La película El Hombre de Acero de Zack Snyder recién estrenada ha sido aconsejada y amparada por Christopher Nolan, como dije en la anterior entrega sobre el acontecimiento de este metraje en el 75º aniversario de la aparición de Superman. Ambos estuvieron de acuerdo en crear un Superman oscuro, al modo como hizo Nolan con Batman a mediados de la anterior década de 2000 en una trilogía. Sin embargo, Batman y Superman son dos héroes muy diferentes, lo que es algo que ya profundicé detalladamente en el 70º aniversario, en 2008, que recomiendo para quien quiera ubicar a los personajes en la Historia y en el contexto en el que nacieron. La oscuridad de Superman en este nuevo metraje no es como la de Batman en el metraje de Nolan. Batman no deja de ser un personaje traumatizado incapaz de solucionar sus conflictos internos y la muerte de sus padres que le hacen optar por la venganza culpabilizando a todos los delincuentes de la ciudad de Gotham. Tanta oscuridad contrae Batman en sí que en ocasiones raya el límite en sus métodos para hacer justicia con los métodos de los criminales para hacer el crimen. Superman tiene un trauma inicial, pero diferente. Es un huérfano de otro planeta con poderes inimaginables entre unos humanos que no conocen su origen, salvo sus padres adoptivos en La Tierra; origen, que por otra parte, desconoce en gran medida por falta de datos de su planeta de origen, Krypton. Sus relaciones infantiles y adolescentes entre él, los humanos y sus poderes, le crean una serie de conflictos internos que definitivamente doma a la perfección. Superman se transforma en un ejemplo de justicia absoluta exenta de oscuridad. Tanto que hay quien a veces ha especulado con una personalidad un tanto autoritaria, por unilateral. Y en esa base de diferente oscuridad, la oscuridad vengativa y resentida de Batman y la oscuridad del paria que tiene algo que ocultar que a la vez desconoce su origen, está la base de la película de Zack Snyder.
Superman nació en 1938 en el cómic norteamericano en pleno destrozo económico, político y social de la crisis de 1929. No era casual que se eligiera una granja del Medio Oeste americano para que se criara este emigrante alienígena venido de un mundo destruido, como dije en otros artículos ya citado. Siegel y Shuster veían en él, por otra parte, una respuesta al hombre ario de la ideología nacionalsocialista alemana. Un hombre que combinaba en sí la Libertad, la Justicia, la Democracia, la mezcla cultural, cierta divinidad... Un completo que identificaba en sí los valores que proclamaba Estados Unidos frente al mundo fascista que se abría paso en Europa, y de rebote frente al comunista.
Zack Snyder ha querido marcar la diferencia de su metraje con los anteriores, especialmente con el de 1978 de Donner, Superman, la película. Juega con ventaja, él sabe que ha rodado la primera parte de una trilogía. Donner no sabía que se rodarían hasta cuatro películas de la trama que él había iniciado. También Snyder cuenta con mejores efectos especiales gracias a los avances de la tecnología en los últimos treinta y cinco años y a una inversión de su productora, Warner Bros, de un par de centenas de millones de dólares... una barbaridad de dinero. Y sabe que es lo que no gustó de la revisión del metraje de Bryan Singer de 2006, Superman Returns. Fundamentalmente ha querido dar explicación a todos los huecos de la historia que él consideraba que no habían explicado tanto el cómic como los metrajes hechos hasta la fecha. Tanto se ha preocupado por lograrlo que ha olvidado dar explicación en su metraje a las cosas simples que en los otros metrajes sí estaban explicadas. Los porqués y su importancia, esos son lo que han podido ser el acierto o el desacierto de Snyder, según el espectador. Yo ya he visto el metraje, tuve la suerte de ver alguno de la década de 1980' también en su día en pantalla grande. He estado comparando en silencio mi opinión con la de otros espectadores, y básicamente tenemos seguidores de Superman desde hace mucho tiempo que, con razón, dicen que Snyder ofende a los seguidores del cómic al venir él de nuevas y pretender decir qué es qué, ignorando que muchas de sus respuestas ya estaban contestadas a lo largo de innumerables aventuras en sententa y cinco años de existencia del superhéroe. Por otro lado tenemos que los amantes de los superhéroes ven en este Superman un personaje de manual de los superhéroes típicos de Marvel Cómic, pero no de Detective Comics (DC), por lo que según algunos es también una ofensa a los seguidores del personaje. Para los amantes de los cómic de Marvel la película es genial, para los amantes de los cómic de DC es un exceso innecesario. Y para los amantes del cine en general, la película es simplemente un alarde de efectos especiales, un guión pensado para un videojuego, un exceso de violencia que olvida la historia a narrar... Pocos son los que defienden la película, y de los que lo hacen alegan o bien que es lo que se va a ver al cine cuando vas a ver a un superhéroe, o bien que para entretenerte vale.
