sábado, junio 22, 2024

NOTICIA 2325ª DESDE EL BAR: ALFREDO BOLINCHES, UN GLOBETROTTER ESPAÑOL

Hubo un tiempo que decir la palabra inglesa globetrotter no te llevaba a pensar en los Harlem Globetrotters, ese espectacular (nunca mejor dicho) equipo de baloncesto estadounidense nacido en 1928 que va recorriendo el mundo con espectáculos de jugadas irreales y fantasiosas llenas de sentido del humor, espectáculo y piruetas, salvando las distancias, lo que en España fue El Bombero Torero dentro de la tauromaquia, cuyo origen está en 1953. Cuando era niño vi uno de estos espectáculos en televisión, o mejor dicho un fragmento, no sé porqué eso se me quedó en el recuerdo junto a bromas de mi padre. Globetrotter tampoco era esa marca de maletas de lujo para viajes de largo recorrido que se vende aún. Era, lo que su traducción al español viene a decir: un trotamundos, uno que recorre el mundo y le da la vuelta la planeta, como Philleas Phog en La vuelta al mundo en 80 días, de Verne. Y quizá como consecuencia de esa novela de 1872, España tuvo su particular globe-trotter vascongado, como decía en la portada sus memorias. Se trata de Alfredo Bolinches, un español muy curioso caído en el olvido incluso de la prensa, que estas cosas les encanta recuperarlas. Vendrá a hacer el final de su hazaña cien años, quizá ciento uno o ciento dos. La narró en un breve folleto que autoeditó a cambio de la voluntad a pesar de que imprimió nada más y nada menos que cien mil ejemplares en los talleres gráficos Costa de Barcelona en torno a los primeros años de la década de 1920. Era sin duda un soñador, tal vez poco práctico, pero vivir, lo que es vivir, está claro que vivió cosas impagables. De tan soñador que era, pretendía construir con las ganancias de las ventas a voluntad lo que llamó Salvaeronave Vasconia, que no me queda muy claro que era aquello, si un avión, un tipo de avión o bien algún invento suyo para evitar grandes males en accidentes aéreos. No creo que llegara a construirse, pues no nos ha llegado noticia alguna de tal cosa, que yo sepa, y si se construyó debió quedar en algo muy anecdótico. 

La cosa es que Bolinches, que en la portada aparece con lo que parece un traje militar español de esa década de 1920, pero también pudiera ser de explorador en África, nos dice desde la primera página que precisamente se lanzó a recorrer el mundo obsesionado cual Quijote tras leer numerosos libros de viajes y aventuras desde su infancia. Más de un libro de Julio Verne caería en sus manos. Debió ser de alguna familia con algo de dinero, pues el hecho de la lectura y el acceso a libros desde niño nos da pistas en esa dirección en aquellas épocas, que debieron ser entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. 

Aseguraba haber navegado 350.000 millas en barcos de vapor, andado 187.000 kilómetros, visitado 49 naciones civilizadas y otras tantas que llamó él literalmente "países salvajes". Todo ello a lo largo de treinta años que culminaron de vuelta a España, al menos al Marruecos Español del momento, el Rif, a comienzos de aquella década de 1920, lo que para el lector con un poco de conocimientos le habrá hecho ya adivinar que encima regresó a la zona de España que estaba en guerra por su independencia, encabezados los rifeños por Abd-el-Krim. Este señor tiene para película, pero empezando porque en España le hemos dejado caer en total olvido, pues veo difícil que se la haga alguien.

Bolinches era de Valencia. En julio de 1895, con 15 años de edad decidió él solo abandonar el hogar materno, en sus palabras no parece que existiera un padre, por lo que es posible que fuera huérfano de padre, o bien de padres separados, lo que en 1895 era algo más difícil, pero no imposible en el mundo de la burguesía. A las 9:00 de la mañana, recuerda él, se embarcó como grumete en un barco tras irse de su casa.  Por dos años recorrió los mares y conoció incluso selvas americanas. Ahora bien, por su juventud, y probablemente por su personalidad, parece ser que fueron dos años donde el resto de marineros le gastaban bromas que dice "no era de mi agrado". Sin embargo, en esos dos años estuvo en los cinco continentes y aprendió inglés, al mismo ritmo que siguió devorando libros, ahora también de crónicas e historias de conquistadores y exploradores españoles. 

En 1899 embarcó en un bergantín inglés en Nagasaki. A los catorce días un impacto con algo que no supieron que era abrió una grieta en el casco. Pese a sus esfuerzos por cerrar aquello y evacuar el agua, el barco se hundió con rapidez y hubieron de salvarse en las lanchas salvavidas, él tuvo la mala suerte de caer separado de sus compañeros y subir a una escalera que flotaba sin comida ni agua potable... ni tierra a la vista. Al tercer día, muy debilitado, apareció una ballena que empujó la escalera hasta llevarla consigo a una playa de Borneo, donde se varó. Durante ocho días Bolinches vivió en aquella playa comiendo de la carne de la ballena y cobijándose en sus entrañas. Al noveno día ya no parecía saludable comer la carne putrefacta y decidió adentrarse en la selva, donde fue apresado por una tribu que lo preparó para ser asado en un poste con idea de comérselo. De esta se salvó, según él, porque llegado a su final decidió regalarle un pequeño espejo de aseo a una niña de diez años. Resultó ser una de las hijas del jefe, que interpretó el regalo como un regalo de boda. Ignoro cómo se puede llegar de un extremo de querer comérselo a querer casarlo con su hija. El ritual de boda y los festejos duraron tres días, e implicaron pruebas físicas para él que incluía laceraciones. Como sea, vivió entre ellos dos meses, momento en el que decidió fugarse en una piragua, una vez más, sin comida ni agua... desde luego esta vez lo que fue es una persona sin previsión. Fue rescatado totalmente desfallecido en alta mar por un velero en el que la tripulación le cuidó hasta que le desembarcaron, ya sano, en Brasil. 

