miércoles, julio 03, 2019

NOTICIA 1887ª DESDE EL BAR: CON LAS MANOS EN LA HARINA

Los portugueses lo hicieron antes. Toda esta nueva ley del pan que tenemos desde antes de ayer, 1 de julio, los portugueses ya la tenían hecha desde 2010. Al menos una parte de ella. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea les habían indicado que eran el país de la Unión Europea con más casos de infartos, a pesar de tener en general un ritmo de vida más tranquilo que en otros países europeos. Se sacó la conclusión que en buena parte la culpa residía en un exceso de consumo de sal en su dieta y que este se podía reducir poniendo un tope máximo de sal para elaborar su pan, por entonces uno de los más salados de este continente. Cuando yo viajé a Lisboa y otros lugares cercanos en agosto de 2010 acababan de poner en funcionamiento la nueva lei nº 75/2009. Os lo conté junto a otras cosas en la Noticia 813ª, a la vez que os comenté de la búsqueda que habían comenzado a hacer de fuentes de energía renobables y más limpias, entre otras políticas ecologistas. 

De verano en verano y diez años después, España con un gobierno en funciones acaba de poner en funcionamiento una nueva ley del pan por vía de Real Decreto, se llama: Real Decreto 308/2019, de 26 de abril, por el que se aprueba la norma de calidad para el pan. Afecta a todos los panes que se produzcan desde el 1 de julio en España, no afecta a los panes exportados de fuera de España, pero salvo las fronteras con Francia, Portugal, Marruecos o con Reino Unido en Gibraltar que no afecte a los panes extranjeros no nos ha de importar demasiado, porque además, en esos lugares de frontera tampoco creo que haya mucho trasiego de pan de un lado a otro de la frontera, y el que haya será para domicilios particulares y municipios inmediatamente colindantes. Otra cosa es los panes de producción industrial, como puedan ser los de molde que vendan determinadas marcas o los de la bollería industrial, ahora bien ¿realmente les sale rentable fabricar ese pan y exportarlo? No lo sé. Como sea, la mayor parte del pan que se consume en España es de origen español, por lo que la nueva ley está bien formulada, porque, por otra parte, a falta de que la Unión Europea no puede hacer leyes supranacionales, España no puede legislar sobre cómo deben fabricar su pan los países con los que tiene tratos comerciales, los cuales, muy obviamente, son independientes y soberanos de sí mismos.

La nueva ley del pan, como les pasó a los portugueses, es una recomendación de la Unión Europea, que recomienda a la vez que tiene otros medios para hacer que sus recomendaciones se cumplan o aténgase usted a las consecuencias. Poco se ha incidido en los medios de comunicación acerca de que esta ley obliga a rebajar también en España la cantidad de sal con la que elaboramos nuestra sal. Lo que ocurre es que los del centro e Europa, Alemania fundamentalmente, llevan años afirmando que la dieta Mediterránea no es tan sana, que si quitemos sal, quitemos tocinos, quitemos etcétera de cosas. Pues sí, adivináis bien, también en alguna ocasión han dicho que quizá los chorizos, salchichones y otros embutidos españoles, así como quesos, deberían cambiar su receta y quitarle ingredientes o grandes porciones de sus componentes tradicionales. Por cierto que por medio de todo esto no sólo hay un interés generoso y altruista por nuestra salud de parte del resto de la Unión Europea. Han sacado las calculadoras a ver cuántas enfermedades cardiovasculares tenemos y cuánto cuesta eso en servicios públicos de salud y en gente de baja médica, jubilaciones anticipadas o muertos que ya no trabajan. Pero también hay un interés de algunos sectores alimenticios de estos países europeos. Sea como sea, el gobierno español está de acuerdo en regular el asunto del pan, y una parte del sector panadero español lo reclamaba desde hace años, no es para menos, España era el país de la Unión Europea que más timaba a sus ciudadanos con la venta de pan usando vacíos legales. O en otras palabras, productores y vendedores de pan españoles engañaban a la gente en sus ventas, pero de manera alegal, puesto que ninguna ley les permitía ni les negaba hacer lo que hacían.

Muchos de estos productores y vendedores no eran conscientes de que estaban cometiendo un engaño. Muchos vendedores se fiaban de los productos de sus distribuidores, y muchos productores simplemente habían asumido una forma de producir pan abaratando costos y aumentando producciones como algo normal... normal en el sistema de producción capitalista, claro, pero para ellos como algo normal en la forma de hacer negocios. Estamos hablando en muchos casos de personas normales y corrientes que atendían sus negocios y empresas cargados de conceptos de trabajo y de venta asumidos y normalizados ya no sólo por ellos en su sector, si no por toda la sociedad española en todos los sectores. Lo normalizado socialmente no tiene porqué ser lo correcto.

No obstante, también existen productores y vendedores que sí eran plenamente conscientes de lo que hacían. Se callaban de cara a los compradores y alimentaban los tópicos de que todo era correcto. El beneficio por el beneficio. 

