El pasado 22 de febrero murió el humorista gráfico Antonio Fraguas, más conocido por la traducción al catalán de su apellido: Forges. A estas alturas de la semana, estamos a día 25, todo el mundo lo sabe. Forges era de esos personajes entrañables que a quien más a quien menos ha hecho reir o sonreír, cosa que ha logrado que el día de su muerte y los días posteriores sus viñetas y personajes aparecieran en todo tipo de publicaciones públicas y privadas de todo tipo de medios tanto informativos como de red social. Ha sido una muerte muy lamentada, no obstante sus viñetas fueron leídas y compartidas por una gran cantidad de personas diaramente. No había casi ninguna oficina que no tuviera recortada o fotocopiada y ampliada alguno de sus chistes que les atañía, así como lugares del servicio público en sus áreas para funcionarios.
Yo mismo en 2008, en la Noticia 445ª, afirmé que Forges debería ser el líder de una generación de humoristas sociales si algún día se hacía un estudio de la sociedad actual a través del humor, y os compartía una viñeta de entonces. Y en 2015, en la Noticia 1431ª, en el cuarto punto de análisis, con motivo de los atentados en la revista de humor Charlie Hebdo, discrepé con él cuando Forges declaró que los viñetistas y los caricaturistas están desapareciendo. Me pareció disociado de la realidad, como tantos otros veteranos de montones de áreas, incapaces de ver, reconocer y dar oportunidades a las generaciones que venimos detrás de ellos (yo no soy caricaturista, lo digo en términos generales de todas las áreas). Por eso, por aquellas palabras de Forges, todos los meses de 2015 publiqué una viñeta de humor creada por mí mismo en los comienzos de mes.
Hablaba de la muerte de Forges el pasado viernes 23 en el bar El Reloj, de Alcalá de Henares, con unas amistades y, entre ellas uno que precisamente pinta, y una amiga me preguntó por mis viñetas. Yo no me dedico a ello, repito, pero alguna vez, por tontear, he hecho alguna. Le pinté en una servilleta de papel una nueva y los dueños del bar decidieron quedársela y ponerla expuesta. Supongo que ese es un modo no propuesto de homenaje a Forges que le hicimos. Continuar con el humor, compartir viñetas.
Forges publicó su primera viñeta en el diario Pueblo, en 1964 con 22 años de edad. Hoy día los periódicos no dan esas oportunidades a la gente tan joven. Buscan veteranía, nombres conocidos y demás. Un error. Y un problema. Hay una generación veterana que abrió puertas a la democracia, pero cuando los jóvenes se han acercado a ese mundo construido, no han encontrado esas puertas cerradas, es como si tras haber entrado los que entraron, las cerraran de nuevo. Si uno lee la biografía de Forges, él había comenzado a trabajar en 1956, con 14 años. No digo yo que con 14 años se ponga a trabajar ahora, porque eso se debía a una casuística de la época, con la dictadura, las necesidades de las familias y demás, pero sí sería de reivindicar que se dieran oportunidades igual que antes, como con esa primera publicación en Pueblo. En 1970 comenzó a colaborar con la revista de prensa del corazón Diez Minutos. Y desde 1973 ya se decidió a dedicarse a las publicaciones de humor gráfico de forma profesional. Esos eran años donde el cómic y las viñetas de humor españolas tenían muy buena acogida en lectores. Era una época dorada, quizá porque la falta de lecturas en general en la sociedad hacía más fácil la lectura de las viñetas, así como determinados temas, pesa a la dura censura, lograban ser criticados sutilmente con el humor indirecto. Colaboró con innumerables revistas desde entonces, como las revistas de cómic y viñetas Hermano Lobo, Por favor, El Jueves, La Codorniz, la erótica Interviú, otra de prensa del corazón: Lecturas, etcétera. En 1982 publicó diariamente a través de la prensa, en Diario 16, en 1989 fue uno de los fundadores del periódico El Mundo, y allí estuvo dibujando, e incluso algo hizo para el ABC, hasta que en 1995 pasó a ser el dibujante de la editorial diaria de El País, donde ha trabajado hasta la fecha. Ha realizado además diversos libros, películas y otros productos gráficos. Su obra, desde luego, ha sido ingente. Tengo curiosidad por cuánto podrá ocupar la publicación de un integral de todo.
Me preguntó quién será el nuevo caricaturista de la editorial de El País. Ellos ya cuentan con El Roto y Peridis, pero es otra clase de humor. No sé si contratarán a alguien nuevo. Para mí sería deseable. Aunque, sinceramente, con permiso del humor inteligente de El Roto, que quizá sea uno de los que hilan más fino y mejor hacen pensar, para mi gusto, sin Forges, quizá el mejor viñetista de la prensa española es ahora mismo Manel Fontdevila, que trabaja para El Diario. Es de una generación más joven, más cercana a la España actual, nació en 1965 y ha trabajado bastante para El Jueves. Quizá por ello se atreve a hacer chistes más incisivos y más acordes con muchas de las percepciones sociales y políticas de las generaciones que hemos nacido después que él. Tiene por referencia una España que Forges no tuvo, a pesar de que ambos han vivido en las mismas épocas. Sí, en las mismas épocas, pero no a las mismas edades y no desde la misma óptica y opciones. La renovación, que era lo que yo quería expresar en aquel año 2015 replicando a Forges en esta bitácora, empieza por aquí.
Muchas gracias, Forges, por el humor y por haber contribuido a tantísimas causas sociales por la justicia social.
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