La semana pasada salió en todos los informativos un señor mayor que a través de Internet pedía firmas para que se facilitara a la gente de la tercera edad tener un uso personalizado en los bancos, en lugar de priorizar y reducirlo todo al uso informático de un cajero automático, el cual mucha gente mayor no entiende. Me atrevería a decir que cualquier edad firmaría eso para sí misma, no porque se desconozca el uso informático en la gran mayoría de los casos, sino por sus variables cambios constantes (que despistan mucho) y porque mucha gente desea hablar con otra persona, no dar órdenes a una máquina que, a menudo, no puede responder a las preguntas que puedan surgir. La iniciativa de este señor mayor ha tenido mucha respuesta a favor y ha recogido de momento tal número de firmas que sigue saliendo en los medios de comunicación y hasta el gobierno ha pedido reunirse con él.
Yo llevo varias semanas buscando trabajo desde mi nuevo desempleo. En estas semanas me he encontrado que han aumentado en mucho la cantidad de ofertas de empleo que solicitan entrevistarte con la mensajería por medio de teléfono móvil, con el sistema WhatsApp. Otros solicitan entrevistarte por videoconferencia y hay bastantes ofertas que son para que trabajes desde tu casa con tu ordenador y con videocámara. La propia administración ha creado páginas de búsqueda de empleo en Internet que necesitan del sistema Cl@ve, que habitualmente falla y no funciona, o bien quieren que te registres en las convocatorias extraordinarias de interinos por el mismo defectuoso sistema, lo que te impide solicitarle nada a la administración en estos términos. Luego tenemos la solicitud de cursos para desempleados, que son la panacea y el compendio de todo tipo de conocimiento que no se necesita para ningún trabajo, que nunca piden y que normalmente se circunscribe a que aprendas a hacer una página web, en realidad: un blog. Los cursos que sin embargo piden la mayoría de parados, como el inglés, no se ofertan o nunca hay plazas cuando mínimamente hay alguno rara vez, y los que desearían los empresarios (solo hay que bucear por las páginas de empleo para ver en lo que coinciden en requisitos la mayoría de las ofertas) tampoco se dan. Ahora, para chorradas subvencionadas a la empresa de cursos que las impartan gracias a los fondos de la Unión Europea, todas las que quieras y más.
Se da por hecho que todo el mundo no solo está alfabetizado informáticamente, sino que también está actualizado, que desea estar siempre en la vanguardia de las comunicaciones, que dispone de los equipos necesarios, de las últimas actualizaciones, del acceso a Internet conveniente y de todo el dinero que eso requiere de manera constante. Pero en este caso concreto estamos hablando de parados, muchos, como yo, sin ingresos, y en el anterior citado se hablaba de ancianos, y en otros casos se hablará de otros colectivos con el mismo denominador común: se está creando un desequilibrio social en las oportunidades y se está ninguneando el derecho democrático de la persona a elegir, en este caso el grado de relación que desea tener en su vida privada con la tecnología.
No dudo de que toda esta potenciación de lo dicho se ha relanzado con la pandemia de la Covid-19 desde 2020. Soy una persona que entra y sale del paro desde que me inscribí por primera vez al cumplir 18 años, en 1997. Soy temporal, no he tenido la suerte de un contrato fijo. Tengo una gran cantidad de periodos de paro acumulado entre innumerables contratos. Me hace gracia el escándalo que en un grupo de tertulianos de televisión creó el otro día que un médico joven de hospital contratado por la necesidad contra la pandemia enseñase su informe laboral con veinticinco contratos a cuestas y una titulación cum laude. Como me dijo un amigo exdueño de bar hace poco y actual cocinero de otro local: "yo sin estudios nunca me ha faltado trabajo y he formado una vida; tú, como este chico, mira donde estás, pero la gente solo se da por aludida cuando lo sacan en televisión, y solo se dan por aludidos el minutito que dura en pantalla. España es así". Como sea, lo que digo es que tengo experiencia laboral, pero también amplia experiencia del desempleo desde 1997. Podría hablar desde mi experiencia como temporal tanto de ese mundo laboral de nuevo jornalero del siglo XXI, como de la evolución del desempleo desde dentro de él. La cosa es que con la Covid-19, desde 2020, las cosas han cambiado radicalmente mucho y tengo la impresión que los contratantes, ya sean privados o públicos, se han vuelto muy injustos, muy poco democratizadores y, lo siento, en líneas generales, muy atontados de la tecnología y de un nuevo lenguaje que solo ellos entienden.
