lunes, octubre 14, 2019

NOTICIA 1909ª DESDE EL BAR: EL MEGA AÑO ELECTORAL, FIN DE LA XIII LEGISLATURA, NUEVAS ELECCIONES GENERALES

El próximo día 10 de noviembre va a ir Pedro Sánchez en persona a todas y cada una de vuestras casas, os va a coger los sobres electorales, os va a meter la papeleta que él considera la acertada y si es necesario la va a llevar él mismo en persona a meterla en la urna electoral en vuestro nombre. ¿Es que no sabéis que no tenéis ni idea de votar? ¿Que sólo la cúpula del PSOE actual sabe votar? Habéis votado todos mal. ¿No lo sabíais? Eso sí, en boca del propio Pedro Sánchez el pasado 5 de octubre: el multipartidismo es bienvenido... si es elegido en las urnas. Su frase exacta fue: "El multipartidismo lo deciden los ciudadanos con su voto y, por tanto, bienvenido sea. Lo no bienvenido es el bloqueo". Al día siguiente Albert Rivera (Ciudadanos) rompía el bloqueo a Sánchez y el PSOE y se ofrecía para alcanzar un pacto de gobierno, ya que no lo logró con Unidas Podemos anteriormente, Pedro Sánchez no tardó en declarar ese mismo día que el PSOE no quiere un pacto con Ciudadanos, que sólo quieren que se abstengan en la investidura. O en otras palabras, el PSOE de Sánchez lo que quiere es todo el poder para él sólo y nada más. Esta idea ha sido repetida hasta la saciedad en las últimas semanas, hoy mismo, 14 de octubre, ha prometido un aumento del sueldo de los funcionarios, y avisa: para que sea posible el PSOE debe poder gobernar con todo el ejecutivo, o sea: sin socios, sin coaliciones, sin nada. Tal como toda la oposición coincide: el PSOE actual quiere que le apoyen totalmente gratis, sin nada a cambio. Y en ese sentido también, algún dirigente del PSOE ya se ha mostrado contento con la nueva formación política de Más País, que parece que se mueve en ese sentido de permitir un gobierno del PSOE sin pedir nada a cambio. 

El PSOE actual de Pedro Sánchez no para de declarar que ellos son el partido más votado en las últimas elecciones generales y que además están a mucha diferencia de diputados respecto al segundo más votado, el Partido Popular (PP) de Casado. Lo que no airea tanto el PSOE es que siendo eso así, es el partido más votado de las pasadas elecciones que en comparativa con el resto de resultados electorales desde 1977 es el menos votado de todos los partidos más votados electoralmente, y que su número mayoritario de diputados es el menor número de diputados de todos los partidos más votados. Y que además la demostración de que no ha ganado las elecciones es que ha sido incapaz de formar gobierno por sí solo. El sistema democrático actual en España es parlamentarista y por ello mismo hay unos mínimos de votos representados en los escaños de diputados para crear mayorías. Los resultados del pasado mayo daban por conclusión que se imponía acuerdos o coaliciones, y dado que se reclamaba un gobierno de coalición, se debía haber avanzado en ese sentido. Pero en España falta cultura democrática y comprensión de qué es y cómo funciona una coalición. Nuestra última experiencia fue durante la Segunda República, y los que formaban coalición no necesariamente se llevaban bien, pero comprendían que los resultados obligaban a ceder en unas y otras cosas e incluso a incluir en los ejecutivos miembros del partido con el que te debes coaligar, pero que no necesariamente compartes todos los puntos de vista. Nada más encontrado y contrario cuando por ejemplo el partido republicano de Azaña tuvo entre sus manos el asunto de Casas Viejas, cuyo debate parlamentario le enfrentó a sus socios, el PSOE de entonces. O nada más incómodo para Niceto Alcalá Zamora que llamar a la CEDA de Gil Robles para que formara gobierno con el Partido Radical de Lerroux. O nada más incómodo unos años antes para el propio Alcalá Zamora, católico y de derechas burguesas, que llamar a gobierno a la Unión Republicana, con un objetivo laico del Estado. Pero es cierto que cuarenta años de hacer política unilateral durante la dictadura, y después de haber atravesado una monarquía parlamentaria donde no se ha cultivado la cultura política de las coaliciones, pues llegados al punto de su necesidad, nos hemos encontrado con una incapacidad y unas ambiciones políticas flagrantes y dañinas para la sociedad, única víctima de todo esto.

