Normalmente no suelo colgar informes de Historia tan cercanos en el tiempo, y hace poco que colgué el de Walter Raleigh. Sin embargo
Tortlon me pidió hace días una explicación de qué eran los comuneros y voy a contestarle ahora, además
Mimismidad me pidió algo de Historia de las mujeres... No creí que nadie me encargara cosas de Historia. Pero, en fin, les intentaré satisfacer. A Tortlon hoy, y a Mimismidad con el tiempo. en una única entrega, la de hoy, explicaré por encima que fueron los comuneros. También es cierto que yo en realidad estoy especializado en Historia Contemporánea, así que si alguien de Moderna ve fallos o que se podría explicar mejor, ahí tiene el esapcio de los comentarios para meter matices y demás (no para crear un post dentro del post, que eso sería algo caótico y supongo que ese usuario podría en todo caso colgarlo en su blog y explicarse allí a sus anchas).
En todo caso, colgar esto hoy también me sirve de escusa para no dar muchas explicaciones sobre mi mundo hoy, no tengo muchas ganas. Allí comí con Esther "Torrejonita", me trajo unas fotos a casa y luego vino su chico, "Chiqui". Como el resto de la semana no salí de casa, y me quedé viendo
"Salvar al soldado Ryan". Lo más posible es que salga hoy, pero ya se verá qué hago.
EL INFORME: EL MOVIMIENTO COMUNEROHoy día siguen existiendo los comuneros en España englobados en un partido político así llamado. Principalmente buscan sus votos, pocos por otra parte, principalmente en Castilla León, Madrid y Castilla la Mancha. No conozco exactamente cuáles son sus pretensiones políticas actuales, aunque sospecho que algunos de sus seguidores pudieran ser los autores de algunas de esas pintadas en las paredes donde se lee de vez en cuando: "Castilla Libre". No pretendo hablar de ellos en este informe, aunque si alguno que lo sea lo lee le dejo abierto en los comentarios la posibilidad de explicarse brevemente qué buscan más o menos, quienes son hoy día. Y si digo brevemente y más o menos, lo digo porque soy consciente de que las elecciones municipales y autonómicas serán relativamente en breve y no deseo que mi blog sea utilizado como medio de propaganda política, menos aún cuando es muy posible que no comparta apoyar esas ideas.
Yo pretendo explicar a grandes rasgos lo que fue el origen del movimiento comunero a principios del siglo XVI. Un movimiento complejo y lleno de polémicas entre historiadores y entre juristas. Hay quien defiende que fueron el origen ancestral de la extrema izquierda española, pero también hay quien ve en ellos el origen ancestral de la extrema derecha española. Los textos referentes a ellos se encuentran tanto en bibliotecas especializadas en Historia, como en las especializadas en Derecho y en América.
Podríamos explicarlo narrando las batallas principales que se dieron con sus figuras principales (héroes para unos, malvados para otros), tipo Juan Bravo, Padilla y Maldonado. Pero puesto que se me preguntó qué eran los comuneros, creo que lo mejor esta vez será contarlo todo de modo general, sin batallas, que por otra parte fueron más de las que los libros habituales reflejan.
El movimiento comunero se inició en el siglo XVI, como se dijo. Exactamente en un periodo de regencia política entre Reyes. Aunque su caldo de cultivo comenzó desde la misma fundación del que hoy sería el actual Estado de España, durante la guerra civil que para tal efecto iniciaron los Reyes Católicos, hacia 1474 (siglo XV). Aquella unificación del territorio, completada entrado el comienzo del siglo XVI con la conquista del Reino de Navarra, supuso algo más que la creación de un nuevo Estado. Era el final de la Edad Media española y el comienzo de la época del Imperio español por el mundo. Ello suponía una serie de reformas políticas que implicaban quitar poder feudal a muchos nobles, Iglesia y ciudades con el fin de reforzar el poder central de los Reyes, con vistas a poder dirigir un Estado más propio de la Edad Moderna. En otras palabras, el nuevo entramado político requería nuevas formas de gobierno para ser fuerte. Todas esas reformas de centralización se habían dado décadas antes en Francia o Inglaterra durante su particular Guerra de los Cien Años. Sin embargo, como es de imaginar, renunciar a ciertos poderes feudales, con las ventajas que estos otorgaban, no era del agrado de muchos de los que debían renunciar a ello. Por eso los Reyes Católicos optaron por crear una fuerte burocratización que repartía nuevos cargos a los nobles más fuertes para tenerlos contentos. Otros se llevaban determinados privilegios o dineros. Pero hubo un sector del que no hubo otro método más que el recurso a la fuerza armada o a la judicial. El descubrimiento de América en cierto modo alivió la situación pudiéndose desviar allí a los desfavorecidos en este nuevo reparto de poder, con la promesa de que pudieran prosperar en el Nuevo Mundo al servicio de España. Así pues, pese a que el caldo de cultivo del descontento en un sector de la sociedad ya estaba creado, los Reyes católicos supieron mantenerlo sin grandes conflictos.
