Viajar por las estrellas a otros mundos nuevos en un universo lleno de vida... De momento, como mucho, he viajado al cine gracias a un cupón con un generoso descuento que me ha permitido ver la décimo segunda entrega en cine de la saga
Star Trek, que comenzó en pantalla grande en 1979 (el año que nací yo), de la mano de Robert Wise con
Star Trek: la película; aunque
todo partió de una serie de televisión nacida en 1966, también muy visitada por mí en sus reposiciones, que contó con varias temporadas y varias secuelas más hasta nuestros días. Su creador fue Gene Roddenberry un escritor norteamericano aficionado a escribir poemas y relatos de aviación y de ciencia ficción para revistas destinadas al cuerpo de ejército norteamericano de aviación. Él era piloto de guerra, y como tal combatió en el Océano Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la que Estados Unidos de América comenzó a participar desde 1941. No sé si fue durante ésta contienda, o durante vuelos en tiempos de paz posteriores, o quizá durante al Guerra de Corea (1950-1953), que mientras volaba en una de las ocasiones creyó ver volar cerca y a la par que su avión cazabombardero un objeto volante no identificado (OVNI) con forma circular, el cual terminó perdiéndose con gran rapidez de su vista. A partir de ese suceso comenzó a escribir en sus tiempos libres lo que en 1966 iba a tomar solidez como una de las series de ciencia ficción más consolidadas y aceptadas en todo el planeta, por prácticamente todas las culturas existentes. Una serie que hizo soñar a muchas gente, tanto a otros escritores, como a otros cineastas (su principal competidor fue George Lucas con la saga que inició en 1977,
Star Wars -La Guerra de las Galaxias-). Roddenberry decidió adaptar sus relatos a una serie televisiva cuando vio funcionar por primera vez un televisor. Estimuló tanto su imaginación y sus posibilidades tecnológicas en torno a la sociedad del futuro que pensó que ese era el medio ideal para mostrar su obra. No sólo no se equivocó mucho, sino que en cierto modo las comunicaciones dentro de la mítica nave espacial U.S.S. Enterprise era en pantalla de televisión. Hizo soñar a mucha gente, como he dicho, y entra esa gente hubo incluso inventores y científicos que han tomado la saga
Star Trek como punto de referencia para traer a la vida real lo que en
Star Trek es ciencia ficción. Uno de esos científicos que ha dado uno de los inventos más revolucionarios de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI es Martin Cooper, que inventó el teléfono móvil a partir de los telecomunicadores que en la serie televisiva permitían a los protagonistas hablar entre sí sin cables y a través de largas distancias, así como incluso recibir archivos de datos. Cooper siempre declaró ser seguidor de
Star Trek y su teléfono móvil no hubiera surgido en su mente si no le hubiera ilusionado aquella idea de ciencia ficción en aquellos años.
La historia general de la saga, que en español se traduciría como Viaje a las Estrellas, cuenta como la Humanidad del futuro ha entrado en contacto con otras civilizaciones extraterrestres de nuestra galaxia. Con ellas ha formado la Federación de Planetas Unidos, un gran Imperio basado en la democracia propia de la muy real Naciones Unidas de nuestros días. No obstante, Roddenberry usó de la actualidad política y social de su época para hacer sus visiones y sus críticas de la misma, muy especialmente de la Guerra Fría (1946-1991). Dentro de este contexto se le otorgó una misión de exploración científica y de policía galáctica a una serie de militares de la Federación que forman la tripulación de la nave U.S.S. Enterprise. A lo largo de las series televisivas y de las películas de cine podremos descubrir tanto el contexto y trama política de ese hipotético futuro, donde los grandes malos es el Imperio Kringlon (clara referencia a la Unión Soviética, sobre todo en la serie) hasta que se firmó las paces con ellos, después de muchas aventuras con ellos como antagonistas. Entonces el nuevo enemigo es otro Imperio, el Imperio Romulano. Pero hay otras historias que aparecieron primero en las series y se continuaron en las películas, como una gran inteligencia artificial que recorre el universo (y que posiblemente se inspira en los relatos de Ciberiada, escritos por Stanislaw Lem), un genocida llamado Khan, el descubrimiento de la posibilidad de viajar a través del tiempo, planetas de apariencia paradisiaca con algo que ocultar, vórtices de agujeros negros, extrañas tradiciones de Vulcano, planeta de donde procede el oficial científico Spock, extraños supervivientes de tragedias en colonias espaciales o naves, un planeta de androides, seres telépatas, etcétera.
