Y llegados a un número de noticia tan llamativo, ¿por qué no hablar de suicidio?
Personalmente no tengo nada contra el suicidio. No creo que sea una opción desdeñable ni descartable. Lo digo en serio, pongase las manos en la cabeza quien quiera. Pero la relatividad es mi sino, ya lo saben los que leen este blog de vez en cuando, hábito peculiar, por otra parte. El suicidio es parte de la vida, no de todas las vidas, pero parte de la vida. El suicidio en tiempos normales y el suicidio heroico y el suicidio bélico. La vida necesita de la muerte como la muerte necesita de la vida. Y dicho esto uno piensa que no tenemos la libertad de elegir que vivamos, nos cae en suerte, pero sí tenemos la libertad de elegir nuestra muerte y sus motivos. Podemos elegir vivir la vida y morir cuando nos toque, por enfermedad, por vejez, o por suicidio. Algunos, es cierto, no pueden elegirlo, los asesinados o los accidentados, así que se van como vinieron, sin elegir.
El suicidio no era, ni es, mal visto en bastantes civilizaciones. Pasadas y presentes. El mundo judeocristiano, y el islamismo se deriva de este, condena el suicidio. Como criaturas de Dios (esto es como seres creados por Dios) no debemos atentar contra nosotros mismos, pues atentaríamos contra la creación divina y sus designios. Si Dios nos ha creado por algo será. Sería tanto como desdeñar un regalo, un regalo divino que es uno de los más importantes. Por eso los suicidas se van al limbo... aunque el limbo es una creación de un Concilio religioso del siglo XVI o XVII, así que no tengo ni idea de qué pasaba con los suicidas antes.
Sin embargo sé que los romanos, por ejemplo, consideraban un deber suicidarse como muerte digna cuando se había cometido mal en la vida o cuando se había hecho lo que se consideraba se debía hacer. Los íberos también se suicidaban antes que caer en la limitación de sus libertades. Los japoneses ven en el suicidio una cuestión de honor también. Pero es cierto que el suicidio en muchas ocasiones se debe a una enfermedad. Una enfermedad mental que se llama depresión y como todas las enfermedades se debe tratar para superarla. Así que ahí están los psicólogos trabajando desde el siglo XX para que no tomemos decisiones precipitadas de las que luego no tendremos ocasión de arrepentirnos. Lo que me recuerda una de las frases de mi padre en sus últimos días de vida por un cáncer galopante que lo fulminó en unos dos meses. Estando yo a solas con él en la habitación del hospital, tras un rato en silencio, me dijo: "esto de morirme es lo peor que he decidido hacer". El humor que no falte nunca.
Una vez salvé la vida de un suicida, ya lo conté en este blog en su día hace uno o dos años. Nunca vi tanta sangre. Desde entonces veo el suicidio como algo no pulcro. La sangre es pastosa, es roja pero al acumularse es negruzca. Qué narices, cuando entré por la ventana de la cocina de aquella casa ni siquiera me di cuenta de la cantidad de sangre que había por todas partes hasta que no llegué a la puerta de entrada y no me cuadraba ver que había una llave por dentro. Sólo entonces me di cuenta de la sangre. Sólo había que seguir el rastro hasta la habitación donde estaba el hombre con su tajo y el suelo... negruzco y pastoso. Todo esto suena raro, pero ya lo conté en su día con sus porqués del porqué se produjo esa situación.
El suicidio es viable. No es descartable. Es una opción de vida, o a mejor decir de muerte. Pero es una decisión difícil y muy crítica. Si nos equivocamos al tomarla no hay vuelta atrás. Algunas personas creen cobardes a los suicidas, otras egoístas, otras les consideran enfermos (por depresión), otras no lo comprenden, otras hacen de tripas corazón y aunque les afecte hacen comprensible para sí la decisión de la persona suicidada en un acto de amistad y afecto aunque deseasen que no hubiera ocurrido, otras no saben porqués, nunca se fijaron en vida del suicidado en sus porqués y al morir quieren encontrarlos. Hay muchas cuestiones y muchos factores a considerar en el suicidio. Tanto en el suicidado como en los de su entorno. Pero no me entretengo en eso, a fin de cuentas no soy psicólogo ni sociólogo.
El escritor Ernest Hemingway le dijo en una entrevista a un periodista que su mejor medicina era su rifle Remington. Se refería a que para sentirse bien se iba a cazar. Así que fue fotografiado con él junto a un niño en un lago. Supongo que iría a cazar patos. El caso es que años más tarde se suicidó con ese mismo rifle. El cantante Kurt Cobain no soportaba su popularidad, que le creaba contradicciones y no le daba lo que realmente quería, afecto sincero, así que se voló la cabeza en 1994 tras ir una semana entera de casa en casa de sus amigos, sentarse en sus sofás, no decir nada, no interesarse por él sus amigos creyendo que era su estravagancia y en fin, irse como vino. Pedía a voces algo que con palabras de verdad no pedía. Pero no supieron o no quisieron verlo. Mi admirado escritor Edgar Allan Poe murió en la calle por la noche por un deliriums tremens etílico. Esto no es propiamente un suicidio, es que era alcohólico. Pero sus biógrafos dicen de él que era un hombre atormentado, de naturaleza depresiva, enfermo. Años más tarde el escritor francés Baudelaire dijo de su muerte que lo de Poe había sido en realidad un suicidio largamente premeditado durante años. Esta descripción me encanta.
¿Y para mí? Para mí considero lo mismo. El suicidio no es descartable ni deshonesto, sino una opción. Una opción más. Crítica, irrevocable, pero decisión sobre la propia vida, sobre el propio cuerpo. Una decisión equivocada o acertada. La posibilidad de equivocarse es tremenda, por irrectificable. Eso es verdad. Sin embargo, hoy por hoy, no me acojo al suicidio. No creo en él. Prefiero morir de viejo, de muy viejo, y por agotamiento de mi existencia. La cuestión es que me gusta la vida, por muy perra que esta pueda ser con uno. Hay más de cien palabras, más de cien motivos, más de cien razones, más de cien mentiras, como diría el cantante Joaquín Sabina, para no cortarse de un tajo las venas. También es verdad que en parte es por defecto profesional, y no es que tenga profesión de historiador, sino que profeso mi gusto por lo que he estudiado y me ha interesado. Tengo curiosidad por saber qué pasará. Cómo va la Historia. La vida es algo grande. Se tarda bastante en crearla. Te la puede dar Dios o no, esto lo dejo a concepción del que lea, pero lo cierto es que materialmente te la dan dos personas que han tenido que conocerse, hombre y mujer, estabilizarse como pareja, o no (que de todo hay), tener suerte en sus relaciones, esperar nueve meses, criarte básicamente los primeros años... la mortalidad infantil en los primeros cinco años de vida humana es tremenda. Una vida cuesta. Y luego el camino recorrido por cada uno como individuo. A veces uno está tan triste que piensa: "¿qué hago yo aquí?" Piensa en atajarlo todo, ir hacia el destino, a la larga vida de la muerte, a fin de cuentas sobre este mundo estamos físicamente más tiempo de cuerpo muerto (o restos muertos) que de cuerpo vivo. Pero, ¿qué narices? el tiempo vivo es un tiempo regalado y merece la pena. Lo dijo Sabina, hay más de cien mentiras para seguir por aquí.
Que la cerveza os acompañe.