domingo, enero 12, 2014

NOTICIA 1291ª DESDE EL BAR: LA HISTORIA DE LO LOCAL A LO ESTATAL (3 de 6, más anexo)


La guerra civil española vivida entre 1936 y 1939 supuso la ruptura total con los cambios sociales y culturales que España había iniciado a partir del advenimiento de la Segunda República el 14 de Abril de 1931. La dictadura militar que sobrevino posteriormente hasta 1975, con orígenes dispersos entre el catolicismo más fanático, los monárquicos alfonsinos, los carlistas, los falangistas basados en las ideas del partido Fascista italiano, el nacionalismo español exacerbado, y el extremo conservadurismo en general, realizó una serie de depuraciones y represalias políticas posteriores al periodo bélico que no tuvieron precedentes. Si bien miles de españoles se lanzaron al exilio o al autoexilio, otros tantos, dentro de España, eran apartados de sus oficios, encarcelados, torturados, perseguidos, ejecutados o muertos bajo la aplicación de la Ley de Fugas por una supuesta fuga en muchos casos aún no aclarada, por no hablar de la tasa de suicidios y las particularidades de los mismos. Oficialmente la guerra había terminado el 1 de Abril de 1939, oficiosamente esta continuaba ya fuese en forma de la represión por parte de las autoridades colocadas por el gobierno del general Franco, por parte de la sociedad vencedora con rencillas sobre los vencidos (ya mediante denuncias, ya mediante presiones psicológicas en la convivencia diaria, sobre todo en los pueblos), o ya fuese también por aquellos republicanos que se negaron a aceptar el fin de la guerra y se lanzaron a la guerrilla a la espera de que la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) terminase involucrando a España y los aliados se decantasen por eliminar a Franco.

Fue precisamente la dinámica de la guerra mundial, su transcurso, lo que dictaminó el comportamiento de la dictadura franquista hasta aquel 1945. El general Franco había recibido ayuda clara, militar y económica, de la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de Mussolini. El comienzo de la guerra mundial el 1 de septiembre de 1939, a cinco meses del final de la guerra civil española, tuvo su chispazo explosivo en la invasión de Polonia por parte de Alemania. Las diferentes familias franquistas (católicos, falangistas, monárquicos, militares…) tuvieron diferentes enfoques acerca de esa guerra, en cuanto a sus ideales y las consecuencias que para una España postbélica podía tener intervenir, por lo que Franco optó por la postura de la neutralidad inicial. Fue precisamente el hecho de que Francia fuera dominada por Alemania desde Mayo de 1940, y que Italia entrara en la guerra apoyando a Hitler desde junio, lo que originó la preponderancia de la rama falangista entre las familias franquistas. Serrano Suñer, cuñado falangista de Franco, encabezó por designio del dictador el acercamiento a las potencias del Eje. España pasó a ser de neutral a “no beligerante” desde el 12 de junio de 1940. Dos días después España invadía la ciudad neutral de Tánger en Marruecos, cercana a la frontera de la colonia española en el mismo Marruecos, el Rif. Así mismo, de este modo los barcos y submarinos alemanes e italianos tuvieron facilidades para aprovisionarse en las costas españolas, mientras que los aliados tuvieron innumerables dificultades y reticencias incluso para pasar por el Estrecho de Gibraltar. Del mismo modo, las provisiones de wolframio para la fabricación de bombas iban directamente de España a Alemania, por ende, los alemanes tenían en Galicia a varios militares encargados de este comercio. El paso de militares y autoridades alemanas o italianas por suelo español no era infrecuente. Por no añadir que el saludo franquista hasta entonces era análogo al saludo nazi, brazo y mano derecha en alto. El 23 de septiembre de 1940 Serrano Suñer logró que Franco se entrevistase con Hitler en Hendaya, con el fin de tratar el asunto de la hipotética entrada de España en la guerra mundial en apoyo de Alemania y con vistas a ayudar a invadir Gran Bretaña. No se llegó a ningún acuerdo claro al respecto, pero aún hubo meses después otras entrevistas con Mussolini o Petain, ya en Febrero de 1941. El 22 de Junio de ese mismo año, Alemania invadió la Unión Soviética (URSS), fue entonces cuando España sí tomó parte bélica directa en el conflicto. Se Amparó en la idea de la clase de ayuda recibida durante la guerra civil, y sobre todo en que no se atacaba legalmente a los aliados, si no a los comunistas que ayudaron a los republicanos españoles. Franco mandó una división militar a apoyar las operaciones militares alemanas contra los soviéticos, la División Azul. Esta permaneció en activo hasta marzo-abril de 1944. Su mayor desgaste se produjo en Stalingrado.