No lo olvidemos, por si acaso a alguien se le ha pasado por alto, en la pasada sesión fallida de investidura, en julio, en la primera intervención del PP, Casado le lanzaba la idea a Pedro Sánchez de la necesidad de recuperar el bipartidismo, mostrando al multipartidismo como si fuera algo malo. Se puede leer a partir de la página 7 del Diario de Sesiones del Congreso. En la respuesta que le dio Pedro Sánchez en la siguiente reapertura del pleno, con cierto estilo ambiguo, lo cierto es que desde uno de los puntos de vista le animaba a que su grupo se abstuviera y permitiera su investidura para que el PP recuperara ese espacio bipartidista que Casado decía querer recuperar, igualmente recogido en el Diario de Sesiones. Si al PSOE le molesta que Unidas Podemos sea una opción viable para los votantes de izquierda, al PP le ocurre lo mismo con Ciudadanos, por ello mismo, alguna información se ha colado en algunos medios de información valorando la posibilidad de que todo lo ocurrido este verano haya sido una jugada de intereses políticos del PSOE, con el PP protestando pero en realidad complacido, para desgastar la imagen de Unidas Podemos, como mínimo, e ir dando una manipulación a la gente en el sentido de que crean que sólo el PSOE pueda ser una opción de confianza para la gente de izquierda. Por supuesto para los observadores de la política sabemos que existe la posibilidad real de que la gran patronal de la CEOE y la banca pudieran haber influido en el PSOE para que no formaran gobierno con Unidas Podemos. Que Unidas Podemos ya habían apoyado a la moción de censura del PSOE en mayo de 2018 a cambio de nada. Y que las medidas como la subida del sueldo mínimo interprofesional, la bajada de impuestos en higiene femenina y otras medidas eran cosas que el PSOE adoptó porque su socio de gobierno, Unidas Podemos, lo reclamaba, por mucho que el PSOE se lo haya adjudicado en exclusiva. Pero recordemos la famosa frase de Pedro Sánchez en un programa de televisión diciendo que perdería el sueño si Unidas Podemos hubiera estado en el gobierno. ¿Cómo? No te pierde el sueño si es tu socio y te da el gobierno, pero sí si plantea un gobierno con coalición. Esto se explica si bien se quiere recuperar el bipartidismo, si bien se quiere todo el poder para el PSOE y si bien la CEOE y la banca, fuera de los resultados electorales, pudieran tener el aparente poder de influencia que se dice, rumores, que tienen.

La XI legislatura de la actual monarquía parlamentaria duró de enero a julio de 2016.  Fue una legislatura con un gobierno en funciones en el que no se logró formar gobierno. Se tuvieron que repetir elecciones. Estas dieron paso a la XII legislatura, que tuvo dos presidentes de gobierno diferentes, de diferente tendencia política y con diferentes ejecutivos, su primera parte duró hasta el comienzo del verano de 2018, y la segunda parte hasta mayo de 2019. Nadie desconoce a estas alturas que la XIII legislatura ha vuelto a ser tan anómala como la XI de 2016, iniciada en mayo de este 2019, acabará en noviembre de 2019, tras la celebración de las elecciones anticipadas el 10 de noviembre. Muchos de los problemas que contraía la XIII legislatura estaban ya evidenciados en los resultados electorales de este mega año electoral que ya os analicé en junio, en la Noticia 1881ª. En todo caso, para entender mejor toda esta situación a la que hemos llegado os remito al análisis que os realicé en julio tras el acto de investidura fallida de Pedro Sánchez (PSOE) como presidenciable de la que di por legislatura fallida, como así ha sido, allí me explayé largo y tendido sobre la situación política actual la cual, a decir verdad, no ha cambiado gran cosa después de este verano de inmovilidad y total falta de diálogo. Aquel extenso análisis lo realicé en la Noticia 1893ª. Teniendo aquellos análisis no es cuestión de volver ahora sobre una gran cantidad de cuestiones que, a fecha de octubre, siguen casi iguales. Inamovibles.

