Mi trabajo actual de vigilante y educador medio ambiental de Alcalá de Henares me llevó este viernes pasado, ayer, a la finca el Encín, un entorno natural de gran interés ecológico reconocido incluso por la Unión Europea, ya que en él se reunen una serie de vegetaciones y animales en tan gran número de variedad que no se ha dado en ningún otro lugar. Por ello es un sitio que atrae la atención de numerosos biólogos de España y de todo el mundo. Eucaliptos, pinos, sequoyas, olmos, sauces, esparragueras, setas y hongos diversos, musgos, gaviotas (sí, sorprendente por encontrarnos en medio de la península Ibérica, pero sí), cigüeñas, aves rapaces, alondras, petirrojos, zorros, jabalíes, conejos, corzos (los hay, pero los pobres han sufrido un bajón poblacional, quizá, creo, porque el ayuntamiento comenzó un proyecto de crear un campo de golf recortando este entorno natural, lo que ha cambiado su espacio y sus vidas, ya que se han tenido que reducir a un territorio más limitado y delimitado), insectos diversos, lagartijas, culebras... Y en realidad muchas más especies de todos los campos de la Naturaleza de lo que yo he mencionado. Las ocho personas de la vigilancia y educación medio ambiental fuímos a recoger rastros y aprender de El Encín y de los tres biólogos que lo estudian y cuidan, los cuales nos hicieron de guías.
Nunca había estado en El Encín. Tengo 29 años, soy natural de Alcalá de Henares y nunca lo había ni pisado. Siempre había visto sus límites desde la carretera que va de Alcalá a Guadalajara. Y protesté y me apenó, y me apena, el mal trato que recibe, porque el ayuntamiento iniciase desde hará unos 5 años unas obras de construción de un campo de golf y un hotel sobre una parte de este espacio natural. Aún con todo, El Encín, mutilado en una parte, sigue siendo grande y tiene desde campo abierto, a zonas cultivadas con diferentes propósitos investigadores o naturalistas, o a la zona más protegida por unas vallas internas dentro del vallado del Encín, dónde está un bosque que ha crecido peculiarmente en forma circular perfecta, ¿la razón? Ahora la diré.
No haber estado nunca en El Encín se debe a que es un área protegida donde sólo accede personal autorizado y, en todo caso, alguna visita guiada y programada, muy esporádica en el tiempo para algún colegio, pero que no se oferta... afortunadamente, ya que el ajetreo de los niños podría cambiar el entorno de, por ejemplo, los corzos, o bien la presencia de setas atraería a un montón de personas cuchillo y cestas en mano. La Llamada finca El Encín, al Este de la ciudad y dentro de sus términos municipales, tiene diversos edificios internos, a juzgar por su arquitectura o del siglo XIX o de comienzos y mediados del XX. Diseminados por todo el área, incluso tiene lo que fue un colegio y una iglesa¡ia, que hoy día no lo son. Eran casas de guardeses. La razón es que este territorio natural eran propiedades de la nobleza, exactamente de una marquesa. Hago un alto para indicar que es una zona muy fértil y durante miles de años las poblaciones complutenses la han usado como territorio de caza o de cultivo, por ello a veces se encuentran viejos trozos de cerámica entre la vegetación. De hecho, durante las obras que han eliminado un trozo del Encín se encontraron restos visigodos que paralizaron el asunto una temporada, lamentablemente no eliminaron ese campo de golf y El Encín sigue estando mutilado por su presencia, o más bien por la de las obras que están creando su futura presencia.
Pues bien, en algún momento la familia noble perdió esas tierras. Posiblemente en 1931, cuando se proclamó la II República. Podríamos pensar que tras la guerra civil, en 1939, pudieron haberlo recuperado, no lo sé, no tengo el dato. No sé si durante los años 1940' El Encín estuvo habitado por la marquesa o no. Una compañera de trabajo dice que su padre trabajó en la finca, con lo que es posible, aunque para el periodo 1950' habla del Encín como un lugar que no tenía nobles viviendo. Sea como sea, esas tierras, claro está, eran su coto de caza, por lo que es posible que ellos introdujeran los corzos, quizá.
La II Guerra Mundial acabó en 1945 con la explosión de dos bombas nucleares en Japón. Pese a que se habían hecho experimentos en desiertos norteamericanos, aquellas explosiones mostraron un mundo de mutaciones que no habían conemplado en sus posibilidades quienes eran responsables de su uso. En lo que quedó de los años 1940' se fue perfilando el periodo más clásico de la Guerra Fría. La Unión Soviética obutvo su primera bomba nuclear en 1949. Entremedias otros países aparecieron interesados y se producían experimentos tremendos cuyos efectos apabullaban. La Humanidad los temía tanto como a la posibilidad de una guerra nuclear. En los primeros años 1950' se encontró una bomba más potente que la nuclear, la bomba de hidrógeno. Pero, insisto, esa escalada nuclear requerían experimentos que daban resultados mutantes a causa de las radiaciones que desprendían. Por ello muchos investigadores se vieron atraídos a investigar el mundo de las mutaciones, ya que si bien tenía un lado claramente nocivo, por otro se habían generado nuevas especies interesantes para la propia vida del hombre. Llegados aquí, aparece Alcalá de Henares, la Alcalá de Henares de los 1950' bajo la dictadura de Francisco Franco, quien necesitaba del reconocimiento de Estados Unidos para sobrevivir en medio de un embargo y aislamiento internacional... reconocimiento que encontraría sobre papel en 1953, entretanto: diversas colaboraciones para lograrlo.
En 1952 llegó a Alcalá de Henares un científico norteamericano con un proyecto de investigación. Necesitaba una zona fértil donde poder instalar una bomba que irradiase rayos gamma a su alrededor. La idea era estudiar el efecto de las mutaciones que tendrían las semillas. La idea, en principio no era de carácter bélico o del Ministerio de Defensa norteamericano, que se sepa. La idea tenía realmente el objetivo de ver si con semillas mutadas con rayos gamma los alimentos podían crecer, si lo hacían de forma mejorada, o si lo hacían empeorada. El gobierno le cedió la posibilidad de investigar en la finca El Encín. El ayuntamiento les ayudó a ello. Construyeron una formación circular en medio del bosque con cemento u hormigón, cuya salida estaba en un pasillo curvo para que la radiación no saliera del lugar más de lo posible, ya que esta avanza en línea recta. El aspecto era un poco de plaza de toros, sólo que en los graderíos se plantaron árboles deiversos, frutales sobre todo, y en el suelo diversas plantas de carácter alimenticio. La bomba de rayos gamma se colocó en el centro. Fuera de aquella construcción, y siguiendo el bosque, el mismo bosque se amplió plantando árboles en torno al (y siguiendo el) círculo de las instalaciones, con la idea de que los rayos gamma que se escapasen fueran absorvidos por las copas de los árboles. En 1954 el proyecto comenzó a funcionar con personal norteamericano y español. Los trabajadores a su servicio eran personas de alcalá de Henares, por lo que pronto la ciudad supo por rumores lo que se estaba haciendo.
Los vecinos organizaron diversas protestas y el ayuntamiento, pese a su lealtad a la dictadura, también expresó su malestar. Siempre dentro de lo que aquellos tiempos permitían como protesta. Se tenía miedo de la radiación gamma en vista de lo que otras radiaciones experimentales habían provocado en el mundo, y por el recuerdo cercano de Hiroshima y Nagasaki (las ciudades japonesas que sufrieron las bombas nucleares nueve años antes). En buena parte era también desinformación de la población, ya que las radiación gamma no es tan nociva como otras, siendo además cotidiana.
Sea como sea, las protestas y el malestar se sumó al cabo del tiempo, no sé cuántos años duró aquello) a los resultados del experimento. Si bien las plantas resistían una radiación gamma, y sus frutos eran más grandes de lo habitual, si bien sus semillas germinaban, lo cierto es que no eran nada útiles para acabar con hambrunas. La producción no es que aumentara, que no lo sé si lo hacía o si disminuía o si quedaba igual, la producción es que terminó produciendo árboles sexualmente estériles, en otras palabras, se llegó al punto de que sus semillas no germinaban. Por ello el experimento fue un fracaso y era absurdo mantenerlo más tiempo. Los norteamericanos se fueron y dejaron allí las instalaciones, que no la máquina de radiación gamma. Los españoles decidieron cerrar el lugar por miedo a los efectos radioactivos que hubieran quedado. Del asunto se ocupó el ayuntamiento alcalaíno, aunque una vez al año el gobierno central, incluso durante la Monarquía Parlamentaria actual, incluso este mismo año, y probablemente los sucesivos que vengan, mandaba y manda personal que mida los níveles radiación gamma en la zona.
Durante treinta años permaneció cerrado, pero el resultado de las mediciones sobre todo según avanzó una mayor urbanización de Alcalá de Henares, indicaban que la radiación gamma que quedó en la zona era inofensiva. Es más, actualmente es mayor esta radiación en el centro de la propia Alcalá de Henares que en la zona de "la bomba" (llamada así popularmente por el personal que trabaja en el lugar), la razón: la contaminación que provoca el humo de los coches incentiva este tipo de radiación, o algo así me explicaron. En otras palabras, en este sentido es mucho más sana la zona de "la bomba" que la Plaza de Cervantes. A finales de los 1980' se abrió la zona de nuevo y se ha creado una huerta al estilo de la que hubo, pero sin bomba de radiación gamma, con la idea de experimentar nuevas formas de cultivo y de injertos. Yo mismo recibí del director del Encín, romero, nabos y alguna cosa más de aquella huerta. Y bien rico que estaban, que ya he probado algo de ello hoy. cultivado de forma natural, sin elementos químicos ninguno. A lo largo de los 1990' El Encín, en general (ya no sólo hablo de "la bomba"), es un campo y bosque, con la huerta enorme de "la bomba" , que se ha revalorizado como espacio natural reconocido internacionalmente, ya que, como dije, muy diversas especies vegetales, de hongos y animales se han desarrollado allí. Algunas raras de convivir entre ellas, hablamos de árboles ahora. En lo que vamos de 2000', y pese a que El Encín ha sufrido un recorte de sus dimesiones a costa de las obras del campo de golf y el hotel, diversos proyectos de investigación y estudios ecológicos se han venido desarrollando. Aunque sufren de la falta de presupuesto (aunque es muy grande el que recibe) y de interés real por parte de las autoridaddes por su labor, o eso me parece a mí.
Allí estuve mirando unas zorreras y conejeras, viendo árboles diversos, siguiendo rastros de corzos, recogiendo el cráneo de un ave rapaz comida por algún zorro (el resto de huesos y plumas estaban por allí), dentro de la zona de "la bomba"... y recogiendo setas comestibles silvestres que se iban a helar, con permiso del director del centro, e invitado por él a hacerlo. Nos llevamos unas cuantas mis compañeras de trabajo y yo. Nos asesoró él, recogimos Lepista Nuda. Hoy vino Raúl el Vaquero de la Vaca Flaca y a comer a casa, le gustan estas cosas de las setas silvestres. Las cocinó él con arroz, jamón y ajo. Era una arroz con setas muy rico. La lepista es un tipo de seta que aún no había comido, es muy recomendable, un sabor fuerte y muy muy muy sabroso.
La foto que os pongo podría haber sido de zorreras, o del bosque, o de otra cosa, pero elegí una zona artificial como era el lugar de "la bomba". Estamos en diciembre, asíque la huerta actual no está muy verde, aunque algo hay. Se ve las paredes y el suelo, en el centro hay un pozo cubierto de maderas, era donde se asentó la bomba de radiación gamma en los 1950', unos cables irían de ella a un edificio exterior, actual caseta de herramientas, que le generaba electricidad.
Un salud y que la cerveza os acompañe.