Lo cierto es que el cincuenta aniversario, que estaba llamado a un mayor bombo y a un más sonado platillo, ubicado con rapidez tras la celebración anómala y no celebrante/sí celebrante, entre lo oficial y lo oficioso, de Todos los Santos el 1 de noviembre y Halloween, o bien de la semana conmemorativa de Azaña, en su ochenta aniversario de muerte el 3 de noviembre, empezó el jueves 5 de noviembre con un encuentro virtual y se inauguró ayer viernes 6 con varios bloques a concurso y de exhibición entre el Teatro Salón Cervantes y el Corral de Comedias. Con novedades forzosas por la Covid, pero intuyo que alguna de esas novedades tal vez probaron ser realidades en años anteriores y solo han logrado serlo por la fuerza violenta de los hechos de este año. Así por ejemplo se recomendaba sacar las entradas con anticipación, y así lo he hecho yo, he sacado de una sola vez todas las entradas de cortometrajes europeos y de Pantalla Abierta a Nuevos Realizadores que voy a juzgar. Puedes sacarlas en taquilla, como yo, que me gusta lo protocolario y tradicional para estas cosas (y lo humano, sobre todo), o por Internet. De hecho, este año también se puede ver excepcionalmente (o eso dicen, espero que sí, que sea excepcional) varios de los metrajes que se presentan. vía Filmin, pues, el aforo está limitado al cincuenta por ciento, a la mitad. Esto es una incomodidad, y sinceramente, no tiene sentido un festival de cine de toda la vida como este si al final te invitan a ver las películas en tu casa con tu ordenador. Pierde todo el sentido social que tiene un festival. Pierde toda su lógica, por mucho que la tecnología te deje meter las películas en tu casa.
Este es un blog de un escritor cervecero que pretende hablar de él, de Historia, de sus ídolos, de sus paranoias propias, mostrar sus escritos... pero en definitiva son informes de un espia en el bar.
sábado, noviembre 07, 2020
NOTICIA 2002ª DESDE EL BAR: ALCINE 50º
Medio siglo ha pasado desde que comenzara a andar el festival de cine de Alcalá de Henares, desde hace ya bastantes años conocido como Alcine. Así que estamos en la edición de Alcine 50º, que este año la han subtitulado: "edición limitada". ¿La razón? La misma que la de todo este Año de la Pandemia: las medidas políticas, sociales y sanitarias tomadas por el gobierno central y por el de la Comunidad de Madrid para combatir la enfermedad por medio de intentar forzar unas actitudes sociales que, seamos serios, no se logran forzar y que además, más valdría que fueran medidas acompañadas de contratación de más personal sanitario, de aumentos de camas en las Unidades de Cuidados Intensivos y de todo aquello que los profesionales de la salud reclaman y no parece que eso vaya con los políticos a la hora de tomar medidas, parece más rentable confinar, o hacer toques de queda o depositar toda la culpa en ciudadanos y en hostelería, aún incluso cuando todos los indicadores siguen diciendo que son las reuniones familiares las principales causas de contagio. En fin, a lo nuestro.
El festival Alcine cumple 50 años y de esos cincuenta años yo llevo veinte años ejerciendo de jurado del público siendo fiel a la cita, desde el 2000, solo falté en 2003, aunque llegué a ver alguna sección, porque en ese año mi padre moría, y aunque murió en diciembre, parecía en noviembre que aquel iba a ser el momento. Todo sea, que antes de comenzar a ser jurado del público yo ya había ido a algunas proyecciones del festival en varias de las convocatorias anteriores, especialmente de los años 1990. Estoy ampliamente ligado a la evolución del festival, aunque mi nombre no figure en ningún sitio oficial del mismo, pero como dijo el director del festival ayer en la primera proyección de los competidores por el premio del público en cortometrajes europeos, sin público y sin jurado el festival no tendría sentido de existir, por lo que nos daba las gracias y nos pedía votar.
Con este afán de la organización por evitar los acumulamientos de personas, las largas colas y el contacto con el papel (aunque queda ya más que claro que el papel, una superficie material, no es el trasmisor de Covid-19), las votaciones este año se producen vía Internet, eliminando el tradicional voto en urna con papeletas. Esto provoca o que tengas la obligación de tener un teléfono móvil con determinadas características tecnológicas y que te descargues una aplicación que lea códigos QR, o bien que te metas vía Internet en la web de Alcine y votes dentro de un enlace que la organización mandó personalizado a los jurados del público. Me parece fatal. No me gusta, no me convence y no me agrada. Tiene una implicación alta de tener que tener un nível de vida y de acomodamiento a las nuevas tecnologías que en principio no tendría porque tener nadie por obligación. Si no estás en ese mundo, estás excluido del mundo, parece que ese es el mensaje... y que viva la confusión entre personas que siendo trabajadoras deben acostumbrarse a formas cuyos costes no tienen porqué estar acorde con sus posibilidades más favorables, o a la mierda todos aquellos que no entiendan o no deseen tener esas nuevas teconologías. Al margen de que, esto es una opción personal, prefiero el voto en urna como parte del ritual de todo festival de este tipo. Parte de su atractivo, de su gracia. Ahora bien, mucho se han preocupado de eliminar el papel, de hecho si quieres saber la programación debes mirarla en Interner. ¿Que no tienes Internet? Mala suerte. ¿Que no entiendes Internet o sus aparatos? Mala suerte, no cuentan contigo, pero eso sí, la entrada, si quieres entrar, parece ser que sí debe ser en papel... La contradicción más brutal: ¡BOOM, EN TU CARA!