Podemos analizar sin embargo otras cuestiones. Por ejemplo el nacimiento de Mas País. No deja de llamar la atención que el nuevo partido o agrupación electoral de izquierdas, haya nacido en concreto sólo con vistas a las elecciones del 10 de noviembre, Íñigo Errejón al frente. Nacen sin programa previo. Una asamblea decidió que se presentaban y que presentaban a Errejón. Nada más. El programa vino semanas más tarde y resultó ser lo que era evidente: prácticamente idéntico al de Unidas Podemos. En otras palabras, Más País parece que cumplirá la misma función que Más Madrid en las autonómicas y locales: dividir y debilitar a las opciones de izquierdas a la izquierda del PSOE. No parece que Más País vaya a rascar gran cosa de los simpatizantes del PSOE, aunque probablemente si Errejón completara su viaje político terminaría dentro del PSOE y entonces sí sería un competidor para los líderes del PSOE que quieran sillones importantes. De los que sí parece que vaya a rascar y mucho es de Unidas Podemos, tal como pasó en las autonómicas. A pesar de que Más País se presenta sólo en las provincias donde tiene opciones de sacar diputados para no perjudicar a otras opciones de izquierdas, principalmente al PSOE, es precisamente en esas provincias donde a quien perjudicara será a Unidas Podemos. Ciertamente los problemas internos de Unidas Podemos son sonoros, pero tampoco se ha llegado a explicar lo suficientemente bien a la generalidad de los españoles que ellos son una confederación, y el modo de funcionar de una confederación lleva a decisiones asamblearias y no a decisiones centralizadas. El problema viene cuando Pablo Iglesias y sus cercanos han querido centralizar o totalizar muchas decisiones importantes de su organización. De todos modos, en vista de las acciones de Errejón, no parece que el comportamiento de este sea menos omnívoro, pero sí es más dócil al PSOE. De hecho, sin programa, su primera declaración fue que ellos nacían para facilitar un gobierno de progreso, de ahí que el PSOE entienda que esto sería que nacen para darles sus votos gratis. Pero llegados a este punto, si votas a Más País para que continuamente le digan Sí al PSOE a todo, entonces, ¿por qué no votar directamente al PSOE en lugar de a un intermediario? Pero si votas a Más País porque te gusta tal o cual propuesta de su programa creado semanas más tarde, entonces, ¿por qué no votar directamente a Unidas Podemos, cuyo programa es el programa que copia Más País, ya que parece que Unidas Podemos sí está dispuesto a defender esas propuestas en lugar de decir que le dirán que sí a todo al PSOE? Si Más País ha llegado, ha llegado para dividir un voto de la izquierda en el peor de los momentos. Un auténtico Caballo de Troya. Y lo es porque han nacido con un exceso de prisa. Los partidos no nacen para presentar un candidato y punto, los partidos nacen a través de un ideario compartido y desarrollado por un núcleo de personas. Hoy por hoy, en Más País lo que parece es que ha nacido para presentar a Errejón y para dar sus votos sí o sí al PSOE, pero sin que parezca que votas al PSOE, defendiendo puntos de vista de Unidas Podemos, pero sin que parezca que votas a Unidas Podemos.

