Si has entendido el título de este artículo, está bien; si no lo has entendido, no te preocupes, la mayoría de la gente no lo habrá entendido, lo que va perfectamente de la mano con lo que la mayoría de los españoles saben de la política de la Unión Europea y lo que significan las elecciones del próximo 25 de mayo, a una semana de distancia. Tampoco es que los partidos políticos españoles se hayan preocupado alguna vez de explicarlo a los ciudadanos. Ni siquiera se tomaron la molestia de hacerlo cuando se realizó el referendum para una Contitución Europea en 2005. Así ocurrió, que por entonces ganó una modesta participación, siendo bastante grande, casi mejor decir: enorme, la abstención. Aquella Constitución no salió adelante, la tumbaron ciudadanos europeos de otros Estados, quizá el más significativo: Francia. En España falta información, para empezar falta, por ejemplo, noticias o retransmisiones de lo que se habla en el Parlamento Europeo, tal como hacen en otros países europeos. Con una herencia mental del franquismo social, aquí todo se resume con: "esto viene de Europa y es así, y se hace y ya está, y no hay más que hablar". Las campañas electorales de absolutamente todos los partidos políticos que se presentan, desde los grandes a los pequeños recién llegados, centran sus campañas en temas municipales o en temas nacionales, como si en estos comicios fueramos a votar si aprobamos o no lo hecho por unos y otros gobernantes, según la administración. Parece que lo han enfocado como un pulso político para saber si los españoles aprueban o desaprueban al gobierno conservador del Partido Popular (PP), o las acciones desde la oposición de Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Izquierda Unida (IU), Unión, Progreso y Democracia (UPyD), Covergencia i Unió (CiU), Equo, Podemos, Vox, Ciudadanos o cualquier otro. Así por ejemplo tenemos en Alcalá de Henares, por poner el ejemplo municipal que más a mano me viene, como el PP añadió en la prensa local folletos sobre sus propuestas tumbadas por la izquierda a lo largo de este mandato municipal sin explicar porqué se lo tumbaron, como por ejemplo comenté en la Noticia 1328ª cuando hablé de la sanidad pública en la ciudad. También tenemos el caso de IU, que esta semana en la misma prensa local, adjunta su revista "La Avispa del Henares" diciendo lo que harán en su primer año de gobierno, si gobiernan... pero eso hipotéticamente no ocurriría hasta después de las elecciones municipales, que serán en 2015, no tras estas europeas. Desde luego son ganas de confundir al personal más despistado. Luego tenemos la estrategia del PSOE, cuyas bases parecen haberse acordado de golpe que en esta ciudad se hacen actos acerca de la Historia reciente que ellos encuadran en la llamada "Memoria Histórica". Así por ejemplo se organizó una conferencia del juez Garzón en la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá que se llenó tanto de gente que tuvieron que buscar una sala mayor en el edificio que la que anteriormente tenían destinada. Alguien podría decir que a comienzos de año ya se había llenado una sala de conferencias del edificio del rectorado para ver un documental sobre las maestras de la República, como comenté en la Noticia 1281ª, claro, no lo niego. Curiosamente el juez Garzón es uno de los jueces más vistosos y públicos en intentar llevar a cabo la Ley de Memoria Histórica que elaboró el gobierno del PSOE de Zapatero, y más atrás en su pasado remoto se presentó a unas elecciones por el PSOE, allá en los años 1990. Y curiosamente también el documental citado sobre las maestras republicanas estaba financiado por la FETE, que es del sindicato UGT, al cual todos los miembros del PSOE tienen obligación de estar afiliados (no al revés). ¿Y por qué digo esto? Porque estando yo de acuerdo con esa recuperación de la Historia, y siendo yo mismo participe de ello como archivero e historiador, aunque sin tanta pompa y espectáculo, lo cierto es que hay bastantes asociaciones y otros grupos políticos o ciudadanos que también han creado conferencias y otros actos acerca de esto y, sinceramente, vamos unos pocos y de los pocos que vamos casi nunca se ven las caras que se vieron en estos otros actos, lo que en principio me hace reflexionar cuánto de Historia y cuánto de acto político tiene en sí realmente cuando se trae a Garzón o cuando se trae un documental financiado desde un determinado sindicato. Con todos mis respetos por todas aquellas personas que de verdad y con sinceridad sí estén interesados pero sin embargo se vean imposibilitados de acudir a cuantos eventos se convocan o les puedan interesar.