También es de comentar que cuando pasé por taquillas el miércoles 4 de noviembre (dos días antes de empezar las proyecciones), la taquillera me dijo no conocer la programación, no conocer el procedimiento de los votos, no conocer cómo se organizaría absolutamente nada. Esas respuestas solo las tuve el mismo día 6. No nos engañemos, esto no es por la Covid. No se puede decir que a la organización le haya pillado desprevenidos. La taquillera dijo que es que les gustaba el secretismo... Pues mal hecho, porque en un año como este lo menos deseable y recomedable es ahondar en la incertidumbre y el secreto. La Covid-19 no es que estuviera llamando a las puertas desde marzo, es que estaba sentada en el salón de casa desde entonces, y estamos en noviembre. Se podía haber pensado las cosas mucho mejor para su realización.
Tampoco me resultó agradable que en ese cincuenta por ciento de aforo se haya reservado asientos de una y de dos personas en los asientos corridos del Corral del Comedias, siendo que los asientos de dos personas quedan en las zonas centrales y las de una persona en los laterales. Viendo la sala ayer me pareció discriminador a más no poder. Si eres soltero, o si simplemente quieres ir solo, que te jodan. Los mmejores sitios para los que van en pareja. Pero es que al cine a veces se van pequeños grupo... ¡ah, amigo! aquí en grupo nada, a pesar de que se puede ir hasta seis personas juntas según normas. Pero vale, compro lo de máximo dos personas juntas... pero, ¿a qué viene que los sitios centrales solo para las parejas? Viendo los puestos numerados que me han dado para el resto de sesiones que asistiré estos días veo que el panorama empeora, porque incluso me han dado fila dos, vaticino la rotura de mi cuello y mis ojos como ajos frotados. En serio, ¿los solteros o las personas solitarias han de ser castigadas por algo? En todos los ámbitos siempre nos cae una ostia, por lo que sea.
Luego tenemos el aspecto de la mascarilla en la sala, a alguien se le ocurrió subir la temperatura, por lo del frío en la calle... pero con la mascarilla la sensación de calor aumenta... Era horrible la primera sesión de ayer. Y hoy sábado hay tres bloques seguidos a juzgar... que siendo este año como es, ya podrían haberlos distribuido de una forma más sensata a tenor de las innumerables incomodidades que hay en sala con esta pandemia.
Del primer bloque de cortometrajes europeos solo diré que este año no ha sido la mejor de las elecciones para empezar un festival... y teniendo en cuenta las características de este año, pues se lo podrían haber pensado mejor. Entre iluminaciones horribles, granulados desquiciantes y estéticas molestas, argumentos de complejos personales y ausencias familiares que crean traumas como para deprimirte mil veces un millón. Salvo solo a La mariée de patin, de Eriza Muresan, y si estuviera en otro bloque probablemente también siuspendería, la verdad, y condeno totalmente a Bubota, de Carlota Bujosa. Sea como sea, a la hora de votar al final opté por usar mi teléfono móvil con unos datos y un Internet muy deficitarios. Tras mucho tiempo tratando que me funcionara, al final al marcar mis votos no encontré ninguna tecla de confirmación, por lo que no sé si he votado o no he votado, y, peor aún, veo que se puede cambiar el voto, lo que jamás se podía hacer antes... Me parece un caos y un desbarajuste totales.
Al menos veo que la Pantalla Abierta ha sido programada con acierto para evitar que su término entre semana pueda incurrir en que los espectadores salgamos justo cuando empieza el toque de queda. Menos mal que eso lo han previsto bien.
Como sea, el plato fuerte de ayer era la proyección fuera de concurso del primer cortometraje de Pedro Almodóvar en muchos años, La voz humana.
Bueno, en todo caso, Alcine está aquí, los que vamos este año es pura devoción y lealtad, probablemente no reconocida ni apreciada por los organizadores ni por los cineastas ni por nadie, y este año aún es un ejercicio de devoción incondicional total, teniendo en cuenta que gracias al toque de queda y el estado de alarma ir a las sesiones impide que al salir podamos usar nuestro tiempo libre en absolutamente nada más. Algunas sesiones son dura, demoledoras espiritual y moralmente, por lo que pasar la semana laboral trabajando para entregarte a este panorama debería ser más que agradecido a los que siempre estamos ahí para que, como dijo el director de Alcine, este festival siga siendo posible. Pero tengo la impresión que en este cincuenta aniversario nadie se acordará de nosotros con sinceridad y que probablemente se pondrán medallas de haber sacado el festival en su medio siglo con toda la pandemia en marcha... y sin hacer autocríticas.
Por lo demás, ayer al salir la Calle Mayor estaba hasta las topes de gente, y hoy, en la comida, antes de ir a mis sesiones de hoy he visto el bar de debajo de mi casa lleno como si fuera una estación de tren en hora punta... y la media de edad de gente sin mascarilla, codo con codo, era entre cincuenta y sesenta años, predominando los de los sesenta... no eran jóvenes, el blanco fácil de todos los periodistas y políticos que siguen sin denunciar que faltan UCI en los hospitales.
Con esta primera crónica del festival de este año, a pesar de que me ha producido una valoración negativa, a diferencia de otros años, os dejo con la esperanza de que esto mejore. Ya os escribiré como siempre del resto del festival.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario