lunes, marzo 24, 2014

NOTICIA 1317ª DESDE EL BAR: ADOLFO SUÁREZ

En torno a las diez de la mañana del lunes 24 de marzo de 2014, ante la mirada de todos los presidentes vivos de esta monarquía parlamentaria de Juan Carlos I, seguido por la familia del presidente muerto, el féretro de Adolfo Suárez es portado por miembros de la guardia civil para ser introducido por la Puerta de los Leones del Cóngreso de España. Con silencio y sumo respeto depositan el ataúd en la Sala de los Pasos Perdidos, lugar de gran solemnidad donde fue apartado y dejado a solas por los golpistas de la guardia civil que intentaron una involución a la dictadura el 23 de febrero de 1981, cuando Suárez dejaba su cargo de presidente para investir a su sucesor, hoy también muerto y cortejado sin tanta pompa y honores como el primero, Leopoldo Calvo Sotelo. A unos treinta kilómetros de distancia, en el salón de mi casa, junto a mí, observa la imagen con cierta cara de afección una señora de casi sesenta y cinco años, mi madre, que no quiere ir a comprar el pan sin verlo depositado en aquella sala, saltándose sus costumbres horarias de un carácter, si no fuera por lo mortal, lo contingente y lo real, milenarias. Tenía ella treinta y siete años en 1976 cuando el recientemente nombrado Rey, Juan Carlos de Borbón, le nombró directamente presidente de gobierno en torno a julio de aquel año. La periodista que cubre el evento televisivo de su funeral comenta esta fecha y comete un error, dice de Suárez que fue el primer presidente de gobierno de la monarquía parlamentaria, no fue así. Fue el segundo, pues el primero lo había sido desde noviembre de 1975 a julio de 1976, Arias Navarro, pues, en un ejércicio de querer dotar a la monarquía de un carácter democrático perpetuo, se olvida que una monarquía parlamentaria no es necesariamente de carácter demócrata, y hasta la monarquía francesa de Luis XVI tenía Cortes y Parlamento cuando estalló la revolución francesa. Sí que fue Adolfo Suárez el primer presidente constitucional de esta monarquía a partir de diciembre de 1978. Una Constitución por la que él trabajó mucho para que se obtuviera, se hiciera y se comenzara a llevar a la práctica.

Para llegar a esa Constitución de 1978, Adolfo Suárez tuvo que intentar la legalización de muchos partidos políticos, y aunque esto contuvo muchas luces de su figura por la que mucha gente hoy día aún le quiere mucho, también contuvo bastantes sombras de las que hoy por hoy vivimos todavía también sus consecuencias. Esa legalización de partidos se produjo en 1977, para que se pudieran producir las elecciones generales de aquel año que él mismo ganó con el partido de centro derecha moderado Unión de Centro Democrático (UCD), que a la altura de 1981 estaba tan deteriorado y destrozado internamente que él lo abandonó, dimitió de presidente dejando a Calvo Sotelo al cargo, y fundó Centro Democrático Social (CDS), con el que no ganó ninguna elección más. Esa legalización de 1977 necesitó de una serie de actos políticos entre los que figura el 9 de Junio de 1976  su discurso para la aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas, siendo él Ministro Secretario General del Movimiento, cargo que venía desempeñando desde la muerte de Franco, nombrado también por Juan Carlos I. Cargo ministerial que se encargaba de velar porque la sociedad viviera acorde con los valores nacionalcatólicos de la dictadura militar, normalmente acorde con los valores de extrema derecha de Falange Española. En aquel discurso citó a un poeta censurado y republicano, Antonio Machado, llamando a la necesidad de cambios políticos que superaran algo evidente: que una parte de los españoles no podían vivir con normalidad a causa de la guerra civil y la dictadura franquista de la que él mismo venía. Hecho que comenté el 4 de octubre de 2009, en la Noticia 683ª. Paradójicamente, ese texto que escribí sobre aquel hecho apenas había sido leído a lo largo de cinco años por treinta personas. Entre ayer que murió y hoy que le rinden honores, son alrededor de ochocientas las personas que lo han visto. Un dato anecdótico muy interesante en cuanto nos habla del gran interés que su persona suscita a todos los españoles en sus primeras horas de muerte.