A nivel nacional no es mucho mejor el panorama. Antes de ayer la televisión emitió un debate entre Arias Cañete, del PP, y Elena Valenciano, del PSOE, y de lo que no hablaron no fue sólo del tema catalán, del cual si hablaron los candidatos europeos a la Comisión Europea en otro foro en esos momentos, los candidatos españoles no hablaron de... Europa. Ni una palabra sobre sus propuestas como candidatos europeos. Todo lo ciñeron a la política estrictamente española, a lo que hizo el gobierno Zapatero y lo que ha hecho el gobierno de Rajoy. Poco menos que algo altamente decepcionante, aunque claro, peor aún cuando al día siguiente Cañete dijo no haberlo dado todo en el debate para que no le llamen machista por demostrar superioridad intelectual ante una mujer... Aún más penoso el nivel político español ante las europeas. Claro que el panorama era igual en las elecciones de 2009, como comenté en su día en la Noticia 630ª. En España en cuanto a Europa de lo que no quieren hablar los políticos es de Europa, y de lo que no quieren oir los ciudadanos es de Europa... Porque en España la gran mayoría no sabe qué es Europa.
Algo que se ha lanzado a toda la prensa nacional en esta semana ha sido aquella propuesta de Felipe González acerca de la necesidad de crear un gobierno de concentración nacional entre los dos grandes partidos para gobernar España de cara a las elecciones generales del 2015 (o del 2016, pues Rajoy ya ha dicho que quiere, y puede, retrasarlas hasta 2016). Todos han entrado en tromba en ello, unos a favor y otros en contra. Sería un gobierno conjunto entre el PSOE y el PP, o sea: entre socialdemócratas y democristianos, tal como viene sucediendo en Alemania desde el año pasado. Desde luego eso demostraría que no tienen demasiadas diferencias. Al menos, que no tienen diferencias insalvables como para poder gobernar conjuntamente. También demostraría que el paso lo marca Alemania. Sin embargo, a mí esto me suena a un globo sonda. De hecho, a pesar del revuelo y la polémica porque esta semana lo dijera Felipe González, la verdad es que llevan dando avisos como mínimo desde el 7 de abril. El primero al que yo le leí declarar que se deberían unir el PSOE y el PP en un gobierno de concentración nacional fue al diputado del PSOE Juan Moscoso del Prado, en EL PAÍS, y el 13 de abril en el ABC Rita Barberá, del PP, le contestaba afirmativamente en el mismo sentido. Es más, Del Prado llegó a decir el 7 de abril que el PSOE debía abandonar la ideología... lo que es extraño, pues su partido lleva por nombre el nombre de una ideología, la socialista. Estas son las cosas que desvinculan a la ciudadanía de los partidos políticos, al menos de los tradicionales. Más aún cuando el candidato del PP, Arias Cañete ha demostrado tener intereses empresariales en el sector de su gobierno como Ministro de Medio Ambiente. Todo ello ya lo comenté con creces en la Noticia 1324ª, el 14 de abril. Así que eso de que lo de Felipe González fue una ocurrencia desafortunada, nada de nada. Tengo la impresión que es una posibilidad que están barajando realmente y con seriedad, pero necesitan conocer las reacciones de sus bases, o al menos ir preparándolas. No fue una ocurrencia sin más, llevan meses hablando de ello los políticos del PSOE y del PP de segunda fila. De cumplirse posiblemente será un paso más que decisivo para que la sociedad quiera finiquitar este sistema político. En todo caso, ese debate es un debate de política nacional, es incomprensible que se cuele en los asuntos que debieran tratar lo europeo y lo español en lo europeo.
