HUGO PRATT A TRAVÉS DE CORTO MALTÉS Y EL COMIENZO DEL SIGLO XX (por Daniel L.-Serrano) (3 de 6)
Hugo Pratt comenzó a dibujar
historias de cómic creando una revista con unos amigos en 1945. Eran él, Mario
Faustinelli y Alberto Ongaro. Los tres eran inexpertos, pero los tres
cambiarían en parte el rumbo del cómic primero sudamericano y después el europeo.
La revista se llamaba As de Picas (Asso di Picche). La idea había
nacido a lápiz durante unos días en una celda de Santa María Maggiore, en
Venecia, en los días de la Resistencia italiana al NAZISMO[1]. Aunque
Pratt ya admiraba por entonces a dibujantes de cómic como los anglosajones
Lyman y Caniff, o los italianos como Terzi, Tozano o Albertarelli, un año
antes, en 1944, se había quedado impresionado con los dibujos acerca de la
tropas coloniales de Eritrea (de las que él venía), publicados en la revista Scala
d’Oro de la UTET y en la Enciclopedia de los Niños, siendo su autor
Paolo Caccia Dominici da Sillavegno. El cual le inspiró en su futuro[2].
El formato de As de Picas era apaisado, de hojas
grandes, y siguiendo las líneas clásicas del cómic-book norteamericano. Hasta
las historietas que empiezan a producir, bélicas algunas de la II Guerra
Mundial y pro aliadas, seguían la temática americana. As de Picas en
concreto era un periodista norteamericano que por la noche se ponía una capa
con un as de picas para impartir justicia en la ciudad californiana de San
Francisco, seguían pues la línea de la Detective Cómic, la cual había inventado
al superhéroe en 1938 con Superman, de Jerry Siegel y Joe Shuster, y en
1939 lo habían perpetuado con Batman, de Bob Kane y Bill Finger. Por
entonces no parecía que innovaran nada, pero con el tiempo se llegó a idolatrar
aquellas publicaciones como el inicio o el preludio de la clásica revista
europea de cómic, donde se reunían historias de diferentes personajes unidos por
una temática, en este caso bélica, en otros erótica, de terror, ciencia
ficción, Oeste Americano o de humor.
Publicaron más revistas en los años
sucesivos (Ray e Roy, 1946, Slogan e i piani scomparsi, 1946, Silver-Pan,
1946, Indian River, 1946, Un allegro Natale, 1946, Indian Lore,
1947, Allan delle stelle, 1949, etc.), hasta que cayeron en manos de la
editora Matilde Finzi, que trabajaba para la Editorial Abril, de Buenos Aires
(Argentina). Fue a partir de entonces que comenzaron una gran cantidad de encargos
para este país hasta el punto de que en 1950 se les pidió que se trasladaran a
vivir allí. El mayor éxito de Pratt era Hombres
de la Jungla (Junglemen, 1949-1952), que a menudo se mal atribuyó a
Dino Battaglia, con el que Hugo trabajaba a veces dentro de aquella editorial.
Era un cómic de aventuras africanas. El periodo africano de Hugo Pratt hacía
tiempo que comenzaba a salir en su obra, quizá evocación de mejores momentos.
Hubo otras historias de jungla en sus títulos.
Pero fue en el año en que dejó de crear ese título, 1952,
que comenzó un personaje que llegó a tener revista propia, Sargento Kirk,
aunque no en esta época ni con esta editorial. Pero centrándonos aún en 1952,
Hugo Pratt había cambiado de editorial por final de contrato. Su nuevo editor
de entonces, Cesare Civita (ahora estaba en Editorial Frontera), le sugirió
comenzar un personaje nuevo y diferente, un pistolero del Oeste Norteamericano
excombatiente de la Guerra de Secesión Norteamericana (1861-1865). Comenzó a
aparecer en la revista Misterix, el éxito fue rápido y llegó a tener ventas en
el resto de países Hispanoamericanos. No obstante su guionista fue otro
histórico del cómic argentino, Héctor Oesterheld, con quien aún estaba por venir su lanzamiento
ya no Hispanoamericano, sino mundial. Aquella editorial había reunido a los
mejores autores que estaban innovando perspectivas, guiones, el uso de sombras
y luces… Era gente como ellos dos, Vogt, Pavone y otros.
Pratt y Oesterheld volvieron a crear otros hitos en poco
tiempo, Ticonderoga (1957-1958) y Ernie Pike (1957-1959). Fue
precisamente Ernie Pike la obra que en su día se consideró superior a Sargento
Kirk. Se trataba de un regreso al cómic de la II Guerra Mundial, pero esta
vez no eran hazañas bélicas de militares, sino la visión de un reportero de
guerra. Comenzaba a nacer así un nuevo tratamiento al cómic bélico, con
crítica, a la par que hazañas. Fue ese cómic el que le abrió la puerta a otros
trabajos en Brasil y Reino Unido. Hasta que llegó el año 1959 y surgió el preludio
de un punto de inflexión que, ahora sí, iba a lanzarle de ser un creador
erudito y concienzudo conocido, gran técnico de las sombras y algo barroco y
preciosista, a un autor de mismas características (en progresivo aumento) pero
famoso y transformándose en un hito del Noveno Arte.
