Se
han beatificado desde hace años a tantos católicos de la guerra civil que no nos dimos cuenta
de que la guerra debio ser la era de la bondad de Dios. Esta semana el Papa Francisco I ha beatificado a otra tanda de católicos de la guerra civil, tal como hizo por primera vez Juan Pablo II y posteriormente Benedicto XVI. Y
como remarcó el telediario de Informativos Telecinco el domingo 13, cuando ocurrió, el Papado nunca ha beatificado a
ninguno de los católicos republicanos que defendieron la democracia, véase los
sacerdotes vascos fusilados por las tropas del golpista general Mola. En este sentido me parece totalmente válida la reflexión que un amigo y colega historiador realizó por vía de red social en un mensaje abierto a sus contactos. Citaré su cita, pero su nombre lo dejo en sus siglas por preservarle, E. V.:
"Hablar
de "genocidio católico" por las muertes de miles de "fieles"
durante la Guerra Civil es un argumento que ralla el histerismo. Durante
toda la Historia, la Iglesia ha estado del lado de los poderosos (de la minoría)
y ha ido de la mano del poder político establecido y, cuando perdió esta
vinculación (nada divina, toda terrenal) con el poder político (la II República),
decidió tomar partido del posterior conflicto bélico alineándose con los
golpistas. La
Iglesia decidió estar en un bando y eso, como todos sabemos, tiene unas
consecuencias. Se mataba a clérigos cristianos por pertenecer a un bando [bélico], no
por el hecho de serlo [católico]. Pero
claro, la Historia la escriben los vencedores..."
Precisamente en este sentido faltan aún muchos trabajos que se dediquen a tratar el tema de los católicos del periodo bélico partidarios de la República. Porque así por ejemplo, en Alcalá de Henares hubo asociaciones católicas como la Mutual Obrera Complutense o también órdenes religiosas, como el de varias monjas, que fueron respetadas. Claro está que al ser una guerra hubo represiones injustificadas en los primeros días del estallido del conflicto, pero la guerra duró cerca de tres años, no sólo los primeros días. Es más famoso el asunto de los sacerdotes y católicos republicanos del País Vasco, ejecutados por los franquistas por pertenecer a un bando (el repúblicano) no por católicos, igual que muchos de los católicos ejecutados por republicanos, y beatificados por el Papa, fueron ejecutados por pertenecer a un bando bélico (el alzado) y no por católicos, como decía E. V.. Claro está que hay que analizar cada caso. Son famosas también las fotografías de un entierro católico en Barcelona en plena guerra. Es recomendable leer a un monje español que es historiador con acceso a los Archivos Vaticanos, Hilari Raguer, y que vivió además aquella guerra. Tiene dos libros a propósito: La Pólvora y el Incienso y La Espada y la Cruz. Son muy reveladores en este sentido. Pensemos que por ejemplo el arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal i Barraquer, fue fiel a la República y no reconoció jamás el gobierno de Franco, eso le valió que el dictador no sólo le condenara al exilio, sino que también presionara en el Vaticano para que le retiraran su cargo de arzobispo. Vidal i Barraquer no ha sido beatificado jamás, ¿pero acaso su exilio y las presiones contra él no son persecución de su persona por parte de Franco?
Un día antes de las beatificaciones, el 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar, se invitó al obispo
francés de Lourdes para dar una homilía en la catedral de Zaragoza, cosa inédita. Sus palabras mencionaron un curioso recordatoria a los episodios de la Guerra de Independencia Española de 1808-1814: "La
Virgen del Pilar no quiere ser francesa". Me llamó la atención, pero no porque fuera algo simpático, si no porque no hay que olvidar del porqué en 1808 se dijo esa frase por parte de los españoles asediados. ¿Por la
invasión napoleónica? Sí y no. Los revolucionarios franceses hicieron la separación de la
Iglesia y el Estado para favorecer la democracia. Los Papas de la época, Pío VI y Pío VII,
declararon que los revolucionarios eran hijos de Satán y que el orden social nuevo estaba inspirado por el mismo, tal cual, y condenaron el
nuevo orden democrático, por mucho que Pío VII firmó un concordato con Napoleón en 1801. Se puede leer por ejemplo en el Diccionario de los Papas y los Concilios, cuyo prólogo es del cardenal-arzobispo de Madrid, Rouco Varela, aunque como es de esperar ahí se carga las tintas contra los revolucionarios franceses, se puede leer entre líneas incluso entre lo que no se explica del todo en esas páginas, y recomiendo contrastar con otra fuente no afín al Vaticano para confirmar las condenas y palabras de las altas jerarquías eclesiásticas contra el nuevo orden social, paradójicamente no se producía entre el bajo clero. En todo caso, la frase de la homilía del Día del Pilar, retransmitida por Televisión desde Zaragoza, no podía ser más ambigua teniendo en cuenta el acto de beatificación citado que iba a tener lugar al día siguiente. Y sí, yo también aluciné que eso se hubiera dicho en una misa.