A mí, sinceramente, no me disgusta, pero tampoco me convence del todo; me deja, en todo caso, a la espectativa de cómo se desarrollará el resto de la trilogía. Pero desde luego no diría en absoluto que tenga algo en común con el Batman de Nolan, salvo un intento por hacer al personaje verosímil. La historia se centra obviamente en los traumas iniciales de Kar-El, que es Superman, de nombre humano Clark Kent, en su vida entre humanos al desarrollar sus poderes y tener que ocultarlos, a pesar de que no sabe exactamente cuál es su origen que ocultar. Snyder ha hecho los deberes de leer una saga de Superman en cómic que no es tan conocida por muchos lectores de cómic en España. Se trata de Superman en el Exilio, también conocida como Superman, Exilio, Superman Exilio en el Espacio y Superman en el Espacio. En aquella saga creada entre los años 1980 y 1990 Superman decidió autoexiliarse de La Tierra al verse incapaz de haber salvado la vida de unas víctimas humanas que él mismo mató cuando sufrió un episodio de psicósis y desdoblamiento de personalidad, que resultó ser causa de su horfandad y el desconocimiento de su origen. En su vagar por la galaxia encontró en una serie de aventuras, bastante apasionantes, varias de las claves de su pasado, del pasado de Krypton y de la civilización que le dio la vida. Snyder recoge la estética y las bases de la civilización de Krypton que aparece en esa saga. Quizá para los que sólo conozcan Superman de las películas anteriores les haya parecido algo extraño, pero la realidad es que ya estaban establecidas por sus creadores en el cómic. Lo que ocurre es que Snyder se ha centrado sobre todo en sus relaciones y orígenes alienígenas. Elige para ello como malo del metraje al general Zod, un golpista que ya salía en el Superman, la película de 1978 y en Superman II, de Richard Lester en 1980, cuando en realidad, siguiendo la lógica de la referencia visual y de planteamiento de la civilización de Krypton, lo suyo hubiera sido que hubiera elegido como malo a El Erradicador, El Méndigo o la raza militar de Mundo Guerra. Para quien no esté familiarizado con esta saga puede conocerla a través de Comic Book, fan and lover. Por cierto que en esa saga Superman salía con barba, como en esta película, y a menudo ejerciendo sus poderes sin su traje clásico, como en esta película. Dicho esto, si bien es una revisión del origen de Superman enfocado de modo diferente a como hasta ahora se ha hecho, a mí me gustaría ver en cine historias contadas en cómic como ese exilio o la propia muerte y resurrección de Superman, que fue en su día la primera que aparentemente iba a ser permanente. El hecho psicológico de Superman, que por lo demás es un personaje bastante plano si no es por estos episodios y una anecdótica boda con Lois Lane, está en estas historias. Habrá que esperar a lo que ocurrirá en las otras dos entregas, donde en esta película ya se nos ha adelantado la existencia del criminal mafioso archienemigo de él, Lex Luthor, o donde aún falta por aparecer uno de los personajes que más cobijo dan a Clark Kent para proteger su personalidad secreta sin saberlo, el jovén fotógrafo Jimmy Olsen.
