martes, octubre 15, 2024

NOTICIA 2350ª DESDE EL BAR: DESDE LA BASE

 En el actual trabajo de archivo que tengo hasta mediado noviembre estoy tratando una serie documental que aún no se puede considerar histórica, pero que en pocas décadas acabará siéndolo. Hoy por hoy hay que considerarla documentación administrativa, pero en tránsito en ese camino intermedio de un archivo general, que es donde se supone que van los documentos en ese estado en que conservando parte de su vida activa de uso, ésta ya no es tanta, pero no es tan escasa que se pueda considerar ya documentación histórica, aunque tengan un valor histórico. Hablando en claro, muchas de las personas afectadas pueden estar perfectamente vivas, quizá ya algo mayores o relativamente mayores, pero vivas. Otras habrán muerto, y, sin duda, algunas de las personas que se mencionan en cada expediente personal en torno al ciudadano afectado habrán muerto ya, aunque sea por ley de vida, longevidad.

Es una documentación que me parece interesante porque creo que cuando pase a ser histórica y sea perfectamente consultable por todo el mundo con un afán investigador podrá darnos respuestas, pistas y claves de una determinada situación o capa social entre los últimos años del franquismo y los primeros de la democracia, con todos los cambios que eso supone tanto en política como en cambio social, económicos y culturales. Son casos comunes de circunstancias determinadas de personas. Son esos expedientes que en algún momento de nuestra vida quien más quien menos ha ido formando a fuerza de rellenar documentación para la administración cuando se dirigen a esta para la necesidad que tengan, que en este caso no puedo nombrar, aunque podría nombrar cualquiera que pueda servir de ejemplo de a lo que me refiero, así pues, a modo de ejemplo, quien más quien menos ha rellenado solicitudes para entrar en colegios, entregado o vivido informes médicos, recibido visitas de asistentes sociales en casos de necesidad, por ejemplo pidiendo ayudas de tal o cual, o bien ha recibido nóminas y otros documentos laborales, o ha rellenado hojas de censo, o ingresado en hospitales, lo que sea. Todo eso, dependiendo de para qué te dirigiste en solicitud de qué a la administración se ha ido acumulando en uno o varios expedientes. Incluyamos aquí todos y cuantos papeles notariales o de juzgados hayan pasado por nuestras vidas y a veces terminan en forma de copia en otros expedientes, sean compra o venta de casas u otros bienes, alquileres, bodas, nacimientos, divorcios, defunciones, herencias, juicios penales o de faltas, procesos contencioso-administrativos, etcétera. Todo eso en conjunto es lo que nos da, pasado el tiempo, las pistas a los historiadores para entender e interpretar la Historia desde lo que es cómo transcurrió en términos más allá de los grandes acontecimientos señalados en el calendario.  
Pues bien, en el actual proyecto de archivo en el que trabajo estoy en disposición de tener todo un conjunto muy nutrido de una determinada capa social o estado social en su evolución dicha ya entre los últimos tiempos del franquismo y los primeros de la democracia. Desde otro tipo de archivos y documentos ya traté este mismo periodo. Cada vez tengo una visión mayor de lo que en el común social ocurrió en aquella época (en la que yo mismo nací en 1979) y pienso que dentro de unas décadas, cuando todo esto esté disponible, se podrá hablar más y mejor históricamente de tránsito político y social que hubo en el último tercio de siglo XX español. Todo quepa que cuando todo esto esté disponible en su totalidad puede que yo ya sea anciano, lo que no obsta para que ahora, desde hace años, con mi mero trabajo de archivero, tengo el privilegio de estar recibiendo esa información, aunque con el objetivo de su archivado correcto para sus afectados, cuando me toca esta documentación, otras veces trabajo con documentación ya directamente histórica, alguna de los grandes nombres y también de muy conocidas organizaciones o directamente gubernamental (ese ya sí público hoy día, aún siendo yo quien haya procedido a su descripción archivística para su consulta). Así pues, con todas las reservas que hay que tener en público y en privado, yo ese conocimiento directo lo voy teniendo ahora.
