Mientras estudio las oposiciones a archivero que han salido tan abundantemente este año me fijo en las abundantes referencias al mundo de los archivos que salen últimamene en producciones ficticias de televisión y cine. No es que ahora aparezcan como una novedad, ya venían apareciendo desde hace muchas décadas, pero parece que ahora algunas tramas ficticias buscan la referencia al archivo y al documento como justificante para sostener algunas de sus tramas. No se trata de crear argumentos donde el protagonismo lo cobren archivos y archiveros, ni tampoco los documentos, pero sí se trata de que aparezcan para sostener la lógica de la trama, lo que hace que aparezcan como algo normalizado en la sociedad constituida. Eso, fuera de la pantalla, hace que los espectadores vayan aprendiendo sobre la utilidad de estas instituciones.
Ya había hablado sobre el tema la más que reconocida archivera Vicenta Cortés Alonso en un artículo que publicó en 1979 en la Universidad de la Rioja (Vicenta Cortés Alonso, "La imagen de los archivos en el cine: tres ejemplos", en Boletín de la ANABAD, tomo 29, nº 2, 1979, pp. 21-27; se puede recuperar y consultar a través de Dialnet, el artículo concreto se puede leer en pdf). Ella hacía referencia por entonces a las películas El analfabeto (Miguel M. Delgado, 1961), donde Cantinflas es "castigado" a trabajar en un archivo, Chacal (Fred Zinnemann, 1973) y La fuerza del silencio (Pasquale Squitieri, 1977). En la primera película aparece el archivo como una institución pública donde mandar a los funcionarios molestos. Una institución ubicada en los sótanos de un edificio donde conviven funcionarios que entorpecen todo lo que pueden el trabajo de archivo, por no gustarles su tarea, con funcionarios con afán de servicio al ciudadano y respeto al documento, los cuáles trabajan casi en el anonimato sin recibir jamás reconocimiento ni premios, aumentos de sueldo o ascensos laborales, dedicando además buena parte de su tiempo privado y recursos en mantener el funcionamiento correcto del archivo. En la segunda película, producto de una novela de espionaje y terrorismo internacional de Frederyck Forsyth, aparece el archivo de un registro civil al cual se acude para obtener datos concretos de determinadas personas. Allí aparece la información en documentos perfectamente catalogados, signaturados y disponibles de manera inmediata, aunque el registro guarde datos de todos los ciudadanos. Así, se muestra una adminsitración útil al ciudadano para cualquier tipo de trámite personal que necesite, a pesar de que esta trama implica un atentado contra el presidente de la República Francesa. En la tercera película que proponía Vicenta Cortés, el archivo que aparece es notarial, por tanto de ámbito privado, pero se trata de un archivo de protocolos notariales de 1917, por lo que, en la fecha en la que se supone que lo consultan, los documentos ya han pasado su ciclo vital que les transforma en documentos públicos custodiados por el Estado. En este caso se trata de consultar a quién pertenece determinadas propiedades y cómo se accedió a ellas, ya que la trama es una trama sobre la mafia. Por lo que lo que se retrata en la película es el hecho administrativo que pone en relación al ciudadano con el Estado para dejar constancia legal con garantías de un determinado negociado, en este caso el registro de unas propiedades. La administración es así garantista de preservar los derechos de los ciudadanos al dejar constancia de un hecho a través de documentos que garantizan su autenticidad y su existencia única y original entre las partes implicadas.
Como digo, muchas son las producciones televisivas y cinematográficas que han reflejado la actividad de los archivos a lo largo de la Historia de la cinematografía. Desde finales del siglo XX y desde que comenzó el siglo XXI, y en concreto con la década de 2010, parece que se han multiplicado las referencias a los archivos y a los archiveros en innumerables obras de ficción y de ciencia ficción. Tenemos desde el pobre archivo personal que modestamente se muestra en el comienzo de Tierra y libertad (Ken Loach, 1995) hasta la cita de los recursos electrónicos en la sede de un archivo ministerial en la serie de televisión El Ministerio del Tiempo (Javier y Pablo Olivares, 2015 y sigue actualmente), donde lamentablemente se confunde en más de un capítulo el signficado, la eficacia y la veracidad de un archivo sistematizado y sus documentos de archivo electrónico con disponibilidad de información en un buscador cibernético como Google o como Wikipedia.