Adolfo Suárez había dirigido Televisión Española durante el tardofranquismo. Adquirió un conocimiento de puesta en escena que le sería vital. No sólo parecía un galán, si no que además no hay imagen de su juventud que no demostrara serlo. Impidió la legalización de Izquierda Republicana (IR) hasta 1979, por lo que estos no pudieron ni presentarse a las primeras elecciones, ni organizarse legalmente, ni participar de la Constitución. No quiso legalizar al Partido Comunista de España (PCE) antes de las elecciones de 1977, pero lo hizo forzado por las circunstancias de una jugada maestra de Santiago Carrillo y de los sucesos del asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha con su consecuente repercusión en las calles. Recelaba de los partidos nacionalistas. En cuanto a sindicatos se reunió con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) pero, por no verles dóciles, retrasó su legalización hasta ser los últimos, puso todo tipo de trabas a sus actos, que reunían a miles de personas, y durante su gobierno ocurrió el montaje policial del atentado del Teatro Escala que fue falsamente achacado al anarcosindicalismo, lo que les restó apoyos en favor de los actuales sindicatos mayoritarios. Como explicó Carrillo en Alcalá de Henares, Suárez sabía que tras una dictadura tan larga y tan represiva, sobre todo en esos momentos con Arias Navarro recientemente, los primeros legalizados (si lo hacían por turnos de calendario en lugar de todos a la vez) serían aquellos que la gente más apoyaría en masa. Así favoreció por ejemplo a una socialdemocracia más dócil que las ideas socialistas de los comunistas, mejor organizados en el exilio y la clandestinidad. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se benefició así de una planificación de Suárez sobre cómo debía ser la Transición política. Es más, a pesar de que al menos al PCE lo legalizó forzado por Carrillo, su idea original era que estos partidos no tuvieran representación legal para la redacción de la Constitución de 1978, cosa que luego varió. Es bien curioso que en cuanto a la formación de un partido de derechas no llamó al exministro Ruíz Giménez, que desde los años 1960 estaba mal visto por Franco al haberse alineado en torno a los partidos democristianos europeos pidiendo amnistías, libertad y democracia, o en el mismo sentido, a Dionisio Ridruejo. En lugar de eso, se encargó la creación de Alianza Popular (AP), germen del actual Partido Popular (PP), al propio Arias Navarro junto a otro antiguo ministro, Fraga Iribarne, el cual era partidario de crear una democracia sin partidos de izquierdas, Fraga pensaba en una democracia a la británica: con dos partidos fundamentales, uno conservador y otro liberal.

Como sea, lo cierto es que el papel de Suárez es tremendamente importante en los caminos hacia el modelo de monarquía parlamentaria democrática que tenemos ahora. Que dio pasos muy valientes, muy atrevidos. Que su forma de hacer política se ha demostrado dialogante, aunque se pudiera hacer mejor. Y que toda la sociedad le debe mucho, aunque sin olvidar que la Transición posiblemente fue así no sólo por personas como él, sino porque personas como él con cargos se vieron en la necesidad de iniciar ese proceso de cambio político para salvar su gobierno cambiando los muebles o correr el riesgo de perecer ahogados por una masa de gente que desde la muerte de Franco ya no tenía reparos en salir a la calle a gritar la petición de: "¡amnistía y libertad!".

Suárez concedió la amnistía política a los exiliados, que lo eran por haber defendido una democracia, pero no se avanzó nada en que se pudieran sacar cuerpos muertos de las cunetas. En cuanto a los asuntos económicos se recurrió a los Pactos de la Moncloa, donde los sindicatos que se habían aupado firmaron con los empresarios una tregua en las reivindicaciones laborales a cambio de poder estabilizar la democracia y la economía. A cambio los empresarios se comprometían a otorgar concesiones laborales en cuanto esos objetivos se cumplieran. No sólo los empresarios no cumplieron con su parte, si no que a fecha de hoy, con el gobierno actual del PP de Rajoy, han hecho precisamente todo lo contrario. Es más, a uno le hace pensar que la democracia a veces pareciera secuestrada por los grandes empresarios de este país. Algo un tanto vergonzoso y doloso.

