lunes, marzo 23, 2009

NOTICIA 597ª DESDE EL BAR: SEVILLA


Me he ido furtivamente a Sevilla aprovechando mis días libres de trabajo. Regresé ayer. No me gusta el tiurismo convencional, aunque me gusta disfrutar de lo que me gusta, y la Historia y el arte me gusta. Pero me gusta conocer los ambientes fuera de los ámbitos convencionales del turismo... y de vez en cuando ahondar en la exploración de mis abismos más íntimos. De hecho fui a Sevilla por viajar, hacía mucho que no lo hacía, por descansar en algo fuera de la rutina (sin descansar en lo extraordinario no rutinario), y por mi propio mundo interior, que necesitaba huír para retrasar, ahondar en uno de los abismos propios.

Quizá por ello viajé a Sevilla como pude haber viajado a Cádiz, Mérida, Ceuta o cualquier otro sitio. Simplemente, me levanté la mañana del jueves, cogí tres camisetas, algunas mudas y me fui a Madrid capital, a la Estación del Sur. Iba a coger el primer autobús que saliera de la capital. El primero iba a Sevilla, ciudad en la que no había estado nunca antes. Quizá por todo lo dicho no tenía alojamiento, pero me daba igual y no es lo primero que busqué. Quizá por ello he dormido en un albergue juvenil detrás de la catedral, por 17 euros la cama compartida con varias personas más en viaje, y después en un hostal excesivamente barato para ser Sevilla, por 20 euros, cerca de la estación de la Plaza de Armas, y su precio se debía quizá al dueño que bebía vino de cartón en la recepción, porque había manchas de cucarachas aplastadas en las paredes de mi cuarto, que olía permanentemente a humedad y tabaco con sus manchas en la cama, porque era un hostal tan barato que lo usaban constantemente clientes que iban con prostitutas cuyo sonido de su trabajo no paraba de gemir a ambos tabiques de mi cuarto 110, iluminado con una luz de neón blanca sobre un lavabo de porcelana deteriorada. Y después de eso, en la tercera noche, dormí en la casa de una amiga que conocí en Alcalá de Henares cuando yo trabajaba de camarero en al Vaca Flaca, que encontré allí porque se trasladó hace tiempo a vivir en Sevilla. Una casa enorme, compartida con una amiga suya, en la Alameda de Hércules, una barriada llena de bares de copas para salir por la noche, parecido al Lavapiés madrileño. Una barriada llena de prostitutas en el pasado, y rehabilitado de esa población a partir de la renovación de Sevilla en 1992, por la Exposición Universal. Las amigas que me acogieron (y me dieron una cena encantadora y sencilla en su casa, pero fantástica por la compañía) me contaron esto y sus sospechas de que su casa tiene unas peculiaridades arquitectónicas que les hace pensar que quizá fue un prostíbulo anteriormente. No lo sabemos. Lo observé, observé sus tabiques y sus habitaciones, es posible. Qué gran última noche compartida con ellas. De bar en bar por la Alameda, y me callo el contar el último bar, con una conversación simpática e inteligente, daba confianza y buen estar.