Cuando Vicenta Cortés escribió su artículo en 1979, muy acertadamente, se remitió a tres ejemplos cercanos a su propia época, tres películas que databan de 1961, 1973 y 1977, aunque en realidad para saber su año de estreno en España y otros datos técnicos, como su productora, su distribuidora, recaudación y demás, hay que consultar la Base de Datos de Películas Calificadas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Me apetece hacer algo similar a partir de varias películas de ciencia ficción actuales. Vamos a ello.
La saga Star Wars (La guerra de las galaxias) es sin duda la primera que debe ser mencionada. Debe serlo entre otras cosas también por su carácter cronológico. Desde la primera entrega, el que es el capítulo IV, Star Wars: episodio IV, una nueva esperanza (George Lucas, 1977), se deja claro que la importancia de la custodia del documento, así como del uso de la información, es algo vital. Recordemos que la película comienza con el asalto de una nave rebelde por parte de las fuerzas imperiales con la idea de recuperar los planos secretos de un nuevo arma de destrucción masiva, como era la estación espacial llamada Estrella de la Muerte. En ese asalto este documento robado es enviado como documento adjunto a un mensaje introducido por la princesa Leia en un robot para que le llegue a uno de los jefes rebeldes más veteranos, Obi-Wan Kenobi. La seguridad del Estado, en este caso el Imperio, depende de una custodia fracasada de unos planos que en equivalencia a la vida real pudieran ser los de una central nuclear, por ejemplo. Ponemos sobre la mesa en este caso la necesidad de la existencia de documentos reservados. Sin embargo, bien es cierto que el Imperio en esta trama era un gobierno autoritario y despiadado y que los planos que le roban servían como arma de destrucción con la cual someter a los ciudadanos de las diferentes organizaciones sociales que conformaban los territorios galácticos del Imperio, por ello, el conocimiento y la transparencia se hacen relevantes con carácter democrático al forzar los rebeldes el conocimiento de esos planos, si bien es cierto que todo ello se produce en un contexto de violencia y de guerra. Si los planos de la Estrella de la Muerte deben ser secretos por razones de seguridad del Estado (sigamos con la equivalencia de los planos de una central nuclear), la existencia de la misma y su futuro uso es necesario que sean conocidos de manera pública y transparente para garantizar el funcionamiento democrático de la sociedad ya que el conocimiento otorga la posibilidad del control ciudadano sobre las acciones o intenciones del gobierno.
El resto de la saga Star Wars sigue en la misma idea, aunque esta se nos presenta de fondo, sin darle al espectador el tiempo para que reflexione sobre el asunto de manera inmediata, pero que sin duda le deja el poso intrínseco de que esa realidad existe en la trama. Todas las películas de la serie, unas más y otras menos, implican a menudo la importancia de uno o varios documentos y la seguridad de su custodia en torno a ellos. Donde se ve esa preocupación más es en los tres primeros episodios, estrenados en el cine entre 1999 y 2005. El gobierno de la República Galáctica implica una estructura administrativa cuya sede de gobierno contiene en sí un amplio archivo que contiene un mapa de la galaxia. Este mapa que se puede consultar de manera holográfica por los miembros del gobierno, especialmente por el consejo permanente de jedis, se compone de varios documentos que contienen en sí un fragmento de dicho mapa. Hemos de pensar que la gran cantidad de información requiere de varios soportes documentales para almacenarla y conservarla. Tenemos ahí un ejemplo de las unidades de instalación precisas y bien referenciadas y catalogadas para su consulta. Sin embargo, una de esas piezas informativas ha sido alterada y robada. Como sabremos más adelante a lo largo de las tres tramas se debe a la fabricación en secreto de un ejército de robots, y más tarde de clones, por parte de elementos subversivos que planean el desorden de la República y el asalto de la misma para dar un golpe de Estado que imponga la estructura administrativa más centralizada del Imperio. De nuevo el fallo en la seguridad y custodia del archivo provoca graves problemas sociales. La idea se repite como eje vertebrador, pero no central en esas tres entregas de la saga. Sabemos además que alguien alteró la catalogación de las unidades de instalación documental, pues nadie ha notado la falta de datos menos el consejo de jedis, que trata el asunto como alto secreto. Tenemos entonces que el consejo de jedis tiene entre sus facultades las de la dirección del sistema de archivos de la República, son lo que sería un Consejo de Estado para los archivos y la adminitración y conservación de los mismos. Si bien en España los archivos están unidos a las políticas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, dentro de lo que es una Secretaría de Estado, en Star Wars George Lucas aborda el asunto dando a los Archivos de Estado la importancia suficiente como para que sea el propio gobierno ejecutivo, ni más ni menos que un consejo permanente de jedis (u hombres sabios en la vida real de algunos países a lo largo de su Historia), el que se hace cargo de ellos. Este es un debate abierto hoy día, el de si los archivos deben estar inscritos en Cultura o bien deben pertenecer al Ministerio del Interior. Ya que la documentación que contienen no sólo es de carácter histórico (cultural) sino muy abundantemente administrativo para el funcionamiento del Estado.
En todo caso, de la saga Star Wars la película que más clara y directamente ha sacado a la luz un archivo es el spin off, y a la vez precuela que engancha la historia como puente entre el episodio III de 2005 con el episodio IV de 1977, Rogue One: una historia de Star Wars (Gareth Edwards, 2016). La trama es acerca del robo de los planos de la Estrella de la Muerte que dará pie a la historia de 1977. El documento en sí irá de soporte electrónico en soporte electrónico dando lugar al asunto de la existencia del original múltiple en los documentos digitales. Lo que nos interesa de este caso es que es obvio que existe un original único, pese a ser múltiple y aunque sea electrónico, el cual es el que ambiciona conservar el Imperio y a la vez el que ambiciona robar las fuerzas rebeldes. No les basta con una copia la cual hubiera sido más fácil de conseguir que el propio original. En todo caso la batalla final se centrará en el campo de batalla en el que se transforma el archivo central del Imperio. Bien, aquí encontramos varias cosas. La saga reconoce con esto la importancia de un archivo administrativo intermedio para la gestión del gobierno. Reconoce que este es un servicio centralizado. Y reconoce que este archivo se debe ubicar en unas instalaciones especiales con un personal dedicado a él. Si los archivos de la República estaban en la sede de gobierno, el Imperio crea un gran complejo en un planeta que es casi todo agua menos la isla donde se encuentra estas construcciones. Además, el Imperio ha tomado nota de su propia obra con la destrucción de los archivos republicanos, por lo que le dota de una seguridad militarizada. Como sea, vemos que estos archivos se encuentran en un edificio construido al efecto de conservar documentos. Como estos están en formato electrónico, el edificio contiene a modo de depósito documental unas grandes torres que almacenan todos los datos de los diferentes documentos. Ahora bien, para poder ser coherentes con lo narrado en 1977 los documentos necesitan estar guardados en pequeños soportes en esta trama. En 1977 aún no se sospechaba que la información electrónica no necesita específicamente un pequeño soporte concreto para ser guardada, pudiendo guardarse en grandes contenedores de datos que la pongan disponible en lo que podríamos llamar "la Nube", ser algo así como unos grandes discos duros de memoria como torres para almacenar millones de datos a la vez. Sea como sea, el edificio se haya lejos de un área que podríamos llamar urbana, aunque en este caso podríamos decir que no se encuentra ni en un planeta de gobierno, ni en un planeta habitado con normalidad. De hecho del gobierno del Imperio aún podríamos decir alguna cosa más, pues si la República tenía claramente un planeta capital, el Imperio parece tener un gobierno que se desplaza según se desplace el emperador o su mano derecha, Darth Vader, al modo de los gobiernos medievales. En ese sentido creeríamos que el archivo central del Imperio debería poder desplazarse para encontrarse cerca del gobierno, pero en este caso las instalaciones están en un archivo con un gran complejo de transito de naves y de antenas de emisión de datos. No obstante, los grandes archivos estatales necesitan de espacios para la entrada y salida de documentos. El Archivo General de la Administración de España atiende en su funcionamiento tanto al ciudadano como a las instituciones del Estado. Parece que el archivo del Imperio de la película está destinado a servir sólo a las instituciones del Estado como muy propiamente hacen los archivos de los Estados más autoritarios, donde no rige la transparencia. En esta película es interesante ver cómo se traslada al espectador la necesidad de la existencia de un archivo y de unas instalaciones específicas atendidas por personal especializado, aunque en este caso son militares. De todos modos, el error de la película se basaría en la obcecación de la resistencia por robar un sólo documento del archivo cuando, una vez dentro, la destrucción del mismo podría causar el caos del sistema administrativo imperial, razón por la cual existen en ese planeta las excepcionales medidas de seguridad. Pero, a pesar de esto, la decisión del Imperio de destruir su propio archivo una vez que los rebeldes roban el documento, es un error garrafal, pues aunque es grave el robo de los planos de la Estrella de la Muerte, la destrucción de millones de documentos administrativos del gobierno de la galaxia podría provocar males mayores e irremediables. Está claro que no se trata de un archivo histórico, pues guarda planos de un arma recién construída. Es un archivo que conserva documentación en activo. Se podría pensar que quizá guardan copia de los documentos originales en otro archivo, pero eso sería un error de guión al desconocer el funcionamiento real de un archivo, pues los documentos de archivo, tal como la trama remarca al remarcar la necesidad de robar ese plano, son únicos y originales.
Por cierto que otra película donde se tiene que hacer notar la importancia de la seguridad en la custodia de archivos es La vida de los otros (Florian Henckel Von Donnersmarck, 2006). No se trata de una película de ciencia ficción, sino de una ficción que se basa en una realidad histórica que se vivió en los años de la Guerra Fría, 1945-1991, en la República Democrática Alemana. Un policía político de la Stasi (servicio secreto) se dedica a transcribir, anotar y grabar en audio hasta los más mínimos pormenores de la vida de un escritor disidente del régimen comunista. Toda la documentación que genera termina guardada en un archivo alemán una vez que las dos Alemanias lograron tirar el muro de Berlín en 1989 y reunificarse en 1990. El escritor descubre gracias a la consulta a este archivo toda la actividad de espionaje que se hizo de su vida. Podemos apreciar aquí tanto cómo se forma un expediente, como cómo se guarda, cómo este termina siendo documentación histórica, cómo su consulta es permitida a la persona afectada y también cómo funcionan las leyes alemanas para conservar la memoria de forma pública con el fin de acabar con injusticias de las dictaduras nazi y comunista, permitiendo una transparencia al ciudadano como para que consulten estos documentos e incluso sepan los nombres de los responsables de los actos cometidos. La investigación y la facilidad que la permite por parte de una democracia es base de la parte final de la película y de un archivo. Si bien se ven las tareas del área de investigadores y ayudantes de archivo, hay una parte del metraje donde se observan unas desproporcionadas y probablemente irreales medidas de seguridad en la custodia de los documentos en un archivo donde para acceder hay que pasar incluso por una puerta blindada. En todo caso, la descripción correcta del documento, su signatura, su conservación en cajas y carpetas y su fechado correcto hacen posible comprender lo necesario que es la tarea del archivero para que el ciudadano tenga accesible la información del Estado que le concierne.
Pero había dicho que iba a hablar de películas de ciencia ficción recientes con archivos, así que la siguiente es la última versión rodada de La máquina del tiempo (Simon Wells, 2002). Se basa en la novela de H. G. Wells. Un científico del siglo XIX inventa una máquinas del tiempo en secreto. Con ella se dedica a viajar hacia el futuro. No logra viajar hacia el pasado, por lo que cada vez avanza más hacia delante, encontrando en un principio grandes avances tecnológicos y posteriormente tragedias para la humanidad, que no ha aprendido a medir y controlar los males que podría provocar su evolución tecnológica. En uno de los viajes al futuro visita la Biblioteca Pública de New York en busca de respuestas para poder viajar al pasado, a su época. Allí se topa con Vox 114, un asistente fotónico que contiene toda la información escrita de la que se tiene registro. En cierto modo ayuda a los visitantes a encontrar la información que desea. En principio podríamos pensar que se trata de una máquina que ejerce de archivero total: almacena la documentación, la clasifica, la guarda y la pone a disposición de los ciudadanos. Vox 114 aparecerá de nuevo en diferentes futuros que visita el protagonista. La novedad de este elemento de la ciencia ficción ha hecho que varios aficionados a la misma hayan realizado diversas teorías sobre el funcionamiento de Vox 114. Que se encuentre numerado como 114 ha hecho pensar que en realidad se trataría de un sistema llamado Vox que almacena datos y que los interconecta entre sí entre imágenes de fotones con aspecto humano en cristales planos, a través de otro sistema que en la película aparece como PMC, que sería: Photonic Memory Core. Así pues, su información le viene rebotada de manera remota por un sistema que recoge y guarda la información y la pone al servicio del ciudadano a través de esos cristales distribuidos en bibliotecas u otros lugares. Ahora bien, su labor no sería entonces de archivero, sino de programa de busca y gestión de datos, al estilo de Google o Wikipedia. No obstante, en la película ofrece al protagonista varias respuestas indeseadas antes de encontrar la respuesta correcta. Tampoco ofrece información única, sino información que se puede reproducir tantas veces como sea posible por no ser original, como por ejemplo libros de editoriales. También se puede ver cómo la respuesta que ofrece es la más popular antes de que, tras muchas preguntas, afine la puntería con la respuesta realmente buscada. No se trataría de un archivo digital gratuito, sino de un buscador de datos. Hay quien ha querido ver en las siglas PMC la referencia al organismo norteamericano que existe en la realidad PubMed Central, que se define como archivo digital gratuito y que lo que hace es reunir muy diversas fuentes y artículos sobre medicina para ponerlo a la disposición de los cibernautas que lo deseen consultar. Si hubiera que remarcar algo de Vox 114 sería tanto el servicio público como la importancia de los puntos de acceso al documento y la elaboración de un tesauro funcional y útil para poder elaborar una respuesta rápida, eficiente y eficaz a la consulta que se haga.
