domingo, julio 07, 2019

NOTICIA 1888ª DESDE EL BAR: BELLA ESPALDA FEMENINA

Espaldas femeninas, me encantan las espaldas femeninas. La curva de la cadera y la cintura es algo que me atrae poderosamente la atención. Por lo general todo el cuerpo en sí de la mujer, pero bien es cierto que la curva precisa de su cuerpo es algo que me gusta. Con este motivo, que os confesé por primera vez en abril de 2006, en la Noticia 78ª, compartí y comenté de una manera personal el cuadro de Gustav Klimt "Goldfish", de 1901, una preciosidad llena de connotaciones e historias para la imaginación. En octubre de 2008, en la Noticia 536ª, me decidí por mostraros otros cuadros de espaldas femeninas y contaros un poco lo que había detrás de ellos, dos de los de bailarinas de ballet pintados por Degas ("Las bailarinas de ballet", de 1871 y "Bailarinas azules", de 1899), pero sobre todo "La tina" o "En el baño", de 1886, uno de los innumerables cuadros que pintó de una mujer lavándose, en este caso en una tina o barreño, que es una de las imágenes de escena cotidiana de la gente común del siglo XIX que me parece altamente sensual, aunque de esta escena hizo otros varios cuadros, todos a tener en cuenta.

Dije en aquella Noticia 78ª mencionada que el cuadro de espalda femenina que me parece más perfecto es el que pintó Diego Velázquez en algún momento de alguno de sus dos viajes a Italia entre 1649 y 1651. Me refiero a "La Venus del espejo". La modelo fue una joven de 18 ó 20 años llamada Olimpia Triunfi. Velázquez la pintó cuando él tenía alrededor de los 50 años (nació en 1599). El amor y el Arte no tienen barreras. No sólo fue musa del pintor para recrear a la diosa del amor, Venus, también fue una de las parejas del pintor. Llegaron a tener un hijo llamado Antonio que desgraciadamente murió a los 8 años de edad. 

La rotundidad de que ella era Olimpia Triunfi la aporta una investigación de la historiadora británica Jennifer Montagu, la cual encontró cartas y otros documentos sobre la manutención de Antonio y la relación entre Velázquez y ella. Aquella investigación se realizó y vio la luz en los años de 1980, aún así hay quien sigue alimentando las dudas de la certeza de quién era ella. Por varios siglos ha sido un misterio. Su reflejo en el espejo que sujeta Cupido es la cara de alguien que no parece corresponder con el cuerpo de la mujer que se observa en ese espejo. Si se siguen las facciones y curvas de la cara del espejo y de la cabeza de la mujer que lo mira, no se corresponden. Se ha pensado que Velázquez ocultó la cara de la modelo real para protegerla o por otros motivos. Pensemos que este desnudo integral femenino es el único que se pintó en España en el siglo XVII, es el único de nuestro Barroco. Hay quien piensa que Velázquez lo pintó desafiando a la Inquisición española, lo que era un auténtico acto de rebeldía y libertad, posiblemente amparado en su privilegiada posición social en los círculos de poder. Que posiblemente se trate de una modelo con la que tendrá una relación amorosa le da hoy día otras posibilidades en la psicología del pintor a la hora de pintar este desnudo. Hay una revolución dentro de la cabeza de Velázquez. En todo caso, por mucho tiempo se creyó que era la amante de uno de los nobles de la Corte para los que pintó por encargo, hubo quien habló de otras posibilidades y, en algún estudio, incluso quien apuntó que se trataba de un hombre. También es evidente que el propio Velázquez pidió y logró que se trasladaran a España algunas estatuas de mujeres desnudas tumbadas de espaldas sacadas de viejas ruinas y restos encontrados en aquella época del Imperio Romano, una de ellas en pose similar a la del cuadro. Pero ahí está Olimpia Triunfi, quizá no está su cara en el espejo, pero está ella y es la Venus de Velázquez. 