Si he de decir una primera valoración del nuevo metraje,
Star Trek: En la Oscuridad (J. J. Abrams, 2013) antes de entrar en materia profunda, diré que es quizá una de las más recomendables películas de acción para este verano, aún no me atrevo a decir "del año". Ahora bien, siempre hay un "pero", si conoces
Star Trek o si sigues
Star Trek, como yo, deberás ir a verla obviando que muchas de las cosas que cuenta las cuenta de un modo que no tiene mucho que ver con la idea original de cómo se contaban las cosas en
Star Trek. Es una película pensada sobre todo para hacerse con un público nuevo que se transforme, como muchos nos transformamos, en seguidores. Por ello ahora le dan una gran importancia a la acción, o lo que es lo mismo: la violencia, a pesar de que originalmente lo que predominaba era el diálogo antes de recurrir a la acción, la violencia, como último recurso... Y aún recurriendo a ella en las antiguas historias, esta era siempre proporcional y justa, ahora se nos presenta espectácular, desproporcionada y administrada sin contención ni sujeta a lo justo. Este es un aspecto que ya trajo debate entre los seguidores más veteranos en 2009. Por un lado algunos lo aceptaron como una evolución lógica con los nuevos tiempos, otros la rechazaron por ser un recurso facilón precisamente de los nuevos tiempos, que olvida el guión y la historia en favor de los efectos especiales desmesurados y la mencionada acción violenta en todo momento. Aunque en general, ambas dos últimas entregas firmadas por Abrams son muy bien apreciadas y valoradas.
Al igual que la anterior entrega de las nuevas películas de la saga, ya he dicho que firmada igualmente por J. J. Abrams,
Star Trek (2009), se sigue la historia de la tripulación del
U.S.S. Enterprise en una línea de tiempo alternativa al que habían vivido hasta ese momento. En aquella ocasión la venganza de un romulano hacia el señor Spock hizo que se retrocediera en el tiempo con la intención de aniquilar al vulcaniano, no encontró mejor manera que destruir su planeta de origen , Vulcano. Pero, sin desvelar nada de ese metraje para quien desee verlo y aún no lo haya visto, Spock logró sobrevivir, aunque no su planeta. Sólo unas decenas de miles de vulcanianos tuvieron oportunidad de escapar y reempezar toda su civilización en otro planeta. Sin embargo, en torno a la historia que nos interesa, el presente a partir de las juventudes de todos los miembros del U.S.S. Enterprise, incluido el propio Spock, quedó comprometido dentro de una línea temporal alternativa. Por ello, aunque ambas películas de Abrams son citadas con frecuencia, incluso por mí a veces, como precuela, en realidad no lo es. Sigue la línea temporal lineal del relato que se nos narra, sólo que ésta ha tenido que retrotraerse a sus orígenes para volver a ocurrir con determinadas cuestiones cambiadas por fuerza al haber cambiado la Historia por la destrucción de Vulcano. Todo esto así explicado parece complejo, aunque no lo es, y desde luego, en resumen, los más veteranos seguidores podríamos resumir que en realidad pese a no ser una precuela en realidad sí lo es y que toda la trama expuesta es la excusa dada por los guionistas para volver a contar historias del oficial científico, el vulcaniano Spock, el capitán Kirk, el doctor McCoy "Bones", la intérprete y oficial de comunicaciones Uhura, etcétera.
Star Trek ya había sobrevivido a ellos con otras tripulaciones con muy buena fortuna, pero ellos, los protagonistas iniciales y clásicos, seguían siendo los mayores atractivos de la saga. Los actores originales son ya o muy viejos, como Leonard Nimoy (Spock), que pese a todo sigue apareciendo, o William Shatner (Kirk), o bien están muertos como DeForest Kelley (McCoy), que murió en 1999. Vuelvo a decirlo ahora con este segundo argumento, son dos metrajes pensados para crear una nueva generación de seguidores que no conocían la saga por ser muy jóvenes y estar acostumbrados a otro tipo de sagas. Es más, incluso en esta segunda película rodada por Abrams, todos los protagonistas buenos son jóvenes y bellos, todos los malos y los indiferentes o torpes a la hora de tomar decisiones, son viejos, salvo uno. Esto no se daba en las anteriores entregas, no se daba tampoco lo contrario, simplemente no había este tipo de diferenciaciones y clasificaciones.
Star Trek: En la Oscuridad cuenta el encuentro que tienen en esta nueva línea temporal con el genocida Kahn. Este malévolo personaje ya apareció en la serie de los años 1960. Desde su primera aparición en febrero de 1967, Kahn es el capitán de una vieja nave espacial terrestre cuya tripulación, alterados todos genéticamente, están desterrados por crímenes de guerra y sometidos a criogenia. Kahn tiene un gran poder físico y mental. Tras una serie de desencuentros con él, el cual pretende hacerse con el control del Enterprise, es mandado por el capitán Kirk al espacio donde puedan llegar a un planeta donde podrían reeniciar sus vidas partiendo de cero. Muchos años después, con un capitán Kirk casi cercano a ser retirado del servicio en activo más allá de una oficina, los tripulantes del U.S.S. Enterprise los vuelven a encontrar. Esto se cuenta ya en la película
Star Trek II, la ira de Kahn (por Nicholas Meyer, 1982). El planeta al que llegaron es desértico y lleno de criaturas voraces, lo que han vivido como un destierro peor que el de su criogenia anterior, sufriendo hambre, muertes y locura. Kahn ha enloquecido de ira y sed de venganza en todo ese tiempo. Al reencontrarse con Kirk y su gente, que transportan un nuevo avance científico que podría crear vida a partir de lo estéril, aunque igualmente también podría funcionar como arma, se desarrolla su plan perfecto para matarlos a todos en un planeta en la zona neutral entre el Imperio Kringlon y la Federación, que es el planeta citado. Vencerle tiene un alto coste para ellos, la muerte de su oficial científico, Spock, al intentar salvarles y verse sometido por la fuerte radiación de los motores del
Enterprise. Sin embargo, el artefacto regenerador de vida es lanzado por accidente al planeta estéril y comienza a ser un vergel al cual se lanza la vaina funeraria del vulcaniano. En
Star Trek III: En busca de Spock (por Nicholas Nimoy, 1984) se nos cuenta esto otro. Spock vuelve a la vida volviendo a nacer y creciendo apresuradamente hasta la edad con la que murió, gracias a aquel generador de vida. Sus compañeros regresan a buscarle cuando le detectan. Hay aquí una serie de referencias a la serie antigua como la aparición de determinados parásitos alienígenas que Spock sufrió en su columna vertebral o volver a vivir su ritual de matrimonio y sexualidad. Esta aventura se complica cuando los Kringlon creen que las actividades de la Federación en ese planeta de la zona neutral es una provocación bélica imposible de ignorar ni de negociar.