Fue Adolfo Suárez muy valiente en cuanto a la creación de la España de las Autonomías. Esa España que daba solución a problemas territoriales y sentimientos regionales fue una de sus apuestas mayores. Hoy día está denostada, posiblemente por muchos ciudadanos de a pie que hoy le lloran o se lamentan por su muerte. También fue él el impulsor de la ley del divorcio, que le supuso un trauma y una ruptura con los católicos practicantes. Suárez venía de una familia de políticos republicanos, a pesar de que él ocupó cargos con Franco. A pesar de todo lo dicho, dio golpes a izquierda y derecha en las pretensiones de ambas tendencias. Los de izquierdas le llamaban reaccionario, los de derechas: rojo. Intentó hacer su política de centro. Abandonó el gobierno en 1981 ante un equipo ministerial que le hacía las cosas imposibles. Con Felipe González, líder del PSOE se llevó mal mientras este era opositor, pero luego fue uno de sus mejores amigos cuando este llegó a ser presidente en 1982. Le asesoró varias veces, además. Con José María Aznar, del PP, no se llevó bien. No le gustaba su forma de hacer política, ni su política. Con ambos siempre lamentó que se postergara la opción de su CDS con, paradojas de la vida, las mismas tácticas desde el gobierno que había usado él en 1977 con los partidos del tipo Izquierda Republicana o el PCE.

Yo intenté verle en conferencia en 2002, pero su enfermedad ya comenzaba y al final anuló su venida, en lugar de él vi a Nicolás Redondo, de la Unión General de Trabajadores, y a Santiago Carrillo. Suárez perdía la memoria.

¿Qué hubiera ocurrido si hubiera podido opinar con las políticas actuales que no tienen nada que ver con las de la Transición en cuanto a su modo de formularse? ¿Qué opinaría de la ausencia de consensos o de los recortes sociales en favor sólo de la patronal o de sectores ultracatólicos? Eso es caer en ucronías. Lo cierto es que aunque se llevaba mal con José María Aznar en lo personal, al final aceptó su programa político porque su hijo Adolfo, quien anunció el viernes sus horas de agonía, se introdujo en el PP presentándose a cargos en unas elecciones. Otra cosa es cómo hubiera evolucionado. Es ucrónico hablar de eso. No lo podemos saber. Bien es cierto que quizá nos diese pistas la evolución de alguien muy cercano a él, Federico Mayor Zaragoza, que fue su consejero personal entre los años clave de 1977 y 1978. Avisando al lector de que la evolución de Zaragoza no tendría porqué coincidir con una hipotética evolución de Suárez, entremos en la ucronía, recordando lo que Federico Mayor Zaragoza dijo en las XI Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en archivos: "La educación en España", en noviembre de 2013, a las cuáles asistí como ponente. Decía el antiguo consejero de Adolfo Suárez el 22 de noviembre de 2013:

"'El gran compromiso de cada generación, es la siguiente', decía Nelson Mandela. (...) Los derechos humanos son para liberarnos del miedo. Siempre mandaron unos pocos, ahora decimos: 'nosotros no damos nuestra vida a los designios del poder sin rechistar'. (...) La mujer era apartada, todo eso está cambiando. Ahora [el siglo XXI] el ser humano dejará de ser anónimo y espectador. Será activo, y eso es lo democrático. 
'(...) [Hoy] no se da la separación de poderes porque el legislativo toma medidas en virtud de pretéritas mayorías electorales. Ahora con los nuevos medios tecnológicos podemos saber todo lo que pasa en cualquier lugar, somos ciudadanos del mundo. Tenemos capacidad de comparar. Conocemos lo que la gente piensa y dice de verdad. Ya no transforma el político desde supuestos, si no quiere. Cada ser humano es un principio de esperanza, todos son iguales en dignidad. Hay que educarlos en virtud de sus reflexiones. (...) Lo dice la propia UNESCO. Pero nos tienen distraídos, y necesitamos tener tiempo para ser libres y responsables.
Hemos abandonado los derechos humanos, la Carta Europea de 2000 y otros, en favor de tratados económicos con los más ricos.
'Para que una persona sea libre y responsable hay que fomentar la educación creativa, que les haga pensar. Lo primero que hay que aprender de niños es "nosotros", la mente colectiva, para ser libres. No hay nada más rico que la vida de un profesor, hay que preguntar a esta gente para reformar las educación, y ya no se hace. 
'El futuro es la gran tarea, empeñarse en el pasado (y hay que saber lo que pasó) ya está escrito, el futuro hay que escribirlo, y ya no se escribe con la ley que ayer se escribió [la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza o Ley Wert], que nos ha llevado a una situación neoliberal que no nos lleva a ningún sitio. Hay que educar en la libertad y la responsabilidad. Es libre quien más sabe, lo dijo Unamuno.
'Esta ley debe afrontarse con desobediencia cívica, esto lo preconizó el propio Rajoy cuando dijo que la objeción de conciencia era necesaria para la asignatura de Ciudadanía. [Yo creo que debe ser con la ley actual]."

Es un texto bastante significativo más allá del motivo que lo ocasionó, que fue la Ley Wert. Nos habla de la disconformidad de Mayor Zaragoza, que fue Ministro de Educación con Calvo Sotelo, con la forma como se hace política hoy y para quien se hace la política realmente hoy. Es un pensamiento aún muy de los modos de la Transición. Suárez le eligió entre 1977 y 1978 para que fuera su consejero cuando se necesitaba una política de consensos total. No sabemos si ucrónicamente coincidiría con él, pero personalmente creo que no estaría alejado. Al menos de esa frase que decía: "[Hoy] no se da la separación de poderes porque el legislativo toma medidas en virtud de pretéritas mayorías electorales. (...) Hemos abandonado los derechos humanos, la Carta Europea de 2000 y otros, en favor de tratados económicos con los más ricos"

Sea como sea, sí que es cierto que la pérdida de Adolfo Suárez como ser humano se ha producido ayer y es una gran pérdida. Su pérdida como político se produjo hace trece años. España le debe un gran reconocimiento, sin olvidar el criticismo propio de los análisis de Historia, no nos vale sólo con las sensaciones. Personalmente creo que hizo una gran labor, pero ahora toca otros análisis lejos de la mitificación. Una Transición política como la española era compleja y la llevó a buen puerto desde su posición de presidente de gobierno, a pesar de que tras un promedio de treinta y cinco años hablando de sus luces, queda ahora por analizar también las sombras. No es el momento hoy, ni es tarea de un día, ni es tarea sin esfuerzo, trabajo, investigación y honradez. No se trata de empañar nada, sino de comprendernos los unos a los otros para aceptarnos y para poder ser, realmente, libres sin cortapisas.

¿Fue un buen presidente? Sí, pese a todo, sí.

Os dejo el programa especial que en Radio Arrebato, desde Parlamento Pirata, le dedicamos sus locutores el viernes pasado apenas unas horas después del anuncio de sus últimas horas de vida. Lo encontraréis en el archivo sonoro de la web de la emisora catalogado dentro de la fecha correspondiente a 21 de febrero de 2014 (2014-03-21). Y podéis escucharlo...

2 comentarios:

  1. Genial entrada. Espero ansiosa ese análisis de "las sombras"... ;)

    ResponderEliminar
  2. Una aproximación la hace Julián Vadillo en el programa de radio. Pero eso es algo que en realidad se hará cuando pase el tiempo preceptivo tras la muerte de una persona, en este caso Suárez, para la apertura de su archivo y el comienzo de la investigación en el mismo.

    ResponderEliminar