Snyder explica el traje de Superman como una cota de guerra que iría por debajo de una armadura, explica el símbolo familiar que heredó de su padre (Yor-El), hace del director del Daily Planet, Perry White un hombre de negocios del mundo de la comunicación de masas de hoy, a pesar de que en origen sólo era el director de un periódico local de la ciudad de Metrópolis, transforma a Lois Lane en una periodista agresiva ganadora de un Premio Pulitzer, aunque en origen sólo llevaba la sección de sucesos de Metrópolis en el Daily Planet (Donner lo retrató con humor en 1978, haciendo que Lane soñara siempre con un Pulitzer cubriendo noticias infímas locales y cometiendo faltas de ortografía), trata de explicar la pureza y bondad moral de Superman, basados en la Libertad y la Justicia, anclando su educación infantil y juvenil en un matrimonio de valores altamente cristianos y puritanos, trata de explicar, hilando con hilo fino, el golpe de Estado de Zod con el declive ecológico y social de Metrópolis que le lleva a su autodestrucción, explica porqué la kryptonita afecta a Superman... Y, en fin, da y da y da explicaciones de los grandes asuntos, y olvida explicar los pequeños asuntos... como por ejemplo, ¿de dónde ha sacado Superman su casa con aspecto y tecnología kryptoniano? ¿Cómo es posible que Lois Lane le conozca desde el principio tanto en su personalidad secreta como la de superhéroe y luego si se pone unas gafas no le conozca? Y otras cuestiones.
Snyder ha elegido bien a sus actores. Aunque para mi gusto la gente confía mucho en Russell Crowe como padre kryptoniano de Superman, en realidad en ese sentido está mucho mejor Kevin Costner como padre terráqueo adoptivo de Superman. Cavill, por otro lado, efectivamene interpreta a uno de los Supermanes más traumatizados representados hasta la fecha, a la vez, uno que es el que más profundiza emocionalmente en su autoconocimiento, el conflicto que le supone y la configuración final de su personalidad justiciera y equitativa.
Llegados a este punto, y habiendo dicho ya el uso abusivo de los efectos especiales comiéndose la trama del guión, sobre todo en favor de la violencia, a mí particularmente me gusta más las películas de Donner y de Lester en los años 1980. No porque me criase con ellas, que quizá también, sino porque me parecen algo más fieles al espíritu del cómic. La de Snyder es fiel al cómic, sí, pero al espíritu desenfadado del mismo no. Snyder ha creado un metraje enfadado y violento donde todo es áspero, todo nos resulta amenazador, no nos invita a la esperanza, que es lo que Snyder tanto nos repite en el diálogo y se olvida de representarlo en las imágenes y en la música misma. La música de 1978 del gran John Williams da al personaje toda su grandeza esperanzadora y apasionante. Se usó inteligentemente hablándonos de la historia y del personaje. La música de Hans Zimmer en 2013 más bien nos habla de que estamos condenados a un enfrentamiento violento. Eso no da esperanza ninguna. Superman se creó a raíz de la crisis en todos los ámbitos nacida en 1929, y su misión era precisamente lanzar un mensaje de esperanza; el Superman de Snyder es el primero que se rueda desde que estalló la crisis de 2008, habrá que esperar al resto de la trilogía, pero desde luego en la primera entrega lo que menos me llevo de la sala de cine es una sensación agradable de la posibilidad de alejar los conflictos.
Básicamente narra la historia de cómo el planeta Krypton ha sido gobernado por una casta política constituida por un consejo aparentemente elegido por los ciudadanos, aunque con castas de militares, científicos y políticos, la cual ha llevado a la ruina ecológica al planeta al abusar de los recursos naturales en nombre del progreso y la civilización. La situación ha llevado a un caos ecológico y social que lleva al general Zod a dar un golpe de Estado en medio de la crisis medioambiental. Antes de ello, Yor-El, un científico, ha advertido de lo que se viene encima, sobre todo al haber abandonado los puestos de avanzada en la exploración científica de la galaxia. Yor-El recibe negativas a su proyecto de empezar de nuevo la civilización en otros planetas, partiendo de lo natural, simbolizado en un nacimiento natural, ya que hace siglos que los tienen con ingeniería genética. Yor-El, no obstante, ha tenido un hijo de modo natural en secreto, y del mismo modo el códice genético de Krypton y manda a su hijo a La Tierra, antiguo puesto de avanzada científica de Krypton. En ese momento triunfa aparentemente el golpe de Estado de Zod, a la vez que en pocos minutos fracasa. Zod es juzgado y condenado con sus oficiales a vagar eternamente por la galaxia atrapados en unos cristales llamados La Zona Oscura. Krypton está condenado, a pesar de todo, y se destruye. Su explosión libera a Zod y los suyos, que buscarán a Kar-El, el hijo de Yor-El con una doble finalidad: restituir la civilización de Krypton a la existencia y vengarse de la familia El. En La Tierra Kar-El crece como el hijo de una familia de granjeros que lo llaman Clark Kent. Poco a poco descubrirá sus poderes, ya que la luz del Sol se los otorga a sus células, e irá formándose moral y éticamente en superhéroe, lo cual pasará su prueba de fuego cuando llegue al planeta Zod y los suyos y Kar-El, que será apodado Superman (SuperHombre), decida posicionarse del lado de la Justicia y la Humanidad.
