miércoles, abril 12, 2017

NOTICIA 1696ª DESDE EL BAR: EL ADVENIMIENTO DE LA REPÚBLICA, 86º aniversario

El 12 de abril de 1931 se produjeron las elecciones municipales convocadas por el capitán general de la Armada Juan Bautista Aznar, en esos momentos presidente de gobierno desde febrero, elegido y nombrado por el rey Alfonso XIII, tras la negativa de hacerlo del anterior presidente, el general Berenguer, y ante la negativa de diversos políticos monárquicos de aceptar el cargo de presidente de mano directa del rey tras haber apoyado este a la dictadura de Miguel Primo de Rivera entre 1923 y 1930.  Por la tarde de aquel día 12, antes del recuento definitivo de votos, los monárquicos de España, muy divididos entre sí ante todo lo sucedido en los últimos años de la monarquía, ya intuían y se preparaban para una victoria de los partidos republicanos en las urnas. Así ocurrió. Mientras principalmente en el mundo urbano ganaba mayoritariamente las opciones republicanas, en el mundo rural se seguía siendo mayoritariamente monárquicos. El panorama político era más complejo que eso, no era una mera cuestión de monárquicos y republicanos, si no de diferentes clases y tendencias de monárquicos y de republicanos, a los que se sumaban también diversas percepciones del socialismo y la socialdemocracia, del comunismo, del fascismo, del nacionalismo, etcétera, y no sólo había percepciones de partido político, si no que también tenían gran influencia las percepciones diferentes de los sindicatos, por entonces con gran potencial ideológico en los trabajadores. Sindicatos que podían ser anarquistas, socialdemócratas, católicos y fascistas. 

Lo cierto es que a lo largo del 13 de abril de 1931 el panorama político y social español era una telaraña compleja y no respondía en algunos casos a lo que hubiera sido obvio pensar. Los anarcosindicalistas por ejemplo otorgaron una libertad total a sus seguidores al no promocionar la abstención en esta ocasión, ya que consideraban positiva el final de la monarquía para sus intereses de clase obrera, mientras que por ejemplo los comunistas del Partido Comunista de España (PCE) hicieron propaganda en contra de la República porque consideraban que esta sólo sería un nueva forma política a favor de los burgueses, pero no para los trabajadores, pronto asumirían el cambio y cambiarían de opinión, después de que proclamada la República la propia Unión Soviética (URSS) llamara la atención al PCE por su equivocada postura inicial, de todos modos el PCE no cobraría fuerza en España hasta después de la huelga revolucionaria de octubre de 1934, y más definitivamente hasta la ayuda de la URSS a la II República al estallar la guerra civil en 1936. Los anarquistas también recularían, pues al no ver cumplidos sus objetivos revolucionarios chocarían pronto con la República, a pesar de que no dudaron en socorrerla al estallar la guerra en aquel 1936, a socorrerla además sumando en simpatías y seguidores a más trabajadores de los que ya tenían por entonces (la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, era el sindicato mayoritario en aquella época, a pesar de que en las dos Castillas la Unión General de Trabajadores, UGT, tuviera cierta fuerza).

El 13 de abril de 1931 se tenía bien claro el triunfo republicano en las principales capitales y centros económicos del país. El propio Aznar no se sentía apoyado con esos resultados para poder seguir gobernando ni para poder convocar las elecciones generales. Así se inició una crisis de gobierno donde Alfonso XIII buscó entre sus antiguos Ministros de anteriores gobiernos para que ocuparan la presidencia. No encontró a alguien decidido a aceptar el sillón. Había demasiado miedo personal y grandes autocríticas a los muchos errores de Alfonso XIII que les habían llevado a aquella situación. Entre los monárquicos comenzó a repiquetear en sus discusiones el aireamiento de las culpas y no culpas de los Borbón en todo lo ocurrido, o de la rama de Alfonso XIII, o de la idoneidad de ese rey. Alfonso XIII pasó un día entero donde vio como se le abandonaba por unas u otras razones y actitudes. Sus más fieles defensores del pasado ahora mismo titubeaban en su defensa. Mientras las horas pasaban los republicanos se iban haciendo más fuertes con las simpatías de la gente, que comenzaban a salir a la calle para manifestarse en favor de la proclamación de la República, que paradójicamente se daba tras unas elecciones municipales y no tras unas elecciones generales. Nada estaba descartado. Alguno de los políticos monárquicos sugirió a los republicanos no eludir el debate sobre monarquía o República, si bien pedía dejar pasar algunos meses para que el ambiente no estuviera tan caliente para un debate tan trascendente. El ambiente de Madrid descrito por el escritor Josep Pla evidencia que la capital, sus gentes, ya no estaban dispuestas a seguir cargando con el monarca ni con su Palacio Real. 

