La Historia reciente de España parece centrarse en fijar fechas en el mes de marzo. El 11 de marzo de 2004 una serie de bombas colocadas por terroristas del extremismo islámico mataban a una gran cantidad de personas en el sistema ferroviario español en su trayecto y llegada a Madrid capital. El 8 de marzo de 2018 España se sumó masivamente al paro internacional de las mujeres en el Día de la Mujer, gracias a la cobertura legal de convocatoria de huelga de los sindicatos fundamentalmente anarcosindicalistas, como CNT, CGT, Solidaridad y otros de misma tendencia, así como sindicatos nacionalistas como CIG y CoBAS, o bien el Sindicato de Estudiantes, mientras que los sindicatos socialdemócrata (UGT), comunista (CCOO) y cristiano (USO),entre otros mayoritarios, como CSIF, solo apostaron por un pequeño paro simbólico de unas dos horas. El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba que la enfermedad de la Covid-19 era una pandemia mundial muy peligrosa, y el 14 de marzo de ese 2020 España declaraba por primera vez en esta monarquía parlamentaria un estado de alarma que nos llevó a un confinamiento domiciliario a todos los españoles, salvo los casos de trabajadores imprescindibles.
A esas fechas previas a la primavera bien pudiéramos sumarle, dando un salto, otra fecha primaveral vital en la Historia reciente, el 15 de mayo de 2011, en la que estalló la indignación ciudadana reclamando más justicia social y democracia. De esa fecha se cumplirá en mayo próximo diez años.
Con todas esas fechas, 11M, 15M, 8M y 11-14M, con sus respectivos años, 2004, 2011, 2018 y 2020 podríamos esbozar un esquema con el cual los historiadores podríamos comenzar a explicar la Historia de España en el siglo XXI. No creo exagerar, la coincidencia del mes de marzo y el enlace primaveral de mayo nos brinda una oportunidad para marcar la evolución española en su cambio de siglo. De la integración en la lucha internacional contra el terrorismo del extremismo islámico, incluido el final abrupto de la etapa conservadora de gobierno, se saca también su derivada en el final del terrorismo propiamente de España representado por el nacionalismo vasco de ETA. Por medio hay otras fechas necesarias de otros años y meses, pero siguiendo ese final de la etapa conservadora, mal digerido en los años siguientes por el PP, y el final del terrorismo de ETA, se va creando una serie de sucesos concadenados que pasando por la crisis económica mundial de 2008, que contuvo en sí críticas del PP al PSOE en el gobierno con resonancias aún de aquel 2004, nos lleva directamente a la protesta del 15M de 2011, que ayudó a adelantar las elecciones y nos mostró una campaña electoral donde aún aquellos sucesos de 2004 seguían en algunos discursos. Ahí se fraguaba sin duda no solo una ruptura social con sus políticos y una renovación de ideas y de partidos, se fraguaba también una distancia cada vez mayor entre izquierda y derecha, probablemente nacida desde aquella mala digestión de las elecciones perdidas en 2004 por el PP a costa, lamentablemente, de los atentados del 11M y todo lo que se dijo y especuló sobre ellos. Todo se conjugó y tras aquel 2011 empieza otra etapa directamente relacionada con todo esto donde la sociedad toma conciencia de la importancia de su voz y de su organización.