España ingresó en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1985, siendo de efectividad total el 1 de enero de 1986. Las elecciones al Parlamento Europeo son cada cinco años, y las primeras en las que pudimos votar se produjeron en 1987. En aquella ocasión, gobernando en España el PSOE de Felipe González, fue la ocasión en la que más españoles votaron a unas europeas... y fue un porcentaje realmente bajo para lo que es normalmente la participación española en otro tipo de elecciones. Votó el 68'5% de la población con edad de votar. En Aquella ocasión España contaba con 60 diputados en ese parlamento, de los cuales hubo mayoría del PSOE, con 28. Lo cierto es que el año anterior, 1986, el PSOE había desilusionado a muchos españoles, aunque seguía teniendo la mayoría de las simpatías. Para poder entrar en la CEE tuvo que aceptar entrar en la OTAN, y eso iba en contra de las ideas de muchos socialistas de base. Aquellas elecciones europeas de 1987 estuvieron marcadas por este hecho, quizá eso explica la poca simpatía para ir a votar, el sentimiento de engaño. En todo caso se presentaba a la CEE como esa madre que nos iba a dar dinero para modernizar el país. Las siguientes elecciones fueron en 1989, con un gobierno del PSOE que estaba en racha camino del mejor año internacional de España, 1992, pero también con los primeros casos de corrupción profunda del gobierno aflorando. Votó un 54'7% de la población que podía votar, para elegir a 60 diputados españoles. Casi sólo la mitad de la sociedad. El PSOE seguía siendo el partido mayoritario por parte española. Europa había pasado por España dando subvenciones, pero también creando cierre de fábricas, el cierre de los astilleros, el arranque de plantaciones... El desempleo era desaforado de mano de lo que la CEE recomendaba hacer con sus fondos, pero la gente no relacionaba todo aquello con la CEE, sino con el PSOE y con la crisis mundial del momento. Cuando llegó 1992 España estaba en su esplendor internacional, y la CEE pasaba a ser Unión Europea (UE) gracias al Tratado de Maastricht. En 1994 se produjeron las siguientes elecciones, ya como UE. Elegiamos a 64 diputados. El PSOE estaba saturado de casos de corrupción en ese 1994. Felipe González estaba a dos años de perder las elecciones generales frente al PP de Aznar en 1996. Las elecciones europeas de 1994 fueron las primeras en las que perdieron la mayoría, el PP sacó 28 diputados. De hecho los electores subieron hasta el 59'1% de la población. No hay que olvidar que en las municipales, autonómicas y generales españolas lo normal es que vote en España entre el 70% y el 80% de la población. Posiblemene el voto se produjo no por cuestiones europeas, sino por castigar al PSOE. A la vez que había corrupción, se cerraban múltiples fábricas. En 1999 hubo elecciones municipales, autonómicas y europeas a la vez. Fueron las primeras en las que yo voté, aunque, pese a mi juventud, las iba siguiendo en años anteriores. Yo tenía 20 años. La coincidencia de las tres citas hizo aumentar la participación en las europeas a un 63'09% de la población, curiosamente votó más gente en municipales y autonómicas. La mayoría se la llevó el PP. Seguíamos eligiendo a 64 diputados españoles. El aumento de países miembros de la UE hizo que se tuviera que reformar el Parlamento y en 2004 sólo elegimos a 54 diputados españoles. El mundo vivía entre las crisis político-militares posteriores a los sucesos de New York de 2001 y una bonanza económica que hacía que se avanzase hacia el ultraliberalismo. Por la razón que sea, en 2004 el PSOE de Zapatero le arrebató al PP su mayoría europea en aquellas elecciones. Claro que también le ganó ese año el gobierno en las generales. No obstante, en las europeas sólo votó el 45'1% de la población, menos de la mitad. En 2005, con gran desidia, se votó el referendum constitucional europeo, con apenas participación. La gente recibía el texto regalado con la prensa, pero pocos lo leyeron. Yo lo leí, y era un auténtico mamotreto. En 2009, un año después de estallar la crisis económica mundial, los españoles sólo elegíamos 50 diputados. Votaron un 44'9% de los españoles con edad de votar. Altamente insuficiente para hablar de una representación democrática real. Pero gobernaron, fueron las primeras elecciones que le ganó el PP de Rajoy a Zapatero, con 23 diputados.
Ahora, para estas elecciones del 25 de mayo de 2014, se votarán a 54 diputados españoles, que estarán en un Parlamento Europeo de 751 diputados. Se calcula estadísticamente que el PP tendrá unos 20 diputados, el PSOE 18, IU subirá a 5, quizá 9 (la verdad es que la orquilla gigante es inexplicable), y todavía entrarían Podemos, UPyD, Ezquerra Republicana per Catalunya, y coaliciones de partidos nacionalistas y de derechas. A mí las matemáticas de la futurología no me gustan, aunque sean estadísticas de intención de voto. Los únicos datos ciertos son los resultados del día 25. Pero lo cierto es que el bipartidismo parece que comienza a verse roto, como se rompió en la España de la Restauración tras el desastre de 1898. Quizá la crisis económica de 2008 sea el nuevo 1898. De hecho, grupos políticos como Podemos, a pesar de estar aún muy verdes, tienen un discurso y unos modos de hacer regeneracionistas.