El foco de los descontentos llamados comuneros sería lo que en principio fue el antiguo Reino de Castilla (desde el Mar Cantábrico hasta el estrecho de Gibraltar, sin contar Galicia, Portugal, Navarra, Aragón, Valencia y Cataluña), y se relacionó con otro movimiento de las épocas: las germanías (un movimiento análogo a los comuneros pero con las particularidades propias de las reivindicaciones de Valencia, Cataluña y Aragón). No obstante en el actual territorio de Aragón también se registró alguna revuelta que se relacionó con elementos comuneros.
Tras la muerte de Fernando V (Fernando el Católico) el reinado de los Reyes Católicos finalizaba. Su heredera natural era su hija Juana I, la cual había sido desahuciada por él mismo como loca tras la muerte de su esposo Felipe I "el Hermoso". Ella se encontraba recluida sin posibilidad de salir en una torre convento. De este modo se esperaba que su heredero fuera el hijo de Juana, Fernando de Austria, el cual se había criado en España y era buen conocedor de su política. Sin embargo, Fernando V dejó en su testamento por heredero al otro hijo de Juana, Carlos de Austria, puesto que este se había criado con su otro abuelo, el emperador del Sacro Imperio Romano Germano y tenía grandes posibilidades de heredarlo también. El nombramiento de Carlos como Carlos I de España comenzó a desatar la oleada de descontentos por toda España. Su crianza había sido de cara a la política centroeuropea y no conocía casi las particularidades españolas y hasta su idioma hubo de estudiarlo. Como había de venir a España desde Alemania, se dejó como regente al que fue confesor de Isabel I en su época, el cardenal Cisneros. Durante su periodo de gobierno, un año o año y medio, los comuneros comenzaron a incomodarse cada vez más con un nuevo Rey que no sentían como propio y que, además pudiera quitarles mayores privilegios y cargos a favor de nobles alemanes que él trajera consigo (como la principio del reinado ocurrió, pero que tras la revuelta rectificó).
En 1517 Carlos I era nombrado Rey de España y de sus tierras de ultramar, sus primeros pasos políticos ya hemos comentado que fue calentando el caldo de cultivo de las protestas. Pero la gota que colmó el vaso fue su elección como emperador alemán en 1519. Esta elección se hizo mediante la compra de los votos de los príncipes electores con el dinero de España y del que había podido llegar en principio de América, pero aún más, se usó más dinero para su traslado a Alemania y los festejos de tal evento. Por otra parte, la política española quedaba descuidada y en manos de muchos cargos de alemanes afines al por entonces joven Carlos I de España y V de Alemania, entre ellos el propio regente, el Tesorero Real y el arzobispo de Toledo (primado de toda la Iglesia española).
Muchos nobles españoles quisieron conservar sus poderes autóctonos y sus derechos a los cargos del gobierno de España. Así comenzaron a suscitar y apadrinar revueltas. Pero la cosa se complicó y comenzó a transformarse en un movimiento poco coordinado donde las diferentes regiones y municipios tuvieron sus propias reivindicaciones y composiciones sociales para la rebelión. En este contexto aparecen los héroes populares Bravo, Padilla y Maldonado (tantas veces reivindicados en el futuro por los republicanos españoles). Tanto es así que hasta algunos de los grandes nobles se arrepintieron de su inicio de sedición y contribuyeron a reprimir a aquellos a los que habían animado a levantarse: el pueblo, ya imparable. Mientras que por una parte había descontento por los cargos extranjeros y la salida de dinero de la Hacienda española hacia Alemania, por otra estaba el descontento de nobles, pero también de municipios que reclamaban poder gestionarse ellos solos mediante concejos y al margen de poderes fácticos como los nobles o la Iglesia. Por otra parte hay quien reivindicaba limitar los poderes del Rey mediante consejos y parlamentos (hemos de entender parlamentos al estilo propio del Antiguo Régimen, no estamos ante un proceso revolucionario antimonárquico), algunos más querían crear un nuevo Derecho que limitase los poderes del Rey, pero también el de los grandes nobles, al modo inglés. Los erasmistas de la Universidad de Alcalá apoyaban moderadamente a los comuneros. Mientras que los comuneros de Valladolid y Segovia fueron los más radicales reivindicando que el principal poder de gobierno, después del Rey, estuviese en los concejos vecinales de los municipios. Pronto de la incitación noble inicial, pasó a transformarse en una rebelión burguesa (de ciudadanos y de comerciantes enriquecidos que querían participar de la política mediante los concejos, pues de ellos venían al Estado los principales ingresos por impuestos). A esta etapa pertenecen los tres héroes mencionados. Aún más, casi todo el clero bajo se puso del lado comunero, y cada pequeña iglesia y convento era un lugar de propaganda política y de reparto de armas, incluso, incluidos los conventos de monjas. La alta nobleza se dividió entre los que consideraron conveniente apoyar a los comuneros a favor de cargos para sí mismos, y los que no. Mientras que la baja nobleza se colocó del lado de los comuneros y usaron su limitada influencia local. Incluso, en otra etapa más, los propios vecinos de muchos municipios comenzaron a atacar a sus nobles a favor de liberarse de los poderes feudales y en busca de ponerse bajo el gobierno directo del Rey. Aunque en algunos sitios los comuneros se apoyaron en la Santa Inquisición, en otros no se quería a los altos cargos eclesiásticos. Aún más, no se ha registrado que ningún comunero atacara o denigrase a otras religiones del interior de la península, como los moriscos.