Efectivamente se baja el nivel de sal en la producción de pan española desde ahora, nos unimos en esto a Portugal que lleva en ello desde 2010, pero toda esta ley del pan viene después de las numerosas polémicas levantadas en el sector y entre los compradores desde que un programa de televisión sensacionalista de la televisión privada, del canal La Sexta, lleve dos o tres años emitiendo cada cierto tiempo reportajes sobre la mala calidad del pan, los malos productos, la competencia desleal, también en los croissants, o la venta de un tipo de pan producido de una manera y vendido más caro como si fuera de otro tipo de producción. Precisamente el pasado viernes 29 de junio me quedé en casa por la noche y puse esta cadena. Lo cierto es que no me gusta ese programa y no suelo verlo, pero este día se me ocurrió verlo al completo. En esta ocasión el programa estaba dedicado a la nueva ley que entraría en vigor el 1 de julio. Para ello repasaron todas las irregularidades de producción, de venta, laborales y de consumo que se producían.

Para hacernos una idea, de todo el pan integral que se vendía en España, tras pasar por laboratorio varias muestras y consultar a varios investigadores y centros especializados en el tema, llegaban a la conclusión que el 90% del pan vendido como integral, no era integral. O bien no tenían nada de una producción integral, o bien usaban una mezcla de harinas blancas e integrales, o bien usaban harina blanca y le ponían salvado para darle color de integral. Más o menos pasaba con el pan de masa madre. En cuanto a los panes vendidos como pan de horno de leña, la gran mayoría eran en realidad panes producidos en hornos de gasóleo o eléctricos. En la Comunidad de Madrid no había ni un sólo horno de leña real, y en la provincia de Cuenca sólo quedaban cuatro. Producir pan de leña llevaba al panadero diez horas diarias, mientras que en otros hornos tipo eléctrico o de gasóleo podían ser siete o cinco horas y, desde luego, sacar adelante muchísima más cantidad de pan. Sin embargo, el pan producido en grandes cantidades en hornos eléctricos o de gasóleo duraban mucho menos tiempo como pan óptimo. En cuanto a los panes que llegaban a las panaderías como masa precocinada, por lo que sólo deben ser calentados en los hornos de cada establecimiento, eran panes con harinas con muy escasos valores nutricionales y que, para más peora, podían provocar diversos problemas de salud a medio y largo plazo con un consumo diario. Así seguimos en lista con panes que se indicaban hechos con un cereal y se hacían con otro o mínimamente tenían el cereal que decían. Y así, una tras otra, producciones y modos de venta que decían vender lo que realmente no vendían, España era, como ya he dicho, el país de la Unión Europea que más timaba a sus ciudadanos en la venta de pan.

Por supuesto la forma y la materia de producción de cada pan es diferente e implica unos costes más caros o más baratos. A menudo se ha vendido pan de determinado tipo a precio alto sin que le hubiera correspondido, ya que en realidad ese pan ni se produjo ni tuvo los ingredientes que se dijo a la hora de venderlo. Así por ejemplo, en el programa citado un productor de panificadora que hacía pan integral reconocía a cámara que no hacían pan integral porque les salía muy caro hacerlo, pero sin embargo lo vendían a precio de integral como pan integral porque ninguna ley decía hasta este momento que no se pudiera mezclar harinas, o bien no definían que el pan integral no es el que mezcla harina blanca con salvado, sino el que usa el grano de trigo de forma íntegra para su única harina que debe llevar, o sea: integral.

Ahora la ley obliga a producir correctamente lo que se dice producir. Y a indicar correctamente el tipo de pan que se vende. Además, esto hace que el número de pan común aumente al incluirse diversos tipos de pan que antes no se consideraba común, lo que hace que su impuesto del valor añadido (IVA) baje de un gravamen del 10% al 4%. En teoría el gobierno quería lograr rebajar los precios, bajar el precio de la cesta de la compra, facilitar el acceso a un alimento básico para los más necesitados, fomentar el consumo de pan y de paso estimular su industria. Sin embargo, el telediario de Antena 3 y el de Telecinco, a día 2, ayer, constataron que nadie del sector del pan había bajado sus precios. O en otras palabras, al no bajar sus precios y pagarse menos IVA, productores y vendedores habían aumentando su margen de beneficio. El consumidor sale beneficiado en que ya no es engañado en el pan que compra, pero sale perdiendo económicamente porque, aunque el precio no haya cambiado, al haber bajado el impuesto sobre él, paga más caro que antes ese pan, aunque no lo note al no cambiar la cifra de su coste a la hora de pagar. 

Y es que España tiene otro récord europeo, es uno de los países más corruptos. Cuando a pequeña escala un panadero te sisa unos céntimos en tu barra del pan, podemos comprender un modo de ser español, por otra parte muy comentado desde el Siglo de Oro en nuestra literatura, allá en el siglo XVI. El problema del pan es en España, usando una expresión que se decía en el 15M de 2011, un problema sistémico. Todo el sistema en el que vivimos es un problema, pero, ¿si todos aceptamos como algo normal que el panadero tenga legitimidad para no hacerte la rebaja del IVA que le toca hacer, ya sea porque son céntimos o por otra razón, podemos decir que el sistema tiene y es un problema pero podremos afirmar que está el problema en crisis?

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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