Los documentos de archivo son irremplazables, no son como los libros de una biblioteca o los periódicos en una hemeroteca. Esa noción la recoge muy bien Código fuente (Duncan Jones, 2011). La información que recoge un documento es única y la garantía de que el documento sea original y reconocido por la administración es lo que hace que su información sea útil. En esta película el documento en sí mismo es un ser humano, con ayuda de una tecnología informática y los avances en la neurología y la biología. El código fuente tan importante en un soporte digital se transforma en este caso en un ser humano testigo de un atentado en un tren. La persona se ha quedado como testigo de un hecho, tal como hace un documento. Ese hecho, una vez reconocido por la administración hace que ese documento tenga un valor testimonial imprescindible. En el fondo los documentos de archivo son productos humanos salidos del intelecto y la acción de los humanos entre ellos mismos, por lo que en el fondo la película pone a la persona en el lugar del documento, cuando el documento siempre es producto de las personas. Persona, vivencia y documento se hacen uno, en cierto modo en la vida real así es. La destrucción del documento original destruiría consigo un testimonio que no puede ser sustituido, con lo que quedaría silenciada una parte tanto del proceso de lo vivido, como, en el futuro, de lo que nos dejaría rastro de la Historia. Ahora bien, un documento por sí sólo no puede hablar de todos los aspectos de un hecho. Por ello, metafóricamente, se nos hace ver aquí cómo cada persona es un documento en sí mismo que da diversos aspectos para conocer un hecho. Así es, los documentos pertenecen a series documentales que guardan una relación entre sí, si bien ningún expediente de la serie es igual a otro. Es vital no romper el origen de procedencia ni la unidad documental para poder comprender al documento también en su contexto, pues no sólo nos habla desde su propio contenido, sino también desde su conjunto con otros documentos de su serie. Por ello podríamos ver en esta película lo importante de considerar que la vivencia del humano elegido como código fuente es indisociable de las vivencias de los otros códigos fuentes, los otros humanos, que vivieron el episodio que vivió él, o en otras palabras: un expediente da y cobra sentido en relación a otros expedientes. Todos juntos en ese tren del atentado podrían estar formando lo que sería la serie documental. Si esta llega al archivo revuelta hay que tratar de reconstruirla con fidelidad, examinando cada documento para comprender esa serie y su creación. Conocer la Historia de un fondo de archivo, en este caso el tren, es vital para el estudio y la comprensión de los expedientes que contiene, y por tanto de los actos que constatan. Más o menos de esto va en cierto modo esta película que, por otra parte, es de acción y misterio.