La diferenciación legal y moral que hizo Franco acerca de “las dos guerras, la de los aliados y el Eje, y la de la lucha contra el comunismo” le fue útil. Los aliados, ya fuese por astucia o conveniencia político militar, no atacaron a España, aunque los archivos recién abiertos estos años parecen indicar a cuentagotas en los periódicos y libros actuales que se realizaron operaciones secretas en diferentes puntos de España. Sea como sea, aquella diferenciación pudo ser el germen, años después, de que España no fuera invadida por los aliados, aunque sí aislada, o que más tarde fuese hasta pieza deseable por los occidentales en la Guerra Fría. Sí que hay que decir que los aliados suprimieron todo trato financiero o comercial con España a causa de la intervención de la División Azul, lo que hizo daño a la dictadura.

Cuando en Diciembre de 1941 Estados Unidos entró en guerra la mayoría de países latinoamericanos que apoyaron al Eje retiraron dicho apoyo, y por ello mismo a los amigos de este. Franco se veía en situación comprometida, pero el día 12 España seguía confirmándose como “no beligerante”. En el verano de 1942 los aliados se veían fuertes para realizar determinados esfuerzos e intentos. Se había planeado invadir el Norte de África. El presidente norteamericano Roosevelt le entregó a Franco una carta por medio de su embajador Hayes. En ella se le decía básicamente que habría operaciones militares en África y España no debía participar en ellas, aún más, debía facilitar el paso de los aliados o de lo contrario se invadiría el país. A cambio de alguna ventaja económica, y valorando acertadamente lo perjudicial de molestar a los aliados, Franco no puso trabas a las operaciones de la campaña de África. Hizo más aún, aprovechando un enfrentamiento entre carlistas y falangistas en Begoña destituyó a Serrano Suñer y nombró al general Jordana, más moderado y abierto a los aliados, pese a que moriría por vejez al año siguiente y sería sustituido por Lequerica, que no levantaba simpatías entre los aliados. Se retiró igualmente al cónsul español en Tánger y se abrieron consulados norteamericanos en esta misma ciudad y en Ceuta. La guerra mundial avanzaba, Italia era invadida y Alemania empezaba a tener dificultades, sobre todo en su frente Este. El 1 de octubre de 1943 Franco decidía conveniente regresar a la más estricta neutralidad. Se pasaba a disolver progresivamente a la División Azul, los informativos NODO y los periódicos tuvieron orden de engrandecer los triunfos aliados, se redujeron los suministros al Eje, se retiraron embajadores alemanes y japoneses a lo largo de 1944 y se recibía petróleo de los aliados. Como uno de los gestos para evitar la invasión, al acabar el conflicto bélico internacional con la derrota de alemanes, italianos y japoneses, Franco dictaminó por ley en septiembre de 1945 que el saludo fascista ya no era obligatorio en España, anteriormente lo era en determinados ámbitos, circunstancias, jerarquías y acontecimientos. De este modo, jugando peligrosamente a las alianzas no claras, cuando la guerra mundial acabó en 1945, ni uno sólo de los aliados entró en España para restaurar la democracia perdida.

Todas estas etapas tuvieron consecuencia en las acciones represoras de la dictadura. Si bien desde 1939 a 1943 hubo un periodo muy virulento en las mismas, de 1943 a 1946 estas, si bien se siguieron produciendo, se redujeron en cuanto a ejecuciones. Obviamente se tenía miedo entre las autoridades, o entre quienes hacían de ejecutores, de una represalia posterior contra ellos una vez que acabara la guerra mundial y entraran los aliados. No obstante, la ejecución pública del mismísimo Mussolini, o los juicios de Nuremberg contra los altos cargos nazis, no dejaban descartar hipotéticos casos análogos en España. Fue precisamente los años de 1947 a 1949 aún más virulentos que los vividos antes, al amparo de saber que los aliados no entrarían en España en ayuda de los disidentes demócratas. Aún hoy día no se tiene claro la cifra exacta de represaliados, sobre todo de ejecutados, ni donde ni en qué modo descansan muchos de estos, ni cuáles fueron las causas de su ejecución. Aunque sí está bastante claro qué clase de armas legales usó el Estado franquista para llevar  a cabo su venganza y depuración política. La dictadura, lejos de poner freno a la represión, regularizó y legalizó la misma incluso desde tiempos de la guerra civil. Varios documentos legales al respecto nos han llegado a nuestros días. De los cuales el más representativo de ellos es la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, que evolucionaría en diversas denominaciones y ajustes hasta llegar a ser la base del Tribunal de Orden Público en la década de 1960’.

