De Juan Torres de Vera y Aragón a primeras épocas de Hernandarias.
En 1587 Juan Torres de Vera y Aragón fue confirmado por el rey como adelantado del Río de la Plata. El Rey le dio instrucciones de introducir ganado diciéndole expresamente que su finalidad debía ser explotarlo y no solamente alimentarse de él como en ocasiones anteriores había podido ocurrir. Introdujo con ese fin a 400 vacas, 4.000 ovejas, 500 cabras y 5.000 yeguarizos procedentes de Uruguay y con destino a Corrientes y Asunción. Sería el futuro económico del Río de la Plata. Intentó hacer fundaciones en Brasil, pero los asunceños preferían tierras más fértiles para los alimentos y mano de obra indígena. En 1588 creó Vera de las Siete Corrientes, a donde mandó a Hernandarias de Saavedra. En 1589 tenía falta de mano de obra en su gobernación. Por lo que aumentó el precio del trigo. Hubo muchas reclamaciones pero Torres de Vera y Aragón no ordenó bajar el precio por parecerle justo, ya que los agricultores empleaban mucho esfuerzo en obtener sus cosechas. Claro que sabía que si accedía a bajar el precio ningún agricultor recogería sus cosechas. Faltaban indios para trabajar y los españoles no daban abasto por sí solos. Comenzaba a notarse el descenso de la demografía india. Además, los animales andaban sueltos y se comían los pastos, por lo que hubo de legislar sobre ellos. Se veían obligados a comerciar con los portugueses. Pero en 1592 hubo de irse a Madrid para defenderse de las acusaciones vertidas contra él a causa de los precios del trigo. Puso en el gobierno a Alonso de Vera, que era su sobrino y que, además, le había depuesto. La Audiencia de Charcas le depuso a él y colocó en el gobierno a Hernandarias. El 28 de Enero de 1594 el Rey les cerraba el comercio con los portugueses ante las peticiones de ciertos comerciantes españoles que se creían perjudicados (Portugal y España se habían unido en 1588). La medida sólo tuvo consecuencias perjudiciales para ambas partes y se potenció en mucho el contrabando y la corrupción.
En todo ese tiempo, Abreu se enfrentaba a diversas rebeliones de indios diaguitas. Hernando de Lerma le sustituyó y le encarceló hasta su muerte. En 1582 fundó Lerma creando muchos perjuicios a mucha gente. Por ello en 1586 comenzó a gobernar en esa zona Velasco hasta 1593. Este hizo campañas contra los indios usando sólo la violencia necesaria, era más partidario de métodos pacíficos. Fundó varias ciudades y fomentó los ganados y la evangelización. La Compañía de Jesús llegó a aquellas tierras en aquellas épocas. De este modo el Tucumán se hacía estable, del mismo modo que lo había logrado Paraguay con Garay. Fue la época en la que Velasco exigió que Buenos Aires fuera un puerto estable. Fue el primero en entrever que la zona necesitaba una unidad política más allá de los intereses personales. Por ello pidió al Rey un gobierno único independiente de Perú. Lo logró y fue nombrado gobernador del Río de la Plata hasta que murió en 1597, siendo Hernandarias de Saavedra su lugarteniente, lo que le trasformaba en su sucesor .
En Abril de 1598 se mandó a Centenera para pedir al rey la reapertura del puerto de Buenos Aires al comercio con los portugueses, ya que eran los principales proveedores y clientes. Paraguay y Tucumán sólo vendían sus productos a cambio de oro, mientras que los portugueses aceptaban el trueque, lo que era lo único que se podían permitir los bonaerenses. Aparte de la corrupción o el contrabando, el cierre del puerto sólo provocaba hambre. En 1599 fue gobernador Diego Rodríguez Valdés y de la Vanda, quien se sorprendió mucho al ver que sin la ayuda de los indios no se podía cultivar nada, ya que los pocos hombres que había en Buenos Aires se necesitaban para defender la ciudad de indios o de piratas. Quedaban entonces cuarenta soldados al cargo de tres piezas de artillería sin munición. Los insultos al enemigo eran su mejor arma. Pero tenían montones de caballos salvajes de los que se servían para sacar ciertos contrabandos. En 1598 Felipe II moría y heredaba el trono su hijo Felipe III, quien comenzó su reinado con una fuerte oleada de piratas extranjeros amenazando todas y cada una de sus pertenencias, sobre todo americanas. En aquellas épocas acechaba la zona Thomas Cavendish.
En 1600 los bonaerenses amenazaron con despoblar Buenos Aires si no se abría el puerto. Por miedo a que los piratas aprovecharan aquello para tomar el poblado y crear una base como hicieron en la Isla de la Tortuga, Felipe III accedió a abrir el puerto en 1602 al comercio con los portugueses por seis años. Hubo de prorrogar la concesión por más años en 1608, 1614 y 1618. No cortó la corrupción, que se fomentó más, pero sí que hizo recuperarse a Buenos Aires y por mucho. De la pobreza extrema se pasó a la fuerte inflación. En 1605 tuvieron la mala suerte de que parase allí la flota de Antonio Mosquera, con destino a Chile. Buscaban proveerse de todo lo que podían, pero dejaron e la ciudad la epidemia de la viruela, que mató muchas vidas, sobre todo indias. Por ello el Cabildo tuvo que reclamar trescientos esclavos de Guinea anualmente. Hasta 1607 no se normalizó la situación con buenas cosechas.
Reflexiones últimas.
Con una alimentación estable, mano de obra estable también basándose en esclavos negros, la evangelización y alfabetización de mano de la Compañía de Jesús, el comercio abierto de Buenos Aires (el cual creaba un eje entre Potosí, resto de Perú, Chile, Río de la Plata y Europa, Brasil y Guinea) y los indios de la zona más o menos dominados, la conquista del Río de la Plata se puede dar por terminada, a falta de la expansión por el resto de esa parte sur de América. En 1618 Hernandarias había logrado reanudar las encomiendas bajo una política de supuesto humanitarismo. La ciudad de Buenos Aires creció en trescientos habitantes. Se calcula que en el siglo XVII en Río de la Plata vivían 2.730 blancos, 4.899 indios en servicios y reducciones, y, lamentablemente, no he podido lograr datos sobre la población negra. Hubo problemas de enfrentamientos erasmianos por parte de los rioplatenses cuando llegaron las ideas de la Contrareforma. Hernandarias, también proclamó la tierra y sus productos, de Buenos Aires, como de propiedad comunal, lo que dio lugar a muchos vagos que mataban vacas para comer sin más, desperdiciando casi toda la carne del animal, cuando no se mataba sólo para coger el cuero. Por ello, años después hubo de rectificarse esta ley.
Los levantamientos indios, por otra parte todavía seguirían hasta 1670 en Tucumán, Santa Fe, Corrientes, Chaco... se consideró un castigo de Dios por los pecados blancos, aunque era el Diablo el que actuaba por medio de los indios en rebelión. Ya desde 1580 Felipe II había dado instrucciones para evangelizarles y darles el catecismo en castellano y no darles los sacramentos en latín. En 1603 Felipe III comprendió que era mejor hablarles en su idioma, y dio recomendaciones de darles el catecismo en araucano a los indios de Chile y La Pampa, y en guaraní a los de Paraguay.
La población mestiza había crecido en orden de 4.000 en 1580. Felipe II llegó a legislar que los blancos se casasen con blancas, para evitar enfermedades y conservar las haciendas en poder de los españoles blancos. Pero era una ley no cumplida, máxime cuando los hijos mestizos con frecuencia eran extramatrimoniales. Martínez de Irala había usado de las uniones con indias por verlo beneficioso, por las razones que ya vimos. Él mismo tuvo varias mujeres indias, una de las cuales fue una joven india virgen hija del cacique Abaco. La segregación sexual que hicieron las mujeres blancas con los hombres indios impedía al indio integrarse del todo en la cultura hispana y participar de su sociedad y cultura. Por ende era, además, un modo más para adquirir su despoblamiento, ya que no podían nacer descendientes indios de la mezcla de una india y un blanco, si no mestizos. En río de la Plata, eso sí, se dio algo inusual en el resto de América, se pudo ascender socialmente por medio de uniones matrimoniales,
Los indios, lo diremos una vez más, fueron usados al servicio de los españoles por medio de sus relaciones familiares, gracias a sistemas tradicionales autóctonos como la "tovaya", ya mencionada, o el "yaconazgo", por medio del cual un indio se adscribía al trabajo doméstico sin poder abandonarlo. Las rebeliones indias, cuando se dieron cuenta de que no se les trataba como parientes, provocaron duras represiones. En 1578, Ramírez de Velasco creía que sólo se podía poner orden en los indios si trabajaban, por lo que les forzó a trabajar bajo condena de severos castigos. Fue un grave error que llevó a más rebeliones y a más despoblamiento india, ya que estos morían de cansancio, tristeza o suicidio, si bien no optaban por huir del lugar. Las Leyes Nuevas de 1542, también comentadas, habían sido un fracaso.
A los indios se les evangelizó y se les instruyó en la música, como diría un Virrey peruano en 1615: ese era el mejor modo de someterlos, ya que un pueblo entretenido era un pueblo inofensivo por muy tirano que fuera el gobernante. Aún así hay indios que descubren estas intenciones. Cierta declaración en Confesionario (editado en 1585) dice: "Dicen algunas veces de Dios que no es buen Dios, y que no tiene cuidado de los pobres, y que de balde le sirven los indios"
La ganadería, la agricultura y la ruta comercial interna con Perú y Chile abierta al mar Atlántico fueron a la larga la auténtica riqueza de Río de la Plata. Nada había del producto que le dio su nombre: plata. Ni tampoco oro, ni especias, ni nada de gran valor. Muchos hombres murieron siguiendo quimeras, mitos y espejismos. Fueron conquistadores que trabajaron con sus manos, a diferencia de otros lugares, y se mestizaron con profusíón con los indios. El puerto abierto definitivamente de Buenos Aires, les proporcionaba contrabandos de Brasil. Buenos Aires fue un puerto principal para abastecer el interior de Sudamérica, así como para dar salida a los productos de los lugares que abastecía. Pero también se trasformó en el siglo XVII en uno de los principales puntos de abastecimiento de esclavos en el mercado español de América. Lograba abundantes negros guineanos del comercio con Brasil e incluso no tenía reparos en vender esclavos indios adquiridos y vendidos de forma ilegal y "bajo cuerda".
Con estas reflexiones doy por terminado este trabajo sobre la conquista del Río de la Plata, la que a mi vista me parece una de las más largas de toda la historia de la conquista española de América. Máxime cuando, como hemos dicho, quedaría aún por conquistar todo el resto de la Argentina actual.
Bibliografía.
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Palacios, Ernesto, Historia de la Argentina. 1515-1976, ed. Abeledo-Perrot S.A., Laralle, Buenos Aires, 1954 (revisión de 1976).
Rodríguez Molas, Ricardo, Los sometidos de la conquista de Argentina, Bolivia, Paraguay, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985.
V.V.A.A., Historia de España Salvat, Tomo IV, ed. Salvat editores S.A., Mallorca-Barcelona, 1984.
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Páginas web de Internet consultadas.
http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1526.htm consultada el 4 de Noviembre de 2002.
Artículo: El mítico Río de la Plata, escrito por canal artehistoria.
http://capraproyecto. iespana.es/capraproyecto/origen/vireinato.htm consultada el 4 de Noviembre de 2002, Artículo La cabra en el virreinato del Río de la Plata, escrito por Hugo Baruela Álamo, presidente de PRODICA (Programas de Desarrollo Productivo y Capacitación Agroindustrial), proyecto Capra, Buenos Aires, Argentina.
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