lunes, julio 08, 2024

NOTICIA 2329ª DESDE EL BAR: VIAJE A LA PIEL, JUEGO DE NIÑOS, VERUM

El pasado jueves 4 de julio una pareja amiga (el cantautor Juan Izardui y su familia) me llevó a la Casa de la Cultura de Torrejón de Ardoz para asistir de público a la inauguración de una exposición fotográfica triple. Dos pertenecen al fotógrafo Osvaldo Cipriani, "Viaje a la piel", sobre desnudos artísticos femeninos, y "Juego de niños", fotografía con elementos informáticos altamente surrealista. La otra es de Dhavid Hernández, "Verum", sobre desnudos artísticos masculinos. No obstante, este era el tío de la chica de la pareja amiga que me llevó. Cipriani actualmente reside en las Islas Canarias, pero décadas atrás por mucho tiempo era parte de la vida cultural de Torrejón, siendo él uno de sus fotógrafos más artísticos en la década de 1980, y maestro de otros fotógrafos en la propia Torrejón. Tenía sus años más inquietos en esa década, más o menos a la par que la Movida madrileña. Teniendo en cuenta mi nexo con Pablo Pérez-Mínguez (Noticia 2168ª), este dato me atrajo, tenía curiosidad. De hecho, este dato personal me lo callé, pero de haberle preguntado algo a Cipriani, que no lo hice, hubiera sido si llegó a conocerle o a hacer algo con él. Sea como sea, la obra de Cipriani actualmente está muy orientada a una obra con retoques infográficos. Lo que más me atrajo fueron aquellos retratos que no los contenían, como una chica en un columpín con una mirada muy intensa, o unas fotos con relieve en papel maché que, me dijeron, eran precisamente de muchos años atrás. En todo caso, era evidente que Torrejón le homenajeaba, pues le prestaron casi todo el espacio y le imprimieron un libro de catálogo de su exposición. Pero en todo caso, como él mismo explicó, él se había sumado a la idea de quien fue su alumno, Dhavid Hernández, que le ofreció hacer una exposición conjunta cuando le comentó que iba a hacer una exposición con desnudos artísticos masculinos, y quiso completarla con la misma idea, pero en femenino.

La cosa es que aunque parezca mentira el desnudo artístico masculino produce cierto rechazo en líneas generales, aún hay camino ahí, pues se confunde este con lo que no es, y aún dentro de esa confusión también en lo femenino, la gente confusa acepta antes el femenino que el masculino. Eso sin negar que también el femenino tiene gente a la contra, pero encuentro más gente reacia al masculino que al femenino. Hay detrás de las visiones de los que rechazan cosas que nada o poco tienen que ver con el arte.

Dhavid Hernández, que algún retoque artificial se nota en alguna foto, es más natural ahora mismo, y tiende a un barroquismo importante, especialmente en el alto contraste entre sombras y luces, pero también en algunos cuerpos retorcidos. Así pues, una de las fotos recuerda un corazón humano con la mera posición corporal del modelo. Por otro lado su modelos son bailarines de danza, algunos de ellos de ballets estadounidenses, por lo que el contorsionismo barroco se produce más fácilmente. 

Buena parte de las fotografías de Hernández hacen referencia a la soledad y la depresión. De hecho, optó por guiar al visitante con cartelas que ponían nombre y breves explicaciones a los retratos, mientras que Cipriani, en general, prescindía en un gran número de sus cuadros de esas cartelas. Siempre desde la metáfora corporal y el juego de claroscuros. 

Tal vez los retratos de Hernández puedan ser interpretados más allá de esas claves que nos ofrece, otorgar otras que nos sugieran de manera íntima y personal a cada cual según su tiempo y su emocionalidad, la propia sugestión. 

 A ver, son tiempos.

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