La protesta se inició en Toledo, frente al arzobispo extranjero colocado en esa sede arzobispal como prelado de España. El propio arzobispo se vio en la obligación de mandar emisarios a Carlos I y de cortar la emisión de más dinero a Alemania, así como de intervenir en el cese de colocar extranjeros en determinados cargos. El levantamiento lo encabezó un noble despreciado por la Corte para ocupar cargos llamado Juan Padilla, casado con una hija de condes y marqueses. Incitó a la desobediencia abierta a los cargos de los eclesiásticos y comenzó las hostilidades en 1520. Abierto el camino de las batallas y las ciudades alzadas se llegó a organizar hasta una Junta santa que funcionaba a modo de liga de algunas ciudades en el intento de coordinarse. Llegaron incluso a enviar una carta a Juana I "la Loca" para que recobrara el trono en lugar de su hijo, pues nadie obedecía a autoridad alguna. Juana I probablemente estaba más cuerda de lo que la Historia la ha querido recordar, y probablemente sólo sufrió locura transitoria tras la muerte de su esposo, pero permanecía recluida en su torre. Juana I llegó a expulsar de su torre a sus custodios y ha hablar con las partes más destacadas del conflicto. El proceso llegó incluso a que la Junta Santa mandara su lista de agravios a los españoles y su programa de renovación política a Alemania, a Carlos I. Este comenzó a valorar el valor de España, tanto político como económico y desde ese momento comenzó a volcarse en sus asuntos.
Carlos I tomó resoluciones políticas a favor de algunas de las principales reivindicaciones de los comuneros, aunque dejó a su madre recluida, pues no obstante, el trono lo consideraba suyo. Comenzó a quitar a extranjeros de cargos y a otorgarlos a españoles nobles. Suspendió las recaudaciones de dinero para sus asuntos alemanes. Y acto seguido preparó un ejército que para 1521 debía actuar en España y acabar con todos los rebeldes más virulentos, para dejar claro quien era el que gobernaba. La guerra fue más larga de lo esperado y muy virulenta, casi una guerra civil. Acabó con la derrota de los comuneros en 1522. La realeza fortaleció su poder más de lo que ya lo tenía fortalecido. El control a los intelectuales fue más fuerte. El pueblo perdió toda su poca capacidad que tenía de intervenir frente al Rey y frente a sus tributaciones por vías legales. Los mayores beneficiados fueron sin duda la Monarquía centralizada en la figura del Rey y los grandes nobles.
Por otra parte, a partir de la derrota de 1522 se inició una muy dura represión entre todos los que hubieran apoyado revueltas comuneras. Existieron 283 peticiones de perdón de entre los condenados a muerte, lo que hace suponer que otros tantos presos no solicitaron, por la razón que sea, el perdón. 23 de esos presos fueron ejecutados. 20 murieron en prisión por malas condiciones y torturas. Otros tantos murieron violentamente bajo la persecución y represión señorial. Y otro gran número de no presos corrió la misma suerte. Los grandes nobles comenzaron a vender lo ocurrido como única y exclusivamente asunto del pueblo y los municipios, lavándose las manos de su actuación al inicio de todo. No obstante, los municipios no sólo perdían sus posibilidades de autogobierno, quedaban bajo el gobierno perpetuo de regidores que alcanzaban serlo mediante la compra de los cargos por las familias de estos altos nobles. Muchos del pueblo bajo que participaron del movimiento comunero optaron por irse a América, un lugar donde ocultarse y donde iniciar una vida nueva no tan controlados por la Monarquía. No obstante, hay antecendente comuneros en muchos de los que posteriormente participaron en las guerras civiles del Perú, la conquista del Río de la Plata, la expedición insurrecta de Lope de Aguirre y otros.