Un año más esta primavera la Mutual Complutense comienza las exposiciones de las obras de sus socios que se han apuntado a cursos de aprendizaje de pintura, alfarería y otros. En su Sala de Exposiciones Manuel Revilla, en la calle Nueva, número 10, de forma gratuita como siempre, comenzó ayer el turno de los cuadros de sus talleres de pintura impartidos por Bernal Ballesteros y Javier. Abre sus puertas por la tarde, de 18:30 a 20:30, y durará hasta el miércoles 20, a partir de ese día comenzará la exposición de las obras de otros de sus talleres artísticos. Ya he hablado de Mutual varias veces en el pasado en esta bitácora y en concreto de estas exposiciones de años anteriores.
Este año podremos ver varios trabajos de ejercicio para los alumnos, como los dedicados a las bocas o el dedicado a pecados capitales. Se combinan obras de diferente técnica como son las acuarelas, el grafito, el óleo o el pastel. Puede que algunas obras este año sean un poco más flojas que otros años, pero merece la pena ver la exposición y la evolución de sus alumnas y alumnos. En cuanto a sus temáticas en concreto podremos ver copias de cuadros famosos expuestos en museos muy conocidos, sobre todo del paso del siglo XIX al XX, o incluso copias de fotografías muy conocidas. También podremos encontrar temáticas mitológicas. Otras abundarán en el intimismo que siempre se ha de reflexionar de bodegones, este año compuestos a base de los juegos de luz en diversos floreros. Y por supuesto están los siempre presentes paisajes. Este año predominan fundamentalmente paisajes panorámicos de lugares urbanos con un toque romántico y ensoñador, no sé si decir melancólico, pues eso ya sería más relativo.
De la mancha impresionista al más cuidado estilo pastel que casi cae en la luminosidad pop, sin ser pop. Me da la impresión que el alumnado de la Mutual Complutense este año han puesto sus ojos en ese citado momento creativo que fue el paso finisecular del siglo XIX al XX, cosa curiosa porque, aunque no nos aporte novedades ni nos termine de mostrar el interior de algunos de sus creadores, en cierto modo hay que recordar que las obras de aquel paso de siglo coincidió con una crisis económica arrastrada desde la década de 1870 que llevó a millones de europeos a emigrar a América, una crisis de alimentos, una crisis de valores, una crisis en general muy parecida a la actual en este cambio del siglo XX al XXI. Una crisis la de finales del siglo XIX y principio del XX que en aquel momento desembocó en la Primera Guerra Mundial de 1914, previo paso por diversos conflictos bélicos desde 1898. Si bien entre las obras de este alumnado no hay obras este año que nos ahonde en su psique o nos lance ideas varias, sí hay una coincidencia general, o al menos a mí me parece percibirla, en cuanto al gusto por las temáticas que ya tuvieron aquellos otros creadores de hace cien años en unas épocas donde se creía en el progreso con pesimismo. Es por ello que a menudo se volvía los ojos a una pintura evocadora de mundos rurales o urbanos idealizados o en ambientes románticos frente a una realidad que avanzaba hacia aquel 1914.
Este año no hay una referencia a los mundos exóticos. Si bien hay cuadros de mundos fantásticos y de bocas imposibles, por lo general se recurre a mundos cercanos, de otras épocas donde la gente organizaba sus vidas de manera más sencilla y social en pequeños núcleos municipales. De ahí la campesina que camina por el campo. El riachuelo que serpentea por unas rocas enmarcdas en la hierba o bien esta imagen de la vieja escuela de Ordes, un pueblecito de Galicia, pintada por María Gómez González, que nos remite a un pasado cercano de las personas que parece abandonado, dejándonos los edificios como testimonio casi a modo de lo que en otra época fue.