Pero cuidado, porque el voto al PSOE, después de todo lo analizado en aquella Noticia 1893ª, se completa con los innumerables emplazamientos de Pedro Sánchez y su equipo a Ciudadanos y al PP para que se abstengan y le ayuden a gobernar a solas. El reclamo más llamativo fue cuando Pedro Sánchez dijo que podría aplicar el artículo 155 a Cataluña, lo que es todo un guiño a Ciudadanos. De ahí que Rivera se ofreciera a tener un pacto con el PSOE, inmediatamente rechazado por el PSOE. No nos engañemos tampoco, probablemente el PSOE se siente más cómodo con Ciudadanos de apoyo. Lleva desde 2016 rondándole, incluso cuando parecía que no lo hacía, en 2018. O en otras palabras, el PSOE se siente más cómodo con medidas liberales, no tanto socialistas. Quien vote PSOE que tenga claro que votará un ejecutivo más predispuesto a una política económicamente liberal que de izquierdas, por mucho que luego quieran venderte la idea de que lo que hacen es lo más de izquierdas que se puede, como cuando el PSOE de Felipe González aprobó la creación de Empresas de Trabajo Temporal a mediados de los años 1990 o cuando cerró astilleros y siderurgias en los años 1980 o contribuyó en los 1990 a privatizar una gran cantidad de empresas públicas. Que en una entrevista reciente Pedro Sánchez haya declarado la continuidad de la mitad de sus ministros en un nuevo ejecutivo si sale elegido, no quiere decir que la otra mitad no estén, como se ha insinuado. Los ministros que citó eran ministros que ocupan carteras que en la prensa se ha comentado que le interesaría tener a Unidas Podemos en una coalición. Lo que vino a decir Pedro Sánchez con aquello en realidad era que no haría coalición con Unidas Podemos.

El enroque de Unidas Podemos en una coalición quizá debiera ser suavizado, pero está claro que no puede haber un gobierno en solitario de un partido. Los resultados no lo permiten. Gobierne quien gobierne se verá necesitado de un socio, el que elijan los ciudadanos que le sea afín. La cuestión es, ¿a quién es afín el PSOE? ¿Coincide en afinidad la cúpula del PSOE con sus bases y con sus simpatizantes sin carnet? Unidas Podemos renunció a una gran cantidad de cosas en las negociaciones, incluso a que Pablo Iglesias esté en un ejecutivo. ¿Alguien cree que quien vota a Unidas Podemos no quiere que esté Iglesias? ¿Es que el que vota a PSOE no quiere que esté Pedro Sánchez? Pero da igual, incluso si hubiesen cedido en la cerrazón de ser una coalición y no un pacto de gobierno, si hubieran accedido a ese pacto de gobierno sin coalición, de seguro que el PSOE hubiera dicho que no puede ser porque llevan calcetines blancos. A fin de cuentas, Unidas Podemos le quita el sueño a Pedro Sánchez, dijo. Lo único cierto es una cosa: después del 10 de noviembre sigue pareciendo que se necesitará algún tipo de acuerdo entre los que saquen más votos (y no descartemos que a PP le puedan salir las cifras con otros grupos). Se han dicho y hecho cosas tan graves entre PSOE y Unidas Podemos que parece imposible todo gobierno. Incluso si saliera adelante una investidura, ¿se puede mantener un gobierno estable y un proyecto cuando todos necesitan los votos de todos, pero esos todos se llevan francamente mal entre sí? No hay gobierno posible ni diálogo si lo único que hay es voluntad de ahondar en los problemas y el enfrentamiento. Ninguno de los dos está avanzando en solucionar sus diferencias. Quizá por ello el PSOE le lanza besos a Ciudadanos.

