En los últimos tres meses he tenido el gusto de retomar un trabajo que tuve el último mes del año pasado, sólo que con otra empresa. Con gente del mismo equipo de archiveros de aquella vez, los cuáles son antiguas amistades de mi adolescencia. Coincidencias de la vida. Allí, en el Archivo General de la Administración hemos estado tratando el archivo de Carmen Balcells, la agente literaria de prácticamente todos los escritores en lengua castellana y el resto de lenguas españolas de la segunda mitad del siglo XX en adelante. Algún autor hay de otras lenguas, e incluso alguno de la primera mitad de ese siglo, estos otros merced vía los herederos de esas personas. Manuel Vázquez Montalbán, Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Rafael Alberti, Mario Vargas Llosa, Max Aub, Carmen Martín Gaite, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, los autores anglosajones de las colecciones juveniles de los años 1980 de los libros de "elige tu propia aventura", Gabriel Jackson, guiones de adaptaciones televisivas para series de Televisión Española en las décadas de 1960 y 1970, algunos no pasaron censura y nunca se grabaron, Isaac Asimov, Juan Madrid, Vicente Aleixandre, Rosa Montero, Rosa Regás, José Donoso, Bryce Echenique, Skármeta, Camilo José Cela, José Luis Sampedro, Noam Chomsky, Carme Riera, Nicanor Parra, Alejandra Pizarnik, Miguel Delibes, Arturo Pérez-Reverte, Alberto Vázquez-Figueroa, Miquel de Palol, Santiago Carrillo, Ernesto "Che" Guevara, Brian Aldiss, Stanislaw Lem, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Gloria Fuertes, Og Mandino, innumerables autores desconocidos o no tan conocidos que presentaron su obra a la agencia y la agencia no optó por representarles, como por ejemplo el alcalaíno César Sobrón, autores y autoras de series de libros juveniles o adultos de los que se venden o vendían con una idea puramente fugaz y de bolsillo en principio, como puedan ser por ejemplo también los de la colección "Barco de Vapor", y en definitiva casi todos los autores y autoras que uno se pueda imaginar o recordar prácticamente de esa segunda mitad del siglo XX en adelante, pues casi todos los de hablas españolas pasaron por sus manos y parte de los de otras lenguas que quisieron publicar en países hispanoamericanos.
En tal archivo están además todas las editoriales más conocidas de todo el mundo hispanoamericano, más algunas otras menos conocidas. Contratos, addendos, correspondencia de todo tipo clasificables, dossieres de prensa, manuscritos originales y de otra índole, correcciones, liquidaciones de cuentas y de derechos de autor, organización de eventos o de encuentros y comidas, fotografías, libros, discos de audio e informáticos, películas, cassettes con grabaciones caseras de audio, asuntos de conflictos legales y también sobre concursos literarios, pruebas de impresión, galeradas, publicidad, permisos y planes de obras para colecciones de periódicos, asuntos muy diversos a tratar por la agencia con los periódicos respecto a sus autores y sus obras, como por ejemplo las entrevistas y los reportajes... El archivo Carmen Balcells, depositado en el Archivo General de la Administración, fue comprado por el Estado por más de tres millones de euros, tal como se anunció en la prensa el año pasado, cuando murió ella y cuando se empezó a tratar por el equipo de cuatro personas con el que yo trabajé y, en origen, un par de funcionarios que dejaron de tratarlo, para, simplemente, darnos alguna directriz a nosotros. Es un archivo que es importante para conocer el mundo cultural literario del mundo español e hispano de esa segunda mitad del siglo XX, y a través de ello comprender desde la perspectiva editorial, de promoción y comercial cómo influyó la dictadura y la Transición en el mismo, y como ese mundo cultural literario a la vez contribuía a las ideas del momento y su formación o consolidación. Se puede intuir, para el observador más fino, un cambio de mentalidad y diferentes maneras de entender el libro y la sociedad, el autor y la sociedad y el negocio y su modelo, la política, lo comercial...