Las etapas de neutralidad, no beligerancia y de nuevo neutralidad, tuvieron su repercusión en las etapas represivas de los primeros años de la dictadura terminada la guerra civil. Como se ha dicho ya. El ritmo represor, especialmente el de las ejecuciones, no fue el mismo en todos los años de la dictadura, aunque en su primera década fuese muy activo. Centrándonos en esa primera década, ya hemos dicho que entre el final de la guerra civil y la primera etapa de la guerra mundial, en la cual se creía que las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) ganarían la guerra, hubo un gran número de ejecuciones y otras formas represoras. Con la invasión a Italia por parte aliada y hasta el primer año de después de la Guerra Mundial, el ritmo, aunque alto, descendió. Con la comprobación de que no había invasión aliada y el nacimiento de la Guerra Fría en su periodo clásico hubo un repunte muy activo y alto de ejecuciones. Las que fueron por vía judicial se pueden rastrear en los propios archivos correspondientes, las que no fueron judiciales o fueron en masa se pueden rastrear en las fosas comunes, que no paran de aparecer incluso con mayor número de cadáveres de los que se esperaban desenterrar, y en las memorias que nos han ido dejando los protagonistas de todos esos sucesos de un modo u otro que, al comprobarlas, se han ido comprobando como memorias de sucesos reales, si bien matizables para ajustar esas memorias a la realidad de los hechos en su cuantía o su real sucesión de los acontecimientos. Hay otra vía de rastreo, que es la de la prensa clandestina y exiliada, la cual es extraordinaria y sorprendentemente precisa en cuantia y nombres de ejecutados. Todo esto en su conjunto nos da unos datos para interpretar una Historia estatal, pero esos datos se obtienen a partir de casos particulares apegados a localidades, es por ello importante la reconstrucción de historias locales para llegar a la reconstrucción de la Historia estatal. La interpretación de esos datos corre a cargo de cada historiador, siendo el más profesional el que use de todo tipo de datos y sea capaz de abstraerlos lo más posiblemente ajustados a los hechos reales, que son los que él interprete más verosímiles, y como son los que el historiador considera hechos más verosimiles, es por ello obligado y necesario el trabajo de otros historiadores haciendo lo mismo para ir contrastando y llegando cada lector u oyente a crear su propio conocimiento de la Historia. La Historia es pues, en una de sus versiones, quizá la más pragmática, la concepción y reconstrucción mental que cada individuo tiene del pasado. Quizá la más acertada, pero no necesariamente, sea la que más datos contenga.


Pero no nos adentremos y perdamos en un debate sobre historiografía y deontología del profesional de la Historia. En cuanto a lo local por mi parte, en esta Historia de lo local a lo estatal que os estoy presentando, orientada a la censura y a cómo la educación se transformó en adoctrinamiento en los primeros años de la dictadura, hay que hablar de las depuraciones y represiones políticas, concretamente sobre el caso de los maestros de escuela de Alcalá de Henares que ejercieron durante la guerra civil y que pasaron el proceso de depuración política de personal. Este es un caso prácticamente desconocido si se pretende ahondar en la Historia que envolvió a esas depuraciones, por lo que se podría afirmar que el ensayo de esta investigación en cuanto a las depuraciones de los susodichos es inédito tanto en su presentación como en sus datos al respecto. Hacia el final de la guerra civil española la dictadura del general Franco se dotó de un aparato legal para depurar a todos los maestros de España para eliminar de la educación a aquellas personas que fueran de, o estuvieran cercanas a, las ideas de izquierdas. La educación pasó a ser un adoctrinamiento en "Dios, Patria y Franco". La dictadura consideró legalmente a todos los maestros y profesores principales responsables de la guerra. Investigué el tema centrándome en el caso alcalaíno en 2007. En 2008 pasó a ser un libro no publicado que fue readaptado en varias ocasiones por mí mismo hasta ser el ensayo extenso de Historia que es hoy día, con un texto definitivo por lo que a mi labor toca. Tal texto fue comunicado en unas jornadas de historiadores y archiveros en Guadalajara, en noviembre de 2013. Su publicación, dentro de las actas de las jornadas citadas, se producirá en 2015.

