Corto Maltés: “Es imposible. Mi cara no cambia de lugar, ¡siempre va conmigo!”
Corto Maltés es el anarquista de los cómic por excelencia. Nació el 10 de Julio de 1887 en La Valeta (Malta). Su padre era un británico de Cornualles, mientras que su madre era una gitana española de Sevilla. Pasó gran parte de su infancia en Córdoba (España), pero no tuvo nunca residencia fija, aunque fue suya una casa propia en las islas Antillas, en La Antigua, y sus mayores periodos de residencia fue en Hong Kong, sobre todo en los barrios más empobrecidos y conflictivos. Tuvo una vida llena de riesgos.
Una gitana amiga de su madre quiso leerle la mano y descubrió que había nacido sin línea del destino en la mano izquierda, lo que le sobreimpresionó de tal manera que decidió marcar su propio destino rajando su mano con una cuchilla de afeitar de su padre. Aquella cicatriz auto inflingida en su mano izquierda fue todo un símbolo que marcaba al personaje con personalidad propia. Nadie ni nada decidiría por él, él era el dueño de su destino y sus decisiones al respecto.
Desde adolescente se vio envuelto en diversas aventuras extrañas, desde China en plena Guerra de los Bóxer en 1900, a la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, o a viajar en busca de un tesoro en Argentina, o a practicar la piratería en el Caribe, o verse envuelto en diversos problemas en África. En todos estos sucesos Corto Maltés pudo conocer y relacionarse con diversos personajes importantes de la izquierda del momento, un jovencísimo Stalin, antes de ser Stalin, el escritor comunista Jack London, el fuera de la ley estadounidense Butch Cassidy… En 1910 ya ostentaba el rango de oficial de segunda en el barco Bostoniano, donde ayudó a John Reed, líder de la internacional sindical.
Sus aventuras, ya sean como idealista, como pirata o como mercenario, le llevaron a ser abandonado en el mar atado a una balsa de apenas unos pocos maderos. Fue rescatado entonces por Rasputin, su amigo y compañero de las aventuras de donde se podía sacar dinero. Rasputin, de nombre idéntico al consejero religioso de la familia del Zar de Rusia, era un soldado zarista desertor que se ganaba la vida viviéndola peligrosamente en busca de fortunas aunque fuera a costa de matar a sangre fría. Con él se enteró del comienzo de la I Guerra Mundial (1914 – 1918) de la cual participó en varias ocasiones. Estuvo de este modo en Europa (llegó a vender armas de contrabando a los independentistas irlandeses, o asistir a la muerte del Barón Rojo) y también en Asia. En China vivió intensamente los conflictos bélicos entre las sociedades secretas chinas, el constante conflicto chino entre imperialistas, republicanos y comunistas, el comienzo de los problemas entre China y Japón, y los conflictos en los territorios chinos, mongoles y rusos, por donde pasaría a Siberia en 1919 intentando robar un tren con oro zarista que era codiciado por chinos comunistas, mongoles y los propios rusos, que en esos lugares estaban en plena guerra entre zaristas y bolcheviques. Fue precisamente esa misión la que casi eliminó su vida y no le hizo reaparecer hasta 1920.
La década de los llamados años locos pudo comprobar los efectos de la llegada al poder de Stalin y sus purgas, de una de las cuales salvó la vida gracias a que el dictador recordó su encuentro pasado. Y precisamente a causa de las purgas fue en busca de un viejo amigo suyo a Argentina, posible víctima de una de ellas.
Así fue transcurriendo su vida de continente en continente, de mujer en mujer, de aventura en aventura, hasta que al final se encontró una nota escrita sobre él donde se le trata como agente izquierdista a vigilar. Se le perdió la pista en España en 1936, donde fue a combatir como brigada internacional. Sin embargo, desaparecer no es morir, y Hugo Pratt dijo encontrar cartas sobre Corto Maltés que hablaban de diversas acciones en 1941. Aún más, decía Pratt tener una carta del sobrino de este aventurero fechada en 1965, y que decía de su tío ya anciano que solía sentarse pensativo en el jardín desde la muerte de su mejor amigo.
*** Corto Maltés es el personaje de cómic más popular e importante del creador Hugo Pratt, que murió en 1999. Fue creado en 1970 y sus álbumes se editaron a lo largo de esa década y se reeditaron en los 1980’, están a punto de reeditarse de nuevo actualmente. Existe una novela sobre él, una serie de dibujos animados y al menos tres películas de dibujos animados, también, habiéndose estrenado este año una de ellas en España con un retraso de cinco años. Aunque Pratt dejó de pintar a su personaje al final de los 1970, publicó numeroso material adicional donde dejó entrever su deseo de querer continuar las aventuras de Corto en varios escritos donde trató a su personaje como si fuese real y no ficticio. Fue de estos escritos y de bocetos y acuarelas donde nos habló de un posible álbum, en el que pudiera estar trabajando, donde Corto Maltés estuvo en la Guerra Civil Española en 1936 e incluso en la Etiopía invadida por Italia en 1928 (de niño el autor se crió en esa Etiopía). Pero murió sin que se publicara tal álbum ni se tenga más noticias de él, aunque si existan algunos bocetos con un Corto Maltés con rasgos maduros.
Y todo esto a costa de que compré la película el otro día y me dejó con ganas de más... de ser compañero de aventuras de Corto, pese al riesgo que conlleva. Asíque me he sorprendido más de una vez yendo por la calle he imaginándome como uno de los personajes del cómic. Sobre todo la noche del Viernes, donde tuve la suerte de vivir la niebla profunda en Madrid y en Alcalá de Henares. Hacía años que no la veía así, tan espesa, tan profunda. Pero quizá también ayuda el querer salir de un algo. No encuentro la satisfacción.
