habitualmente de parte de militares o de guardias civiles retirados o a punto de retirarse, lo que denota que mientras tienen carrera que trabajar, no arriesgan, pero es un problema, porque ¿y si un día un alto mando joven decidiera arriesgar como hiciera Miguel Primo de Rivera en 1923 o el general Mola y compañía en 1936? Las analogías son peligrosas, porque hay que salvar distancias y tener en cuenta las diferencias de cada época, aunque unas épocas son herederas y ejemplo de otras. 

Tras 1981, con el golpe fallido de Tejero, Armada y Milans del Bosch, y salvaguardando los intentos abortados de raíz hasta 1985, todos ellos con nostalgias de Franco, toda esa extrema derecha favorable a golpes reconvirtió sus nostalgias con una mezcla de pensamientos sobre la necesidad de orden ante los atentados de ETA, por ende, ante la creación del Estado de las autonomías y la concesión de derechos como el aborto o el divorcio, siendo incluso la legalización del PCE algo menor para ellos dado que el partido fue perdiendo seguidores y que IU, desde 1986, no tuvo la fuerza suficiente como para ponerse de tú a tú con el PSOE. Ha sido el ascenso del nacionalismo catalán desde principios de la década de 2000, pero muy evidente en la década de 2010 con el proceso independentista, y el ascenso de Unidas Podemos, que cuenta con IU en su interior y cuyo ideal socialista para la sociedad es más claro que el del PSOE, pero sobre todo con la coalición de gobierno PSOE-Unidas Podemos este mismo año, lo que ha hecho que esta tendencia residual, pero nunca inexistente, vuelva a tener fuerza y relativo envalentonamiento de nuevo, tal vez porque se sientan refrendados por todos aquellos españoles que votaron a Vox en las últimas elecciones, grupo político con el que coinciden en muchos análisis de la actualidad española, independientemente del valor de esos análisis.

La cosa es que cada pocos años unos militares retirados, o a punto de retirarse, han salido a la palestra para hacer comentarios análogos, con la novedad de que este año señalan como solución el fusilamiento de veintiséis millones de personas que no piensan como ellos, ni tampoco parecido. No es que esos militares, desde 2006 a 2020, por no citar el periodo anterior, se hayan vuelto antidemócratas justo al retirarse, es que esas ideas ya las tenían en sí mismos y si no las han expresado antes quizá sea porque no deseaban perder su carrera y su oficio, así como su prestigio militar ganado en sus entornos laborales, familiares y tal vez amistosos y de vecindario, pero sobre todo por miedo a perder esa carrera, ese oficio, los emolumentos relacionados y posiblemente una hipotética idea de honor a la que teóricamente dedican su vida. El problema está hoy, 2020, en el mismo sitio que estaba en 1923 con las Juntas Militares y Miguel Primo de Rivera, en el mismo sitio que en 1932 con Sanjurjo, en el mismo sitio que en 1936 con Mola, Goded, Franco y el resto, y en el mismo sitio que en 1981 con Tejero, Milans y Armada, en que un día aparezcan mandos dispuestos a tomar parte activa de sus pensamientos sin necesidad de esperar a simplemente hacerlos pasar por declaraciones a la hora de estar jubilados. El peligro está en que un día unos mandos relativamente jóvenes decidan dar un paso catastrófico y calamitoso.

Me he retrotraído al general Mena en 2006 como antecedente de estas declaraciones de otros ex-militares en 2020, pero podríamos ir al 2017, cuando otros tantos militares hicieron lo propio con motivo del proceso independentista catalán. No olvidemos, por otra parte que los partidos políticos de extrema derecha ganaron buena parte de sus votos en las elecciones generales celebradas en 2019 en los barrios residenciales de militares, guardia civiles y policía nacional. Tienen derecho democrático a ejercer las ideas que crean más oportunas para España, siempre y cuando, igual que el resto de las ideas de los demás ciudadanos, sean compatibles con la democracia y las libertades establecidas. Lo que hay que controlar, dado que las fuerzas del orden son un brazo especial de la sociedad, es que sus ideas, sean las que sean, siempre estén acordes con una calidad democrática impecable e incuestionable donde tengan claro que nadie sobra ni ninguna idea está de más en las urnas y en la actividad diaria de las personas.

Quizá las fuerzas del orden españolas necesiten de recibir sondeos cada poco tiempo, pero sobre todo, quizá, toda aquella persona que vaya adquiriendo ascensos no pueda acceder a ninguno de ellos si no se demuestra mediante exámenes periódicos e incisivos sus valores democráticos. 

Puede que la noticia de estos días no pase de anecdótica y llamativa, potenciada por los medios, pero no es negable que pocos o muchos hay quienes habiendo ejercido mandos y autoridad sobre personas armadas opinan sobre el fusilamiento de más de la mitad de los españoles en nombre, paradójicamente, de España.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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