Estamos en otro 11 de septiembre. Para unos es la efemérides de la derrota de los partidarios de los Augsburgo en la Guerra de Sucesión Española en 1714, cosa que ocurrió en Cataluña y que por ello los nacionalistas catalanes se lo han apropiado como si fuera una afrenta a Cataluña en lugar de la guerra dinástica que fue. Para otros es la efemérides del golpe de Estado por parte de la extrema derecha en Chile con la consiguiente muerte del presidente democrático Salvador Allende, en 1973, a estos se les suman muchos antinorteamericanos por razones múltiples, pero normalmente como contrapunto a la efemérides de 2001. Hay otras efemérides en esta fecha, los irlandeses pueden recordar como en 1649 Oliver Cromwell derrotó a los monárquicos en Irlanda y prendió fuego a una iglesia católica con gente refugiada dentro. Luego están los nacimientos y las muertes en esta fecha, pero la fecha que yo viví fue la del 2001.
El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar el hecho histórico que diferenció el siglo XX del siglo XXI. Unos fanáticos religiosos del Islam derribaron las dos torres gemelas de New York con aviones de pasajeros. Miles de personas murieron ese día. La estela de humo se vió desde el espacio exterior. Norteamérica registró un pequeño seismo cuando se cayeron los rascacielos. Allí estaba amaneciendo y la gente estaba incorporándose en sus trabajos. Aquí, en España, estábamos a punto de comer. Yo estaba preparándome cuando vi en la televisión la noticia del primer impacto, al principio parecía un accidente, pero cuando ocurrió el segundo impacto en la otra torre ya sabía yo y mucha gente que aquello no era un accidente mucho antes de que los periodistas lo confirmasen en riguroso directo. Luego el avión en el Pentagóno y el otro derribado... Mi teléfono no paró entonces de recibir llamadas de teléfonos de amigos preguntándome que iba a ocurrir ahora. Por la tarde me pidieron reunirme en la Facultad de Filosofía y Letras, donde algunos estaban estudiando exámenes de recuperación de asignaturas y estuvimos hablando. No me equivoqué en mi diagnóstico de aquel día. Al-Qaeda no reconocía la autoría de los atentados, el propio Osama Bin-Laden negó estar detrás de aquellos hechos. Se puede comprobar en las hemerotecas. Lo reconoció muy poco tiempo después, quizá en 24 ó 48 horas después, pero no en un principio, no el mismo día 11 de septiembre de 2001. Luego hasta se regocijó dando detalles. Así que como las cosas no parecían muy claras y no había un enemigo tangible en el que Estados Unidos pudieran vengarse, dije que dado que los autores parecían islámicos lo más probable es que invadieran Afganistán, porque estaba gobernada por talibanes, una rama del islamismo más extremo que el resto del islamismo repudiaba. El resto de los países, ya fuesen islámicos, amigos o enemigos de Estados Unidos, le dejarían hacer porque lo considerarían de justicia a la vez que algunos se quitarían ese peso de encima, ya que, no lo olvidemos, los talibanes estaban intentando expandir su visión de la vida a sus países vecinos. En un mes la invasión estaba realizándose. Al-Qaeda, que en un principio tenía su foco en Arabia Saudí de manera ilegal, se había instalado allí con protección del gobierno afgano, quizá uno de los movimientos políticos más estratégicamente desatinados por parte de un gobernante, aunque probablemente uno de los más éticamente correctos, no porque uno comulgue con los talibanes, sino porque fueron consecuentes con sus ideales a pesar de saber lo que suponía aquello. Está claro que no conocían las teorías de Maquiavelo, ni tampoco conocían la Historia Antigua en cuanto a aquella entrega de la cabeza cortada de Pompeyo por parte del rey de Egipto cuando el romano huido se refugió allí y vino a buscarle Julio César como colofón de la guerra civil romana.
La Guerra de Afganistán se prolongó cerca de diez años y aún en 2014 da coletazos. Se vieron escenas como aquellas donde la población civil, reducida a una vida medieval en el país más pobre de recursos del mundo, ni siquiera sabía porqué les invadían ni que Estados Unidos había sido atacada previamente por aquellos a los que protegían y que por tanto se presentaron en aquella guerra ante ellos como salvadores. Cosas de la propaganda de guerra. Al final resultó que Osama Bin-Laden se ocultaba en Pakistán, paradójicamente uno de los aliados más firmes de los norteamericanos en esa zona. Y no se ocultaba precisamente en una cueva, si no en una mansión situada en una región donde algunos sospechaban que vivía él. El cuerpo muerto de Osama Bin-Laden, pues los soldados norteamericanos no llegaron a permitir que se le juzgara vivo, estuvo en tal mal estado que no se le fotografió, al menos no se hizo pública ninguna foto. Se le lanzó al mar. Esto ha levantado todo tipo de teorías de la conspiración.