Ciudadanos, por otra parte ha cometido un error. Había crecido en bastantes simpatizantes entre la derecha al mostrarse como una opción viable al margen del PP y fuerte frente al PSOE. Al haber dado el enésimo giro de volante al ofrecerse al PSOE, los votantes de derechas liberales españoles, que no comprenden en general esas políticas de pactos, prefieren irse a la casa común del PP, pese a los casos de corrupción que se airearon, ya que el PP sigue con la imagen de fuerza frente al PSOE. El posibilismo no es una opción en España. Nos falta cultura democrática y a menudo el común de la gente entiende la política como si fueran seguidores de equipos de fútbol. Blancos y negros, sin grises. No es que el PP haya tenido tiempo de enmendar sus errores en estos meses. De hecho varios de sus dirigentes han ahondado en declaraciones de extrema derecha a raíz, por ejemplo, de la exhumación del general Franco aprobada por los tribunales de justicia, la cual será en breve. Ante las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso (PP), en las que se preguntaba en retórico sobre qué será lo próximo (después de exhumar a Franco del Valle de los Caídos para mandarlo a una tumba familiar de los Franco), y barajaba la posibilidad de que la izquierda prendiera fuego a las parroquias de barrio como en 1936, su socio de Ciudadanos en Madrid se apresuró a reforzar su argumento declarando que ellos estarían allí para impedirlo. No sólo formulaban una posibilidad lejana de ocurrir en 2019, e ignoraban que las lógicas de las pasiones desatadas con la guerra se desataron precisamente por un golpe de Estado de las derechas acompañado de matanzas, sino que daban credibilidad (retórica, según ellos) a sus votantes más recalcitrantes de extrema derecha. Aquella declaración se hizo dentro de las instituciones, en la Asamblea de Madrid, respondiendo a una pregunta de Vox, por tanto: haciendo un guiño a quienes ostentan estas ideas. Pero si nos ponemos retóricos, la respuesta es tan simplona y sacada de contexto en 2019 como el comentario de Ayuso, sería a la inversa: "¿qué será lo próximo? ¿Matarán a los maestros? ¿Sacarán a escondidas a los poetas de sus casas para matarlos en una cuneta? ¿Daran un golpe de Estado en los cuarteles? ¿Gritarán que muera la intelectualidad? ¿Matarán a los sindicalistas? ¿Matarán a los que piensen en término de izquierda en cualquiera de sus gamas? ¿Matarán? ¿Pedirán ayuda a los nazis? ¿Bombardearán pueblos y a su población civil en días de mercado?" Creo que este tipo de argumentaciones no son nada sanas, porque en plena época electoral y estando el panorama como está, las demagogias alimentan monstruos. Si bien cabe el debate democrático de nuestro pasado reciente, no cabe el arribismo para la utilización partidista de la Historia, menos cuando con ese arribismo se alimenta odios y división social.

Lo que ocurre es que, tal como dije, el asunto de Vox era algo anecdótico y pierden los votantes más extremos del PP que vuelven al PP, y por otro lado tenemos el asunto de los votantes liberales de Ciudadanos que no quieren ni en pintura al PSOE y que ante el volantazo de Rivera prefieren no jugársela y volver al PP. Y aquí puede tener el problema el PSOE, porque ante sus ansias de gobernar a solas puede perder votos, mientras que el PP puede ganar votos. El gobierno que surja necesitará de pactos o de coalición, y no es descartable que por esto mismo esté al alcance de la mano del PP.

¿Y por qué lo último afirmado? Pues porque la gran ganadora parece que será la abstención. La abstención de la izquierda, que fue movilizada en primavera para frenar a la ultraderecha y que a visto como su voto ha servido para nada. El gobierno del PSOE actual ha estado mayoritariamente de vacaciones en el verano de 2018 y las Navidades, en funciones desde la primavera de 2019 y de nuevo de vacaciones en el verano de este año... Sólo le entró prisas al PSOE para hablar cuando regresó de las vacaciones de 2019... Y de hecho había estado hablando con... grupos y sectores sociales que a nadie se le escapa que son próximos a los círculos de Unidas Podemos. ¿Cómo es posible que no te reunas con Unidas Podemos pero sí con su gente afín? La respuestas está en el interés partidista descarado, tal como pasó cuando en los años 1920-1930 el Partido Comunistas de España le arrebató sus juventudes al PSOE. 