En otro sentido, pero también relacionado con la Iglesia y que me chocó, hace unos días
quería mostrar el interior de la catedral de los Santos Niños de Alcalá de Henares a una amiga y me pararon en la galería que va a la girola para decirnos que si queríamos
visitar la catedral teníamos que dar un donativo de 50 céntimos cada uno. Sobre ellos reflexioné lo siguiente:
1.- Me
parece fatal que un recinto sagrado cobre dinero por entrar, sobre todo
debieran tener en cuenta que el Nuevo Testamento indica que no se ha de hacer
mercado del templo, y que no creo que esté acorde con lo que Francisco I ha
dicho últimamente.
2.- Tras
el razonamiento teológico, viene el pecunario: si es un donativo entonces
debiera poder optar a entrar sin donar nada, ¿no? Pues no, entonces no es un
donativo, es el precio de una entrada. Al ser la institución Iglesia una
asociación privada (está registrada así en España), probablemente cometerían
algo ilegal si cobrarán entrada sin el concerniente pago previo al Estado de
los derechos e impuestos que conllevaría ese hecho. Así que insisto, si no lo
quieren llamar entrada sino donativo, debería poder entrar si no quiero donar. Aún
más, teniendo en cuenta el dinero que se lleva la Iglesia de los impuestos del
Estado, no entiendo tampoco porqué pagar dos veces por entrar.
3.- Ahora
el razonamiento del hecho: si es un donativo simbólico (50 céntimos) pudiera
elegir cual es el símbolo de mi donación, por ejemplo podría considerar que
quiero donarles un pan, símbolo altamente cristiano y útil para que el cura se
lo dé a alguien sin comida, por ejemplo. Pero se insiste en que done dinero,
poco, pero dinero, si no lo dono no paso. O sea, no es un donativo, es un
precio.
4.- Teniendo
en cuenta el punto uno principalmente, imaginemos que acepto pagar un precio para
entrar. ¿Por qué? ¿Para mantenimiento? Como obra de Arte la Iglesia ya recibe
del Estado un extra de dinero de parte del Ministerio de Cultura y de
Patrimonio Nacional. ¿Para el culto? ¿Por qué? ¿Y si resultara, no es el caso,
que yo ya doy dinero para el culto por otro lado, o que simplemente sin atacar
a la Iglesia, no compartiera la idea de donar nada para cultos de
cualquier idea o creencia? Pero aún más, y lo más doloso, siendo de Alcalá de
Henares de toda la vida, y habiendo pisado la catedral de siempre, ¿por qué cobrarnos?
Soy contrario a que se cobre por entrar en un centro religioso, pero si se paga
que se haga como en Gerona, en cuya catedral la gente que vive allí saca su Documento Nacional de Identidad
y no paga.
En
fin, otro espacio creado para las reuniones y actividades sociales (religiosas
o culturales) donde te piden un dinero por su uso y disfrute. No
entramos ni mi amiga ni yo. Y ella es practicante, pero lo encontró tan fatal, como
yo, a pesar de ser nimio ese precio.
Como sea, os dejo con las conclusiones finales de aquel ensayo que os he ido mostrando por partes acerca de la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna.
(La primera parte está en la Noticia 1255ª, la segunda parte en la Noticia 1256ª y la tercera parte está en la Noticia 1257ª.)
MEDIOEVO
Y RENACIMIENTO
Conclusión.