También está diciéndonos lo mismo la "Cacharrería" pintada por Isabel Soria Rodríguez. Se trata de viejos cacharros de latón propios de las cocinas de los pueblos del siglo XIX y de la primera mitad del XX (en el caso de España hasta bien entrados los años 1970). Cacharros que nos hablan de otra época. Los bodegones suelen dar muchas pistas a los investigadores de la Historia y la Sociología sobre los niveles de vida de las personas, ya que los objetos o comidas que se representan son objetos que están presentes en el estudio del pintor. Si los bodegones suelen ser estudios de luz para los pintores y, quien sabe manejarlos bien, son también una alegoria de algo, en este caso no se nos ha de escapar que se nos remite a un pasado rural y más social mediante la aparición de una lechera. Además, el estudio de luz se hace aquí mediante el blanco y el negro, o sea que se nos retrata desde la realidad de una fotografía antigua, pasada. Isabel Soria, además, nos coquetea brevemente con el hiperrealismo en un elemento del cuadro donde una imperfección en uno de los cacharros nos hace pensar en el conceptualismo espacial, esa corriente que introducía en los cuadros la tercera dimensión mediante el relieve o los agujeros en el lienzo o la pintura, sin embargo en este cuadro es un falso coceptualismo espacial, el lienzo está íntegro, por ello hemos de pensar más en el hiperrealismo y en la aproximación a la fotografía.
La misma Isabel Soria Rodríguez nos muestra una imagen romántica de lo que parece una fuente o una piscina de la Alhambra de Granada, mucho más impresionante en la realidad que en esta fotografía. Los juegos de luces del cuadro son los que crean un ambiente en el que casi podemos sentir el frescor en este espacio en una tarde cálida.
Ese ambiente sugerido mediante la pintura también se ve en este otro cuadro de MHB (creo recordar que esas eran la siglas), pero llevándonos al calor del verano, Se trata de una idealización total del mundo rural antiguo, sugerido por las cerámicas al lado de la fuente, único lugar para refrescarse. El color amarillento nos da el calor, pero también un lugar como de cuento. Se puede interpretar como una alegoría de diferene interpretación según quien la mire y la piense. En un ambiente agobiante o que nos envuelve se nos presenta una fuentecilla aliviadora. Dentro de ese parámetro, cuádrese la percepción de lo que le hace sentir a cada uno. La intencionalidad del cuadro nos muestra en su autor o autora un sentido del uso de su arte más allá de la representación exacta de los elementos de la escena. Eso es algo muy valorable, porque juega con generosidad para que el espectador entre en el juego de pensar con el artista.
Las representaciones idealizadas se nos muestra también en el cuadro que estaba expuesto al lado del anteriormente referido. Reproduce en pintura una famosa fotografía de un pueblo griego, creo recordar que griego. Una serie de "oikos", casas, con un techo en falsa cúpula azul contrastan con sus muros blancos y el azúl inmenso del mar, que aquí no se aprecia pero en el cuadro original está preciosamente logrado mediante su oleaje. Hay muchos cuadros de paisaje, sin personas, y estas idealizaciones nos alejan de este mundo actual y real que nos rodea. Más en este cuadro mediterráneo realizado en una Alcalá de Henares en el centro de la península Ibérica, donde la playa más cercana está a seiscientos kilómetros. Nos invita a alejarnos de nuestra realidad actual y nos lleva a otra donde quien más quien menos se ha sentido feliz y bien aunque sea de vacaciones.
Otra de las artistas, llamada María Teresa, nos transporta también al mar, pero a un mar encabritado y atormentado que amenaza a un barco creo que pesquero, que navega con firmeza, pese a todo, sobre las aguas embravecidas. La pintura usada en esta obra no es óleo ni acuarela ni nada parecido. Es betún, del que se usa con los zapatos. También aquí hay una intencionalidad alegórica valorable.
Cerraré por hoy la bitácora haciendo referencia a María Camacho Caballero y su indígena aparecido entre la vegetación, o sea, entre la Naturaleza. ¿Acaso no somos nosotros esos indígenas? La mirada asustada o sorprendida que nos lanza nos plantea a la vez una pregunta a nosotros mismos sobre nosotros mismos.
Hay muchos más cuadros expuestos. Pero creo que lo mejor es que quien esté interesado vaya a verlos por sí. Son cuadros de personas que están aprendiendo a pintar. Hay diversos niveles entre ellos. Hay que ir siempre abiertos a que al ser una exposición común de esta clase, no hay una temática ni un estilo único. Hay que ir dispuesto a procesar cada obra independientemente del conjunto.
Saludos y que la cerveza os acompañe.
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