Aunque el paro de las mujeres tuvo un antecedente en Islandia en 1975 que sirvió para las mujeres islandesas protagonizaran la organización en 2000 de una huelga mundial por el salario del trabajo en el hogar, fue en 2016 cuando las protestas femeninas en Polonia por las leyes en contra de los derechos de las mujeres hicieron que se extendiera una voz de solidaridad que hizo que en Argentina salieran las mujeres a la calle por el asesinato de varias mujeres y en Estados Unidos se organizara una marcha de las mujeres a la capital. Al año siguiente, 2017, se organizó para el 8 de marzo el Paro Internacional de las Mujeres, que secundaron una gran cantidad de países y donde tenía gran peso diversos sindicatos. Argentina, Brasil, México, Rusia, Italia, Israel, Corea del Sur, etcétera, fueron los iniciales. En España tuvo un eco minoritario, apoyado por los sindicatos anarcosindicalistas y anunciado por la prensa menos dócil, como el periódico Diagonal que aquel mismo mes pasó a ser El Salto. No fueron muy escuchadas estas voces en España, pero en España la violencia doméstica era cada vez más noticiada y más evidente, por ello, el 8M de 2018 España volvió a enraizar en los acontecimientos internacionales dentro de los sucesos de su propio plano nacional. Con la cobertura principal de los sindicatos anarcosindicalistas y nacionalistas, y con la organización de organizaciones y grupos feministas de toda índole, hubo una participación masiva en la Huelga Internacional de las Mujeres de ese año, pasando a ser uno de los países principales hasta el punto que algunos confunden la actuación española como ejemplar y líder, cuando en realidad, como se ha visto, estas movilizaciones venían de otro sitio y años. En España confluyó probablemente ese despertar de las conciencias de 2011, las cuales se vieron muy azuzadas a lo largo de los recortes sociales de 2012 y 2013 y el surgimiento de todo tipo de grupos de reivindicación de derechos, como los de educación, sanidad, universidad, mujeres del servicio doméstico, sindicatos reforzados en lo laboral, etcétera. Los años 2011 a 2013 son los de mayor actividad de protesta desde los tiempos de la Transición. Se aumentaron las divisiones ideológicas. Fue en marzo de 2014 en el que además se fundó Podemos, con el en cierto modo hubo una desmovilización de muchos grupos surgidos del 15M, no precisamente por estar en consonancia con tener un partido político más o menos afín a muchas reivindicaciones. Otros grupos continuaron y otros se formaron, el 2018 y el movimiento feminista de ese año es precisamente confluencia de todo esto. Inevitablemente chocó con esa polarización de izquierda y derecha que viene formándose desde 2004. El surgimiento con fuerza de la extrema derecha con ideas machistas no es casualidad.
Ese 2018 fue clave. No solo estuvo en el epicentro de ese despertar del movimiento feminista en España. El periodo 2017-2018 fue una crisis de gobierno permanente que desembocó en la moción de censura que desalojó al PP del gobierno y trajo un periodo más o menos inestable, como anteriormente, pero que llevaría a las elecciones de 2019 y a la formación del actual gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos desde enero de 2020. En medio de todos estos años la extrema derecha ascendió con duras acusaciones a la izquierda, a las cuales se sumó la derecha tradicional con argumentos no muy lejanos a todos los usados desde 2004. El feminismo, atacado por la extrema derecha y a veces por gente de la derecha tradicional, se reforzó dentro del espacio donde surgió allá en el siglo XVIII en Francia y en el XIX en España, en la izquierda. La polarización aumentada desde 2004 y 2011 implicaba cada vez más todos estos factores. Así, cuando en febrero de 2020 surgieron los primeros casos de Covid-19 en España, no se les prestó gran atención, a pesar de que se mostró a una niña embutida en un traje especial llevada en ambulancia. El debate y la pelea eran otros. Cuando a comienzos de marzo ocurrió la primera muerte española, algún telediario elevó la voz, pero tampoco era el debate. De hecho, la manifestación del 8M no fue señalada en un primer momento como foco de riesgo del contagio. Se contemplaba, pero no era señalado como foco. Ese debate vino posteriormente planteado por la extrema derecha y después explotado de manera recurrente por toda la derecha. Si se repasa hemeroteca se puede comprobar. La OMS declaró la pandemia mundial el 11M de aquel 2020 y fue desde entonces que se comenzó a señalar a la manifestación del 8M, pero todavía no de manera inmediata. España empezó a plantear el confinamiento desde ese 11M, pero no se declaró hasta el 14M.