En Superman II, Richard Lester ya había mostrado con humor una pelea que destroza la ciudad de Metrópolis en 1980. La pelea también era entre Superman y el general Zod y sus oficiales inferiores, pero en 2013 el destrozo de Metrópolis parece lo más fundamental, no la lucha entre el ideal de libertad de Superman y el de autoritarismo de Zod. Superman era humano plenamente, para él no todo valía, Zod era insensible al dolor ageno, para él todo valía. No es que eso no se dé en la película, sino que si en la primera versión se trataba de mostrar los dos modos diferentes de hacer las cosas, en la segunda versión, la actual, parece que lo importante es la destrucción. Se nos muestra la destrucción de una civilización, la de Krypton, por la ambición de los que generan energía en nombre del progreso. Snyder estropea ese planteamiendo al mostrar ahí peleas y disparos. Y se muestra la destrucción de la civilización en Metrópolis al plantear de fondo que una civilización quiere construirse sobre las ruinas de otra, las de la Humanidad, representada por Estados Unidos. Superman es un infiltrado de esa civilización de Krypton del que hay que sospechar... Y tantas son las sospechas en el mundo actual que el metraje refleja que sale hasta el alter ego de Assange y su Wikileaks desvelando secretos de Estado por Internet a modo de que eso es peligroso para la sociedad. Y sí, la destrucción de Metrópolis recuerda constantemente a los hechos terroristas del 11 de septiembre de 2001 en New York. Eso sitúa a los kryptonianos en una amenaza terrorista asimilada al extremismo islámico... y a Superman en un sospechoso al que vigilar. Y si se va por el camino de la comparativa del 11 de septiembre, queda al descubierto que mientras Superman salva a menos de una decena de personas de manera puntual en la batalla, se intuyen miles de personas que mueren en edificios y calles. Se va más allá, pues otra diferencia con los metrajes anteriores está en que si bien los valores democráticos prevalecían en todos los metrajes (dentro del contexto de la Guerra Fría), y estos eran claros y evidentes con la aparición de políticos y de caminos a seguir y de la prensa como contrapoder a la corrupción, en este metraje los políticos no hacen nada, ni la sociedad, lo hacen los militares, y la prensa es un altavoz en manos de un gran empresario que se dedica a condicionar la opinión pública. Más aún, en determinado momento se le llega a decir a Superman que deberá tomar decisiones de mayor por las cuales la Humanidad le seguirá, que será un líder... Lo que poco tiene que ver con la democracia... Y habrá que esperar al desarrollo de toda la trilogía, pero del Superman desenfadado de los años 1980 creo que hemos caído en el Superman militarista de los 2010. Habrá que esperar para ver hacia donde va todo esto. De momento el mensaje implícito del metraje a los espectadores es bastante... poco esperanzador.
La película puede ser entretenida, pero a veces tenemos que reflexionar qué se nos cuenta. Y los productores debieran tener en cuenta que el personaje no es suyo, por mucho que hayan pagado. Puede que ahora mismo sea un reflejo de los tiempos de hoy día, pero Superman era y debiera ser un símbolo de esperanza y justicia dentro de la mitología que ha generado el siglo XX en el mundo occidental. Saludos y que la cerveza os acompañe.
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