miércoles, enero 09, 2019

NOTICIA 1842ª DESDE EL BAR: AQUELLAS GUERRAS DE CUBA


Pues ya está, desde ayer vuelvo a trabajar de archivero. Mi nuevo contrato, con otra empresa diferente a la de la última vez, pero con quienes ya había trabajado, no llega a las cuarenta horas semanales, de hecho tendré veintisiete horas y media semanales, pero serán veinte meses, lo que es en otras palabras un año y medio de trabajo más dos meses, pero que, en realidad, al ser menos horas de las consideradas jornada completa en España, sería a la hora de cotizar más o menos un año y un mes o un año y dos meses de cara a esa cotización a la seguridad social. En cierto modo de esto hablan las estadísticas de empleo y de cotizaciones en la seguridad social y  de la estabilidad y calidad del empleo que se crea y por los que se hace necesario el aumento del sueldo mínimo interprofesional. Si se crea empleo, pero no se cotizan las horas suficientes o los sueldos son bajos o el empleo tiene fecha de defunción predeterminada, el problema para llenar las arcas para pagar las pensiones, por ejemplo, permanece e incluso aumenta. Ahora bien, los contratos públicos a empresas han disminuido en el sector archivos y se realizan a quien ofrece el presupuesto más barato (que no tiene porqué corresponder con el mejor de los trabajos, o sí), y esto según las leyes nuevas que aprobaron con la crisis económica y que la gente aplaudió en general como ahorro del gasto público, pero que afecta tanto al servicio que se contrata, como a la vida personal de los trabajadores contratados en determinadas condiciones, como a la caja de las pensiones o a la de la seguridad social en general. Pero esto es otra historia y la historia de hoy es que desde ayer sigo con trabajo de archivero, tenga necesidad o no de completar mis ingresos. 

He trabajado ya (en cuanto a archivos) como alumno de taller de empleo de la Universidad de Alcalá con el SEPE, también como becario del Estado en la Filmoteca Española, como contratado directamente por el Ministerio de Cultura para ejercer en los archivos generales de la administración estatal, como contratado por la Fundación Pablo Iglesias y como contratado en una gran cantidad de empresas privadas con contratos con la administración pública tanto a nivel del conjunto del Estado y su administración, como de la Comunidad de Madrid y en una de esas empresas privadas de archiveros para trabajar archivos de empresas multinacionales y nacionales con archivos externalizados. Muchos son los temas y fondos tratados en todos estos archivos. Abundan, esto ha coincidido así en mi trayectoria hasta casi especializarme en ellos, los relacionados con temas culturales, temas de exilio, otros de tipo personal de exiliados relevantes y otros de censura franquista, y temas de las primeras décadas del siglo XX español, aunque, insisto, he tocado de todo tipo de temas y de muy diferentes épocas, incluidas las actuales y en desarrollo como por ejemplo las relaciones institucionales de los actuales organismos de gobierno, o el siglo XVIII y hasta el XVI. Normalmente he estado al cargo de Archivos que se relacionan en su gestión con el Ministerio de Cultura, si bien en los últimos he estado con relacionados con la Comunidad de Madrid, y, como he explicado, los ha habido de empresas privadas, de fundaciones que pertenecen a partidos políticos y hasta gestionado por la Universidad. Por ello, mi nuevo contrato me lleva a una nueva aventura, pues en España hay un tipo de archivos cuya gestión no depende ni se interrelaciona tan directamente con el Ministerio de Cultura, si no con el Ministerio de Defensa. Son los archivos militares, y allá que voy.

Dentro de los archivos militares existen los Archivos Generales Militares, siendo uno de los más pequeños pero de abundante, muy abundante, documentación, el Archivo General Militar de Madrid, ubicado en la capital, Madrid, en Moncloa. Está en un acuartelamiento, un cuartel, tal como se nos ha explicado, donde hay varios barracones, que son antiguos edificios creados en los años 1920, cuando aquel cuartel albergaba tropa durante la dictadura de Miguel de Primo de Rivera, y ya sin dictadura, así siguió su vida. Sigue siendo cuartel, acuartelamiento, aunque más bien de funciones administrativas del Servicio Histórico Militar. Lo gestionan los militares conjuntamente con una parte de personal civil. Aunque mi jefa es obviamente mi empresa, allí de los que estamos a cargo es de un coronel y de una subdirectora civil. Hoy nos han presentado al coronel y a subtenientes y a civiles. Gente que nos ha recibido muy amablemente y predispuestos, cosa que no ocurre en todos los archivos. Tenemos una gran sala que nos la habían preparado perfectamente, cosa inédita en otros archivos, pensando en cada detalle posible que pudiéramos necesitar. Faltan medios. Muchos medios y probablemente trabajemos un poco a la antigua usanza, en esto, sí es cierto, comparado con los otros archivos en los que he estado es como el hijo pobre, pero lo compensa, aparentemente, una mayor visión de organización, aunque, según dicen, tienen mucho por hacer y por faltar faltan hasta ordenadores y algo de material fungible. 