En 1959 pintó las aventuras de Ana de la Jungla (Ann
y Dan, o Anna nella Giungla). Su mayor éxito hasta la fecha. Sus
cómic eran requeridos por un gran número de revistas de todo el mundo
occidental. Basándose otra vez en sus recuerdos, dibujos y notas de su juventud
africana, creó una historia donde ya aparecía un personaje, Tipperary O’Hara,
que tenía todos los rasgos básicos psicológicos y físicos que compondrían más
tarde al personaje Corto Maltés. Pero Corriere die Piccoli, una revista
italiana, al editarlo transformó en su traducción a Tipperary en Luca Zane. En
esos años no había vuelta atrás y se popularizó con ese nombre, aunque
actualmente la editorial Norma, que edita la obra de Pratt en España, mantiene
el equívoco de nombrarle como Tipperary O’Hara en su edición de Ana de la
Jungla, y como Luca Zane cuando le nombran en Corto Maltés, Las
Etiópicas, donde aparecen ya en persona o ya mencionados los personajes
principales de Ana de la Jungla[3].
Es en Ana de la Jungla, ambientada en los momentos
previos a la I Guerra Mundial y en su primer año, 1914, donde aparecen los recuerdos de juventud de
las luchas tribales de los guerreros de diversas tribus africanas, los
conflictos coloniales europeos en la zona, los aventureros en busca de fortuna
como Luca Zane, y, sobre todo, un marcado estilo por lo preciosista y lo
barroco de los claroscuros. Más aún, la propia Anna tendrá la cara de Anne
Frognier, una vecina de Hugo Pratt que tenía 15 años cuando pintó la obra en
1959, pero con la que se casaría en 1964[4]. No es
un dato tampoco sin importancia, si tenemos en cuenta que la cara de Corto
Maltés se parecía a la de Pratt de joven, y que Luca Zane ya tenía los rasgos
de Corto Maltés, con la diferencia de ser rubio y no moreno. No es algo casual,
en la primera aventura de Corto Maltés, Balada del Mar Salado, que
pintaría en 1967, la joven a la que Corto ayuda a secuestrar y que
posteriormente rescata, de la cual se enamora sufriendo un desengaño tan
profundo que marcará un tono de melancolía el resto de la saga, y con la cual
se va a vivir cuando es anciano como si fuera para ella su tío, Pandora
Groovesnore, también tenía la cara de otro de los amores del propio autor,
Gisela Dexter, quién probablemente fuera el auténtico gran amor de su vida[5].
Parece cada vez más claro que como subrayan muchas de las
personas que le conocieron, es como si Hugo Pratt hubiera puesto en Corto
Maltés su otro yo.
Aunque de 1959 a 1967 llegó a crear hasta veinticinco
personajes diferentes más, Ana de la Jungla había sido su gran éxito
aparentemente inigualable. Pero en ese 1967 Fiorenzo Ivaldi, promotor
inmobiliario, admiraba tanto su obra que le ofreció tener una revista propia de
la mayor calidad de la época. Pratt aceptó y llamaron a la revista, donde
aparecían varios personajes, Sargento Kirk, reeditando las aventuras de
este. La idea en realidad era reeditar toda la obra argentina de Pratt en
Europa por primera vez. Pero Pratt incluyó un personaje nuevo llamado Corto
Maltés, que ahora sí de verdad, fue la transformación total del cómic europeo
de aventuras. La revista sólo duró hasta 1969 por problemas entre los editores,
pero Balada del Mar Salado pudo ser editada entera con un gran éxito
internacional incluso en el mundo norteamericano, donde se estaba creando la
gran innovación del mundo de los superhéroes de mano de Stan Lee en la
editorial Marvel. No deja de ser significativo este hecho, pues Corto Maltés es
un personaje plenamente humano, sin superpoder alguno como por ejemplo Spiderman,
de Marvel Cómics (1962, por Stan Lee y Steve Ditko, en la revista Amazing
Fantasy), Corto es un antihéroe romántico que no se basa siquiera en
sorprendentes artilugios como Iron Man, también de ese Universo Marvel (1963,
por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby, en la revista Tales of
Suspense). El único atractivo de Corto es su personalidad que aún cree en
los valores humanos como para defenderlos sin comprometerse con ninguna idea
más que con la idea de vivir y dejar vivir, del respeto a quien respeta, del
amor a la vida y lo que el personaje considera justo. A lo largo de la saga, no
obstante, hay numerosas referencias explícitas o implícitas de la mentalidad
anarquista del personaje. Muchos de los personajes famosos, y algunos
ficticios, que frecuenta oscilan entre el anarquismo y el comunismo puro que
aún no cree en la dictadura del proletariado (el escritor Jack London sale en La
Juventud, en Tango se menciona que frecuentaba a anarquistas
españoles aparte de que uno de sus amigos allí es el bandido y posterior
ganadero Butch Cassidy, el cual contaba con ideas socialistas, en sus aventuras
brasileñas simpatiza con Tiro-Fijo, un cangaçeiro, en En Siberia se le
perfila claramente sus ideas así como cuando visita a Herman Hesse en Las
Helvéticas, entre otras muchas referencias directas e indirectas que
impregnan toda la saga, especialmente en Balada del Mar Salado).
Posiblemente el propio Pratt sentía simpatías por el anarquismo, que no es lo
mismo que decir que era anarquista, en tanto en cuanto esa tendencia se
aproxima a sus ideales de libertad, ciudadanía del mundo, justicia social y
respeto por todas las culturas, razas y demás. Es de notar que en la biografía
de Saint-Exupéry Pratt llegó a retratar al anarcosindicalista español
Buenaventura Durruti[6] y a
varios anarcosindicalistas más, y que se intuye que en la novela gráfica que
nunca dibujó de Corto Maltés en la Guerra Civil Española, por referencias en
algunos textos, es posible que planease que apareciera el otro
anarcosindicalista de la Confederación Nacional del Trabajo García Oliver.
Hugo Pratt, tras la desaparición de su revista, no tenía
problema ninguno. Comenzó a pintar Los Escorpiones del Desierto
(1969-1992), unas aventuras africanas donde volvían a reaparecer como
personajes invitados algunos de los personajes de Ana de la Jungla y
hasta alguno de Corto Maltés. Fue allí donde precisamente un guerrero
dhankali (o danakali) llamado Cush, que ya aparecía en Corto Maltés, Las
Etiópicas, menciona que lo último que sabía de Corto Maltés era que había
estado en la Guerra Civil Española (1936-1939)[7]. También
en la introducción de La Juventud se menciona el hecho[8]. Hugo
Pratt había declarado su intención de crear una aventura de Corto Maltés en
dicha guerra, llegó a pintar algún boceto. Pero la muerte le sorprendió en
Suiza en 1995 antes de llegar a hacerlo.
Sin embargo, Corto Maltés fue su personaje más mimado.
Gracias a la revista francesa Pif había logrado perpetuarle desde 1970 a
1975. Después, al ser reconocido una inminencia del cómic, jamás tuvo problemas
para crear álbumes integrales y reediciones con diversas editoriales. Llegó a
colaborar con grandes escritores y otros grandes creadores de cómic, como Milo
Manara. Pero si nos hemos de centrar en Corto Maltés en torno a su persona, de
ese personaje el propio Hugo dijo:
“Es mágico cuando estoy solo con él, cuando comienzo a
dibujarle y a verle aparecer. Comienzo casi siempre por los ojos porque son el
centro de la cabeza. Comienzo por los ojos que me dan la dimensión del resto y,
además, sus ojos empiezan a mirarme; nace, aparece y me dice: ‘míranos otra vez
juntos una vez más, ¿qué hacemos ahora?’ El juego entre nosotros dos comienza
entonces. Diría que es un juego entre amigos, como una partida de póquer, no
sabe qué preparo y no sabe las cartas que tengo en la mano. En general es
siempre él quien gana la partida; es un jugador profesional y juega bien; es un
buen amigo y no quiero hacerle jugar una mala partida”[9].
Parece evidente que Hugo Pratt no
sólo tenía al personaje como parte de una dualidad de su propia vida llevada a
aventuras que nunca había vivido, sino que también le tenía un cariño especial
de entre todos sus personajes. Tanto es así que incluso en el penúltimo año de
su vida, 1994, cuando dibujaba una biografía de homenaje al aviador y escritor
Saint-Exupéry, le incluyó de fondo bailando un tango en Argentina extrayendo su
pose y momento de baile de una de las viñetas del álbum de Corto Maltés Tango,
y todo a media luz…, ambientada en 1923. [10]
[1]
Franco Fossati, “Hugo Pratt, un autor de hoy”, en Bang, nº 9, 1973.
[2]
Hugo Pratt, Los Escorpiones del Desierto, tomo II, ed. Norma, Barcelona,
2005, Pág.: 16.
[3]
Ver Hugo Pratt, Ana de la Jungla, ed. Norma, Barcelona, 2000, y Hugo
Pratt, Corto Maltés, Las Etiópicas, ed. Norma, Barcelona, 2006, Pág.:
90.
[4]
Otra versión en su bitácora oficial española indica que se casaron en realidad
en 1957 en México, y que el matrimonio duró hasta los 1970’, era su segunda
esposa. http://www.dreamers.com/corto/biopratt.html
[5]
Ídem Nota 2.
[6]
Hugo Pratt, Saint-Exupéry, el último vuelo, ed. Norma, Barcelona,
1994-2004, Págs.: 68-73
[7]
Hugo Pratt, Los Escorpiones del Desierto, tomo I, ed. Norma, Barcelona,
2004, Pág. 113.
[8]
Ídem nota 2.
[9]
Hugo Pratt, “Hugo Pratt habla de Corto”, traducido por Carlos González, en http://dreamers.com/corto/
[10]
Ídem Nota 22, Pág.: 33.
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