Entre medias hubo otra guerra, la Segunda Guerra de Irak, comenzada en 2003. Irak no estaba gobernada por un islamista, si no por Sadam Husein, quien puso en jaque al mundo con su guerra contra Irán entre 1980 y 1988, quien después exterminó a varias minorías étnicas de sus territorios, quien después invadió Kuwait en 1990 con la excusa de necesitar una salida al mar, con el petróleo de fondo, lo que llevó a la Primera Guerra de Irak ente finales de 1990 y principios de 1991. En aquella ocasión fue la primera vez que soldados españoles entraban a tener misiones de guerra desde Sidi Ifni entre 1957 y 1958. Luego participaríamos en Bosnia-Herzegovina, Kosovo y otras, como la de Afganistán citada. Husein, un producto de la Guerra Fría en el mundo islámico, no había prohibido al Islam en Irak, pero lo mantenía a raya. Era un habitual aliado de la Unión Soviética, pero cuando los ayatollahs se hicieron con el poder en Irán, a pesar de que los estadounidenses le pasaron armas a Irán (para escándalo de los americanos), fue aliado también de Estados Unidos. La guerra de 1990-1991 había sido el último acto de la Guerra Fría tal como se había conocido (caso aparte es ahora Ucrania). Muchos olvidan que se estuvo a punto de caer en la Tercera Guerra Mundial y que si no se cayó en ella era porque la Unión Soviética se derrumbaba por dentro, terminó aquel mismo año de 1991. Husein nada tenía que ver con el islam extremista, él, siendo musulmán, estaba más cerca de no ser practicante que de serlo, y en sus leyes dictatoriales se notaba. El presidente Bill Clinton quiso tapar sus escándalos sexuales bombardeando Irak de nuevo a lo largo de la década de 1990 por diferente "casus belli" en cada ocasión. Cuando cayeron las Torres Gemelas en 2001 la gran mayoría sabíamos que Irak estaba muy limitada y débil, que nada tenía que ver en ello. Pero algunos miembros del Partido Republicano estadounidense quisieron implicarle. El mayor argumento que daba entonces George W. Bush, presidente de Estados Unidos, era que tenían armas de destrucción masiva, cosa imposible tras tantas derrotas militares de Irak, y todas las limitaciones y controles internacionales que tenía impuestos. Entonces George W. Bush decía aquello de que Husein había intentado matar a su papá, George Bush, quien fuera presidente cuando la guerra de 1990-1991. En 2002 sólo unos pocos nos manisfestamos contra la previsible nueva guerra en Irak. Mucha gente adulta nos decía que no sabíamos nada del mundo como para manifestarnos. Hubo mucha gente en las calles, pero pocos en comparación con lo que estaba por venir. En 2003 realmente hubo guerra con Irak, y participó en principio España, y fue entonces cuando todo el mundo salió en tromba a manifestarse contra la guerra, olvidando muchos las cosas que dijeron de los que llevábamos desde 2002 manifestándonos en ese sentido.
La Segunda Guerra de Irak también fue muy larga y todavía en 2014 sigue dando coletazos igualmente a la de Afganistán, aquí Estados Unidos podría decir que ni ha ganado ni ha perdido, de momento. Sadam Husein fue apresado a finales de 2003, estaba escondido en un agujero en la tierra. Su juicio fue injusto, pues ya se sabía su condena de antemano. A pesar de lo atroz que era esa persona, se cometió una injusticia en su proceso judicial. Fue sentenciado a morir en la horca, y así murió. Probablemente se eligió el año 2003 y no el 2001 o el 2002 para atacar Irak por motivo de que de haberlo hecho entonces sí hubiera habido estados islámicos dispuestos a aliarse contra Estados Unidos. Tras iniciar la guerra en Afganistán se eligió el momento propicio para Irak. No había armas de destrucción masiva, cosa que la gran mayoría de los ciudadanos del mundo sospechábamos. Toda la guerra fue una gran estrategia no sólo petrolífera, sino también para centrar en frentes de combate convencionales una guerra contra el terrorismo que en principio no tenía frentes de combate. Hasta ese momento, en diferentes años, tras New York la gente de Al-Qaeda atacó también en Casablanca (Marruecos), Madrid (España), Londres (Reino Unido), en Yakarta (Indonesia), asesinó a una persona en Amsterdam (Holanda), etcétera. La Segunda Guerra de Irak se puede analizar mucho más profundamente desde muchas perspectivas, pero quizá su mayor éxito fue un éxito de estrategia militar: transformar una guerra sin frentes de combate en una con frentes de combate definidos y fácilmente abatibles por tropas convencionales norteamericanas. Aunque lo cierto es que la guerra sin frentes se estancó en Irak, y por eso se transformó en un país lleno de sangrías en forma de llámeseles atentados o actos guerrilleros o como se quiera.