El cuadro debió pertenecer por unos años al artista, pero luego sale mencionado dentro de las propiedades de nobles con altos cargos de gobierno, como los Haro y posteriormente la Casa de Alba. Para el siglo XIX este desnudo pertenecerá al palacio donde vive Godoy, en una de sus salas privadas y reservadas para él mismo, junto a la "Maja Vestida" de Goya, que ocultaba a los ojos de la Inquisición y visitas de poca confianza a la "Maja Desnuda", que fue el primer desnudo con bello púbico. Propiedad de unos y de otros, y robado por alguien del Ejército inglés durante la Guerra de Independencia Española, pasaron las décadas y en 1906 lo compraron los británicos. Desde entonces está colgado de manera pública en la National Gallery, en Londres. Allí lo encontré yo cuando viajé a aquella ciudad con unas amistades en 2002. Me senté un rato a observarlo. Es mi cuadro favorito de Velázquez. Mientras mis acompañantes iban viendo otras salas, yo me quedé allí un rato frente a aquella mujer de cuatrocientos años atrás. Me siento afortunado de haberlo podido ver.

En 1914 el cuadro había sido acuchillado con una pequeña hacha de carnicería. Lo había agredido una feminista llamada Mary Richardson, de profesión periodista. Era marzo de aquel año. Se había producido una manifestación pidiendo el derecho al voto de la mujer que, tras subir de tono, había acabado con una violenta carga policial. La cabeza más visible del sufragismo británico en ese momento, Emmeline Pankhurst, fue detenida por la policía. En ese contexto el 10 de marzo Mary Richardson cogió aquel hacha y se dirigió a la National Gallery. Buscó la sala del cuadro, destrozó de un golpe el cristal protector y, mientras el vigilante de sala resbalaba y se caía al tratar de ir corriendo a pararla, asestó varios cortes profundos a la tela. Ella fue detenida, los museos cerrados varios días y el cuadro tuvo que pasar un largo y complejo proceso de restauración. Ella declaró ante la Justicia:

«He intentado destrozar la pintura de la mujer más bella del pasado mitológico como protesta contra los actos de gobierno que están destrozando a la persona más bella de la historia moderna, Mrs. Pankhurst. La justicia puede ser un elemento que posea tanta belleza como el color o la línea en el lienzo. Mrs. Pankhurst tan sólo busca justicia para las mujeres y está siendo lentamente asesinada por unos políticos iscariotes. La destrucción de esta imagen sólo pone en evidencia lo que ellos están haciendo, además del embaucamiento moral y la hipocresía política».

Esta feminista había sido detenida ya nueve veces en ocasiones anteriores por rebeldía, desacato a la autoridad y violencia pública. Más allá de todo esto, para defender sus ideas terminó recurriendo a una huelga de hambre por la que fue alimentada a la fuerza por las autoridades, lo que la indignó, y participó del incendio de su casa de campo y una bomba en una estación de tren.

Por la agresión al cuadro de "La Venus del espejo" pasó seis meses de cárcel. Fue apodada "La Navajera". Habló del tema de manera habitual el resto de su vida e incluso escribió un libro en los años 1950. En 1952 dijo que otro de los motivos principales por los que decidió destrozar uno de los cuadros más icónicos del mundo femenino en lugar de elegir un cuadro con un personaje masculino fue que lo eligió por «cómo los hombres la miraban todo el día en la galería». De esta manera ella entendía que los hombres no miraban el cuadro como Arte o como algo bello, o como parte de la Historia o de la mitología clásica, o cualquier otro significado, sino que sólo eran capaces de ver a la mujer como un objeto sexual. Un argumento no muy lejano a algunas de las cosas que en cuanto a Arte se ha leído o visto en algunas activistas del feminismo actual. Es paradójico, porque con este razonamiento se le quita al hombre lo que precisamente se quiere reconocer para la mujer, esto es una personalidad humana que como tal es rica, múltiple, emocional, intelectual y en absoluto unidireccional. Si existe una humana transformada en objeto sexual, el hombre (entendido como ser capaz únicamente de transformar en objeto a la mujer) ha de ser una máquina de transformación en objeto sexual a la mujer, y como máquina unidireccional es otro objeto; mujer y hombre quedarían transformados en objetos, si bien uno sería entendido como víctima transformada y el otro como verdugo transformador. Y la cuestión es que ninguno somos objetos, si no humanos. Y ninguno somos unidireccionales. Ni es el hombre el único en ver lo sensual o lo sexual. Ni la mujer tiene la exclusiva de lo positivo en lo humano, ni el hombre de lo negativo.

En este segundo argumento de Mary Richardson, que no olvidemos que para defender sus ideas también consideró correcto poner una bomba en una estación de tren, podemos pensar además en otra vertiente, ataca a la lujuria del hombre destruyendo una imagen de belleza de desnudo femenino en un cuadro que representaba a la Diosa del Amor, Venus, que a la vez ha sido modelo de belleza femenina en la cultura Occidental. Y además ese ataque es en respuesta a la violencia ejercida por la policía contra una manifestación que pedía el voto femenino y el arresto de Pankhurst. Richardson no elige como respuesta un acto violento enfocado a los derechos femeninos, sino de autodestrucción de un icono femenino en castigo al ideal sexual del hombre respecto a la mujer. Destruye lo que ella considera un cuadro de un desnudo femenino creado por un hombre y observado por hombres... como si sólo los hombres se maravillaran ante las pinturas de los museos públicos. Y como si sólo los hombres tuvieran pulsiones sexuales e ideales y modelos sensuales y sexuales. En ese acto de acuchillamiento del cuadro hay en parte una negación de un aspecto de la mujer como persona de la que quizá la propia Richardson no era consciente.

Sea como sea, pude ver ese cuadro delante de mí en 2002. Me senté a observarlo y no suelo ser de los que se sientan en los museos a observar un cuadro. No había mucha gente frente a él aquel día. Y supongo que los españoles éramos los que más nos parábamos. 

Me parece uno de los mejores cuadros de espalda femenina. Es un cuadro realizado de una manera algo diferente al resto de los de Velázquez. Es uno de los últimos que pintó, pues murió en 1660, y probablemente lo pintó con sumo amor y admiración a Olimpia Triunfi. Este cuadro es algo más que un desnudo, probablemente tendría muchísimas más connotaciones emocionales y muchísimos más significados para el pintor que para nosotros.

Obviamente dentro de las formas de componer del Barroco no es gratuito que ella sea Venus y él Cupido, ni es un capricho que se observe en un espejo tumbada en una cama llena de sedas. Todo tiene su lectura y su interpretación. Cada uno puede sacar sus conclusiones. Es fácil pensar en la vanidad de la belleza, o que la juventud es un reflejo borroso que se va, o en la persona enamorada de sí misma, o bien que sólo se refleja una cara, pero en el fondo se oculta en cada uno algo más que la cara, por ejemplo lo sensual y lo sexual, etcétera.

Imagino espaldas como esta en mañanas de verano al despertar. Con todas las paredes de mi casa en su sitio. Todos los significados de un cuadro pueden cambiar a lo largo del tiempo, incluso para una misma persona, pero en el fondo ahí está la espalda desnuda, desafiando a la Inquisición y a Mary Richardson, robada por un militar inglés, oculta lascivamente por Godoy, observada por caballeros ingleses con sus damas en un museo, o habitando en los palacios de altos nobles españoles, y sin embargo, siempre es Olimpia y Diego, y la diosa romana con Cupido rescatada de entre los restos de un viejo imperio desaparecido. Sedas y lienzos y la espalda blanca y sinuosa que nos lleva de un lado a otro del cuerpo, único templo de reposo de la vida.

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