El primer mes de confinamiento no hubo ataques al gobierno y su actuación. Ahí está la hemeroteca y los plenos del Congreso, así como las comparecencias. Ahora cito de memoria, creo recordar que los ataques comenzaron en algún momento de abril o en mayo. Fue entonces cuando surgió el ataque al 8M como foco de pandemia, a pesar de que hubo numerosos otros actos multitudinarios aquel 8M, como encuentros deportivos, un acto de Vox, misas católicas, terrazas de bar repletas y otros eventos. La polarización y la utilización política es el plano heredado donde nos movemos. En 2021 Madrid ha prohibido las movilizaciones en el 8M y el gobierno central no recomienda manifestarse en el resto de España (donde sí te puedes manifestar por el 8M), a pesar que previamente durante la pandemia han habido manifestaciones de negacionistas de la pandemia, de la extrema derecha contra el gobierno, de la extrema derecha antijudía, de todas las derechas contra la reforma educativa, de los hosteleros por sus derechos, del mundo de la cultura por los suyos, por la libertad de expresión, por la libertad de los presos independentistas de Cataluña, se han celebrado conciertos, corridas de toros y hasta paradas militares, pero se ha centrado la culpabilidad en el 8M y se le ha restringido. El problema es que esa restricción no responde tanto a un ataque machista contra la causa feminista, aunque muy evidentemente el origen de la restricción es precisamente ese, un ataque machista al feminismo, la restricción responde a que, al haberse colocado en el foco político de la más alta política al movimiento feminista y al 8M de 2020, el haber permitido un 8M más abierto hubiera complicado la justificación de las futuras medidas a tomar. No olvidemos que aunque no sean reales las acusaciones contra el 8M de 2020, aunque sea altamente injusto las comparaciones con otras manifestaciones sí permitidas, hay una parte de la sociedad que le ha dado crédito total a la versión de la derecha sobre las culpas del 8M, no solo en la sociedad con ideas de derechas, también ha cuajado un poco en parte de la sociedad de izquierdas, como si de un síndrome de Estocolmo se tratara.
Desde la antigua Roma hay un dicho que dice que no se habla sobre si la mujer del César es honorable, si no de si lo parece. Ese es el asunto que se le ha aplicado al 8M. Tengo la impresión que no ha importado tanto la realidad que pueda envolver al 8M respecto a la pandemia, como querer dar la impresión de luchar contra la pandemia con todos los medios y si hay una parte de la sociedad grande que se ha creído las culpas del 8M, el gobierno ha actuado vendiendo al 8M en cierto modo como culpable al avalar frases como "este año no toca". No importaba tanto la honorabilidad de la mujer del César como que a ojos de los ciudadanos lo parezca. Solo así se explica que se permita todo tipo de manifestaciones, pero esta no.
De este modo veo esa línea posible como esbozo de comienzo de explicación del siglo XXI. Una línea abierta por cuanto la virulencia política sigue presente y muchos de los caminos abiertos entre 2004 y 2011 siguen abiertos, así como se agudizan las desigualdades de varios tipos en España, a los que sumar el conflicto del nacionalismo catalán, enraizado a la vez con varias de las cuestiones aquí expuestas, especialmente la crisis económica de 2008 y como se gestionó la política territorial desde el año 2000 en adelante.
En Alcalá de Henares el ayuntamiento encargó a la artista Zaida Escobar que organizara un grupo de pintoras para crear un nuevo mural en la ciudad. Se ubicó en el auditorio Manuel Azaña, a la vista de la rotonda. Recogía la cara de varias mujeres destacadas en la lucha por la igualdad de derechos. El sábado 6 de marzo la propia vicepresidenta primera del gobierno, Carmen Calvo, vino a inaugurarlo con el alcalde. En la madrugada del 6 al 7 de marzo, pocas horas después de aquel acto, alguien arrojó pintura para destruir el mural. Provocó indignación en las redes sociales y ese mismo domingo 7, ayer, varias chicas y mujeres fueron con pintura para pintar sobre la pintura arrojada consignas de resistencia y dignidad que dejan evidenciada su altura moral muy por encima de los viles que destruyeron el mural. Hoy en televisión sabemos que en Galicia destruyeron ayer otro mural feminista que se inauguró para la ocasión. Pasó lo mismo en el nuevo mural del barrio Ciudad Lineal, en Madrid. Esta polarización va, a mi juicio, más allá del choque del machismo misógino. Tiene una fuerte dosis de misoginia, indudable e innegablemente, pero intuyo que va más allá y tiene dentro de sí también una identificación izquierda-derecha que lleva a la derecha más intransigente a unos ataques de ese tipo que, psicológicamente, suelen traducirse en que si no se puede destruir a la persona se destruye su obra o su imagen, dado ese paso, ¿a qué otras cosas pueden envalentonarse?
Saludos y que la cerveza os acompañe.
Y hoy 9 de marzo destrozan otro mural recién realizado para el 8M en Getafe.
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