Quizá por todo esto he podido tener el lujo de poder entrar en la catedral de Sevilla nada más abrir sus puertas el cura, y poder caminar por su interior, en penumbras, yo solo, sin nadie, salvo el cura preparando el templo para una misa en una de sus capillas. Oyendo el sonido de un telediario de debates detrás de la tumba de un obispo de siglos atrás, en una minicapilla, era del guardia de seguridad, cuya garita nocturna estaba peculiarmente ubicada y oculta. Quizá por todo ello visité los Reales Alcázares de Sevilla y sus jardines por precios exhorbitados y con una guía profesional llena de fallos de datos de Historia, de arte y de desconocimiento del Islam, pero obsesionada con buscarnos el mejor punto para hacer fotografías... yo apenas hago fotos, para eso tengo postales a mano y libros de arte, busco un lado más humano, y busco más datos y menos engañifas turísticas a precios disparados, no soy un viajero que esté interesado en ver todo para hacer fotos de todo, nunca lo he sido, busco otra cosa. Como un rato a solas delante de la fuente cuya agua crea música con un órgano interno, en los Reales Jardines. Quizá por ello miraba tanto a los carros de caballos como a los tranvías, andaba de uno a otro lado de la ciudad, por sus murallas romanas-medievales-modernas, por sus bares como el del Corto Maltés o el Merchent's irlandés, por sus calluelas. Quizá por ello contacté con Eriwen y me enseñó Sevilla a su modo, que es lo que quería, ver como interpreta ella que debe mostrarme su ciudad. Y vimos un convento de Beneradísimos Padres, o un Museo de Arte Contemporáneo que me dejó cautivado con su colección de pinturas, un mini Museo del Prado, y comimos en un bar de bocadillos gigantes y tomamos cervezas en la Plaza del Salvador, que por la noche, ya sin Eriwen, se llena hasta los topes de gente de todas las edades haciendo botellón, bebiendo en la calle socialmente, sin policias a caballo que lo impida. Y las chicas y las mujeres te miran a los ojos fijamente, sin eludir ni fingir, y tú miras creyendo que es un error, pero entonces siguen mirando más, y te das cuenta de que no es un error, que te miran fijamente. y la gente te habla sin más, se socializa. Pero necesitas algo de música y callejeas y encuentras el Merchent's Irish Pub, donde hay rock, buen ambiente hasta pasadas las cuatro de la madrugada, y donde nunca tendrás problemas de pago, porque te dejan pagar con tarjetas si lo necesitas.

Quizá por todo eso, cuando me dediqué el tiempo a mí mismo, a solas, paseé por el Parque de María Luísa, viendo árboles de la liana, con sus troncos gruesos llenos de nervaduras, donde cabría un coche. Viendo palmeras diversas, pinos, sauces, olmos, fuentes del siglo XIX y de comienzos del XX, aves negras, el monumento a la infanta María Luísa, que donó sus jardines omo parque a la ciudad a finales del siglo XIX. viendo el monumento a Gustavo Adolfo Bécquer, con el Presente, el Futuro y el Pasado de plañideras y un ángel a sus pies suicidado, con un puñal en el pecho. Quizá por ello, y por mi abismo interior, me inspiró todo un poema que escribí en una pagoda sobre una colina artificial llamada "monte Gurugú" en homenaje a los caídos españoles en aquella batalla en la guerra del Rif a principios del siglo XX.

Arquitecturas mudéjares y renacentistas. El escudo del Rey Luís que conquistó la ciudad y coronó la torre de la mezquita con su emblema cristiano, la Giralda. El Museo de Arqueología y su colección imprescindible para los amantes de la Historia y los del Arte. Un paseo por el río Guadalquivir, por sus orillas, viendo edificios de la Exposición de 1992, la gente joven practicando deportes de patinetas y de escaladas de paredes, sus múltiples puentes, la gente que pesca, los que pasean sus perros, el padre que enseña a llevar una bici en dos ruedas, el hombre de traje gris que tira rosas al río, en actitud funesta, los que compiten en piragüismo, las parejas, las paredes pintadas de grafittis lleno de arte como museos urbanos actuales, los puentes, los patos, la brisa, el cielo atardeciendo, la Torre del Oro muy lejos de esa zona y la nao Victoria reconstruída a semejanza de sus formas en el siglo XVI. La paz.

Regresé a Madrid, a Alcalá de Henares. Hubo momentos surrealistas en este viaje. Los buscaba en parte. Al cuello me he traído un colgante de cuero que me dieron. Me dijeron que en su interior, en la parte que más cae al pecho, un africano escribió "Dios te quiere", referido a Dios bajo el nombre de Alá, supongo. Y en Alcalá... la Calle Mayor, porticada, medieval y renacentista. Y mi casa, cerca del Río Henares en su zona menos visitable. Y en mi casa, mi gata me esperaba.

3 comentarios:

Bayadère dijo...

Qué envidia me has dado... Además, me has recordado a todos los momentos que he pasado escuchando a mi padre hablar de sus viajes: a cualquier ciudad sin tenerlo planeado antes (como has hecho tú), durmiendo incluso en bancos en verano, o con un simple "petate" en un viaje a Mali...
Me alegro de que te haya cundido tanto el puente.

Canichu, el espía del bar dijo...

Ya lo había hecho otras veces. Es una forma de viajar. Te la recomiendo. Un abrazo.

Anna dijo...

Genial, he vuelto a revivir mis visitas a la ciudad, he sentido el latir de Sevilla, y me has recordado el ultimo libro que he leido y comentare en breve en el blog