sábado, enero 21, 2012

NOTICIA 1042ª DESDE EL BAR: EL CARIBE FORTIFICADO

Seguro que Corto Maltés navegó múltiples veces por el Caribe pasando frente a las costas de islas y del continente que aún mostraban con cierto orgullo y abandono los restos de viejas fortificaciones españolas, quizá algunas aún usadas por tropas de las nuevas naciones que se habían independizado a comienzos del siglo XIX. El comienzo del siglo XX de este marinero mostraría esos muros y torretas, con sus cañones oxidados mirando al mar, mientras algunos pescadores van en pequeñas barcas que navegarían no muy lejos del barco velero de Corto. Mujeres de piel oscura en los malecones portarían algunas cosas que venden o compran. Alguien quizá miraría con sus ojos negros hacia el horizonte del mar, ignorando a alguna gaviota que vuela con otras por allí, cerca de él. Corto Maltés viajaría seguramente con el profesor Steiner hacia una isla de las Antillas Menores gobernada con magia vudú por un presidente tiránico que hace de sus designios órdenes sobre vivos y muertos. Aquellas viejas fortalezas de piedra con claras muestras del paso del tiempo y la salitre, estarían igual en aquel 1917 donde Corto hizo ese viaje que en este 2012. A veces el tiempo, en las imágenes del Caribe, parece relajado en su transcurrir.

Mientras el Museo Arqueológico Regional de Madrid hace la primera exposición temporal más completa de la llegada de los musulmanes a España en 711, por los mil trescientos años conmemorativos cumplidos el año pasado (los políticos locales retrasaron su inauguración en primavera pasada por motivos, estupideces, de políticas electorales), hay otra exposición interesante estos días en Alcalá de Henares. Yo ya visité la de nuestro pasado musulmán un par de veces, de hecho, en abril de 2011, que era cuando se cumplía el aniversario, ya expliqué y hablé de aquella efemérides, hablando de paso del Capitán Trueno.

En la Sala de Exposiciones San José de Caracciolos (C/ Trinidad, 5, Alcalá de Henares) de la Universidad de Alcalá de Henares, en horario de lunes a viernes, de 12:00 h. a 14:00 h. y de 17:00 h. a 20:00 h., se nos ofrece hasta el 12 de febrero próximo una exposición temporal sobre El Caribe Fortificado, bitácora de viaje: de Cádiz a Veracruz. Yo me enteré a través de una de las personas que trabaja en esa sala de exposiciones que a veces nos sorprende gratamente, Keko Kbzn, un hombre, por otra parte, interesado por el mundo de la cultura, sobre todo por el mundo del arte plástico. Esta sala no es la primera vez que aparece en esta bitácora, yo mismo participé indirectamente de la preparación de una de las exposiciones que ha albergado, la del paso del uso de determinados edificios militares de Alcalá de Henares a un uso universitario. Ya lo conté.

Allí fui el pasado miércoles anocheciendo acompañado de una amiga, Txustine. La exposición cuenta con numerosos paneles con planos y mapas históricos del siglo XVIII de la ciudad fortificada de Cádiz y con un reportaje fotográfico del Caribe, cuatro videos documentales y una maqueta del Museo del Ejército. Se trata de mostrarnos el trabajo del reportero mexicano Eduardo Lizalde Farias, como nos explica la propia Universidad de Alcalá de Henares. Todo se completa con un mapa del Caribe que nos recibe nada más entrar en la antigua iglesia barroca reconvertida en sala de exposiciones. En él se puede ver los lugares donde los españoles construyeron una fortificación para crear una red defensiva de fortificaciones contra corsarios, piratas, filibusteros y bucaneros que se dedicaron no sólo a robar a los españoles que navegaban por esas aguas y a los que vivían en América, sino que también se dedicaron, como Francis Drake o Morgan, a asaltar las ciudades costeras, saqueando, violando, arrasando, quemando y asesinando a los españoles que vivían en las tierras americanas (hoy día es un tópico generalizado llamarlo colonias, lo cierto es que la figura de las colonias sólo se dio en los territorios de Inglaterra, Francia y Portugal, ya que jurídica y políticamente los territorios españoles estaban reconocidos y representados al mismo nivel que cualquier otro territorio español en la propia península Ibérica).

A lo largo del siglo XVI al comienzo del siglo XIX aquellos territorios eran las aguas donde circulaba el mayor tráfico de riquezas y mercancias valiosas de todo tipo. Eran posesiones y comercios del Imperio Español que pronto se vieron atacadas, junto a la vida de las personas que las portaban, por corsarios. Las naciones enemigas encontraron en ello la mejor forma de hacer la guerra a España en las regiones americanas. Los piratas propiamente dichos aparecerían más tarde hacia comienzos del siglo XVII, junto a filibusteros y bucaneros. A eso se unía un sistema recaudatorio y tributario que ha llegado a ser el más corrupto de toda la Historia de la Humanidad. La extensión de la América española hacia del control algo altamente descontrolado. Buena parte de los metales preciosos se quedaban en manos de gobernadores, recaudadores, marineros y todo tipo de gente por cuyas manos iban pasando antes de cargar los barcos, y durante. Por eso se diseñó un sistema bianual por el cual dos ciudades servirían para acumular los tributos y recaudaciones venidos del Pacífico y de la América Atlántica. A la vez hubo dos flotas militares, una que patrullaba por el Caribe y que transportaba las recaudaciones de ciudad en ciudad, hasta almacenarlas donde debían, y otra que salía de Cádiz a Veracruz y de Veracruz a Cádiz, escoltando a los barcos civiles que debían hacerse cargo de esos comercios y de los tributos. Tal flota de escolta era tan importante que no se la atacó más que una vez en todos esos siglos. Además había unas rutas secretas que guardaban como secreto de Estado la Casa de Contratación de Sevilla y el Alto Mando al servicio de su Majestad. Todo se completaba con la construcción de una serie de fuertes en diversas ciudades costeras. Los lugares más vulnerables no era el alta mar, eran esas ciudades, sobre todo Cádiz. Corsarios y piratas atacaron las costas americanas y las gaditanas de forma habitual, creando grandes matanzas y destrucciones. Esos fuertes debían servir para disuadirles, para crear una mejor defensa y para mover rápidamente tropas hacia el lugar atacado o en busca de los barcos atacantes. Esta exposición de fotos muestra artísticamente el Caribe desde el punto de vista romántico de esos fortines construidos entre el siglo XVI y el XVIII. Además hay imágenes de las gentes de allí, de Cuba, de Puerto Rico, de Santo Domingo, de México, de Venezuela, de Colombia, de Panamá..., que nos muestran un buen material de reportaje que nos conecta el siglo XVI con el XXI como si no hubiera cambiado cierto espíritu de constancia paciente en el Caribe por seguir viviendo. Que hablan de cierto orgullo humilde de un pasado con más gloria que convive con un presente que mantiene su recuerdo y sus ruinas.

De uno de esos corsarios, Walter Raleigh, ya conté su historia en sus últimos años (Noticia 130ª, Noticia 131ª, Noticia 132ª y Noticia 133ª, también con ISBN y reconocimiento de la UAH y de la UNESCO publicado en Archivo de la Frontera). Pero también de piratas y sus similares en el Caribe hablé largo y tendido en un relato largo, casi mini novela, en Balada Triste de una Dama que en veintiún capítulos comenzó en la Noticia 734ª (obra registrada, como todo lo que por aquí se escribe).

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