En secreto, en las últimas horas del día 13 y las primeras del 14 de abril, la familia Real abandonaba España casi en soledad. Se autoexiliaban yendo primero a Marsella en escala para alojarse definitivamente en Italia, donde fueron recibidos y acogidos por el gobierno del Partido Fascista, liderado por Benito Mussolini. La elección del destino de su autoexilio fue del propio Alfonso XIII. El rey había mostrado su simpatía por los gobiernos personalistas de corte militar en diversas ocasiones, especialmente por el iniciado por el fascismo italiano desde 1922, de ahí el lugar y de ahí su apoyo a Miguel Primo de Rivera en 1923. No obstante, en 1934 solicitó a Mussolini ayuda militar para dar un golpe de Estado que restaurara su monarquía, no la obtuvo. Como sea, años más tarde acudiría allí también Fal Conde, valedor de la defensa de los candidatos de la rama monárquica carlista, cuando durante la guerra civil chocara con el general Franco, que no estaba dispuesto a ceder su gobierno en principio provisional a ningún monarca ni político. Hay que recordar que España dejó de ser una monarquía en 1931, pero no volvió a serlo hasta 1947, a pesar de que Franco ganó la guerra en 1939 y que ya gobernaba en media España desde 1936, con la guerra. Volvió a ser una monarquía sin rey en 1947, pues no se trató de una restauración política, si no de una elección del dictador militar acerca de la forma de constituirse España cuando acabara su propio gobierno personal obtenido mediante el golpe de Estado y la guerra civil. En ese sentido, Alfonso XIII, que murió en 1941, no volvió a gobernar jamás en España tras 1931, ni tampoco en 1947 su hijo Juan de Borbón era el elegido como rey sucesor, pues Franco no entendió la designación monárquica de España por él como una restauración, sino como una elección política para el futuro constitucional de la política y la sociedad española. En 1947 se inició una nueva fase de la etapa de dictadura militar surgida de 1939; una fase donde España se definiría como monarquía, pero no tenía rey, pues esta forma de gobierno comenzaría tras el gobierno de Franco. Entre las diversas familias franquistas existían diversas discrepancias sobre las culpas de Alfonso XIII en el advenimiento de la II República, y estas se extendían a su heredero directo, Juan de Borbón, que ya había hablado con los socialdemócratas del PSOE en el exilio. Existían candidatos diversos, no sólo este o los diversos carlistas. Hubo pues una carrera competitiva y diplomática para agradar a Franco en cuanto quién podía sostener mejor el legado que este pretendíaa conservar de la esencia de su dictadura. Al final la designación de rey recayó en uno de los hijos de Juan de Borbón, Juan Carlos, esto ocurrió bastantes años más tarde de aquel 1947, ocurrió en el verano de 1969. Fue rey como Juan Carlos I tras la muerte de Franco a finales de noviembre de 1975. Era rey legítimo pues Franco le había designado para ejercer de jefe del Estado a título de rey en 1969, como se ha dicho, pero aún así este quiso legitimarse como lógico heredero de la Corona como si aquello hubiera sido lo que no era: una restauración de la monarquía interrumpida en abril de 1931. El problema para obtener esa legitimación estaba en que su padre, Juan de Borbón, no había renunciado a sus derechos a la Corona adquiridos un mes antes de la muerte de su padre Alfonso XIII en el exilio, en enero de 1941, pues hasta ese momento Alfonso XIII no había abdicado de manera formal a pesar de que había renunciado al gobierno al irse de España en abril de 1931. Juan de Borbón se mantuvo firme en su derecho dinástico hasta mayo de 1977, en el que al final abdicó en su hijo Juan Carlos I, quien ya gobernaba en la práctica y en la teoría desde noviembre de 1975. Era un formulismo legal legitimador para Juan Carlos I, que quería alejar de la cabeza de los españoles que su monarquía no fuera otra cosa que una restauración monárquica, y no una designación del general Franco desde 1947, y en su persona como valedor desde 1969. En compensación Juan Carlos I mantuvo a su padre como Conde de Barcelona y le permitió pasar a la Historia como Don Juan, a pesar de que jamás gobernó España.

La mañana del 14 de abril de 1931 España despertaba sin gobierno. No había nadie al frente. Quienes tanto decían hacer las cosas por España habían dejado un vacío en plena crisis. Rápidamente los partidarios de la República se dirigieron a los edificios de gobierno para ocupar los cargos vacíos y reconducir la situación proclamando la Segunda República Española, nacida del voto en las urnas, las manifestaciones en las calles y la huida en desbandada de los políticos y cargos monárquicos que habían preferido desentenderse de Alfonso XIII. Alfonso XIII, entre tanto, cruzaba las fronteras de España para afuera. Este primer gobierno republicano establecido el 14 de abril de 1931 fue de carácter provisional. Se nombró presidente de gobierno, que todavía no de la República, porque para eso había que crearla a pesar de haber sido proclamada, a Niceto Alcalá Zamora, un católico republicano que era líder del Partido Republicano Conservador (PRC). Hubo once ministros: uno de Acción Catalana (AC), tres del Partido Socialisa Obrero Español (PSOE), dos del Partido Radical-Socialista (PRS), uno del PRC, dos del Partido Republicano Radical (PRR), uno de Acción Republicana (AR, que era Manuel Azaña) y uno de la Federación Republicana Gallega (FRG). En aquel gobierno provisional se iniciaron todas las acciones políticas y legales pertinentes para, una vez proclamada la República el 14 de abril, constituirla. Se convocaron elecciones generales a Cortes en junio de ese mismo 1931. Una vez creada la Constitución republicana de la política y la sociedad de España, esta provocó dimisiones y cambios ministeriales importantes en octubre, pero en diciembre al fin se constituyó el primer gobierno constitucional. Ahora sí, Niceto Alcalá Zamora fue elegido como Presidente de la República, siendo él aún presidente del PRC y habiendo sido uno de los que dimitieron en octubre a causa de la proclamación de la laicidad del Estado (artículo 20 de la Constitución de 1931). Como Presidente de Gobierno se eligió a Manuel Azaña (AR, todavía no era de Izqueirda Republicana, IR), que además era Ministro de la Guerra. Otro miembro de AR ocuparía otro de los ministerios. Los Ministerios, por otra parte, se habían reducido a diez. Aparte de los dos dichos ocupados por miembros de AR, estaban tres ministros del PSOE, dos del PRS, uno del FRG, uno de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y un independiente. Así pues, se puede ver que el gobierno de España era altamente plural, acorde a los resultados nacidos de los votos en las urnas. Algo que no sería ya tanto así en los posteriores gobiernos republicanos, a partir de las elecciones de 1933, donde ganaron los partidos conservadores.