¿Y cuál será nuestra tarea? Pues sin daros detalles, sí creo que podría comentar que se trata de trabajar el archivo de la Capitanía General de Cuba, en concreto del fondo dedicado a las guerras de Cuba: la Guerra Grande o De los Diez Años (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra de Independencia Cubana (1895-1898) cuyo desenlace en 1898 se complicó internacionalmente y a esa etapa de 1898 se la conoce como Guerra Hispano-Estadounidense (que se extendió a Puerto Rico y Filipinas) conocida también como Desastre de Cuba o Desastre del 98. 

Este fondo, que estará cerrado temporalmente hasta que podamos darlo por realizado, está siendo trabajado por otras empresas. Contiene unas seis mil cajas de archivo. Así por ejemplo, una compañera de otra empresa está tratando los diarios de campaña y sus expedientes de campaña. A nosotros nos ha tocado lo referente a las bajas de todo tipo. Un asunto que, según se nos ha dicho, aún no había sido tratado archivísticamente y que se ordenó por militares de tropa hace muchas décadas siguiendo un procedimiento reglamentario del siglo XIX, que copiaba a las normas de biblioteca. En teoría, la pérdida de Cuba en 1898 hizo que hubiera que salir precipitadamente de la isla, por lo que Estados Unidos incautó parte de la documentación, que se conserva en Washington, pero nosotros conservamos mucho, si no la mayoría.

Siguiendo con nuestras leyes y normas actuales y vigentes acordes a la Constitución de 1978 y referentes a la democratización, el patrimonio cultural e histórico y la transparencia, toca, aunque sea algo tardío (y esto se puede deber perfectamente a la falta de dinero, medios y personal en todos estos años), su archivado más correctamente. Sin duda ayudará a facilitar el conocimiento del pasado tanto personal como común, y con ello se ayudará a mejorar la interpretación de los acontecimientos históricos. Sí que es cierto que una primera impresión personal que tuve ayer como recién llegado que se encontró con aquello fue la sensación de cierto abandono desde el primer momento de aquellos que combatieron en Cuba, o en general en el Desastre de 1898 en cualquiera de sus frentes, una vez consumada la derrota y arrojada España a una gran crisis de identidad, política, económica, social, histórica, etcétera.  Pensemos que de 1898 a 2019 hay ciento veintiún años.

Como historiador tengo en mi biblioteca personal, y lecturas de otras bibliotecas, libros que tratan de 1898 y de las guerras anteriores tanto en Cuba como en Filipinas, pero es verdad que me faltaba un libro específico. Busqué entre ayer y hoy en cinco librerías. No había nada. Lo poco que había era anticuado, eran visiones generales, memorias de Weyler o enfoques que no me interesaban para la labor que tengo por delante estos próximos veinte meses, pues buscaba algo que me diera una cierta ayuda inicial para determinados detalles que necesitan de cierta precisión. El mejor de los libros nos lo han dejado la gente del archivo en la propia biblioteca de consulta en la sala donde nos han instalado, dedicado a los ejércitos de los Borbones en sus diferentes épocas, que no es específicamente el ejército español en Cuba, pero sí tiene un capítulo muy altamente detallado sobre el mismo. Pero la falta de libros sobre el tema en las librerías usuales para cualquier ciudadano hace que reflexione sobre el abandono de esta parte de la Historia de España por parte de los españoles al mismo modo que el abandono que vivieron los militares que perdieron aquel conflicto y con ello las provincias de Ultramar, restos del Imperio Español. Hay un título que sí me interesa conseguir para tener una visión detallada de las diversas guerras cubanas más allá de los cuerpos militares, o sea también en su dimensión social, y que quizá encargue si no lo encuentro en bibliotecas públicas, fue editado en 2017, pero ahí queda para haceros una idea, lectores, que para ser un libro tan reciente esté desaparecido de las estanterías hasta de las secciones especializadas en Historia de las librerías de venta al público. ¿Falta porque no interesa al lector y por tanto el vendedor no está dispuesto a pagar al editor la fianza de ejemplares que tener en su tienda, o falta porque se ha agotado ante una abundante venta? Me temo la respuesta.

Y ya está, con esto es suficiente, lo dicho es más o menos lo que es conocido a nivel público. No obstante, como todos los contratos entre la administración pública y las empresas privadas, todo esto está publicado en los pliegos de condiciones hechos públicos en los Boletines Oficiales del Estado.

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