A modo de conclusión
se puede decir que la transición del Medioevo al Renacimiento se produce con el
humanismo del siglo XV y el siglo XVI, pero acarreando estos detrás suya un
largo proceso de reencuentro con la Antigüedad que ya se inició en época
carolingia y se desarrolló aún más a partir del siglo XII. A lo largo de ese
proceso se pasa lentamente de un predominio filosófico de ideas aristotélicas a
otro de ideas platónicas. A la vez, la búsqueda de las fuentes antiguas llevó
al reencuentro con otros autores no tan usados o que habían caído en el olvido.
La atracción por las lenguas clásicas, atracción de carácter filológico, hacia
buscar el tener unos textos más precisos y ajustados a lo que realmente decían
los autores en los originales. Esos estudios filológicos ayudaron, a su vez, a
enriquecer las lenguas vernáculas, a apreciar cada vez más la belleza de la
literatura y el arte, a adquirir conocimientos retóricos y oratorios, así como
a interesarse por un mundo clásico que había sido pagano y por tanto entraba en
conflicto con el mundo de ortodoxia cristiana medieval.
Dos maneras de entender
la vida se oponían: la cristiana, defendida por la Iglesia, que veía peligrar
su supremacía cultural (como medio de control incluso político), y otra que
otorgaba más libertades al hombre en su relación con el mundo, que era la
basada en la Antigüedad. Sin embargo el paganismo no era tal en esos tiempos de
transición, sino que las ideas de este eran reutilizadas para reinterpretar una
nueva sensibilidad religiosa no necesariamente anticristiana. Ahora se buscaba
el conocimiento como medio también óptimo para la salvación, pero también la
belleza y la transformación del mundo. Esa transformación no se daría sólo
mediante el conocimiento de la Naturaleza mediante observación, sino que el
conocimiento para transformarla también vendría de parte de algo tan medieval
como la magia, la astrología o la alquimia, por mucho que estas presentaran
ahora una faceta más científica o técnica que realmente mágica, en algunas de
sus vertientes.
La Antigüedad y su conocimiento estaban transformando el siglo
XV en el final de la Edad Media. Los contemporáneos del siglo eran conscientes
de tal cambio y en parte por ello se sentían inseguros al encontrarse en un
mundo cambiante. Pero además eran conscientes de que ellos ya no pertenecían al
mundo medieval, al que consideraban oscuro pese a que le debían el comienzo del
reencuentro con la Antigüedad. Habían logrado periodizar la historia en etapas
diferentes, cosa que no lograron los medievales. Eran, por tanto, más
conscientes del papel del hombre en el mundo y a lo largo de la historia. No
pretendían en absoluto repetir el pasado, sino usarlo para aprender, pues su
presente era diferente al pasado pero podía beneficiarse de las experiencias de
toda la humanidad a lo largo del tiempo (aunque rechazaran conscientemente el
Medioevo... e inconscientemente a veces lo citaran o usaran). El mundo era algo
cambiante, vivo, inmenso, y no algo estático y cerrado. El hombre comenzaba a
hacerse consciente de ello, poco a poco, luchando con su herencia medieval e
intentando alcanzar unas nuevas formas con las que entender y vivir el mundo y
la vida.
Bibliografía:
·
Le
Goff, Jacques, Los intelectuales en la
Edad Media, ed. Gedisa, Barcelona, 1986.
·
Garin,
Eugenio, Medioevo y Renacimiento, ed.
Taurus, Madrid, 1981.
·
VVAA,
Historia Universal Salvat. De la Baja
Edad Media al Renacimiento. Tomo X, ed. Salvat, Barcelona, 1999.
·
VVAA,
Historia Universal Salvat. Asia Medieval.
La era de los descubrimientos. Tomo XI, ed. Salvat, Barcelona, 1999.
El ensayo sobre el libro de Garin fue realizado en noviembre de 2003 diez antes de la muerte de mi padre. La lectura reflexiva del libro se hizo en buena parte en las horas de hospital.
ResponderEliminarA todo esto, En la reflexión sobre los sucesos de la Iglesia con las beatificaciones de la guerra civil de la última semana, probablemente se trata de algo heredado en la agenda por Francisco I por parte de Benedicto XVI, ya que apenas han pasado meses desde que es Papa.
ResponderEliminarPor otro lado, referente a esto, por la red social mucha gente muestra su disgusto y enfado en comentarios del anuncio de esta entrada en cuanto a que Santos Niños cobre dinero por visitar su interior.