La nueva entrega, como he dicho, retoma a Kahn otra vez en 2013, sólo que ahora dentro de esa línea temporal alternativa. Kahn, que era un hombre de mediana edad con rasgos hindúes y características del superhombre de Nietzsché, ahora es un jovencito frío y calculador de carácter psicopático, esto es: sin empatías. Abrams reúne toda la información del capítulo de 1967 y las películas de 1982 y 1984, y hace con ello un batiburrillo con guiños del tipo
"el mundo al revés" y del tipo
"y si en lugar de... hubiera ocurrido que...". Se entiende todo perfectamente bien si se conocen las historias anteriores referentes al personaje, y se entiende simplemente bien, pero no perfectamente bien, si no se conoce nada de eso. La historia cuenta con muchas referencias a sucesos de la línea temporal original, juega con ellas y le sirve para hacer guiños. Pero el guión se preocupa más del espectáculo, de la acción violenta y de los efectos especiales, y a pesar de que sigue teniendo argumento éste es menor en su desarrollo que en las otras entregas que la precedieron. El guión no desarrolla del todo la historia, comprime demasiadas cosas ya conocidas y se entiende en gran medida en dos sentidos diferentes: en el sentido de una historia que de fondo tiene otra más larga y compleja desarrollada ya (la cual recibirán los que hemos visto la saga), y en el sentido de una mera historia de acción donde no importa tanto explicar
porqués de modo profundo, sino simplemente presentado como idea (que es un sentido que recibirán las personas que nunca vieron antes la saga
Star Trek).
Y efectivamente, igual que pasaba en
El Hombre de Acero, Abrams ha usado
Star Trek para hacer referencias a la Historia reciente de Estados Unidos de América y lanzar un mensaje de belicismo internacional latente en las circunstancias actuales. Sí, crea una secuencia donde se destruye una ciudad usando una nave como proyectil, o sea: recordándonos los sucesos terroristas del 11 de septiembre de 2001. Kahn pertenece a otra cultura que se cree superior a la humana, y desea atacarla, e incluso, con su tripulación criogenizada, pretende iniciar una nueva civilización sobre la existente cuando los despierte. Es el mismo argumento de fondo que la anterior película de Superman citada,
estrenada también hace poco. Más aún, el propio Kahn, con otra identidad, ha convivido dentro de la sociedad de La Tierra con el objetivo de crear una serie de atentados letales cuyo objetivo es descabezar de líderes militares a la Federación. Ese es el inicio de la película, pues después Kahn huye en secreto a un planeta, Kronos, que resulta estar en territorio enemigo, el Imperio Kringlon; lo que nos recuerda a Bin Laden cuando organizó el criminal ataque a New York, donde murieron miles de personas, y su huida en secreto a un país enemigo de Estados Unidos en aquel 2001, Afganistán, y posteriormente su ocultación en Pakistán, desde donde dirigía tanto la Guerra Santa como los atentados contra Occidente con la idea de que algún día prevalezca la civilización musulmana sobre la occidental. Y dicho todo esto, con el conocimiento de toda la evolución económica, social y política vivida desde entonces hasta este 2013, uno se pregunta, ¿qué mensaje o qué pretensión nos están lanzando las productoras de Hollywood este año al mundo occidental? ¿Acaso se nos está preparando mentalmente para algo? O bien, ¿los productores de Hollywood temen un futuro oscuro y lo reflejan en sus metrajes? En esta entrega de
Star Trek se baraja la posibilidad de un asesinato político sumario y sin juicio previo a un enemigo terrorista en favor de mantener un sistema teóricamente democrático. Bien es cierto que Abrams ha tenido el buen criterio de no transformar a la Federación en un estado fascista encubierto, pero, aunque ya he contado mucho, no diré cómo. Logra evitarlo y mantiene el carácter democrático de la saga.