Una gitana amiga de su madre quiso leerle la mano y descubrió que había nacido sin línea del destino en la mano izquierda, lo que le sobreimpresionó de tal manera que decidió marcar su propio destino rajando su mano con una cuchilla de afeitar de su padre. Aquella cicatriz auto inflingida en su mano izquierda fue todo un símbolo que marcaba al personaje con personalidad propia. Nadie ni nada decidiría por él, él era el dueño de su destino y sus decisiones al respecto.
Desde adolescente se vio envuelto en diversas aventuras extrañas, desde China en plena Guerra de los Bóxer en 1900, a la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, o a viajar en busca de un tesoro en Argentina, o a practicar la piratería en el Caribe, o verse envuelto en diversos problemas en África. En todos estos sucesos Corto Maltés pudo conocer y relacionarse con diversos personajes importantes de la izquierda del momento, un jovencísimo Stalin, antes de ser Stalin, el escritor comunista Jack London, el fuera de la ley estadounidense Butch Cassidy… En 1910 ya ostentaba el rango de oficial de segunda en el barco Bostoniano, donde ayudó a John Reed, líder de la internacional sindical.
Sus aventuras, ya sean como idealista, como pirata o como mercenario, le llevaron a ser abandonado en el mar atado a una balsa de apenas unos pocos maderos. Fue rescatado entonces por Rasputin, su amigo y compañero de las aventuras de donde se podía sacar dinero. Rasputin, de nombre idéntico al consejero religioso de la familia del Zar de Rusia, era un soldado zarista desertor que se ganaba la vida viviéndola peligrosamente en busca de fortunas aunque fuera a costa de matar a sangre fría. Con él se enteró del comienzo de la I Guerra Mundial (1914 – 1918) de la cual participó en varias ocasiones. Estuvo de este modo en Europa (llegó a vender armas de contrabando a los independentistas irlandeses, o asistir a la muerte del Barón Rojo) y también en Asia. En China vivió intensamente los conflictos bélicos entre las sociedades secretas chinas, el constante conflicto chino entre imperialistas, republicanos y comunistas, el comienzo de los problemas entre China y Japón, y los conflictos en los territorios chinos, mongoles y rusos, por donde pasaría a Siberia en 1919 intentando robar un tren con oro zarista que era codiciado por chinos comunistas, mongoles y los propios rusos, que en esos lugares estaban en plena guerra entre zaristas y bolcheviques. Fue precisamente esa misión la que casi eliminó su vida y no le hizo reaparecer hasta 1920.
La década de los llamados años locos pudo comprobar los efectos de la llegada al poder de Stalin y sus purgas, de una de las cuales salvó la vida gracias a que el dictador recordó su encuentro pasado. Y precisamente a causa de las purgas fue en busca de un viejo amigo suyo a Argentina, posible víctima de una de ellas.
Así fue transcurriendo su vida de continente en continente, de mujer en mujer, de aventura en aventura, hasta que al final se encontró una nota escrita sobre él donde se le trata como agente izquierdista a vigilar. Se le perdió la pista en España en 1936, donde fue a combatir como brigada internacional. Sin embargo, desaparecer no es morir, y Hugo Pratt dijo encontrar cartas sobre Corto Maltés que hablaban de diversas acciones en 1941. Aún más, decía Pratt tener una carta del sobrino de este aventurero fechada en 1965, y que decía de su tío ya anciano que solía sentarse pensativo en el jardín desde la muerte de su mejor amigo.
*** Corto Maltés es el personaje de cómic más popular e importante del creador Hugo Pratt, que murió en 1999. Fue creado en 1970 y sus álbumes se editaron a lo largo de esa década y se reeditaron en los 1980’, están a punto de reeditarse de nuevo actualmente. Existe una novela sobre él, una serie de dibujos animados y al menos tres películas de dibujos animados, también, habiéndose estrenado este año una de ellas en España con un retraso de cinco años. Aunque Pratt dejó de pintar a su personaje al final de los 1970, publicó numeroso material adicional donde dejó entrever su deseo de querer continuar las aventuras de Corto en varios escritos donde trató a su personaje como si fuese real y no ficticio. Fue de estos escritos y de bocetos y acuarelas donde nos habló de un posible álbum, en el que pudiera estar trabajando, donde Corto Maltés estuvo en la Guerra Civil Española en 1936 e incluso en la Etiopía invadida por Italia en 1928 (de niño el autor se crió en esa Etiopía). Pero murió sin que se publicara tal álbum ni se tenga más noticias de él, aunque si existan algunos bocetos con un Corto Maltés con rasgos maduros.
Y todo esto a costa de que compré la película el otro día y me dejó con ganas de más... de ser compañero de aventuras de Corto, pese al riesgo que conlleva. Asíque me he sorprendido más de una vez yendo por la calle he imaginándome como uno de los personajes del cómic. Sobre todo la noche del Viernes, donde tuve la suerte de vivir la niebla profunda en Madrid y en Alcalá de Henares. Hacía años que no la veía así, tan espesa, tan profunda. Pero quizá también ayuda el querer salir de un algo. No encuentro la satisfacción.
4 comentarios:
Dani, primero: siento lo de tu abuela, un abrazo fuerte.
Segundo: yo soy Shangay Lil
;P
Mi única concesión al fetichismo es una viñeta de Corto Maltés que tengo colgada en casa junto a otra del Mayor Grubert.
¿Ni siquiera algún momento de satisfacción? No sé, yo creo que la satisfacción, como tantas otros sentimientos o sensaciones, no es un estado permanente, son sólo eso, momentos. Un beso, Espía
El Corto Maltés... Prat... me recuerda a mi adolescencia. Me encantaban sus historias. Muy buen post, me gusta cómo lo has presentado.
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