Porque ahí está el otro quid de la cuestión. Tanto en las ofertas de trabajo como en los cursos que se ofrecen hay tal cantidad de abreviaturas, muchas de ellas en inglés, que no tienes ni idea de lo que te están diciendo. Es como si hablaran en marciano muchos siglos antes de que Marte sea colonizado y genere su propia lengua. Luego, si entras a fondo y con ayuda del buscador Google a investigar qué es particularmente tal o cual sigla, te das cuenta que en bastantes casos lo que te están pidiendo o diciendo son cosas muy simplonas de tu ámbito de conocimientos que en la puñetera vida se han llamado así, sino con nombres desarrollados y en castellano y que son tan sencillas como caminar. El problema es que pareciera que no quieren que camines si no hablas raro. Ahora bien, también me he encontrado a gente de recursos humanos que buscando archiveros te hablan del puesto dejando muy evidente que no tienen ni pajolera idea de qué hace un archivero y ni siquiera de lo que están hablando, pero que al contestarles tú con oficio de años y años a cuestas, al no usar el lenguaje de ellos, te dejan como persona que no vale para el puesto. Y aquí lo que tenemos es el mismo tipo de problema que señalaba el señor mayor con el uso de cajeros automáticos en lugar de personas humanas atendiendo presencialmente.
Hace relativamente poco una orientadora laboral del ayuntamiento me llamó por teléfono y luego nos escribimos por email para poder ir completando mis datos en la búsqueda de empleo también por medio de esta opción que da el ayuntamiento complutense. Fue muy amable y estuvo muy volcada conmigo, se lo agradezco. Y colaboré y he dado mis datos y entrado donde me ha dicho. Pero lo cierto es que me ha dicho que haga cosas que ya vengo haciendo desde 1997. No es de gran ayuda... y aunque le vi una calidez humana que no se suele ver en estos puestos, y un interés, me faltó que, dado lo evidente de que por mucho que ella o yo hagamos esto depende siempre de los empresarios, pues me faltó que me dejara explicar porqué ya no creo ni espero nada de tal o cual opción o cual ha sido mi experiencia. Y sí, eso parece más una necesidad psicológica que laboral, pero no creo que sean cosas desunidas. A fin de cuentas, ni ella me va a poder conseguir un trabajo, ni yo si no hay quien quiera contratar. Mucho menos un trabajo estable y digno donde se me valore, si no hay intención de ello. Y ni la presente reforma laboral va por ese camino ni lo va a lograr en innumerables vidas personales que están ocurriendo ahora mismo.
Decía esta chica que tenía un curriculum muy bueno. No es algo nuevo. Lo he oído varias veces en diferentes ocasiones, diferentes años. ¿Y qué? ¿Acaso no hay médicos cum laude con veinticinco contratos temporales y los que le queden? Y las edades avanzan y habrá más jovencetes en recursos humanos que te digan que si sabes primt cum traca toh toh cucu, y tú, que lo mismo es lo que has hecho toda tu vida pero no entiendes una palabra de lo que te está diciendo, o que no lo has hecho pero que si te lo explican sabes que puedes hacerlo, te sientes cada vez más de otra época y de otro mundo, mientras con cara de gilipollas escribes en tu ordenador sin videocámara, porque no quieres tenerla, qué cuernos ahora, tú móvil sencillo, porque no quieres otro, y sigues comprando prensa escrita en papel donde desde la Gran Recesión se dejó de publicar anuncios de oferta de empleo alegando que era por necesidad de ahorro, y en el ínterin duraron más en el tiempo los de citas con prostitutas, llamados anuncios de relax.
Busco de diversas cosas donde pudiera ser compatible. Pareciera como si ya no fuera compatible.
Pienso si en lo que llevo de búsqueda de empleo en esta nueva ocasión el mensaje a recibir es que se desea que pienses que ya cada vez menos perteneces al presente. Que: ¿qué haces aquí? Pienso si la pandemia Covid-19 ha hecho mucho por llevar a muchas mentalidades la idea de creerse la única vía posible, un contigo o sin ti, blanco y negro, por ir haciendo nacer poco a poco formas de pensar totalitarias, comenzando por interiorizar que aquel que no acate lo generalmente aceptado, aquel que no adquiera tus conocimientos y medios de persona que se considera lo más de lo más, debe ser eliminado o por desplazamiento social y de costumbres o, llegado un futuro, vete a saber, que dijeron en otras épocas antes de aquello.
No son tiempos, desde luego, pero desde luego no sé cómo van a hacer para prolongarnos a todos la edad de jubilación si a muchos, siendo jóvenes, parece que ya nos han jubilado.
Por favor, que haya más personas trabajando en los bancos, que los vuelvan a contratar para que los ancianos no hablen con los cajeros automáticos que en poco o nada les ayudan en sus problemas. Yo si eso, no sé si echar de comer a las palomas o ir a ver una obra en este mundo que habla raro y lo hace por videoconferencia.
¿Qué cosa es esa de no querer hablar una conversación por teléfono y luego ir contestándose sin parar con mensajes de voz grabados en mensajería de WhatsApp? Sencillo, en un diálogo hay espontaneidad y posibilidad de réplica rápida, en lo otro hay tiempo para fabricar algo, la réplica sincera por espontánea ya no interesa, como en un trabajo. Siglo XX y siglo XXI.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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