La ganadora será la abstención y será para reírse de aquellas personas anónimas que en las redes sociales criticaban o faltaban el respeto a quienes declaraban que se iban a abstener o a hacer voto nulo o en blanco. Fueron especialmente duros con los abstencionistas. Yo a pesar de mis simpatías anarcosindicalistas siempre he votado a quienes creo que pueden defender mejor los intereses obreros en cada momento, pero siempre he defendido el derecho a la abstención de quien la ejerce de manera consciente y activa. No deja de hacerme gracia que todos los que atacaron a los abstencionistas en las elecciones de primavera no hayan dicho nada, ni una mínima crítica, a los diputados que se abstuvieron en el Parlamento evitando un gobierno, por tanto: haciendo fracasar la legislatura y ninguneando a los electores y ese "parar a la ultraderecha". Pero me hacen mucha más gracia estos defensores a ultranza de votar a toda costa cuando les dices que imaginen que la gente les hace caso y votan mayoritariamente PP, Ciudadanos o Vox. En esos casos rechazaban los resultados e insultaban a esos hipotéticos votantes... ¡pero esos votantes habrían hecho lo que ellos pedían: votar! Pero aún me hacen reír más estos defensores a ultranza de votar a toda costa cuando, en vista de lo ocurrido, leo en muchos de ellos, o les escucho, que esta vez no van a votar porque ya votaron o porque hacen lo que quieren o porque les engañan... Por supuesto defenderé su derecho a la abstención, pero a la vez no puedo menos que recordarles que la próxima vez recuerden sus propias reflexiones y recuerden que la democracia es esto: el respeto a las opciones del otro, en este caso: la abstención. Quizá falta en España un método mejor para interpretar la abstención, eso es cierto, pero en todo caso, a la abstención, si se la quiere combatir, se la debe combatir convenciendo de tu opción, no atacando a quien ha llegado a la conclusión de que debe abstenerse. Aunque aún me falta esas críticas a los principales abstencionistas: los diputados, ya que su abstención no es suya en exclusiva, ya que cada uno representa por sí mismo a miles de ciudadanos, muchos de los cuales probablemente no se hubieran abstenido. Quizá por ello no han faltado voces pidiendo que los diputados no cobren sus sueldos si no hay gobierno, quienes masivamente ha rechazado recibir propaganda electoral  o quienes han deseado que todas las cúpulas de los principales partidos hubieran dimitido en bloque por no hacer bien su trabajo.

Por otro lado tenemos el asunto de los partidos mayoritarios pero regionales y nacionalistas. Es sorprendente que haya sido Ezquerra Republicana per Catalunya (ERC) quienes han hecho los discursos y declaraciones más de razón de Estado ante la parálisis planteada por el PSOE (no lo olvidemos: el rey Felipe VI le encargó formar gobierno a Pedro Sánchez, no al resto de políticos y partidos, era el PSOE quien debería haber tomado todas las iniciativas y no lo hizo). La sentencia condenatoria contra los políticos que en 2017 quisieron declarar la independencia de Cataluña ha sido dada esta mañana. Ha sido más leve de lo que se esperaba, aunque dura. Es obvio que calentará al electorado catalán. ¿Cuánto? Ahí está la clave de cara a que dependiendo del resultado catalán la próxima legislatura volverá o no a estar monopolizada por el debate sobre Cataluña, justo en un momento en el que deberíamos hablar de asuntos laborales y sociales, sobre todo porque sin haber cerrado bien la crisis de 2008 vamos de cabeza a otra gran crisis por la guerra comercial iniciada por Estados Unidos contra China y la Unión Europea, que en Europa además se agravará con la salida del Reino Unido por las bravas. El asunto catalán hay que zanjarlo o estaremos permanentemente inmovilizados con el Parlamento permanentemente lleno de discursos sobre Cataluña. Pero no parece que el PSOE de Sánchez tenga ideas claras de qué quiere para Cataluña. El mismo Pedro Sánchez que en 2016 hablaba de una reforma federal de la Constitución, es el que este mes habló de aplicar el artículo 155 de nuevo en Cataluña. Son dos posturas altamente diferentes entre ellas, casi contradictorias. La esquizofrenia por los resultados que les den cuotas de poder se ha apoderado de los políticos, entre medias: ¿dónde están las auténticas ideas que tienen para el gobierno de España? ¿Qué se vota en realidad cuando nos mandan a las urnas de nuevo? Creo que el PSOE está tan lejos de la España federal como del artículo 155, pero a la vez está tan lejos de enfrentarse con los partidos catalanes como de darles la razón. Ante este asunto sólo hay tres partidos a nivel estatal con las ideas claras sobre qué quieren para Cataluña PP y Ciudadanos con la aplicación del 155 (aunque PP no da más respuestas sobre luego qué para solucionarlo) y Unidas Podemos que en el otro extremo político opta por un referéndum pactado con el Estado. 