Yo, esos elementos para tener unos datos que vayan formando una visión de conjunto más documentada (nunca mejor dicho), ya los voy teniendo desde hace años. Dentro de eso, la documentación que trato actualmente me parece sumamente interesante para hablar con propiedad de una determinada población con unas circunstancias muy determinadas y económicamente duras, pero también muy generalizadas entonces y hoy.
De entre todas las documentaciones tratadas me llama la atención cómo cosas que en la década de 1970 se consideraba que eran parte de una problemática social a solucionar, en plena década de 2020 esas cosas no se han solucionado, pero se han normalizado llamándolo con nombres muy amables y aceptables socialmente. Están asumidos dentro de la normalidad de la vida actual, pero que en su conjunto te das cuenta que a lo largo de las décadas de 1970 y 1980 eran cuestiones consideradas problemas en las vidas propias que, por otra parte, también lo eran así consideradas en la década de 1930. Entre medias, aún siendo problemas, en general de muchas de estas cosas se podía dejar constancia administrativa interna para las diferentes entidades del gobierno, pero no se hacía público el alcance total y real, aún cuando desde la década de 1960 se pudiera mencionar algún caso. Llama la atención que si entre las décadas de 2010 y lo que va de 2020 algunas de estas cosas se ha querido dar como algo normal, es precisamente en la manifestación por la vivienda y alquileres justos ocurrida el pasado fin de semana, por poner un ejemplo reciente, donde en una de esas nuevas primeras veces ya hay voces que han dicho: oye, mira, por muy bien rollistas que queramos ser, esto que queremos hacer pasar por normal no es normal, es un problema que nos impide construir nuestras vidas personales tal como queremos.
Un periódico, a raíz de esa manifestación, escribió ayer un hipotético temor del gobierno (según el periodista) de que se repitiera un ambiente de protesta social como el abierto en el 15M de 2011. Tal vez no estemos ante ese momento, sobre todo porque está muy reciente y en activo los derivados políticos de parte del 15M, que no del 15M en toda la complejidad social e individual que fue. Pero tal vez sí estamos ante una generación de jóvenes que por entonces eran bebés, la mayoría eran en realidad niños ya con unos años, que están sirviendo de despertador al verbalizar algo que, incluso por aquello de lo políticamente correcto, no se quería verbalizar: oye no, esto no es una nueva normalidad, esto es un grillete para mi vida, al margen de cómo me quiera establecer yo respecto a mis relaciones sentimentales o sociales.
La convivencia por causa mayor de personas en un mismo piso, principalmente porque no se pueden permitir una independencia económica para alquilar, ya no digamos comprar, una vivienda propia, que es el caso de la manifestación mencionada, pero también aquellos que teniendo vivienda no se pueden permitir una vida más allá de la mera supervivencia económica, es una de esas cuestiones que se han querido normalizar con buenismo diciendo que son “los nuevos modelos de familia”, siendo el nexo de unión entre las personas en ese mismo techo el de amistad, vecindad, familiaridad o simplemente, necesidad. Se pueden llevar bien o mal, cosa que puede variar con el paso del tiempo, pero desde luego impide la realización de planes de vida más allá de esa convivencia por imposibilidad de disponer plenamente al completo de las decisiones sobre lo que tú quieres en lo más inmediato de tu vida.
Claro que en estas también hay un azote de realidad incluso a los que informan. Una periodista de radio de una emisora de Madrid capital quiso afrontar el tema enfocando el problema de vivienda como un problema de los jóvenes, a lo que invitó a dos jóvenes que no tardaron demasiado, apenas unas pocas preguntas donde calaron el enfoque, para contestar que el problema de vivienda era un problema de aquellos que no tenían vivienda o que su alquiler no les daba para vivir, siendo esta situación en la edad que sea. La periodista no tardó mucho en despachar a estos jóvenes que rompían en parte el enfoque con el que probablemente había pasado la mañana preparándolo con su equipo. Y ahí está el asunto, en los enfoques, en la construcción del relato. Es un problema cuando se quiere que una tesis esté a toda costa como una posibilidad de realidad, sin atender a todo lo que realmente ocurre. Y todo lo que ocurre no es simplemente aquello que es evidente a la vista.

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