Que no, que no he abandonado el blog, sé que esta vez la espera ha sido muy larga. Lo que ocurre es que la novela que llevaba atascada más de medio año se acaba de desatascar hace unos días y no paro de escribirla en bares, mi casa, otra casa donde cuido un gato de una amistad hasta que vuelva de vacaciones. Voy de seguido. Y esta vez se va ha terminar. Luego tengo que pasarla a ordenador, mejorar algo, tal vez añadir o cambiar detalles. Releerla y ver qué tal. Lo último es buscar cómo publicar. Claro que entretanto he escrito algunos poemas, la mayoría muy malos, algunos con partes respetables, unos pocos buenos, pero es que también llevaba meses atascado. Serán las cosas que me han ido pasando en los últimos meses y un estado que oscila entre el estar bien y el estar deprimido. Por las noches, no todas las noches, en una red social he puesto algunos de los poemas y los he borrado al rato, lo hago adrede, como algo efímero. también he puesto algún poema antiguo. Y luego está mi obra de teatro, que he vuelto a buscar que alguien la interprete, se la he mandado a una compañía de teatro de una cárcel de mujeres, pero fue hace meses y no contestaron, así que la doy por rechazada, también se la volví a ofrecer a un teatro de Alcalá, pero nada. Y eso que renunciaba a los beneficios, sólo quería verla en las tablas. Pero es que no tienen grupo ni compañía de teatro propio. Ya veré que haré con esa obra. La cosa es que estoy en la novela, y estoy ilusionado con ella. También tengo ilusión con otra cosa, hacía años sin esa ilusión, pero a la vez desilusión por esa misma cosa, porque las cosas no pueden ser. Ay, que no, que no os tengo abandonados... Además he tenido que arreglar mi lavabo a las bravas (comprando e instalando otro), y estoy muy en mi barrio, por dinero y por lo que no es dinero. Sí, que a veces oscilo en mis estados de ánimo. De esto ya hablé en otras entradas, como la de La Gatera y las dos que la siguieron, o sea, las tres más recientes, y con esta cuatro. Supongo que son muchos años seguidos de no muy buena suerte en general, pero aquí estoy.
Escribir en la casa de la amistad a la que cuido a su gato me resulta una suerte como de retiro, con silencio y viendo las vistas que dan al Cerro del Viso. Me recuerda a mis días en Lisboa y en Cádiz, en aquellas habitaciones privilegiadas donde también escribí. Ayuda, necesito, disponer de mi tiempo con total libertad. De otro modo, si alguien me cita en algún lugar para hacer algo o lo que sea, mi mente se distrae con la hora, y eso a veces hasta me invita a no escribir. No siempre, pero ocurre y durante el reciente atasco ha ocurrido varias veces.
Pero escribir en los bares es algo que he hecho siempre, en mi casa también claro, hasta las tantas de la noche o desde el amanecer de un día hasta otro. La mente piensa y piensa. El asunto de los bares es que estás escribiendo y los que te conocen saludan y te dejan tranquilo, saben que estás concentrado y escribes. Pero también hay quienes quieren hablar y preguntar a toda costa, o leer por encima de ti lo que escribes, lo que no sólo es incómodo, también es algo que no me gusta y me distrae, rompe la concentración. Pero cuando uno escribe prosa, al menos yo, tengo primero un tiempo absorto hilando ideas y construyendo mundos y situaciones, formando diálogos entre personajes, tratando de entender sus razones para darles forma. Luego vienen cuestiones de recuerdos personales, o situaciones del momento, y pueden ser incluidos. Escribir es escribir y una frase sale de un modo si tienes el ambiente que lo crea, pero si alguien distrae ese ambiente lo puede alterar para bien o para mal, a veces lo más frecuente es que lo destruya para siempre, pero es lo que tiene escribir en bares. Sólo escribo en bares que me dan confianza para escribir, especialmente quienes atienden, que me conocen y me dejan hacer sabiendo que lo de bromear o hablar vendrá más tarde. Y así es, pero ahora vienen la otra parte. Cuando has escrito durante mucho rato prosa, cuando tu mente dice, este capítulo ya está. Hay que parar un poco para que se asiente antes de seguir con el otro. Y ese asentarse se resume en que aunque ya puedes atender a otras cosas tu mente sigue trabajando y de repente te dice: espera esto no puede ser, por esto, y hay que cambiarlo o tomar una nota de comprobación, o bien te indica enlaces para la continuación de lo que le ocurrirá al personaje, que antes no tenías, y eso te vuelve a dejar absorto... y siempre hay alguien que cree que te pasa algo o que te duermes o que vete a saber, y empieza a hablarte y le atiendes, pero tu mente está en tu historia y en lo que te cuenta y a veces alguien cree que no le prestas atención y puede darte un toque de protesta y... en fin, a veces pueden romper para siempre los nuevos hilos que se van formando, y eso puede ser bueno o malo, a menudo es malo, porque puede tardar un nuevo hilo, a veces es bueno, porque el hilo era malo y te das cuenta sólo cuando el motor de la cabeza se ha enfriado de todo el calentón de pensamientos.
Reposar entre escritos sirve para que tu mente trabaje y mejore lo creado dándose cuenta de lo que falla, y sirve para dar continuación con sentido lógico de lo que quieres. Esto es como todo, cuando aparcas un coche el motor sigue caliente, no pasa a frío nada más apagarlo.
Estoy en proceso. Incluso yo mismo, no sólo la novela. No siento que me esté yendo bien. Pero tengo una ilusión-desilusión y creo que en parte el cúmulo de todo ha desatascado la novela. De hecho he colado guiños a algunas cosas de estos días.
Y sí, vuelvo a homenajear a amistades usando sus nombres, pero los personajes no son ellos, para nada, sólo tienen su nombre en homenaje y les doy un personaje que no tienen que ver ni con su personalidad, ni con su vida. Les doy otro ser. Están algunos amigos y amigas antiguos de nuevo, dando más relevancia a los que en otras no la tuvieron tanta, y menos a los que sí. También están amistades nuevas y conocidos. Y en fin, espero publicar la novela este mismo año. A ver si es posible.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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