En todo caso, volviendo a los ejemplos que nos da la Historia, tras la Huelga Revolucionaria de octubre de 1934 el gobierno de Lerroux (la coalición entre Partido Radical y la CEDA) encarceló a los oponentes políticos de izquierdas y a los sindicalistas, cerró ateneos, asociaciones, sindicatos y periódicos de izquierdas y prohibió partidos. Al comienzo de 1935 esto era un problema, porque la República Española se llamaba a sí misma democrática pero tenía a los principales actores de la política y del sindicalismo de izquierdas entre rejas o cesados o con sus funciones altamente minimizadas, por no hablar de la prensa acallada. Muchas de estas personas y entidades no tenían siquiera relación directa con los sucesos. A ojos internacionales además quedaba en entredicho la democracia española. Además, aprovecharon para disolver numerosos ayuntamientos de izquierdas y dejarlos en manos de gestoras compuestas por personas afines a la derecha, a la vez que a nivel estatal revertían muchas de las leyes y reformas que se habían hecho durante el periodo de gobierno anterior del partido republicano de Azaña y el PSOE. Ante el paso de los meses y que debía haber elecciones en febrero de 1936 se vio necesario que la situación no se podía mantener, por antidemocrática. A disgusto de Gil Robles y varios altos mandos militares y gentes de los negocios, Lerroux decidió dar una amnistía política general por los sucesos de aquel octubre de 1934. Las personas más intransigentes de la ultraderecha no perdonaron aquello y ya se comenzó a urdir el golpe de Estado fracasado y derivado en guerra civil en julio de 1936. Aparte que varios sectores de la izquierda tampoco olvidaron ya lo ocurrido a lo largo de 1935. Los argumentos a favor y en contra de una amnistía no están muy lejanos en su construcción en los que hoy día se oyen sobre las sentencias de Cataluña. No indico con esto un camino trágico de nuevo, sino que este debate sobre la conveniencia política o no de una amnistía ya se dio en términos similares, aunque cada uno en su contexto histórico. Que permanezca Junqueras en la cárcel trece años puede que sólo sirva para todo lo contrario por lo que se le condena. Pero el asunto de la amnistía sí o amnistía no es tan delicado que se necesitaría otra reflexión al margen de las de hoy. Amnistiarle a él y al resto sin más, igualmente podría enervar a otro sector de la población, por lo que tampoco parece indicado ni una cosa ni la otra. ¿Cuál sería el punto medio? No entro en la cuestión, pero sin duda este es un asunto que para muchos catalanes puede que esté sobre la mesa a la hora de ir a votar el próximo día 10. Sigo opinando que el diálogo abierto y sin ira es lo más conveniente. Para todo.

De todos los demás partidos, no hay grandes cambios. Las cosas las siguen manteniendo al mismo nivel que en las anteriores elecciones. 

En fin, que el 10 de noviembre vamos de nuevo a elecciones, y ahora que ya se ha dado la sentencia del Proces catalán y que aún queda por celebrar un  debate electoral, quedan abiertos muchos volantazos y posibilidades, pero lo cierto es que tal como presentan sus argumentos a fecha de hoy, nadie se ha movido, ¿por qué debiéramos movernos los ciudadanos si ellos no lo han hecho?

Saludos y que la cerveza os acompañe.

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