Lo que debiera tener la gente claro es que el Parlamento Europeo no tiene tanto poder legislativo como el que tiene la Comisión Europea. A pesar de que el Tratado de Lisboa haya querido subsanarlo. La Comisión Europea no la eligen los ciudadanos. No se vota por los ciudadanos. Son unos muy pocos políticos que eligen los gobernantes de los Estados miembros y ellos son los que hacen y deshacen. De hecho otro órgano decisorio es el Banco Central Europeo, al que no elige nadie democráticamente y el cual se está transformando en un ente de gran fuerza federal. Sus decisiones son más poderosas que las decisiones nacionales de los bancos nacionales de cada país. Otro poder no democrático son los lobby. Hay multitud de empresarios y ejecutivos pululando por Bruselas en busca de políticos europeos para influirles de un modo u otro en sus votaciones para lograr normativas, recomendaciones, leyes y mandatos a favor de sus intereses económicos. De ese modo, por ejemplo, se han hecho fuertes empresas como Monsanto, un auténtico titán contrario a la agricultora ecológica. El Parlamento Europeo, el que eligen los ciudadanos de la UE con su voto, tiene en realidad muy poca fuerza. Y es que es cierto que la UE la crearon banqueros y empresarios metidos a política tras la Segunda Guerra Mundial, y difícilmente van a permitir que su hijo se transforme en un hijo díscolo a sus intereses.
Lo dicho motiva que haya quien se abstiene de modo activo, o sea: conscientemente. A ellos se les suele replicar que han de votar porque estamos ante el peligro de que por primera vez en la Historia entren en el Parlamento Europeo diputados de extrema derecha. Parece algo inevitable. No serán españoles. España no presenta esa posibilidad. Serán ingleses, con el UKIP, italianos, con la Liga Norte, franceses, con el Frente Nacional, austriacos del FPÖ, griegos de Amanecer Dorado, holandeses, suecos, daneses, belgas, búlgaros... Hasta 16 Estados europeos podrían aportar con el voto de sus ciudadanos un nutrido grupo de diputados de extrema derecha. La UE ahora mismo se compone de 28 Estados. Los dos países que más diputados de extrema derecha podrían aportar son Reino Unido e Italia, con 9 por parte de cada uno. No obstante, países como Holanda o Alemania se han planteado legislativamente ir en contra de los tratados de libre circulación de los ciudadanos por las fronteras de la UE, para poder expulsar a aquellos que estando en el desempleo unos determinados meses no sean nacidos en sus límites nacionales. Más aún, Alemania incluso niega asistencia médica a determinados ciudadanos de la UE si no cumplen una serie de requisitos que, por otro lado, no pueden cumplir gracias a otras leyes restrictivas, o que no lo ponen fácil, con sus posibilidades de ser contratados. Así por ejemplo, en Hungría el partido Jobbik, de extrema derecha, es el tercer partido más votado, con 47 diputados desde el pasado 7 de abril. Y desde el 31 de marzo, en Francia la extrema derecha del Frente Nacional ganó hasta 11 grandes municipios para su gobierno. Casi todos en la zona sureste, donde hay un gran número de emigrantes españoles y rumanos. En Estonia, Letonia y Lituania restringen derechos civiles a aquellas personas que pese a ser nacidos allí, y ser de allí desde hace generaciones, son de origen ruso y, por motivos de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que ausentarse durante la guerra.
Pero sobre el asunto de abstenerse o votar por todos estos asuntos ya comenté largo y tendido con motivo de que moderé una mesa redonda entre IU, Podemos, CNT y abstencionistas el pasado martes. Lo conté y analicé en la Noticia 1343ª. Y desde luego los abstencionistas tienen bastante lógica en sus argumentos para mantenerse en su postura.