 En las elecciones del 12 de abril de 1931 habían votado a favor de la monarquía doce provincias: Álava, Navarra, León, Palencia, Burgos, Valladolid, Segovia, Ávila, Girona, Baleares, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria y el Rif Español (el norte de Marruecos, por entonces territorio de España), a lo que hay sumar otras regiones de ultramar. El resto votó a favor de los republicanos en su mayoría. Sin embargo, tras proclamarse la Segunda República el 14 de abril y ejercer el gobierno provisional, en las elecciones a Cortes constituyentes que se celebraron en junio, en las que hubo once partidos políticos con gran número de diputados, veinte de los diputados restantes era independientes y hasta otros catorce diiputados eran de partidos diferentes a los anteriores pero no sumaban grandes cifras de escaños, sólo siete provincias votaron a favor de los partidos políticos de derechas (siendo estos de diferente índole), el resto votó a favor de partidos republicanos y partidos socialistas, de ahí que para establecer el gobierno Azaña recurriera a una alianza entre republicanos y socialistas. Las provincias que habían permanecido de derechas fueron: Segovia, Palencia, Burgos y Navarra. El resto de las provincias que en abril votaron a monárquicos se pasaron a partidos de izquierdas, ya republicanos o ya socialistas, siendo las otras tres provincias que votaron a las derechas junto a estas cuatro: Vizcaya, Guipuzcoa y Salamanca. Con esto se puede ver como el efecto de los primeros meses de la proclamación de la República sumó a más personas a favor de esta forma de gobierno que en contra, dado que las derechas políticas de esos primeros meses de abril a junio de 1931 eran abiertamente contrarias a la República. Obviamente no parece que sus propuestas atrajeran seguidores en esas fechas dado el retroceso electoral que obtienen en los resultados. Hablamos de 1931, otra historia diferente son las elecciones de 1933, donde republicanos y socialistas se dividen e interrumpen su alianza, y los anarquistas han sufrido una represión por parte de las autoridades republicanas que hace que estos se decanten por fomentar la abstención electoral, aparte de otros muchos otros factores acumulados de las experiencias ocurridas entre 1931 y 1933, de la unión de diversos partidos conservadores en la CEDA, sin un proyecto político común, y otras cuestiones. Pero en principio, en 1931, la evolución electoral española fue esta en aquellos meses decisivos entre abril y diciembre, evolución electoral que deja al margen de su lectura las opciones anarcosindicalistas de una gran multitud de españoles, unas opciones que no contaban, obviamente, con una representación parlamentaria ni electoral. Hay que seguir este otro aspecto desde otra clase de datos.

Hoy, 12 de abril de 2017, comienza el aniversario del advenimiento de la República ocurrido entre el 12 y el 14 de abril de 1931 en su aspecto electoral y de proclamación, pues como se ve, en su aspecto constitucional aún habría que estirarlo hasta la formación del primer gobierno constitucional en diciembre. Este año he querido contribuir al recordatorio de la efemérides, la 86ª, presentando todo este análisis de los sucesos de aquellos tres días de abril, sin incurrir una vez más en las declaraciones de la época, la postura de la prensa, la de los intelectuales, los acontecimientos en las calles u otros lugares ya comunes. A pesar de que el 14 de abril es el día por excelencia de la proclamación republicana, ese día fue la consecuencia desencadenada a partir de los echos que comenzaron a darse a partir del acto de ir a votar el día 12 de abril un alto porcentaje de españoles de los que, por entonces, eran algo más de veinticuatro millones de personas. Me parece, además, que es interesante el análisis de la evolución electoral de la España de ese momento y su gran pluralidad, por cuanto en este 2017 vivimos unas épocas también con un Parlamento altamente plural, aunque no tanto como el de 1931, y con unos datos de evolución del voto que cada poco tiempo cambian de partido en partido.

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