Terminaré mis ejemplos con Star Trek: en la oscuridad (J. J. Abrams, 2013). La Federación Unida de Planetas de la saga Star Trek tiene su sede en el planeta La Tierra. En una de sus ciudades importantes se encuentran varios edificios administrativos de la Federación, entre ellos el archivo central. Una vez más vemos cómo se retrata la existencia de un edificio específico para el archivo, así como la necesidad de que exista un archivo con documentación para la gestión de la administración del funcionamiento de las leyes y normas del gobierno federal. Por una frase de la película, "es como atacar una biblioteca", sabemos que también tiene un carácter público de servicio al ciudadano y que, además, goza de transparencia informativa. Vemos también que hay personal administrativo específico y además dividido por tareas, así como vemos cómo el mismo edificio aparentemente está dividido en áreas de trabajo propias de su función. Sin embargo, un terrorista logra que el edificio explote con una bomba, o al menos su área administrativa. Por la imagen de la explosión podríamos pensar que ha volado el edificio, pero las imágenes que se usan luego para identificar sospechosos muestran que resulta que sólo ha volado una zona del edificio, probablemente la administrativa de dirección del archivo, una zona de oficinas. No se habría atacado por tanto a la documentación ni al área de investigación y consulta, sino a la dirección y a los archiveros. Sabremos enseguida que el atentado es un gancho para que altos mandos militares y políticos de la Federación se reúnan en una sola sala en un gabinete de crisis, pues allí, con otro atentado, se pretende matarles a todos en bloque. Bien, al margen del resto de la trama de la película, donde la información que guardan sobre el terrorista es vital, vemos aquí cómo hay un reconocimiento a la existencia y necesidad de un archivo general administrativo para las cuestiones de gobierno y atención al ciudadano. Este edificio no se haya lejos de otros edificios de gobierno, pues les da servicios. Y sabemos además que atacar al archivo provoca convocar un gabinete de crisis al más alto nivel institucional y militar, pues se considera un ataque a la estabilidad de la Federación de Planetas Unidos. Aparece así el archivo como institución que vertebra el funcionamiento de lo público y del gobierno. Garantiza el orden constituido. Atacar al archivo es atacar a un pilar de ese orden. Sin embargo, el comentario que compara el archivo central del gobierno federal con una biblioteca pública nos hace pensar que a diferencia de Star Wars los de Star Trek consideran los archivos algo más propio de Cultura que del Ministerio del Interior, aunque sea paradójico dado todo lo que provoca tanto la aparición del archivo en el metraje como el atentado contra él. Por otro lado, denota cierto desconocimiento de los guionistas o de J. J. Abrams sobre las auténticas funciones de un archivo. Si bien el contexto de la aparición del mismo, como su ataque, va bien encaminado, comparar archivo y biblioteca pública indica un desconocimiento del tipo de material y lo diferente que son entre sí que guardan ambos. También denota un desconocimiento del uso y valores de un archivo respecto de una biblioteca. Eso se traslada al espectador que, en general, ya de por sí anda igual de despistado.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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En la nueva entrega de Star Wars, "Los últimos jedi" (2017), el asunto de "Rogue One" sigue dando vueltas. En este caso detectan que los herederos del Imperio, la Primera Orden, son capaces de perseguirles en nave espacial a través del hiperespacio gracias a un nuevo invento que puede rastrear esos vuelos. Pues bien, los planos de tal invento parece ser que se guardaban en el archivo destruído de "Rogue One". ¿A dónde nos lleva eso? Primero a que en tal caso eran planos de un prototipo en experimentación e investigación que no dio su fruto hasta varias décadas después, por lo que no debía estar en un archivo, sino en su correspondiente laboratiio u oficina de trabajo. Pero en el caso de estar en un archivo, al haber sido destruido este, ese plano debió quedar perdido, pues en los archivos se guardan documentos únicos y originales. Otra cosa sería concederle que el primer plano se destruyera y que los científicos al cargo volvieran a trabajar de cero. Pensar que el plano se guardaba en varios lugares, sería pensar el archivo como biblioteca, con copias de documentos no originales, no es el caso del ser de la existencia de un archivo. En todo caso, la trama vuelve a poner de relieve el asunto de los archivos y sus documentos.
Claro que hay otros dos ejemplos más en la trama: el del secreto de la existencia de una base rebelde antigua en desuso, y el de la existencia de una breve biblioteca milenaria que se guarda en la sala construida al uso por los primeros jedi y que conservan una orden religiosa encargada de guardar las reliquias del planeta origen de los jedi. Tal biblioteca se puede considerar archivo, pues sus ejemplares son únicos y se conservan con poca luz y cuidados especiales, sin embargo, una vez más, los creadores demuestran no saber qué tienen entre manos, pues optan por destruir tal biblioteca alegando que su lectura es aburrida, que pocos la leen y que además son conocimientos que ya todos conocen. Minusvaloran que los documentos de archivo antiguos y las bibliotecas milenarias tienen otro valor intrínseco mucho más allá de todo lo que alegan en su contra. Así por ejemplo, a nadie en su sano juicio se le ocurriría destruir un libro original de Platón con más de dos mil años porque considera que aburre, que su información está desfasada y que además nadie consulte. Doliente la falta de madurez respecto a estos temas, aunque lo metan en el centro de estos metrajes. Ahora bien, en una escena fugaz parece que Rey se llevó varios libros jedi de hurtadillas.
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