La unidad europea se vio necesaria como medio de obtener la paz total por la antigua Roma. Muchos siglos después, Carlomagno lo reintentó en el siglo IX, después de que hubiera habido una intentona musulmana de alcanzarlo antes. Como consecuencia fue algo que heredó como meta última a lograr el Sacro Imperio Romano Germano. Los siguientes en intentarlo fuimos los españoles con Carlos I de España y V de Alemania y todas sus guerras, y a la par que él: los turcos. Todo fueron intentos fallidos y bélicos, igual que el intento de Luis XIV de Francia en el siglo XVIII o el intento de Napoleón Bonaparte en el siglo XIX. Dando un gran salto explicativo, la Primera Guerra Mundial terminó en 1918 creando un gran trauma entre las naciones europeas, y rompiendo Imperios antiguos. Desde entonces varias personas plantearon la necesidad de crear una Unión Europea al estilo de Estados Unidos de América. Una de esas personas fue José Ortega y Gasset, que razonaba que esto no sería posible si no existía antes que cualquier unión política una unión identitaria cultural. Pero estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939 y no terminó hasta 1945. Los horrores vividos hizo que se recuperaran todas aquellas ideas. Europa había vivido una guerra franco-prusiana en 1870-1871, una guerra mundial en 1914-1918 y otra más en 1939-1945. Se impuso la idea de crear una unión de Estados como solución para alcanzar la paz en el continente. Se fijaron en cómo se había construido Alemania o Italia en el siglo XIX, creando objetivos económicos y culturales comunes. Así se formó el Movimiento Europeo, que en 1947 y 1948 comenzaron a tener sus primeros comités internacionales. Eran resultado de reuniones que se habían producido desde 1944, durante la guerra, en las zonas liberadas de los alemanes. Aquel 1948 se formó el Benelux entre Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Estos países habían sido invadidos por los alemanes en las dos guerras mundiales sin previo aviso y sin que hubiera más motivación que invadir Francia. Tienen entre sí una serie de lazos históricos fuertes. El Benelux se unió a Francia y a Reino Unido creando la Unión Europea Occidental en lógica respuesta a la Guerra Fría. Eso sirvió para crear esta unión de origen aduanero que daría a luz en 1951 a la Comunidad Económica del Carbón y el Acero, ampliando los países a Alemania e Italia, Reino Unido no quiso participar de esto. Era la Europa de los Seis y sería el embrión de la Comunidad Económica Europea, la CEE, que nacería con el Tratado de Roma de 1957. En ella también estaba una agencia de la energía atómica, Euratom (desde 1965), y un intento fallido de crear un ejército europeo. Poco a poco se irían sumando otros Estados, por ejemplo Reino Unido, Dinamarca e Irlanda en 1973, Grecia en 1980, Portugal y España en 1985, etcétera, hasta ser 28 hoy día. La idea original se basaba en que el objetivo de la paz se lograría con una colaboración económica que sirviera para desarrollar y recuperar a todo un continente arrasado por la guerra. Un tren común transportaba el carbón por los Estados miembros sin pagar tasas de aduanas. Poco a poco se extendió a todo tipo de productos. Esto hacía que el comercio de los paises miembros aumentara, gracias a que se abarataban los productos por no pagar aduana entre ellos. Todos aquellos países que no fueran miembros estaban en desventaja, no exportaban, se veían necesitados de importar, encarecían sus productos internos, creaban cuentas deficitarias en su producto interior bruto, en consecuencia tenían subidas y bajadas de precios muy fuertes que provocaban crisis y desempleo, en fin, que aquel fue el cebo para que todos quisieran entrar a formar parte de la CEE.