En pleno 2014 podemos decir que han ocurrido muchas más cosas derivadas de aquel 2001, un año en el que, por cierto, George W. Bush había molestado a mucha gente (entre ellos a aliados) antes de los sucesos del 11 de septiembre, por ejemplo a costa de querer instalar un escudo antimisiles alrededor de Rusia, sin motivo aparente, con ayuda de Polonia, o por ejemplo en una guerra económica contra la Unión Europea porque el euro, un poco antes de nacer en aquellas fechas, empezaba a ser más interesante para las bolsas bancarias que el dolar. En 2007 hubo un amago de gran crisis económica mundial, pero esta se hizo realidad en el final del verano de 2008. Uno de sus protagonistas, sobre todo en lo referente a España, fue el banquero ayer fallecido Emilio Botín, a quien mucha gente recordó su muerte en las redes de Internet y en los comercios de calle con efusivas muestras de alegría o como mínimo de tranquilidad en esa expresión de "uno menos", que probablemente es la que más oí a lo largo del día y que sigo oyendo incluso en mujeres mayores que van a comprar el pan.
La crisis de 2008 es la mayor desde 1929, superando aquella. Sin adentrarnos en ella, pero íntimamente ligada a los sucesos del fin de la Guerra Fría en 1991, los atentados de New York de 2001 y las guerras que siguieron a ese suceso, estuvo detrás de las revoluciones democráticas del mundo islámico de 2011, de la revolución social griega y española de ese mismo año y de la extensión de ese sentimiento al resto de Europa y a Estados Unidos. Y entre tanto, en Irak, un tanto abandonada momentáneamente a su suerte, los herederos de Al-Qaeda, los aún más radicales fanáticos del autoproclamado Estado Islámico, también conocido como Isis o como el Califato, se ha levantado sobre las ruinas de la guerra y se ha extendido a Siria. Tienen unos frentes de guerra convencionales, usan armas norteamericanas que fueron entregadas a Irak y que cayeron en manos de esta gente en sus victorias bélicas. No siguen las normas bélicas internacionales, siguen las suyas propias basadas en interpretaciones radicales del Corán, un tanto ancladas en conceptos medievales. El gobierno de Irak y el de Siria los han combatido casi en soledad, teniendo que hacer frente a la vez a sus anteriores guerras civiles, aún en activo. Turquía ahora les ayuda. Incluso Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí han decidido atacar al Estado Islámico por su cuenta, sin esperar a Estados Unidos, lo que es algo novedoso, nunca visto desde 1945. En cierto modo, aunque combaten a un enemigo de Estados Unidos, es a la vez un cuestionamiento del poder actual en la zona de la superpotencia. Estados Unidos ha decidido atacar sólo con la aviación, probablemente un error, pues a pesar de todo es probable que sólo la guerra por tierra y la extensión de unas ideas democráticas entre la población civil sea lo efectivo ante un enemigo que combate por convicciones férreas de fanatismo religioso. La Unión Europea, preocupada por el asunto de Ucrania, apenas presta atención y se ha limitado a mandar armas, ignorando que el Estado Islámico tiene por objetivo extenderse por los límites del antiguo Imperio Islámico de la Edad Media, desde la península Ibérica, a través de África, del sur de Italia, de Europa Oriental, del Próximo y del Medio Oriente hasta un poco más allá de La India. Es pretencioso, sí, y probablemente no lo logren, pero el peligro está en aquellas personas a las que logren convencer de sus ideales. Las ejecuciones masivas de iraquíes que no siguen estrictamente las creencias que ellos tienen, siendo igualmente islámicos, han dado la vuelta al mundo.
El mundo del 2014 es hijo del 2001. Y no podemos olvidarlo, vivimos en él. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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