En cuanto a las interpretaciones es inevitable que los actores se acojan a sus guiones, así que no repetiré lo ya dicho sobre personajes que recurren a la violencia y lo visceral, cuando en realidad esos mismos personajes en origen, siendo también viscerales, eran por lo general más diplomáticos y reflexivos, la violencia en ellos era en último recurso, es más, recurrían siempre que podían a no matar. Kirk, que era un personaje astuto y diplomático que de vez en cuando se la jugaba al azar, es ahora un personaje que continuamente se la juega al azar a las órdenes de sus corazonadas y pálpitos y de vez en cuando a tirar de pistola o de puñetazo con una facilidad que ni un hincha de un equipo de fútbol. El amor insinuado e imposible entre Uhura y Spock, ahora es un amor pasional y desatado. El sarcasmo y la ironía de McCoy es aquí algo cercano a la cobardía. El espítiru de servicio, científico y de protagonista de segundo plano del jefe de máquinas, Scott, que por otro lado era un personaje más bien hogareño y de costumbres familiares y de bar entrañable, ahora pasa a ser poco menos que todo un paranoico dispuesto a partirse la cara con todo el mundo en uno de sus múltiples enfados. Spock, un ser que por su naturaleza vulcaniana no está dotado de sentimientos, sólo de raciocinio, en las películas de Abrams, y mucho en esta última, es un volcán emocional por estallar... sólo ha faltado sacarle haciendo punto de cruz y llorando con una telenovela. Pero es que todo esto, que en buena parte es cosa del guión y del director, empeora con algunas interpretaciones ya propias de los actores. Uhura parece salida de un barrio negro conflictivo de alguna ciudad grande de Estados Unidos, Kirk parece ser un universitario conflictivo (y eso que es capitán de una nave de la Flota Interestelar que tiene que resolver misiones diplomáticas que eviten guerras), y Spock... ay, Spock... no se sabe muy bien si el actor, que ha comido un poco más en su dieta desde 2009, a pesar de que su personaje es altamente delgado, pues digo que no se sabe si está tomando por referencia al inmutable Spock o al inmutable personaje Sheldon Cooper de la serie de humor The Big Bang Theory. Y por un lado he dicho que esto es lo peor, esa falta de fidelidad a los personajes originales, pero por otro lado, paradójicamente es lo mejor... Y las nuevas películas firmadas por Abrams atraen la atención de no iniciados y de iniciados en Star Trek precisamente por las nuevas formas de las personalidades de los protagonistas. Sólo que Abrams aún tiene que domarlo, por muy bien que le esté funcionando su contribución a la saga a la hora de recoger el dinero de las taquillas de los cines. No sé, o yo no entiendo a Abrams del todo, o Abrams no ha entendido los personajes. Aunque mucho me temo que entiendo a Abrams muy bien... Se busca en las butacas a las nuevas generaciones de espectadores nacidos en los años 1990 y primerísimos 2000. Por esa regla de tres un día harán una nueva versión de los teleñecos donde la divertida y juvenil rana Gustavo, cuando vuelva a vestirse de caballero andante, acabe sacándole las tripas a su enemigo con su espada y en la siguiente escena follando desmesuradamente con la cerdita Peggy. Y no me voy demasiado de comentario, en la nueva entrega de Star Trek, donde hay demasiados enfoques y fotografías de imagen pensados para que funcione como película en tres dimensiones, despreciando de ese modo un poco al que va a ver la película en dos dimensiones, aparece de modo total y altamente gratuito una de las protagonistas, una rubia muy bien dotada físicamente, en una ropa interior negra muy estimulante. La habrán disfrutado los varones heterosexuales, y las féminas homosexuales, que hayan pagado el extra de una película en tres dimensiones. Esa imagen, para el relato, no está justificada, sólo se incluye para que el espectador se dé un capricho erótico y sexual (bastante escaso e inocente, por otro lado) para sus ojos.
Y pese a todo lo dicho, pese a los peros destacados, es una buena película de acción para ver en pantalla grande. A mí me gustó, al menos, a pesar de que crea que hay cosas mejor resueltas y tratadas justamente en las anteriores entregas.
2013 viene cargado de muchos metrajes de ciencia ficción. Esta es muy digna de ver. Saludos y que la cerveza os acompañe.