La CEE seguía una lógica de la Guerra Fría, iba de la mano de la OTAN, por lo que era amiga por un lado de todos los países europeos, pero a la vez enemiga soterrada de aquella Europa del Este favorable a la URSS. El Tratado de Roma de 1957 hablaba de alcanzar una Europa unida en lo cultural y una Europa necesitada de mejorar la vida de sus ciudadanos, una Europa basada en el Estado del Bienestar, una Europa social de mano de los organismos capitalistas para evitar revoluciones socialistas. Pero en 1989 cayó el muro de Berlín, y en 1990 se reunificaba Alemania. Estonia, Letonia y Lituania se independizaban de la URSS. Y la propia URSS se derrumbaba en 1991. La Guerra Fría estaba acabada. La CEE decidió transformarse en UE con el Tratado de Maastricht en 1992, y puso sus ojos en expandirse por Europa del Este, cosa que hizo a lo largo de las dos siguientes décadas, a disgusto de Rusia. Pero Maastricht supuso también el triunfo del capitalismo en la Guerra Fría y comenzó una carrera neoliberal que en pleno siglo XXI no sólo provocó la mayor crisis económica desde 1929, sino que además ha puesto a los ciudadanos en experiencias legislativas que nos asemejan al final del siglo XIX o comienzos del XX. Lo cultural y lo social se olvidó, sólo importaba lo económico. Eso implicaba que se debía avanzar en una Europa federal. Hasta ahora hemos sido confederales, los Estados han cedido parte de sus poderes legislativos, pero no la totalidad de sus poderes ejecutivos. Un primer intento se produjo en 2005 con aquella fallida Constitución. Pero desde diciembre de 2007 rige el Tratado de Lisboa, el más ultracapitalista, o ultraliberal, como se prefiera, de los tratados europeos. Tenemos un presidente europeo, Van Rompuy, y este tratado apunta a que seamos una federación como Estados Unidos de América. Los sucesos políticos de Ucrania apuntan a que quizá se avance en ese sentido teniendo a Alemania como región dominante. En otras épocas Francia era el contrapoder de Alemania, hasta Reino Unido, ahora no tiene contrapoder ninguno dentro de la Unión, a pesar de que si los países mediterráneos comprendieran que sus problemas vienen en parte por las ambiciones de Alemania, sumando sus votos serían mayoría incontestable en los organismos europeos. Efectivamente estamos asistiendo al nacimiento de una posible federación (sin preguntar a los ciudadanos si es eso lo que quieren y sin explicarles lo que es) donde hay un Norte al que le va bien y un Sur cuyos intereses contrapuestos al Norte son subyugados por el Norte en favor de sí mismo. A mí me suena al periodo 1861-1865, cuando el Norte y el Sur de los Estados Unidos de América se dividieron entre federales y confederales y organizaron una guerra civil. Esa es la Europa a la que vamos a votar y la que vamos a decidir el 25 de mayo.
El Parlamento Europeo goza de mayoria de democristianos y liberales (conservadores) desde 2004. Cuando estalló la crisis económica en septiembre de 2008 ya había tenido un pequeño aviso en 2007. Aún con todo, los europeos volvieron a renovar en las elecciones de 2009 a los conservadores que nos habían hecho caer en la crisis económica. En aquellas elecciones, como ya dije, los españoles también decidieron castigar al PSOE de Zapatero por primera vez para premiar a los conservadores del PP en ese Parlamento donde, paradójicamente, ya eran mayoria y eran los que habían votado las medidas económicas europeas que agravaron la crisis de 2008 en Europa. Es lo que tiene que no se quiera explicar a los españoles cómo funcionan las cosas en Europa. Desde ese 2009 y hasta este 2014 han gobernado en mayoria dando recetas conservadoras y ultraconservadoras como solución, precisamente las mismas que hicieron estallar la crisis económica. Han sabido dar la vuelta a la tortilla diciendo que las políticas sociales tenían la culpa, aunque eran las políticas conservadoras las que llevaban años gobernando cuando todo estalló. En todos estos años los grandes empresarios han aumentado sus ingresos, los pequeños empresarios y los trabajadores han visto mermados sus derechos y sus sueldos. Quizá sea hora de ver cómo se gestiona la crisis desde Europa con otros políticos, pero todo apunta a una nueva victoria de conservadores y ahora ayudados de la ultraderecha.
El panorama entre abstención activa o votar se nos dibuja compleja para votar. Hay un eslogan español diciendo que ahora las elecciones europeas son decisivas, no: siempre fueron decisivas mientras hemos estado dentro de la Unión. El empleo en España y los recortes económicos en lo social tienen mucho que ver con las decisiones que se toman en los organismos europeos. La evolución de la tasa de paro en España es tan alta que sólo nos supera Grecia, un 26'6%... ¡más de un cuarto de la población activa! Pero sobre las cuestiones del empleo ya hablé largo y tendido el 1º de Mayo, en la Noticia 1333ª.
En todo caso tened en cuenta otra cosa, la última reforma que se ha hecho en cuanto los municipios y el sufragio ha provocado que se cambien los colegios electorales de los votantes. Mucha gente, yo por ejemplo, por primera vez estamos llamados a votar en un colegio diferente al que habitualmente se nos llama. No os despistéis, pues si deseáis votar y no vais donde debéis, no podréis votar. Eso quizá beneficie a PP y a PSOE, ya sabéis, esos partidos que últimamente comentan como si nada cosas sobre gobiernos de concentración nacional.
Buena parte de los datos están recopilados de los datos de la prensa estatal desde febrero. También se ha usado bibliografía de Historia.
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