Un archivo es algo importante, esta semana, con motivo del aniversario del nombramiento de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, Alcalá de Henares le otorgó un premio Ciudad de Alcalá de Henares Patrimonio de la Humanidad al Archivo Obrero, que se instaló en esta urbe en torno a 2003 y 2004 gracias a la Universidad y a la Fundación Pablo Iglesias. Luego se juntaron otras fundaciones socialistas de la rama socialdemócrata, pero nunca se logró instalar aquí, o sea: que se unieran al proyecto, a los archivos propios de los comunistas y los de los anarquistas, ya no hablamos de lo que pueda haber de los republicanos, aunque por donación parte de archivos personales de gente del POUM están en los archivos que se encuentran en el Archivo Obrero, ubicado en la Calle Colegios. Lo cierto es que yo trabajé siete meses en el archivo Obrero, en 2011, en concreto en el archivo histórico de la Fundación Pablo Iglesias, que es fundamentalmente del PSOE, aunque tienen también cosas de otras organizaciones, como UGT, Solidaridad, PSC, etcétera. Trabajé como becario identificando y organizando el archivo del Partido Socialista Obrero Español exiliado en París, y algunos archivos interrelacionados con él, como puedan ser del periódico El Socialista, u otros. Sus fechas extremas eran de 1944 a 1996, más o menos. Cito de memoria. Lo cierto es que aunque era becario se me trató y respetó en todo momento como un archivero más. Me gustó aquella experiencia y aprendí mucho. Pude dar algo de forma a aquello desde las funciones más básicas a las más complejas. Aunque reconozco que las funciones de un becario en principio no deberían haber acarreado algunas cosas, pero como las acarreé hay que decir que aprendí mucho de lo que ya sabía, pues llevaba por entonces un año de experiencia acumulado como archivero en formación entre dos archivos anteriores. Aprendí más de lo que ya de por sí sabía gracias a un trabajo pleno de archivero, aunque a precio económico de becario. Ahora no hay becarios en el Archivo Obrero, que yo sepa, puede que me equivoque, pero no me suena que estén. Hay lo que se ha venido en llamar trabajadores autónomos, aunque con su horario laboral como si fueran archiveros normales, y hay un par de voluntarios que son los que han levantado ese archivo y gracias a los cuáles es posible su existencia y logros, a los cuáles me une una amistad y un agradecimiento, he de decirlo. Se jubilaron, pero ejercen sus antiguas funciones aún gracias a su voluntariado. Con esto lo que vengo a decir es que el premio está muy bien ganado, pero que más que premiar a una institución, si lo que se quiere al premiar es reconocer la importancia de un archivo en nuestra Historia y Cultura, lo mejor que se puede hacer es ayudar a que se mantenga el archivo, con dinero, que se mantenga a las personas que trabajan en él, que se les reconozca y que se mantengan sus puestos de trabajo de una forma estable y digna. El resto de medallas a la institución son medallas que quedan muy bien en la prensa, pero igual que una persona se mantiene viva entre otras cosas porque come y no porque le den palmaditas en la espalda, un archivo se mantiene vivo si se cuida a sus archiveros y a sus recursos humanos. Y lamentablemente no hay archivo en España, ningún archivo en España, salvo casos municipales, que estén cuidando a sus recursos humanos.
Que se den todas las medallas que se quieran, no serán las medallas las que hagan las tareas de trabajo, serán los intelectos y las manos, los ojos, las funciones todas de las personas trabajadoras.