Por otra parte, pocos son los historiadores que se han dedicado a historiar Alcalá de Henares en la Edad Contemporánea. La mayoría de estudiosos, por las razones cuales sean, y teniendo en cuenta cierta política municipal muy pendiente de las épocas del escritor complutense Miguel de Cervantes, se han dedicado casi exclusivamente a todo tipo de Historia y estudios sobre la Edad Moderna en la ciudad (especialmente en cuanto a edificios), descuidando el resto de la Historia, la cual es muy rica por existir desde la Prehistoria misma. En los últimos años se ha avanzado algo en los estudios referentes a las instituciones educativas en el siglo XIX, los hechos de la Guerra de Independencia, la desamortización y sus efectos en la ciudad o la Sociedad de Condueños. En cuanto al siglo XX alcalaíno prácticamente no hay nada, siendo los nombres de unos mismos estudiosos los que siempre se repiten al respecto. Varios libros sobre diversos aspectos de la institución militar en la ciudad, uno sobre su aeródromo, dos sobre sus equipos de fútbol, uno sólo sobre la guerra civil, unas memorias del militante comunista local Fernando Nacarino, uno sobre la explosión del polvorín en 1947, varios sobre el cine en relación a la ciudad, algunos sobre la recuperación de edificios de la ciudad tras la dictadura, y acaso varios artículos publicados en actas y revistas de asociaciones de Historia local, donde la más prolífica (la Asociación de Historiadores del Valle del Henares) es en realidad de la Diputación de Guadalajara. Hay además últimamente un afán por publicar libros de fotografías del siglo XX en la ciudad y sobre la historia de sus archivos. Prácticamente el siglo XX de la ciudad está desconocido en los textos de Historia. Pero sigue siendo en conjunto una información pobre la que hay de la ciudad sobre todo desde el comienzo de la dictadura hasta nuestras épocas. Aún con todo, los nombres más destacados de historiadores de la historiografía del siglo XIX al XX en Alcalá son Julián Vadillo, Pilar Lledó, Urbano Brihuega o Gutmaro Gómez Bravo, y de una forma un tanto lejana a nuestros días, Esteban Azaña. Como se ha dicho, sólo unos pocos y mismos nombres se repiten en esta labor de historización. 

Mi contribución bibliográfica a esa Historia local a nivel institucional (en otros niveles hago otras contribuciones más abundantes) será a partir de 2015, como dije ya, cuando se publiquen esas actas de las XI Jornadas de Castilla-La Mancha sobre investigación en archivos: "La educación en España", jornadas que ya he mencionado varias veces en esta bitácora, donde, repito, en noviembre de 2013 presenté el ensayo de Historia sobre la depuración de los maestros con escuela y docencia en Alcalá de Henares tras la guerra civil. Las jornadas se dieron dentro de la Diputación de Guadalajara y contó con una gran cantidad de historiadores y archiveros durante cuatro días. Mi investigación tuvo buena acogida, aunque hubo un muy alto nivel de calidad en todas las conferencias y comunicados que se presentaron. Con esta investigación quiero contribuir a aportar más datos en publicaciones oficiales sobre qué ocurrió en la ciudad en ese siglo XX, siempre abierto a que sea un inicio para incitar a otros historiadores a indagar más y aportar más visiones. Aclaro que yo me ceñí a lo que estrictamente se lee en los expedientes, y queda abierto a que otros historiadores, me gustaría que sin despreciar esa investigación propia, puedan ampliarlo, contrastarlo o debatirlo todo con otro tipo de fuentes, si fuera posible. No era mi intención hacer una Historia total, sino dejar el comienzo abierto a algo para otros que vengan detrás. Si bien es cierto, como he dicho, que mis contribuciones sobre la divulgación de la Historia de esta ciudad han estado más ayudando en investigaciones de amistades, esta misma bitácora o rutas guiadas personales a grupos de amigos, conocidos e interesados. Aunque sin duda mi mayor contribución ha sido, y será, mi trabajo, cuando lo he tenido, de archivero. De una forma anónima queda mi labor profesional para la conservación, consulta y uso de una gran cantidad de documentación histórica no tratada archivísticamente anteriormente a la labor que se me encomendó en cada uno de sus momentos. De entre los varios temas que personal y profesionalmente he tratado, de momento la documentación que más afecta a Alcalá de Henares es la concerniente al corregimiento de Alcalá de Henares de finales del siglo XVII hasta comienzos del siglo XIX, que aún espera en los depósitos del Archivo General de la Administración a que les toque su turno administrativo de ser publicitados a todos los ciudadanos, cosa difícil dados los recortes económicos en Cultura, por tanto también en archivos, donde esa meta final cada vez se aleja más de ser cercana por falta de presupuesto para contratar a personal que culmine esa labor. No deja de ser propaganda que mientras centenares, sino ya millar o millares, de archiveros de toda España nos hemos ido y nos vamos al desempleo, los gobiernos local, autonómico y estatal alardeen todos de novísimos edificios de archivo que se construyen a pesar de no tener dotación humana para conservar la documentación y dar servicio correctamente a los ciudadanos. Hipocresía donde las haya.

Sea como sea, ¿Cómo era el contexto político de la sociedad de Alcalá de Henares en el momento en el que se aplicó las leyes de depuración de los maestros, en esa España de la que ya hemos hablado de su censura y de su paso de la educación al adoctrinamiento? Lo veremos en la cuarta y quinta entrega.

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