Aunque he de decir que uno de los que más simpático me caen es Vasili, pronunciado Basile, un jugador de la ruleta grande amigo de los Eds, el Doctor, Los Rumanos (con los que habla en ruso) y Quillo (Corleone). Es un hombre joven de unos treinta o cuarenta y algún años. Es de Moldavia, que en otras épocas era la Unión Soviética. En una de sus manos tiene un tatuaje que yo creo es de alguno de los cuerpos del ejército del aire o de los paracaidistas soviéticos. Y en él una fecha: 1979, año en el que, por otra parte, la Unión Soviética invadió Afganistán. Es simpático y bromista, hablador y uno de los clientes en los que más se puede confiar en asuntos de errores económicos. Respetado por todos, quizá por ello, es para mí, tras el Quillo, el que más me simpatiza. Siempre pide café largo y agua fría. Le suelen llamar Melocotón, pues trabaja en una frutería, dicen, aunque otros dicen que trabaja en la BRIPAC (los paracaidistas del ejército español), y pudiera ser. Sin embargo este hombre es incapaz de no jugarse hasta los últimos céntimos que le queden. Los Eds tratan de ayudarle a ganar dinero, y cuando va muy mal se deja ayudar a que jueguen por él, recupera algo y se lo vuleve a gastar al día siguiente.
También me caen bien dos mujeres de unos treinta años y que juegan individualmente. Una de ellas es de algún lugar de centroamérica o del norte de Sudamérica. Una jugadora compulsiva, atractiva, aunque con alguna arruga marcándose ya, quizá por durezas de su vida. Siempre pide cerveza y pierde un montón de dinero. No tiene nombre conocido, ni mote. Es silenciosa y juega en una ruleta pequeña que normalmente está vacía hasta que se sienta ella o la otra mujer, pues entonces aparecen jugadores que no se sabe si quieren ganar dinero o a ellas. La otra mujer se llama R. Viene cuando sale de trabajar algunos días, con cierta frecuencia. También se sienta en la ruleta pequeña. Todos la conocen y todos la respetan. De buen humor y conversadora si se le habla, juega observando a los contrarios, lo que hace que a veces gane dinero. Muy amable y atenta también se la ve hermosa e inteligente y uno no se explica cómo cayó en el juego. Aunque quizá esta tenga la ruleta como medio de diversión y lugar donde ver a algunas caras conocidas del local. Normalmente cuando pierde no pierde demasiado, aunque hay días que sí lo hace. Hay otras mujeres que vienen esporádicamente, mujeres trabajadoras con toda su vida marcada en la cara, esposas acompañando a sus esposos, ancianas, novias acompañando a sus novios y jugando con ellos, mujeres venidas de la cárcel a veces con otros hombres venidos de la cárcel, una mujer que viene con su hija con Síndrome de Down, chicas jóvenes de veinte años... de estas hay dos francesas preciosas que vienen con un francés enorme y musculado. Hay de todo en general en esta sala de juegos.
Luego están los compañeros de trabajo. El Jefazo es un hombre con barba dueño de la cadena de salones a la que pertenece este local, el cual es el más grande de los diez que serán en total. Le he visto poco, pero no me inspira simpatía. Mi jefe particular, mi encargado, es un abogado argentino al que algunos llaman El Pelón, pues tiene la cabeza rapada. Su padre, me dijo, es un militar argentino retirado que ahora se dedica a escribir Historia militar de su país, Argentina, pues no le gusta como se escribe actualmente. Tal afirmación me dejó con incógnitas, pues la dictadura militar argentina terminó en los 1980', y uno no sabe como tomarse esa frase de mi jefe encargado. Tiene buena conversación y es de las personas más picaras que he conocido en sentido de trucos para sacar dinero al otro. Luego están el resto de los asistentes de salón que somos, El Gitano (hombre de unos cuarenta años), La Hormiga (una chica de veintitantos peruana), R., J. (de unos treinta), A. (también anarquista y de mi edad probablemente, es un friki que incluso quiso entrar en la Sociedad Tolkien), G. (la encargada a falta del Pelón, pocos años más que yo y no usa de jerarquía alguna cuando ejerce de encargada) y yo, al que todos llaman Dani, menos el Quillo, que me llama el Oreja a causa de una ligera sordera no muy marcada pero suficiente para que me repitan a veces las cosas en un ambiente lleno de ruidos de máquinas de juego y de conversaciones, así como de acentos extranjeros que no pronuncian o hablan bien el castellano. Claro que a veces también me llama Trompeta, porque cuando he de llamar a alguien de un lado a otro del local subo mi voz que se oye por encima de todo sonido. Al equipo sólo le falta ya La Dominicana, que es la mujer de la limpieza.
Más o menos esos son los personajes con los que trabajo cada día, a veces ocho horas, a veces doce, depende del día de la semana. Que la cerveza os acompañe.
6 comentarios:
Na, mientras no hagas post más breves no hay manera de que me de tiempo a leerlos. Tomamos una cerevza y me cuentas lo de los personajes esos raros.
Si algun dia tengo oportunidad hare una serie de analisis sociologicos en este entorno... me vendria bien como trabajo pa la carrera...
PEDRO MAZA: unas veces los escribo cortos y oltras veces los escribo largos, hace una semana o por ahí hubo una temporada de cortos, depende de qué y cómo me apetezca contar algo. Un saludo.
LUIS LE CROUPIER: pues trae una mascarilla antigas cuando vengas porque aqui hay humo de tabaco que ni el vaho en una sauna. Saludingo.
Canichu, cuando vas describiendo a cada uno de las personas que frecuentan el minicasino me haces recordar a la época que trabajaba como camarera y a aquellos clientes habituales, cada uno con su historia personal y con sus peculiaridades. A mí siempre me venían a la cabeza dos palabras: incomunicación y soledad. En un sitio así se aprende una cosa: en qué o en quién no te quieres convertir
Saludos (no pases con la birra en el curro)
vacunate, que todo se pega y con esa fauna...
Al leerte, me parece verlos, me dan ganas de dibujarlos como los imagino. Es un micromundo ese donde pasas tantas horas, aunque se te deben pasar volando, porque tienes mucho para entretenerte. No me cae bien ese encargado tuyo, y su papá... menos.
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