En Brasil le contrataron para navegar por los ríos que se internan en la selva Amazonas. Trabajaba para una compañía de caucho. En este punto anotaré que el caucho era un producto en auge, sobre todo por la nueva industria del automóvil, y tenía exclusividad brasileña, por lo que estaba prohibido sacar de allí semillas o plantas del caucho, cosa que se hizo de manera clandestina por Firestone en toda una aventura. Recomiendo la novela Manaos, de Alberto Vázquez-Figueroa para esto. Los gomeros brasileños tenían trabajadores en régimen de esclavitud y semiesclavitud con la connivencia de muchos gobiernos locales y el silencio del central. Estos mismos gomeros les trataban mal a él y los otros barqueros, por lo que se escaparon perdiéndose en la selva y siendo recogidos y uno de ellos apaleado hasta la muerte por los indígenas. Durante cinco meses le tuvieron como esclavo blanco para ellos, haciéndole trabajar durante veinte horas diarias en algunas ocasiones en medio de golpes.

Decidió volver a escapar en soledad atravesando la selva amazónica sin saber en qué dirección. Estuvo perdido en la Amazonia cuarenta y siete días entre bestias y monos, hasta que por casualidad encontró un puesto de hombres blancos que lo alimentaron y dieron ropa.

Volvió a hacerse marinero de mar como timonel de un yate rumbo a Turquía. Estaba al servicio del sultán Abdul Haamid. Siguió recorriendo mundo de esta manera cuando en 1904 embarcó en Cardiff (Estados Unidos) en un buque mercante que debía llevar víveres y municiones para el ejército ruso estacionado en Siberia con motivo de la Guerra entre el Imperio Ruso y Japón. Hicieron varias escalas en ciudades chinas, con más aventuras, pues tenían que burlar un bloqueo internacional y pasar el Estrecho de Corea esquivando a los japoneses para llegar a Vladivostok, en medio de un invierno que tenía las aguas congeladas, pero llegaron. Fue él mismo el que decidió bajar a tierra para aprovisionarse de agua potable para la vuelta. Le acompañó un tripulante filipino que fue confundido por los rusos con un japonés, por lo que fue fusilado, tras ser apresado y vivido horas de intentos de ser liberado, mientras que Bolinches sobornó a un guardia para que le diera una nota al capitán de su buque, que, mediante pago y aclaraciones, le trajo de vuelta.

En fin, él cuenta que también pasó por Mongolia, donde comió hierba y otros lugares, también de África, como el Protectorado de Túnez o Argelia. Van pasando los años, incluso la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando llega al Marruecos Francés para pasar al Marruecos Español. En el final del verano de 1924 salió de Melilla para atravesar 831 kilómetros con objeto de ser recibido por el vicecónsul español en Argel, Cortés, y su secretario Jesús Roquer. Precisamente el secretario era también fundador y director de la Revista Española, que decidió publicar sobre él, con motivo "pro-patria", dice. En realidad lo que se publica son unas cuartillas que le pide escribir sobre sus viajes por Marruecos, para alentar el patriotismo... repito es la Guerra del Rif. La idea era deslegitimar la idea de un colonialismo malo, y fomentar bondades como la mejora de la agricultura, la construcción de ferrocarriles y carreteras y otras cuestiones en Marruecos y Argelia por medio de España y Francia. No obstante, Bolinche hace un alto en su relato para enumerar cuestiones de la Historia de España como nación salvadora de naciones, viene a decir él en un razonamiento que le lleva a afirmar que las naciones nacidas de la cultura española no participaron de la guerra de 1914. Después enumera los avances de España en Marruecos.

Sin embargo, retrocede a 1922, cuando se encontró a una mujer rubia gimiendo en Benicasar. Había sido azotada tiempo atrás y está con la carne cicatrizada y la ropa rota, pero estaba ayudando a parir a una cabra. Ella se llama Zaida. Coqueteará con él y se emparejarán... resultará ser una ex amante de Abd-el-Krim, pero a la vez fue protegida de España hasta el punto que su hermano estudió en la Universidad de Madrid (la Complutense actual). Ella estaba teñida, dice, pero era rubia para complacer a Abd-el-Krim que quería distinguirla del resto de su harem. En 1921 la guerra la apartó de Abd-el-Krim. Parece que Bolinches insinúa, pero no dice, que él mismo mantuvo una relación sostenida en el tiempo con ella en aquel 1922, pero a la vez expresa su duda sobre si era una espía o realmente una mujer a la que gustó. Y ahí termina el relato... para pasar a enumerar las fábricas modernas de España, entre ellas cita la Gal de Madrid, que estuvo en Alcalá de Henares hasta no hace pocos años. 

Alfredo Bolinches, todo un personaje. Muy peculiar, y muy olvidado.

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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