Detrás de la iglesia de San Francisco de Asís, de la avenida de Reyes Católicos de Alcalá de Henares, aparece este curioso símbolo de "prohibido personas". He de suponer que se refiere a que está prohibido que las personas se suban al edificio por las rejas de la vidriera. El símbolo en sí mismo no dice eso, sólo nos indica que están prohibidas las personas. Es su cercanía a la vidriera la que nos hace pensar que quiere decir lo que he dicho. La presencia de esta señal en las paredes de una iglesia parece dejárnoslo fácil para la broma.
En una calle de Madrid capital una tienda de disfraces nos muestra a la ratita presumida del cuento infantil en el cuerpo de una muy sensual y sexual chica con uniforme de servicio doméstico de limpieza. Aquí la persona no está prohibida, está mercantilizada, transformada en objeto de venta. La verdad es que la gravedad o la inocuidad de la venta de una idea sexual de una servidora del hogar depende de quien la valore, pues pudiera tratarse desde un abuso sexual a un juego de pareja aceptado por ambos. La mercantilización de la idea dependerá de quien la reciba. Aquí la vidriera de la iglesia no aparece para darnos más datos sobre aquel cartel de "prohibido personas", pero la vidriera del escaparate sí nos indica que más que un disfraz se nos está vendiendo el juego sexual posible con él, o bien una idea sexual. El escaparate comercial hace de la idea una mercancia.
La importancia del lenguaje visual está en que nos aporta una serie de
datos que el lenguaje oral y el escrito no termina de darnos, los
completa. Y lo hace de tal modo que nos lanza ideas complementarias o
posibles. Jugando con esa idea algunos poetas del siglo XX iniciaron un
estilo por el cual los versos son removidos y alterados, colocando las
palabras que las componen de modo distanciado y sin necesidad de formar
líneas, con ellas crean en su conjunto dibujo, como por ejemplo palomas.
Es lo que se llama un caligrama. Como los que hace Sol Silvestre. Las ideas adicionales de la imagen refuerzan las ideas de las palabras. Una imagen dice más que mil palabras, al menos eso dice el viejo dicho castellano. Pero palabras e imágenes se necesita, necesariamente. El ser humano piensa porque abstrae las imágenes en palabras, gracias a eso logra crear reflexiones y enlaces causales. Crea ideas de procedimientos y las asocia mediante ellos. Podrá decirse que un ciego nunca ha visto una imagen y sin embargo también piensa. Efectivamente así es, un ciego de nacimiento nunca ha visto una imagen, no con sus ojos, pero tiene capacidad de imaginar, y en ese proceso se crean imágenes. Imágenes que ha visto con el tacto, con los olores, o con otros sentidos sensitivos.
La abstracción de la palabra en la imagen y la de la imagen en la palabra, la complimentariedad de ambas, las informaciones dependientes que se hacen dependientes. He ahí todo lo bello de la palabra y de la imagen. Llegados a la persona nos invitan a la abstracción inevitable e incontrolable. Se hacen parte de nuestro mundo interior y se mezclan con nuestras experiencias. Es ahí donde la imagen y la palabra se relativizan y lo que para unos es la lógica "prohibido subir a la reja de la vidriera", para otros es la surrealista y cómica idea de "prohibidas las personas en la iglesia".
La imagen y la palabra llevan a la abstracción del pensamiento para relacionarlas, que es lo que nos hace seres conscientes de ser. Los animales y otros seres son conscientes de su existencia, pero hay quien duda que sean conscientes de su ser. Independientemente que lo sean, y sin duda algunos animales parecen conscientes de su existencia y de su ser a la vez, la consciencia del ser en los humanos gracias a la palabra es la que crea nuestra mente. Nos habla el otro y lo otro, y el animal y la máquina, digan o no palabras, y todo ello hace como si de caligramas fuéramos hechos. He ahí la poesía de la vida, que sólo ahi que leerla.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Sol Silvestre me dice que el caligrama del gato es de Sergio Agüera.
ResponderEliminarFalta caligrama de san fransisco de asis
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