He trabajado ya un promedio de tres años y medio más o menos en archivos, aunque con periodos de desempleo brutales entre unos y otros. He conocido ya muchos archivos y sus diferentes criterios. Siempre se aprende. En unos casos fue en formación o de becario, otras veces han sido contratos con empresas o directamente del Estado. He participado de numerosos proyectos archivísticos. Sé que aunque yo he hecho posible cosas como ese cacareado proyecto Carmen Balcells en la prensa nacional, o ese premio al Archivo Obrero, seré un anónimo más entre otros anónimos. Como mucho saldrán en fotos el personal de esos archivos, pero nunca saldremos ni se nos mencionará a los "nuevos temporeros" del siglo XXI que, en este caso en los archivos, hemos levantado desde nuestra profesionalidad que todo eso sea real, aún a pesar de que cuando acaba el proyecto hacemos malabares para sobrevivir económicamente o nos caemos muertos, figuradamente.
Se puede presumir mucho de la Historia de un lugar en la prensa y en los discursos políticos en busca de la promoción turística o en busca de la simpatía del votante, y en Alcalá de Henares no hay ayuntamiento que no lo haga. Esta semana, como escribí, se produjo en el salón de actos del Archivo Municipal un acto de homenaje a Melchor Rodríguez. Allí hubo cinco personas dando una conferencia, dos de esas personas eran el director de un documental, Joaquín Jordá (hombre conocido en el mundo del cine español) y el alcalde Javier Rodríguez, del PSOE, y en el público hubo dos concejales de Somos Alcalá, pero no estaba la concejala Aranguren, del PSOE, responsable del área de Cultura. Debiera haber estado, como debiera haber estado en muchos actos culturales, algunos ya mencionados. El problema no es tanto ese, el problema es que cinco minutos antes de entrar yo en la sala me fui a la sala de investigadores para donar las separatas de mis investigaciones de Historia de Alcalá de Henares que presenté una semana antes en el XV Encuentro de Historiadores del Valle del Henares. Sé que allí suelen tener todos los Libros de Actas, pues yo he consultado ejemplares allí, pero sé también que les gusta tener las separatas de los autores para dar un mejor servicio de conservación y de consulta. Hablando con el archivero le dije que pronto le darían el libro de actas, que yo donaba mis separatas. El archivero me dijo que así sería, porque siempre terminan teniéndolos, pero que él no llevaba el asunto, si no su jefe y que no sabía si se destinaba dinero para la compra de esos ejemplares o bien siempre los tenían porque el Foro de Historiadores del Henares o un particular se los donaba, pero que él creía estar seguro que debía ser lo segundo: la donación. ¿Cómo se puede ir como político a los actos donde acude la prensa para hablar de Historia y luego no ser capaces de hacer que el archivo que conserva la Historia de la ciudad no compre los libros de las actas que cada dos años hacen avanzar la Historia local y su estudio, o cualquier otro libro de Historia de la ciudad que se van publicando cada tanto? La respuesta es sencilla: quizá porque no hay un compromiso serio y real con la Historia, pero sí lo hay con el turismo. No importa tanto avanzar en el conocimiento de la Historia y en su base cultural, como profundizar en realidad en el fomento de hitos de la Historia, aunque sea por encima, para que atraigan personas que consuman y gasten dinero en la ciudad. Historia y Turismo son dos carreras universitarias diferentes. El panorama es para invitar a pensar en eso, pues como desde el año pasado han dicho ya varias personas de la Cultura española, asistimos a unas épocas donde no interesa fomentar la Cultura, si no el entretenimiento disfrazado de Cultura.
Mañana es mi último día de trabajo físicamente en el proyecto Carmen Balcells, en el AGA, el contrato finalizará el día 14, pero desde mañana hasta ese día 14 ya son días libres. Hoy me tocaba reflexionar sobre archivos. El futuro no es halagüeño, ni aunque me digan mil veces que saldrán oposiciones a archivero. En parte me siento tan cansado como combativo, lo que es una sensación extraña, pues no se sabe en ese estado en qué momento clave qué estado emocional pesará más. Pero en principio una serie de noticias sobre archivos estos días me ha hecho pensar que no sólo no hay trabajo, si no que además tampoco hay reconocimiento ni aprecio del trabajo realizado. Pero sólo es una sensación del día previo al fin del contrato laboral. Nada nuevo. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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